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University of Southern California Dissertations and Theses
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Menendez Pelayo Y La Literatura Portuguesa. (Spanish Text)
(USC Thesis Other)
Menendez Pelayo Y La Literatura Portuguesa. (Spanish Text)
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Content
-M EN EN D EZ PELA Y O Y LA LITERATURA PO RTU G U ESA
b y
Eduardo Alberto Mayone Dias
A Dissertation Presented to the
FA CU LTY OF TH E G R A D U A TE SCH O O L
UNIVERSITY O F SO U TH ERN CALIFORNIA
In Partial Fulfillment of the
Requirements for the Degree
D O C TO R O F PHILOSOPHY
(Spanish)
June 1971
72-3769
DIAS, Eduardo Alberto Mayone, 1927“
MENENDEZ PELAYO Y LA LITERATURA PORTUGUESA.
[Spanish Text]. V'""
! ' ' ' 1
University of Southern California, 'P-h.D., 1971
Language and Literature, modern
University Microfilms, A X E R Q K Company, Ptnn Arbor, Michigan
UNIVERSITY O F SO U TH ER N CALIFORNIA
THE GRADUATE SCHOOL
UNIVERSITY PARK
LOS ANGELES. CALIFORNIA 9 0 0 0 7
This dissertation, written by
EDUARDO ALBERTO MAYONE DIAS
under the direction of h.%*..... Dissertation Com
mittee, and approved by all its members, has
been presented to and accepted by The Gradu
ate School, in partial fulfillment of require
ments of the degree of
D O C T O R OF P H I L O S O P H Y
'771 O
Dean
Date ..........J a m a -1 9 7 1
DISSERTATION COMMITTEE
Chairman.
INDICE
PAGINA
I Introduccion 1
^ /V
II El interes espanol por la cultura portuguesa
en el siglo XIX y priricipios del X X 16
III La vida y la obra de Marcelino Menendez
Pelayo 53
IV Menendez Pelayo frente a la literatu ra
portuguesa 99
V Conclusion 321
BIBLIOGRAFIA 331
I
INTRODUCCION
1
2
Men§ndez Pelayo (o Menendez y Pelayo, ya que solia firmar de las
dos maneras) empezo a escribir sobre literatu ra portuguesa cuando la
, c ritic a en Portugal no habfa siquiera superado su fase de espasmSdica
; incipiencia. La solidez de su investigation, basada sobre todo en la-
boriosas busquedas en bibliotecas lusitanas durante su primera visita
al pats vecino y sus posteriores contactos literarios con Portugal,
confiere a su pionerismo un car&cter de verdadera seriedad y autori-
dad, aun cuando sus conclusiones, desde luego coherentes con su punto
de arranque ideologico, no sean hoy dia aceptadas sin serias restric-
ciones, Es tambien curiosisimo observar que ya en sus afios juveniles
de invest!gador habia consolidado su concepto de la uni dad de la l i
teratura hispanica y dedicaba una buena parte de sus esfuerzos a la
: exploration de aspectos hasta entonces relativamente obscuros de la
literatu ra portuguesa.
Pese a su actitud de innovador y a la extraordinaria proyeccibn
que su labor implica, hasta ahora su actuacion en este campo no ha
i si do analizada mas que en dos o tres breves estudios muy segmentarios
y necesariamente algo superficiales. Desde luego el hecho es tan solo
una faceta de otro mas complejo. Durante el siglo XIX, principalmente
I en su segunda mitad, y al principio del X X desarrollase en la Peninsula
; una vasta actividad de acercamiento cultural que tampoco ha merecido
; de los criticos la debida atencion.
Sea o no la indiferencia frente a la faceta portuguesa de la
| obra de Menendez Pelayo parte de la indiferencia mas general frente
| al problem a de las relafciones lite ra rias luso-espaholas, el hecho es
3
' que es sorprendente como los sectores literarios de ambos paises {y
nos atreverfamos a decir que en este aspecto los portugueses son mucho
mas culpables que los espafioles) hayan dado de espaldas a tan impor-
tante contribucion de la figura mSxima de la crrtica hispSnica de esta
Spoca. Loables excepciones son Fideli no de Figueiredo y JosS Marfa
Viqueira, entre los pocos eruditos que han tocado el problema, aunque
ninguno de ellos lo haya profundizado suficientemente. Al final de j
i
I un artfculo suyo sobre este tema, Viqueira anuncia un estudio mSs
! amplio de e l, que serta presentado posteriormente? Sin embargo hasta
i ahora dicho estudio parece no haber si do publicado.
; j
No fue la ausencia de investigaciones sobre el asunto en cues-
ti6n la razon primordiial que nos llevo a elegirlo como tema de esta j
disertacidn. El hecho esencial es que es curiosfsima y digna de es- |
tudio la perspectiva de Mendndez Pelayo sobre la literatura portuguesaj
principalmente su concepto bSsico de que el la, como las otras litera-
I
turas en lenguas peninsulares, son senci11amente facetas, muchas veces i
complementarias, de una manifestacion global mucho mSs vasta que serfa
; la literatu ra hispSnica. j
I La figura de Menendez Pelayo y su obra en general han si do tam-
| bien casi completamente olvidadas en las uni versidades norteamericanas
como tdpico de disertaciones doctorales. Una cuidadosa bdsqueda reve-
| lo tan solo una cuyo tema principal fuera este, ademSs de otra que
i
^ Jose Marfa Viqueira, "Proyeccion de Menendez Pelayo en Portu-
I gal," Arbor, nos. 127-128 (julio-agosto 1956), 525-535.
trata parcialmente de SI, entre todas las disertaciones sobre lite ra
tura hispSnica presentadas desde fines del siglo pasado. Estas diser
taciones son respectivamente "MenSndez Pelayo frente a la Espaha del
siglo XIX," por Enrique Fernandez Banos, presentada en 1968 en la Uni -
versidad de Miami, y "Spanish American Literature in Spanish Criticism
from the Eighteenth Century through MenSndez Pelayo," por Anna W . i
Ashburt, presentada en Pittsburgh en 1967. El hecho de que las dos
fueron escritas en ahos recientes nos hace preguntar por qu§ tantas
decadas pasaron sin que Menendez Pelayo hubiese despertado el interSs j
I
de los doctorandos en Estados Unidos. Por largos anos fue reconocido
como la autoridad maxima en cuestiones de cultura hispanica (inclusive
su importancia fue revalorizada en Espana despues de la guerra civil,
aunque por causas que no son puramente lite ra rias) y pese a la re-
ciente disminucion de su prestigio como crTtico sigue siendo siempre j
uno de los monumentos mas solidos de la investigacion hispanica. Sin
embargo su vastfsima obra de reconstruccion parece no haber sido gene-
j
ralmente considerada de suficiente interes para servir de tema a una j
disertacion doctoral. iSerfa esa misma envergadura de la obra el j
obstaculo predominante? Debe de ser esta la razon mSs probable, aun- !
I
que por supuesto hay que reconocer que no lo es mucho. j
Por otro lado no se puede tachar de escasa la bibliografTa ge
neral sobre Menendez Pelayo, aunque frecuentemente la cantidad sea
mas impresionante que la calidad. En muchas de las obras sobre el
autor predomina la nota anecdotica, la exaltacion verbal ista o la pre-
5
ocupacidn del detailismo en detrimento de un verdadero espTritu ana-
; 1Tti co.
Antes de considerar la bibliografia crttica sobre Menendez Pelayc
habrS que hacer menciSn especial de una fuente que ofrece un extraor-
dinario interes para el estudio del hombre y del erudito: los epis-
tolarios. A lo largo de su vida, Menendez Pelayo mantuvo una incan-
sable correspondencia. Es cierto que muchas veces no podta material-
mente contestar a la avalancha de consultas que le llegaban cada dia
del extranjero pero sin embargo fueron intensas sus relaciones epis-
tolares con amigos ausentes, en especial con Laverde Ruiz, Valera,
I Pereda, Clarfn, Morel-Fatio, Garcia Peres y el Marques de Valmar.
: Tambien durante sus Wanderjahre juveniles no dejaba de escribir a j
sus amigos de Espana, mencionando en sus cartas copiosos datos sobre' j
el progreso de sus investigaciones. En relacion al tema particular
j
de esta disertacion hay que destacar por su interes los epistolarios j
con Valera, por algun tiempo ministro en Lisboa, y Garcia Peres, un |
medico de ascendencia espanola nacido en Portugal y que enviaba perio-
dicamente a Menendez Pelayo volQmenes raros que lograba encontrar en
; i
! las librerias portuguesas. Por medio de estos dos epistolarios se j
| ' |
puede seguir en gran parte la trayectoria de las influencias que de j
i I
alguna manera contribuyeron a que Menendez Pelayo moldase sus juicios |
criticos sobre la literatura portuguesa.
Aunque despues de la muerte de Don Marcelino su hermano Enrique
| haya suprimido o truncado algunas de las cartas (por cierto sin ra-
j
L . _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
i zones muy fuertes, ya que aparentemente nada de denigrante revelaban
en relaciOn a la figura del fallecido), los epistolarios constituyen
i todavfa valiosfsimo repositorio de elementos para deterniinar con jus-
i
tic ia la verdadera dimension artfstica y humana del erudito. Sin la
preocupacion de escribir para el pdblico, es en ell os que presenta su
autentica intimidad espiritual.
Entre lo mucho que se escribid sobre Mendndez Pelayo hay que
I mencionar las colectSneas de estudios en su homenaje, como los ndmeros
extraordinarios del Boletfn de la Real Academia de Histori a de mayo
de 1914, y, en 1956, centenario de su nacimiento, los de Arbor y
| Revista de Literatura, ambas de Madrid. El valor de los artfculos
i
aquf contenidos es necesariamente muy variable. Uno de los que mas
alto calibre alcanza es el de DSmaso Alonso, titulado "MenSndez Pelayo,
historiador de la literatura y crttico lite ra rio ." En 61 se consi-
!
deran muy justamente algunas de las mSs significativas actitudes del
erudito, como su juvenil violencia doctrinal o su diffcil compatibili-
zacitfn de lo cristiano y lo pagano a lo largo de su evolucitfn ideolcr-
I gica.
En muchos de estos artfculos (y en varios libros del perfodo
posterior a la guerra civil) se puede observar la preocupacion, sin
i duda oficialmente inspirada, de hacer de Menendez Pelayo algo asf como
DSmaso Alonso, "Men6ndez Pelayo, historiador de la literatura
!y erftico lite ra rio ," Arbor, nos. 127-128 (julio-aqosto 1956), 344-
i 358.
7
: un precursor ideologico del presente regimen politico espanol. Fue
esta posicion bastante diseminada en Espaiia por estos anos y no serla
; quiza ilogico aceptar que en parte fuese e lla responsable de cierta
animosidad que la actitud crltica en d1as m cts recientes ha revelado
en relacion a la figura y sobre todo al ideario de Menendez Pelayo.
Han aparecido tambien varias biograffas, m c T s o menos crfticas.
La de Alfonso de Sandoval proporciona datos interesantes pero estct
i en un e stilo algo sentimentaloide, presenta ina estructuracidn desorde-
. nada y un carScter casi almanSquico y no ofrece ninguna actitud crt-
; tica. El Boletfn antes mencionado contiene datos biogrdficos muy con-
I cretos e ilustrativos. Lo mismo se podrfa decir de la obra de Gui- >
i A
llermo de Torre que ademas logra localizar lucidamente a Menendez
i
Pelayo en el marco del panorama Intelectual de la Espaha finisecular.
; A pesar de la bombastica fraseologfa con que en la dedicatoria se le
: refiere ("un coloso espanol," "el primer cerebro del orbe"), Luis
- 5
Anton del Olmet y Arturo Carraffa prestan en su obra cierto vigor a
la reconstitucion de la figura de Menendez Pelayo. Quiza las mas so-
I brias y escuetas biografnas sean las de Miguel Artigas^ y de Sanchez
i
3 ^
Alfonso de Sandoval, Menendez y Pelayo (Su vida intima. Su
i obra. Su qenio.) , (Madrid: Morata, 1957).
; 4
Guillermo de Torre, Menendez Pelayo y las dos Espahas, (Buenos
! Aires: Publicaciones del Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1943)
5
Luis Anton del Olmet y Arturo Carraffa, Menendez Pelayo, (Ma-
| drid: Pueyo, 1913).
c
Miguel Artigas, La vida y la obra de Menendez Pelayo, (Zara-
i^goza: Editorial Heraldo de AragSn, 1939).
8
7
; Reyes, que consiguen dar la envergadura humana y a rtlstic a de su bio-
i
grafiado. La de Sanchez Reyes presenta un vasto acopio de datos, in-
cluyendo algunos deliciosos toques anecdoticos. Parece sin embargo
haber cierta preocupacion en disimular aspectos negativos de los u lti-
mos anos de la vida del poligrafo. El doctor Gregorio Maranon en uno
8
de sus ensayos nos da una mezcla de anecdotismo biografico y de inter-
: pretacion historica, subrayando la importancia que el ambiente inte-
| lectual en que se desarrollo Menendez Pelayo ejercio en su produccion.
i Y finalmente, aunque a un nivel distinto, por lo deliciosamente hu-
i
: moristico de su e stilo , no hay que olvidar las paginas que en "Un
i Q
; viaje a Madrid" ClarTn dedica al modus vivendi domestico de Don
Marcelino.
: j
Se reunieron tambien varias antologias de textos de Menendez
Pelayo, por lo general organizadas tematicamente. Los prefacios de
; algunas de ellas aportan contribuciones de relativa importancia. En
la introduccion de una de e s t a s , ^ por Florentino Perez Embid, se tra-
ta a Menendez Pelayo—algo tendenciosamente, por cierto--bajo una per-
spectiva poco estudiada, la de su participacion en la vida politica
i
^ Enrique Sanchez Reyes, Don Marcelino (Biografia del ultimo de
j nuestros humanistas), 2a. ed., (Barcelona: Edi tori al Aedos, 1959). j
; o
Gregorio Marafion, "Menendez Pelayo y Espana (Recuerdos de la
ninez)," Tiempo viejo y tiempo nuevo, 7a. ed., (Madrid: Espasa-Calpe,
| 1956).
9 *
Clarin, Folletos lite ra rio s, (Madrid: Libreria de Fernando
i Fe, 1886), pp. 22-30.
! 10 Marcelino MenSndez Pelayo, Textos sobre Espana, (Madrid: Edi-
L ci ones Rial p^^S. A ^, 1955)------------------ — ---------
; espanola. Esta introduccion es tambien Gtil por la biografta conden-
sada y la cronologia que incluye. Participando simultSneamente de
i las categortas de estudio crttico y de biografta esta la obra de
1 11
■ Cuenca Toribio, que ocupa un lugar muy especial en la bibliograffa
: sobre Menendez Pelayo, ya que es de las pocas que dan una visiQn ver-
daderamente realista del erudito, contrastando sus valores positivos
: con sus limitaciones. Lo biografico y lo crttico est§n tambien habil-
; mente equilibrados. En ambos casos Cuenca Toribio intenta siempre
' relacionar las actitudes de Menendez Pelayo con el condicionalismo
| socio-cultural de su tiempo.
i Entre las obras exclusivamente crtticas hay que dar un lugar muy
12
; especial a dos. La primera, de Lain Entralgo, empieza por apuntar
el itinerario ideologico de Menendez Pelayo y pasa luego a estudiar
su integracion en el cuadro generacional y a analizar su postura ante
13
la cultura espanola y el concepto de hispanismo. En otra, Damaso
Alonso considera tambien la trayectoria del pensamiento del maestro,
: pero lo hace esencialmente bajo el enfoque de sus cambios de opiniSn,
: que no raras veces eran rectificados por la retraccion de considera-
1 ^
: ciones anteriormente formuladas. Otras obras de menor importancia
^ Jose Manuel Cuenca Toribio, Marcelino Menendez Pelayo, (Ma-
| drid: Ediciones Cid, 1965).
12
; Pedro Lain Entralgo, Menendez Pelayo—His tori a de sus proble-
| mas intelectuales, (Buenos Aires y Barcelona: Editorial Juventud Ar-
! gentina, S.A. y Editorial Juventud, S.A., 1945).
! 13
| Damaso Alonso, Menendez Pelayo crttico literario (Las palino-
| dias de Don Marcelino), (Madrid: Gredos, 1956).
estan mencionadas en la secciSn bibliogrSfica de este trabajo.
Como se puede fScilmente constatar, una parte considerable (en
cantidad y calidad) de lo que se escribiO sobre Menendez Pelayo fue
publicada en 1956, ano del centenario de su nacimiento. Aunque la
atenciSn que se le presta haya declinado considerablemente desde enton-
ces, la antorcha sigue todavfa en pie. La Biblioteca de MenSndez Pe
layo, de Santander, en gran parte por medio de su Boletfn, continGa
Isiendo un activo centro de investigaciones alrededor de la obra de
su creador.
La bibliograffa sobre el tema que nos propusimos estudiar es
escasfsima. Ademas de los datos que se pueden extraer de los episto
larios—y su aportaci<5n es esencial—pocos trabajos dan luz sobre el
i
problema. Pasaremos en seguida a mencionar los que hemos podido en-
contrar sobre las relaciones de MenSndez Pelayo con la cultura portu- j
i
I
guesa: j
1. Fidelino de Figueiredo, "MenSndez y Pelayo e os Estudos Portugue- |
ses."^4 Este artfculo fue escrito originalmente como la ponencia que
Fidelino de Figueiredo iba a presentar en la inauguraci6n de la Bi
blioteca MenSndez Pelayo, lo que no llegO a hacer por haber si do pos- j
t
puesta dicha inauguraciGn. En este trabajo menciGnase la primera visi-i
|
ta (desde luego la mSs importante) de MenSndez Pelayo a Portugal y los
14 Fidelino de Figueiredo, "MenSndez Pelayo e os Estudos Por-
tuqueses," Revista de Histori a, no. 3 (octubre-diciembre 1919), 241-
277.
11
contactos lite ra rio s que hizo alii*. Se analiza en seguida su concepto
de hispanidad lite ra ria , el cual Fidelino ataca, apuntando los carac -
; teres diferenciativos de la literatura portuguesa en relaciCn con las
otras literaturas peninsulares, STguese despuSs un comentario de la
obra de MenSndez Pelayo, indicSndose algunos pequefios deslices del
maestro en cuanto a materia portuguesa. El ensayo termina con una
refutaciSn de los argumentos de MenSndez Pelayo en favor de la tesis
del origen portugues del Amadfs J 5 |
i
Este artfculo mereciS una resena crftica firmada por "F. de |
16 1
A.R." en que se apoya la tesis de MenSndez Pelayo de que las litera- j
: - J
1
turas parcelarias de la Penfnsula son en realidad facetas de un fenS- j
i i
meno global, que entre sf se suplementan. |
I
2. Fidelino de Figueiredo tambiSn publica y prefacia las "Cartas de j
17
MenSndez y Pelayo a Garcia Peres." El prefacio trata de la persona-
lidad de Garcia P e res^ y de las relaciones de los dos bibliSfilos.
Se menciona como fue Garcia Peres quien enviS a MenSndez Pelayo muchas
En su obra As Duas Espanhas (Coimbra: Imprensa da Universi-
dade, 1932) Fidelino de Figueiredo ocGpase tambiSn de MenSndez Pelayo
pero no alude a sus investigaciones sobre materia portuguesa.
^ "F. de A.R.," en Estudio, VIII, nos. 85-86 (enero-febrero !
1920), 185-190. |
^ Fidelino de Figueiredo, "Cartas de MenSndez y Pelayo a Garcia
!Peres," Boletim da Classe de Letras (Academia das Ciencias de Lisboa),
! XIII, fasc. Ill (agosto-octubre 1919), 1151-1256.
i 1 ft
Segdn una nota autobiogrSfica, Domingo Garcia Peres (o GarcTa
iPSrez, como serfa quizS m§s correcto) naciS en 1812 en Moura, en la
iprovincia de Alentejo, no muy distante del pueblo espanol de Almendra-
12
de las obras de que este se sirvid para sus Orfgenes de la novela y
iademSs se hace breve mencidn del vasto plan de estudios sobre asuntos
portugueses que pensaba realizar, sin nunca haberlo logrado totalmente.
Las cartas mismas contienen pocas observaciones crfticas. Tratan
sobre todo de los libros que Garcia Peres periodicamente enviaba a
Menendez Pelayo y de las dificuldades habidas con la publicacion en
Madrid del Catalogo razonado de aquel. ,.,Es interesante sin embargo ob-
servar cuales fueron las predilecciones manifestadas por Menendez Pe-
' I
ilayo en cuanto a libros portugueses y las relaciones que eso implica !
con sus trabajos de investigacion.
3. Jose Marfa Viqueira, "Proyeccion de Menendez Pelayo en Portugal,"
artfculo ya anteriormente mencionado. En el el autor, catedratico de
la Universidad de Coimbra, afirma que al considerar la materia portu-
lejo, tie rra natal de sus padres, refugiados en Portugal a causa de
las invasiones francesas. Sin embargo toda la educacion de Garcia
Peres se hizo en Espana, habiendo terminado su bachillerato en Gra
nada. Pensaba entonces estudiar en Coimbra, pero como por esas fechas,
a rafz de las luchas civiles, laJJniversidad estaba clausurada, opto
por la Escuela Medico-Naval de Cadiz. AllT establecio amistad con
iGarcfa Gutierrez y escucho algunas de las lecciones que Lista dictaba
;en el Colegio de San Felipe. Al regresar a Portugal en 1838 acepto
;un cargo de medico municipal en la v illa de Alcacer do Sal. Ahf
jpermanecio hasta 1844, cuando fue a Cadiz para recibir su grado de
!doctor. Ocupo despues el puesto de "guarda-mor de saude" en Setubal.
;Mas tarde, en 1852, Garcia^Peres fue eligido diputado por esa ciudad
iy por muchos afios participo en la vida polftica portuguesa. Fue corres-
Ipondiente de la Academia Espanola y de la Academia Real de Historia.
Aunque no tuviese interes especial por la erftica lite ra ria , Garcia
Peres fue un entusiastico bibliofilo y contribuyo considerablemente
Ipara la organizacion de la^biblioteca de Menendez Pelayo. Escribio
el Catalogo razonado biografico y bibliografico de autores portugueses
que escriDieron en castellano (Madrid; Imprenta del Real Colegio de
jSordgmudos y Ciegos, 1890), que en parte debe su existencia a la orien-
Itacion que le dio Menendez Pelayo. F a ile d o en 1902. __
; - .1 3
i
i guesa, Menendez Pelayo se mantiene en la misma actitud de simpatfa e
i
| imparcialidad (lo que parece algo contradictorio) con que mira a las
i otras literaturas peninsulares. Pasa despues a hacer breves condensa-
ciones de cada uno de los temas portugueses por el tratados y comenta
su reaccion a varias de las manifestaciones lite ra rias en Portugal.
Es muy justa su observacion de que^ Menendez Pelayo no se dio cuenta
i de la importancia de la "geragaode Coimbra," con excepcion de Teofilo
Braga. Agrega algunos datos biograficos que de alguna manera se
i
! • |
asocian con el interes de Don Marcelino por Portugal y termina re fi- |
: riendose al impacto que en este paTs tuvo la obra de Menendez Pelayo,
! • !
; especialmente en Fidelino de Figueiredo. I
! !
4. Miguel Artigas, "Los manuscritos portugueses de la Biblioteca
Menendez y Pelayo."^ Ademas de algunas consideraciones generales |
sobre Menendez Pelayo y su concepto de hispanidad y de referencias a
, la cooperacion de Garcia Peres en la formacion de la biblioteca, enu-
! mera las piezas portuguesas de ella.
5. Andre da Costa Ramalho, "Menendez Pelayo e Andre Falcao."20 En
este artfculo el autor estudia las consideraciones que Don Marcelino
! formula sobre el horaciano portugues y apunta algunas lagunas en lo
que concierne a datos bibliograficos y crfticos.
^ Miguel Artigas, "Los manuscritos portugueses de la Biblioteca
{Menendez y Pelayo," Revista de Historia, Nos. 37-40 (1921), 97-108.
j
20 Andre da Costa Ramalho, "Menendez Pelayo e Andre Falcao,"
| separata de Humanitas, vols. IV y V de la nueva serie, (Coimbra, 1956).
14
6. Algunas consideraciones de Julio GarcTa Morejon en Unamuno y
Portugal. ^ GarcTa Morejon se refiere a la lusofilia de Menendez
Pelayo, define la posicion de este con relacion al lugar de Portugal
en la cultura hispanica y da una resena de la materia portuguesa en
la obra del polTgrafo espanol.
i
Como se puede ver, lo existente no proporciona una base muy
soli da que pueda servir de punto de arranque a un estudio de este
tipo. Tiene sin embargo la ventaja de sugerir ciertas ITneas de pes-
; quisa que seran desarrolladas a lo largo de la presente disertacion.
El problema esencial que se tratara en ell a sera la determina-
; cion de la coherencia del proceso analTtico de Menendez Pelayo, que
lo llevara a la conclusion de que la literatura portuguesa carece de
i
j
individualidad propia. (Por supuesto nos basamos a priori en la pre- j
misa de que tal conclusion es logicamente inaceptable.) j
En su estructura general, esta disertacion consistira de cuatro
capTtulos, ademas de la presente introduccion. Vendra primero un
estudio del interes espanol por Portugal en la segunda mitad del siglo
XIX y principios del X X como factor parcialmente explicativo de la
atencion que Menendez Pelayo dedica a temas portugueses. Se incluira |
despues una resena biografica y bibliografica que, ademas de intentar j
interpretar ciertas actitudes de fondo, realce los contactos directos
que el polTgrafo tuvo con Portugal. El siguiente capTtulo—la parte
21 j uiio GarcTa Morejon, Unamuno y Portugal, (Madrid: Ediciones
Cultura Hispanica, 1964), p. BIT
! 15
principal de la disertacion—sera una apreciacion crftica de las
opiniones de Menendez Pelayo sobre la literatura portuguesa. La mane-
| ra por la cual nos proponents desarrollar este capftulo es ordenar la
materia crftica segun un criterio cronologico (reuniendo por lo tanto,
cuando sea necesario, pasajes extrafdos de obras distintas) y conden-
sar las observaciones mas significativas, haciendolas seguir pari
passu por un comentario en que se trate siempre de enfocar las conse-
cuencias practicas de la vision hispanizante del polTgrafo. En otras
palabras, lo que se tratara gradualmente de determinar es hasta que
punto la apreciacion de Menendez Pelayo se puede basar en una actitud
precondicionada. Nos interesara sobre todo analizar si esa posible
;actitud lo lleva a omitir aspectos representatives (que pudiesen i 1 us-
tra r el espfritu autonomo de la literatura portuguesa) o a subrayar
otros secundarios (que fuesen indicativos de una subordinacion a
patrones espanoles). La cuestion sera atacada parcelarmente, en cinco
subdivisiones: actitudes generales de Menendez Pelayo ante la lite ra
tura portuguesa, la Edad Media, el prerrenacimiento, el renacimiento
y el barroco y los siglos XVIII y XIX. Para terminar, el capftulo de
conclusion y la bibliografTa.
La solucion probable, contenida en la conclusion, parece ser
que la anteriormente mencionada coherencia del proceso analftico no
i '
existe, y que Menendez Pelayo violento su apreciacion de la realidad
!lite ra ria portuguesa para hacerla caber dentro de su preconcebida
imagen mental de la literatura hispanica, o, para usar su propia ter-
minologTa, ''espanola."_____________________________ ____________________
II
EL INTERES ESPANOL PO R LA C U LTU R A PO RTU G U ESA
E1TTL SIGLO m Y PRIN 'CIPIO S DEU I X - - - - -
16
17
Con toda probabilidad no se llegara nunca a determinar con pre-
; cision las causas que llevaron Menendez Pelayo a interesarse por la
literatura portuguesa. Que Laverde Ruiz y Valera lo exhortaban con-
stantemente a dedicarse a ese estudio lo sabemos por la corresponden-
| cia mantenida entre Menendez Pelayo y cada uno de ell os. Sin embargo
. las fechas de esa correspondencia pertenecen al perTodo de la primera
visita a Portugal o son posteriores a e lla . iQue lo habrTa decidido
I
pues a emprender dicho viaje y pesquisas en bibliotecas portuguesas?
iPor que serTa Portugal el primer paTs extranjero que atrajo su aten-
cion? AquT las respuestas solo podrTan formularse en una base conje-
! tural. Una hipotesis serTa que ya desde entonces Laverde lo vendrTa |
! j
animando a estos estudios. (Aunque hubiera conocido a Valera un ano j
; I
antes de su viaje a Portugal, es decir en el 75, parece ser solamente j
i mas tarde, en el 81, que Valera empieza a hablarle de la cultura por
tuguesa en las cartas que le escribe desde LisboaJ)
i
Otra hipotesis (que no excluye la primera) es que el interes por
la cultura portuguesa haya sido un subproducto de su catalanismo cul-
! tu ral, inicialmente fomentado por Mila y Fontanals. El primer paso
i
! para su vision de la cultura hispanica in toto surgio forzosamente de
su permanencia en Cataluna. Una vez que penetro en la cultura Catalans
1 y comprendio el ambito de su contribucion a la peninsular, la conse-
1 Don Juan Valera fue nombrado ministro de Espana en Lisboa en
! 1881. HabTa ya servido en la capital portuguesa del 50 al 51 pero
i por su correspondencia de esos anos se puede deducir que no habTa
I mirado entonces la cultura portuguesa con mucho detenimiento.
18
cuencia logica serfa volver los ojos had a Portugal e Hispanoamerica.
Otro factor—de la mayor importancia—habrTa igualmente que
considerarse. Es este que los intentos de acercamiento a la cultura
portuguesa se desarrollaron en Espana entre aproximadamente 1850 y
1910, es decir un perTodo que incluye los anos mas productivos de la
vida de Menendez Pelayo. Ante la presencia de todos los esfuerzos
de divulgacion de Portugal, Menendez Pelayo no podrTa seguramente
haberse mantenido indiferente, aunque la mayor parte de los promotores
de estos movimientos militasen en posiciones polvticas totalmente
contrarias a la suya. D e esto, sin embargo, se hablara un poco mas
tarde con mayor detalle. Sin atender por ahora a posibles causas, j
i
lo que interesa es subrayar que el iberismo cultural preocupo a
muchas de las grandes figuras lite ra ria s de la epoca en ambos paTses.
Aunque hubiese pasado desapercibido o casi desapercibido para la gran
masa del publico lector, mostro el vigor suficiente para no poder
haber dejado de, si no llevar a la participacion sistematica de Menen-
j
dez Pelayo, por lo menos alertarlo ante la riqueza de la cultura del
paTs vecino o intensificar una atencion ya antes demostrada.
No hay por lo tanto que considerar las incursiones de Menendez
1
Pelayo por los terrenos culturales portugueses como un impulso indivi-j
dual. M as que eso fue parte de una manifestacion generacional (la
de los postreros romanticos) que se repetira despues cTclicamente en
tre las nuevas promociones.
Antes de atacar el estudio del fenomeno habrTa sin embargo que
hacer algunas breves consideraciones sobre el condicionalismo h isto ri-
co, polftico, cultural (y por supuesto emocional) que permitio su
^desarrollo. En pocas palabras, lo que se pretende ilu stra r es que
el iberismo cultural fue una consecuencia directa e inmediata de las
nuevas tonalidades que a mediados del siglo empieza a revelar el ib e r is
m o polftico.
Al considerar el problema de cualquier forma de iberismo la pri-
|mera cuestion que siempre se presenta es la del caracter de la indivi-
dualidad y autonomfa portuguesas, o mas concretamente: iHasta qu§
punto son espanoles los portugueses? iSerfan razones intrfnsecas o
i . . .
jpuramente accidentales las que determinaron una evolucidn nacional
i
independiente? iQue posibilidades existen presentemente para que se
jestablezca un mayor acercamiento de los dos pafses? iQue ventajas o
i
desventajas traerfa ese acercamiento? En vista de las actitudes con
que espanoles y portugueses mutuamente se encaran, icuales serfan las
consecuencias de una mayor identificacion?
i
Antes de buscar respuestas habrTa necesariamente que echar una
'mirada hacia el pasado y considerar brevemente la causalidad de la
presente situacion. U n factor de gran importancia para la incompren-
sion que existe entre los dos pueblos es el falso concepto que cada
uno de ellos forma del otro. Por desgracia de ambos lados con toda
jfrecuencia predominan los cliches. Para muchos espanoles los portu-
Igueses son productos de una forma inferior de la civilizacion iberica,
| .
|que hablan una variante rudimentaria y hasta risib le del espanol, que
en su pequenez se vuelven ridTculos al evocar las glorias de su pasado
y, sobre todo, que dan muestra de una gran insensatez al obstinarse
en mantener siu autonomTa en detriment© de la ventaja de participar en
la mayor grandeza polTtica, economica y cultural de Espana. Esta ac
titud se manifiesta a menudo, no solo por vTa popular, sino tambien
por la erudita.
En cuanto a la primera, el mismo Menendez Pelayo apunta en sus
OrTgenes de la novela un elemento que ilustra perfectamente la postura
tTpica espanola en relacion a Portugal: aquello a que podrTamos llamar
i
el humorismo etnico. Al referirse a cuentos populares menciona uno,
proveniente de la coleccion de Luis de Pinedo,^ en que prototTpicamente
se refleja una de las imagenes mentales anteriormente apuntadas. En
pocas palabras el cuento trata de un portugues que en Castilla asiste
p _
Menendez Pelayo, OrTgenes de la novela, III, en Obras Completas,
XV, (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones^CientTficas, 1943),
p. 47. D e aquT en adelante esta obra se designara por las iniciales
O N .
U n sorprendente numero de estos cuentos esta tambien contenido en
Glosas al sermon de Aljubarrota, obra de mediados del siglo X VI a tri-
buTda a Diego Hurtado de Mendoza y recogida por A. Paz y Melia en
Sales espanol as o agudezas del ingeniio nacionaT, (Madrid: Imprenta y
Fundici^n de M . Tel To, 1S90-1S20), 103-225, a gue Menendez Pelayo
tambien se refiere en ON. A despecho de su anarquica estructuracion y
del hecho de que la acnmonia supera frecuentemente el verdadero humor,
los cuentos contenidos en las Glosas tienen el interes de revelar una
actitud de etnocentrTstica superiondad. Muchos de estos cuentos pre-
sentan un nTtido sabor boccacciano, lo que parece escandalizar un pdco
a Menendez Pelayo. Sea cual sea la situacion en que se encueritren los
portugueses, son siempre ellos los enganados y siempre los que revel an
las actitudes mas ridTculas o cobardes, pese a su fanfarronerTa.
a la reconstitucion del prendimiento de Jesus. Indignado, saca la
espada y acomete a los que llevaban preso al Senor. Y luego increpa
con enojo al mismo Jesus: "Y vos, home de bien, ipor que vos dejais
cada ano prender?" En el uso de la palabra home reside otro elemento
comico de los cuentos etnicos portugueses, la introduccion de lusi-
tanismos o de corrupciones del castellano.
Del lado portugues lo que corresponde a lo que los espanoles
llaman la "portuguesada" es naturalmente la "espanholada," sin embargo
quiza no tan frecuente u obvia. Al nivel popular existen por ejemplo
cuentos como el del grande de Espana que llega de madrugada a una venta
portuguesa y con grandes golpes en la puerta llama la atencion del
ventero, que al final se asoma y pregunta quien toca. El espanol
dice su nombre sin omitir ninguno de sus apellidos y titulos. Cuando
acaba, el ventero le contesta, "lo siento, senor, pero no hay cuartos
para tantas personas," y le cierra la puerta en las narices. El anta-
gonismo esta tambien arraigado en el sentimiento popular, desde el
refranero ("De Espanha nem bom vento nem bom casamento") hasta la
copla:
Senhora do Almotao, j
Minha tao linda arraiana, I
Vira as costas a Caste!a,
Nao queiras ser castelhana.
En la literatura erudita portuguesa aunque la satira tambien
existe, como en el castellano fanfarron del Auto da India de Gil Vicente
22
("Ya Dios es importunado / de las almas que le envTo")^ la actitud
!predominante es sencillamente de hostilidad, inclusive en las epocas
de mayor bilingQismo y biculturalismo. Pero es sobre todo en la no-
;vela del siglo XIX, de Garrett a Ega, que la hispanofobia mas fre-
j
cuentemente se revel a, aunque en la mayorTa de los casos sea mas bien
;un subproducto del patriotismo.
En un plan mas elevado, la actitud tradicional de Espana hacia j
los portugueses (o por lo menos la actitud que es expresada publica-
Imente) esta perfectamente sintetizada en las palabras de Madariaga:
Las relaciones entre Espana y Portugal se ajustan a la regia que
rige las relaciones entre los demas pueblos peninsulares. U n do-
ble muro de orgullo,, erizado por el lado portugues de recelo ante
las ambiciones espanolas, impide la comprension clara de una rea li
dad que en su esencia es sencilla. Tan Sencilla que puede definir-
se repitiendo, mutatis mutandis, la formula mas arriba apuntada
para definir el problema Catalan: el portugues es un espaiiol
con la espalda vuelta a Castilla y Tos ojos en el At!antico. 4
El recelo portugues a que alude Madariaga (y que desde luego se
fundamenta en la experiencia del pasado) esta expresivamente ilustrado
i
i
jpor Ega, cuando al hablar del acercamiento iberico, escribe: "Sobre
a Espanha sabem o meu pensamento ... : detesto os encontros e abragos
da panel a de ferro com a panel a de barro..."^
^ Gil Vicente, Farsa Chamada Auto D a India, en Obras Comp!etas,
6 vols., V, (Lisboa: Livraria Sa Da Costa, 1942-1944), p. 98.
4 Salvador de Madariaga, Espana -- Ensayo de historia contempora-
inea, (Buenos Aires:; Editorial Sudamericana, 1942), p. 279.
® Ega de Queiros, Prosas Esquecidas, 3 vols., II, (Lisboa: Edi
to rial Presenga, 1965), p. 93.
A pesar de la incompatibilidad emocional de espanoles y portu-
gueses las semejanzas intrTnsecas entre los dos pueblos son evidentes.
La resistencia portuguesa a todo acercamiento con Castilla es incluso
producto de una caracterTstica eminentemente hispanica, el separatismo,
Dada esta identidad, los intentos de una reunion polTtica han sido casi
constantes hasta el siglo XIX. Ademas, en un perTodo crTtico de la
historia peninsular, y pese a que fue en ese perTodo que mas relieve
ialcanzo la expansion portuguesa y consecuentemente el florecimiento y
disenrinacion de la cultura nacional, se mostraron tan estrechas las
relaciones intelectuales entre los dos paTses que es verdaderamente
|sorprendente que se mantuviese la atavica dicotomTa de una esencia
basica comun y una existencia antagonica.
Atendiendo mas a las evidentes similaridades de caracter que al
sentimiento portugues, Espana ha siempre considerado la autonomTa
■lusitana como una incongruencia y ha intentado buscar soluciones que
traten de hacer regresar al redil la oveja descarriada. Estas solu
ciones oscilaron entre las mas simplistas como sea la conquista pura
y simple (aun en el siglo X IX . el General Weyler hablaba de "un paseo
m ilitar a Lisboa") hasta otras mas refinadas como la ascension de un
rey portugues al trono de Espana o la republica federal.
Tradicionalmente la polTtica exterior de Castilla ha sido uni-
;formizante y absorbente. Las regiones bajo el dominio polTtico y cul-
[tural castellano siempre han sufrido presion en el sentido de adoptar
los patrones culturales de la meseta. Esto es lo que esencialmente
24
recela Portugal al discutirse el problema de la union, que sin duda
representarTa una limitacion de lo que tiene de autonomTa espiritual
y una progresiva castellanizacion, sea ella deseable o no, de sus for
mas autoctonas de sentimiento y pensamiento.
El recelo portugues y la hostilidad casi general ante todos Tbs-in-
tentos de unificacion han sido comprendidos por muchos de los pensa-
dores liberales espanoles del siglo XIX. El mismo Pi y Margall, el
igran impulsador de la solucion federalista, tuvo la vision necesaria
para reconocerlo. Es el quien escribe, con un tono que deja adivinar
algo de desconsuelo: "Avui--es a dir, despres de llargs anys de pro
paganda unionista, federalista i iberista—Portugal esta tant o mes
allunyat de nosaltres qu1 en el sigle XVII."® j
El siglo XIX, especialmente su segunda mitad, aporta otra dimen-
-
sion al problema del iberismo.^ Las nuevas doctrinas liberales no son
ahora por supuesto compatibles con una forma unilateral de iberizacion
de Portugal. El federalismo trae nuevas fuerzas a la teoria de una \
aceptacion de Portugal en el gremio peninsular en un plan de igualdad
con las demas regiones ibericas. Bajo este nuevo enfoque casi todos
!los iberistas espanoles se dieron cuenta (y asT publicamente lo expre-
6 Citado en Ignasi de L. Ribera i Rovira, Iberisme, (Barcelona:
1907), pp. 80-81.
7 No hay tampoco que olvidar que es esta la ipoca en que con ma-
jyor vitalidad se revela en Europa la tendencia hacia la conglomeracion
snacional, mas claramente ilustrada por la unificacion alemana o ita-
1 1i ana.
isaron) de que la resistencia de los portugueses,® todavTa resultado de J
1 1 a actitud castellanista anterior, solo podria ser vencida por una
paciente labor preparatoria de mutuo entendimiento cultural. La idea
tambien echo raices en Portugal, particularmente entre los intelectuales
que en polTtica representaban posiciones mas radicales. AsT es que por
estas fechas, muy en especial en los anos que se siguieron a la revo-
lucion espanola del 68, figuras como Oliveira Martins, Antero de
Quental y Latino Coelho demostraron un gran interes por las cosas es-
. . . . . |
Ipaholas y aun en algunos casos revelaron una activa militancia en favor
de la formula polTtica iberista.
Es sin embargo otro aspecto de este movimiento el que de momento
i •
mas nos interesa: la obra de divulgacion de Portugal y su cultura que
por entonces se lleva a cabo en Espana. Fueron variadTsimas las face- |
tas que presento el iberismo cultural. Una de el las fue la literature
de viajes. En este aspecto es curioso notar que la superficial!dad j
I
de muchas obras de este tipo esta en el caso presente superada por cui-
dadosos y lucidos estudios del ambiente portugues. U n ejemplo signi
ficative es la obra de Cornide, que por supuesto antecede al acerca-
miento iberista de inspiration lib eral, pero que como el con toda pro-
;babi1idad arranca de bases polTticas netamente unionistas.
i
i
O
U n aspecto interesante es que los portugueses se revel an normal-
Imente bastante abiertos a los impactos extranjeros. La xenofobia rio^
|es en absoluto una constante de relieve en el ctimportamiento portugues.
'Hay sin embargo que hacer una exception: la consistente, intensa, has
ta algo irrational hispanofobia que los portugueses han siempre demos-
|trado a traves de los siglos.
En 1798 la Academia de Histori a decidio enviar a Portugal a su
academico don Jose Cornide con el fin de estudiar en la Torre do Tombo
un manuscrito de las Parti das, de que los portugueses al parecer se
habTan apoderado en Aljubarrota. Este viaje se relacionaba con el
proyecto de publicacion de las obras de Alfonso el Sabio. Cornide
propuso entonces hacer un "viaje literario" por todo el territo rio
portugues, pese a sus 64 anos y la consabida incomodi dad de las fondas
y carreteras en Portugal.
Duro el viaje desde ese ano hasta 1801, cuando el academico es-
ipanol tuvo que dejar el paTs con algo mas de prisa que la debida, a |
raiz de la declaracion de guerra de Espana a Portugal. Cornide nunca j
encontro dicho manuscrito, pero de su viaje resulto la obra EStado de ;
Portugal en el aho de 1800. Rincon Virulegio, basandose en varias j
fuentes, apunta la posibi1idad de que el viaje consistiese en una mi
ssion de espionaje preparatoria a una invasion de Portugal, que realmente
:se dio en 1803.9 La hipotesis no es de ningtin modo descabellada, ya |
; i
que la obra contiene un detalladisirao estudio de la geografTa fTsica
y economica del paTs.
La interpretacion de la realidad portuguesa esta presente en j
muchos de los ejemplos posteriores de la literatura de viajes en Portu
gal. Es iste el caso, por ejemplo, de una serie de artTculos que en el
9 Amado Rincon Virulegio, "As duas facianas do viaxe de don Xose.
iCornide a Portugal," Grial, no. 25 (julio-agosto-septiembre, 1969),
308-324.
I
27
57 F. Montemar publica en el Museo Universal. La Condesa de Pardo
Bazan combina tambien las impresiones inmediatas de viaje con un ana-
lis is de la vida y cultura nacionales en varios articulos de La 11us-
tracion Iberica y del Nuevo Teatro Critico.
Tambien los hermanos Giner de los RTos escriben a base de un via
je al pais vecino una serie de articulos que posteriormente publican en
libro bajo el tTtulo Portugal A proposito de la descripcion de los
monumentos que visitaron hacen consideraciones muy curiosas sobre la
historia y cultura portuguesas. Es una Irfabi 1 mezcla de guia turTstica
y de estudio social, presentado de una manera amena, a la cual ni si-
quiera faltan deliciosos toques de humor. Uno de los capTtulos de la
obra trata del iberismo, defendiendo la idea entonces predominante de j
que la union solo sera factible si es bilateralmente aceptada.
El gran divulgador del paisaje fisico y emocional portugues fue
evidentemente Unamuno. Como otros dedica tambien su atencion a analizar*
en arttculos publicados en periodicos espanoles, la cultura del paTs
:que visita. No se podrTa afirmar que son siempre justas y ponderadas
sus observaciones^ pero dan una vision—algo kalei dos copica—del Por- :
jtugal de su tiempo que no deja de ser interesante.
! i
^ F. y H. Giner de los RTos, Portugal, (Madrid: 1888).
^ A veces Unamuno llega hasta a considerar las cosas portuguesas
con una actitud impresionantemente simplista: “... en Portugal toda
[la literatura es poesTa," escribe el en Andanzas y Visiones espanolas,
(Madrid: Renacimiento, 1922), p. 137.
En un plan de iberizacion mas sistematizada alcanzan enorme
jrelieve las revistas de caracter peninsular, casi todas publicadas en
Portugal, pero ocasionalmente con colaboracion espanola. Los primeros
presagios de una prensa iberista fueron relativamente tempranos. La
Revista Estrangeira, que se empieza a publicar en 1838, ya se ocupa
iamp!iamente de los acontecimientos politicos del paTs vecino. Tambien
la Revista Universal Lisbonense, que fue fundada por Antonio Feliciano
de Castilho, daba noticia del movimiento lite ra rio espanol ya desde
1841. En su segundo numero Castilho defiende la necesidad de un mutuo
1 # !
conocimiento de las literaturas peninsulares. Las lamentaciones sobre j
: . . . |
iel aislamiento espiritual de los dos paTses y las propuestas para j
I . .
reducirlo son casi un leitmotiv en estas publicaciones. Este es por |
i
lejemplo el caso de la Re Vista Popular de Lisboa, publicada del 49 al
55, que se define como "semanario de literatura e industria" y que
demuestra tambien una apreciable curiosidad had a la materia hispana.
En el la se deplora la falta de comunicaciones literarias con Espana, j
:falta de la cual segun se afirma han resultado graves prejuicios a
la literatura de paTses que la naturaleza hizo casi hermanos por la
cuna, por las costumbres, por la lengua y por las tradiciones. Se pro-
; ' ' !
clama tambien la necesidad de una publicacion periodica comun a las dos !
culturas. En estos seis anos de existencia de la revista se nota un
jcierto interes por la tematica espanola, aunque no colaboren en el la
autores espanoles.
29
El semanario A Peninsula, iniciado en el ano de 1852, fue la pri-
mera publicacion en que sistematicamente se intento un intercambio cul
tural entre los dos paTses. El caracter de ese intercambio era por
supuesto algo enciclopedico, de acuerdo con la tradicion de entonces.
Hay artTculos sobre varios ramos de las ciencias y de las artes, un
claro predominio de estudios de critica lite ra ria , piezas de ficcion e
incluso una seccion humorTstica que no dejaba de incluir las imagina-
tivas exageraciones que en Espana se llaman "portuguesadas" y en Por
tugal "espanholadas" y que ya antes se mencionaron.
I
1
En 1855 aparece la Revista Peninsular, que incluye artTculos en
castellano y portugues sobre varias facetas del movimiento cultural y
polTtico peninsular. Los firman, entre los portugueses, algunos de j
los mas activos miembros del grupo iberista: Rebelo da Silva, Latino j
• J
I
;Coelho, Lopes de Mendonga, J. Felix Nogueira y otros. Entre los es- |
I
i
panoles aparecen menos articulistas de primera plana. Sin embargo hay
colaboracion poetica de Juan de Valera, MartTnez de la Rosa, Campoamor,
Anon Paz y Gertrudis Gomez de Avellaneda, la ultima naturalmente acep-
!tada como escritora espanola.
La Revista Occidental, publicada en Lisboa en 1875, cuyo pro-
grama acentuaba que su objetivo era "provocar a reuniao dos elementos
da nova renascenga intelectual da Peninsula, e a formagao das novas es-
i colas espanhola e portuguesa,"^ represents un soli do esfuerzo hacia
i
| ^ Citado en la introduccion al primer tomo, por Oliveira Martins,
: titulada "Os Povos Peninsulares e a Civilizagao Moderna," Revista Oci-I
[ dental. I, (1875), p.J[.____________________________
30
la cultura binacional, Notable bajo otros aspectos (por ejemplo la
colaboracion de distinguidos miembros de la Generation del 70 como
i
iOliveira Martins, Ega de Queiros, Batalha Reis y Adolfo Coelho) man-
tiene un relativo equilibrio entre la materia espanola y portuguesa
y entre la nacionalidad de sus colaboradores. Entre los espanoles
de mayor proyeccion Pi y Margall escribe sobre el concepto de arte y
Canovas del Castillo evoca a Granada en un poema. Es curioso consta-
;tar el caracter. absolutamente apolTtico de estas colaboraciones, sobre
todo si atendemos a la identidad de ambos autores y a la naturaleza j
fuertemente politizante de la orientation intelectual que permitio el
jdesarrollo de la revista. Entre otros colaboradores espanoles de menos
S ' . . . . ^
calibre hay que mencionar al lusista Rafael Marfa de Labra.
j En Espana Rafael Altamira y Antonio Elias de Molins empiezan en
1895 la publicacion de la Revista crftica de historia y literatura
espanolas, portuguesas e hispano-americanas. Escrita en varios idiomas.
la revista no dedica sin embargo particular atencion a P ortugal.^
La materia portuguesa no va mas alia de un ocasional artfculo o de
esporadicas noticias sobre el movimiento lite ra rio portugues. En Cata-
1 1una tuvo effmera existencia el semanario Portugal-Espana, (escrito en
jcastellano, Catalan y portugues).
Muchas de estas revistas fueron de existencia relativamente
jfugaz. El concepto del iberismo cultural no habfa madurado lo suficien-
i
^ Por lo menos en los tomos IV a VI, los tinicos que nos fue posi-
!ble encontrar en la Biblioteca Nacional, en Madrid.
31
te para despertar el interes de cualquier segmento considerable del
publico -lector, pese a que frecuentemente esta prensa era respaldada
por la maquinaria polTtica de los partidos mas avanzados, en una
epoca que se iba demostrando cada vez mas propicia a la diseminacion
de tales ideologfas. Otras de las revistas no eran rigurosamente de
caracter iberista pero no cerraron sus puertas a artTculos y ensayos
Ique sT lo eran.
En cuanto a su importancia—por cierto relativa a la envergadura
del movimiento iberista—habrTa que subrayar el hecho bien conocido de
que por estos anos eran las revistas uno de los medios mas eficaces de
informacion y de que su existencia constituTa una de las facetas mas |
vigorosas de la divulgacion cultural de la epoca. j
; j
Si el tipo mas puro de revista iberista tuvo mas popularidad en j
Portugal que en Espana, eso en parte es quiza debido a la mayor v ita li-
;dad e impacto de la literatu ra espanola y en parte tal vez porque Por
tugal se haya tradicionalmente revel ado un poco mas abierto que Espana
a las influencias culturales del exterior. Por otro lado, aunque por
jestas fechas se publicasen periodicos en portugues en varios paTses,
i
Inunca apareci5 ninguno en Espana exclusivamente redactado en este
i ' ‘
idioma.
Entre otras manifestaciones mas o menos esporadicas de iberismo
en la prensa espanola habrTa quiza que apuntar el artTculo sobre l i -
j
|teratura y polTtica portuguesas que Espronceda publica en 1841 en la
|
!revista El Pensamiento. Tambien en la Revista del MediodTa colaboran
32
I Rebelo da Silva, escribiendo sobre literatura portuguesa contemporanea;
Lopes de Mendonga, sobre Zorrilla; y Lobo de Avila, defendiendo el
;Zollverein peninsular.
i
Otro aspecto de relieve en la histori a de las relaciones cultu-
rales entre Espana y Portugal por toda esta epoca es el interes que
los escritores espanoles demuestran por Portugal. Son varias las mani-
ifestaciones de ese interes pero las mas obvias son las traducciones de
obras, los estudios sobre las cosas portuguesas, la inclusion de ma
teria portuguesa en obras espanolas y la imitacion, en algunos casos,
de tecnicas o tematicas empleadas por autores portugueses. La resena
ique a continuacion se pasa a dar esta necesariamente muy incompleta,
pero servira por lo menos para formar una idea de las dimensiones del
iberismo literario .
Las traducciones de obras portuguesas al castellano representan
un hecho relativamente importante durante el diecinueve. Incluso ya
en el siglo anterior se habTa traducido la famosa, aunque casi impene
trable, novela del Padre Teodoro de Almeida Feliz Independente do Mundo
le da Fortuna. Josi F. Montesinos apunta once traducciones de esta
obra entre 1785 y 1849.14
Con el advenimiento del periodo romantico Alejandro Herculano
alcanza una relativa fama en Espana debido a la traduccion de sus obras.
! ^ Jose F. Montesinos, "Esbozo de una bibliografia espanola de
traducciones de novelas," apendice a su Introduccion a una historia de
j la novela en Espana, en el siglo XIX, (Valencia: ten to n a l Las tali a,
1955).
33
iEn 1845 se traduce el Eurico (Herculano se quejaria mas tarde de las
deficiencias de esta traduccion). En 1875 aparece una nueva version de
|la misma obra. Del Monge de Cister hay dos traducciones, una del 77
y otra del 90. Tambien fueron traducidas algunas de las Lendas e Narra-
tivas. Nunez de Arce vierte al espanol algunas de las poesTas de
15
Herculano.
i
Entre los poetas de las siguientes generaciones romanticas, apa-
irecen en traduccion espanola Joao de Lemos (uno de sus poemas se pu-
blica en el Museo Universal en 1852) y Antonio Feliciano de Castilho
|(traducido por Calvo Asensio).
i
| En cuanto a la prosa y al teatro, Rafael Altamira vierte al es
panol Os Meus Amores, de Trindade Coelho, y Curros EnrTquez adapta A
IMorgadinha de Valflor, de Pinheiro Chagas, a que da el tTtulo de
s
;La condesita. Ademas reduce el drama de cinco actos a cuatro y trans- j
fiere su accion de la provincia portuguesa de Beira a Galicia. j
i
Tambien Camilo Castelo Branco, ya en la o rilla del realismo, lo-
;gro alcanzar cierta popularidad en Espana, hasta el punto de que Una-
imuno lo considerase (por cierto sin un verdadero sentido de dimension)
|el mas grande novelista peninsular de su tiempo.
i
Es, sin embargo, en la epoca realista que mas se intensifica la
;actividad de las traducciones. En 1890 aparece la segunda edicion de
jlos Sonetos de Antero de Quental, con un apendice que contiene tra-
jducciones de algunos de ellos a otros idiomas. Entre los traductores
I
j 1 r ^
Almeida Garrett fue tambien traducido al espanol.
I —
iesta Curros Enriquez. En 1894 se publica una edicion poliglota del
If
■ poema Zara, del mismo Antero. Uno de los organizadores de la edi-
; cion es Rafael Altamira. Las traducciones incluyen una catalana
(F. Mateu), otra mallorquina (Miguel S. Oliver), cinco castellanas
(Luis Vidart, Nicolau de Goiry, Nunez de Arce, Ricardo Palma y Fran
cisco Sellen), una en bable (Teodoro Cuesta), una en mirandis (Manuel
|Sardinha) y una en gallego (Curros Enriquez), ademas de una en vascuen-
: ce (Antonio Arzac).
Guerra Junqueiro es otro de los realistas portugueses que caiisa
: cierto impacto en Espana, especialmente en Curros Enriquez. La lira
lu sita n a ^ se compone de la traduccion libre de tres poemas largos de
Teofilo Braga^ y de otros tre s , tambien largos, de Junqueiro. Es
curioso que aunque Curros EnrTquez y Guerra Junqueiro coincidiesen
tambien en una poesTa irreverente y de militancia anti-clerical, haya
i sido el aspecto mas sentimental e intranscendente del poeta portugues
; que con preferencia haya atraTdo para sus traducciones a Curros EnrT
quez (que desde luego tambien era el lirico de N'o xardin, unha noite
; sentada). Una ligera reserva se puede establecer aquT para la tra-
| duccion del poema 9 Melro, que termina con una defens a de la libertad.
A ntero de Quental, Zara (Edigao Poliglota), (Lisboa: Imprensa
LNacional, 1894).
^ Curros EnrTquez, Obras Comp!etas, V, (Madrid: Sue. de Hernan-
! do, 1912), p. 15. Los poemas que componen La lira lusitain.:a fueron
; originalmente publicados en El Porvenir, de Madrid.
35
i
: Como nota incidental de algun interes habrTa que mencionar que Curros
! EnrTquez tradujo este poema cuatro anos antes que apareciera incluTdo
; en libro.
; Eduardo Marquina tradujo tambien a Junqueiro (Los simples). Por
medio de una carta de Marquina a Unamuno, escrita en 1908 de Cadaques,
i pidiendo la direccion del poeta portugues, se sabe que una editorial
; barcelonesa lo habTa encargado de la traduccion de la obra completa
s de Junqueiro.
Oliveira Martins fue tambien conocido y apreciado en Espana, al
punto de que su Histori a de la civilizacion iberica se adopto por mu-
------------------------------------------------------------------------------- I
! chos anos como libro de texto en universidades espanolas. J
Sin embargo, el escritor portugues mas traducido y divulgado
en Espana fue naturalmente Ega de Queiros. Empezo a ser traducido en
1882 y ya en los primeros anos del siglo X X todas sus obras hasta enton-
ces publicadas habian sido vertidas al castellano. Con mucha frecuen-
cia, estas primeras versiones espanolas de Ega reflejaban un conocimien-
! to muy superficial del idioma por parte de los traductores. Marquina,
: para mencionar tan solo un ejemplo, traduce torpemente "por eu te r
! esborrachado, numa tarde de procissao, na Sofia, a cara sordida de
| Dr. Pais P itta "^9 como "por haberme emborrachado, en una tarde de pro-
cesion, en la SofTa, a las sordidas barbas del doctor Paez P itta ." 20
1 q
; Ega de Queiros, A Cidade e as Serras, (Oporto: Livraria Lello,
|Limitada, 1940), p. 13.
I
! 20 Ega de Queiros, La ciudad y las sierras (traduccion directa del
Iportugues por Eduardo Marquina), (Barcelona: 1903), p. 13.
I 36
i
| Quiza la exigiiidad de las retribuciones pagadas por las edi tori ales
- - - 21
espanolas tuviese tambien efecto en la calidad de la version.
; Valle-Inclan fue tambien traductor de Ega. A el se deben las versiones
n o
castell anas de A Relfquia, 0 Primo Basilio y 0 Crime do Padre Amaro.
Como ya antes se subrayo, el interes espanol por la vida portu
guesa parece tener rafces esencialmente polTticas. La cronologTa de
i
; la literatu ra iberista apoya indudablemente esta hipotesis, ya que,
en este campo, los escritores polTticos anteceden en mucho los sociales
I
iy lite ra rio s. Fueron varios los autores espanoles que desde temprano
: se dedicaron al problema de las relaciones con Portugal. Ya a p artir
de 1834 Donoso Cortes defiende, si no abiertamente al menos en alu-
siones mas o menos indirectas, la anexion de Portugal por Espana. j
■ ■ )
I Jaime Balmes comparte con el muchas de las actitudes frente a la cues- j
; • !
tion peninsular. Ambos insinuan la posibilidad de una intervencion
Im ilitar espanola como medio de arrestar la influencia inglesa en Por
tugal. Otro conservador, Canovas del Castillo, coincide con ellos
en la necesidad de enfrentarse a la presencia britanica pero rechaza
el uso de la fuerza y prefiere la formula de la alianza dinastica.
^ En otra edicion barcelonesa, del MandarTn, no se atiende al
; doble significado del vocablo papagaio y se representa en la portada
al protagonista sujetando un loro.
22 Otros traductbres de Ega, por lo general posteriores al perTodo
i de que se trata en este trabajo, fueron Enrigiie Amado, Augusto Riera,
| Julio Gomez de la Serna, Andres y Pedro Gonzalez Blanco y Wenceslao
; Fernandez Florez. Ribera y Rovira tradujo al Catalan el cuento 0 De-
i furtto.
37
i
Entre los liberales, curiosamente, se notan actitudes identicas
a las de los conservadores en relacion a una posible union de los dos
paTses. Es este el caso de Espronceda y Campoamor, ambos en realidad
defendiendo una postura casi imperialista de Espana.
La obra que sin embargo llamo verdaderamente la atencion al
problema iberico y lo encauzo en perspectivas modernas fue el folleto
Iberia, de Sinibaldo de Mas, escrito en 1850 y publicado en traduccion
23
'portuguesa dos anos mas tarde, Don Sinibaldo habfa sido ministro
ide Espana en China y su produccion lite ra ria incluye asuntos tan dis-
tanciados los unos de los otros como la versificacion y el empolla-
miento a rtific ia l de los huevos. En Iberia presenta detailadamente
i _
las ventajas de la union de los dos pueblos peninsulares con una a cti
tud bastante pragmatica y realista. Sus argumentos fueron retomados !
por una infinidad de autores que en folletos, panfletos y estudios
varios se dedicaron a repetirlos casi ad nauseam.
i
Lo que verdaderamente importa en Iberia (ya que sus consecuencias
polTticas fueron nulas) es su enfasis en el hecho de que la union solo
Ipuede concretizarse mediante un previo condicionamiento de la opinion
ipublica. Logicamente este argumento, harto repetido, llevo a una de- j
j . . . !
iliberada divulgacion de la cultura portuguesa, como fase preparatoria
de un entendimiento polTtico.
Esto no quiere decir, por supuesto, que antes de esta fecha Por-
23 - - — +
[Sinibaldo de Mas], A Iberia, Traduccion atribuTda a Latino
|Coelho (Lisboa: Castro & Irmaos, 1852).
38
tugal fuese totalmente ignorado por los autores espanoles. Ya Larra,
por ejemplo, se interesa esporadicamente por Portugal en sus escritos,
aunque por lo general arranque del caso portugues para considerar el
espanol. Todavia en el perTodo romantico Pascual de Gayangos se aliiea
con Alejandro Herculano en la polemica sobre la batalla de Ourique
y el mismo Herculano y Munoz Romero discuten la situacion de los
siervos en la Peninsula durante el Medioevo. Manuel Canete es otro
de los crTticos espanoles que se interesan por Portugal. A el se de-
be, por ejemplo, un estudio de 1845 sobre la poesTa de Castilho, asT
como otro sobre A Harpa do Crente, de Herculano.
Son sin embargo los anos posteriores a la revolucion del & 8
que traen la intensificacion del interes espanol por la vida y la cul-j
tura portuguesas. En 1869 Antonio Romero Ortiz publica su obra La \
24
literatura portuguesa en el siglo XIX. El libro considera el pro
blema lite ra rio portugues mas bajo un aspecto biografico que estetico.
Es sin embargo un trabajo concienzudo, bien equilibrado y principal-
mente con el merito de representar historicamente la primera sistema-
tizacion de la actitud crTtica espanola en relacion a la literatura
portuguesa.
Juan Valera, pese a sus ocasionales manifestaciones de mal hu- i
mor respecto a las cosas portuguesas, fue una de las figuras de la
epoca que mas trabajo por un entendimiento cultural entre los dos
Antonio Romero Ortiz, La literatura portuguesa en el siglo
XIX, (Madrid: Tipografia de G. Estrada, 1869).
39
! 0 C l —
!paTses. En su correspondencia con Menendez Pelayo, por ejemplo,
son constantes las sugerencias e incitaciones en el sentido de un
j
|mayor reconocimiento de la cultura portuguesa en Espana. Uno de los
jemprendimientos a que Valera, en el plan del iberismo cultural, se
idedico con mas entusiasmo fue la organization de la Revista Peninsular.
I La revista representaba, por supuesto, la concretizacion de la idea
i
Manzada por M as en 1850 en el folleto Iberia. La labor de Valera se
|redujo, sin embargo, cuando empezaron ciertas divergencias con Don
!Sinibaldo, sobre todo a raTz del caracter politico que el ultimo pre-
ItendTa dar a la revista y que Valera rechazaba.
En cuanto a lo que deja escrito, Valera dedica frecuentemente su
atencion a Portugal. No puede por supuesto impedirse de considerar j
!este paTs con el diletantismo intelectual que casi siempre revela en
su prosa crTtica. Incluso en los momentos en que parece contemplar a
Portugal con una mirada mas favorable, se ve que no logra identificar-
ise emocionalmente. Es casi siempre el observador frTo y frTvolo, a
veces un poquitTn burlon, que prefiere mantener una actitud lejana y
dirTase inclusive, superior.
Fernandez de los Rios, que paso cuatro anos como diplomatico en
Portugal, fue igualmente uno de los obreros de la cooperation intelec-
Itual entre los dos paTses ibericos. En 1870 propone la creation de un
I or _
Como se sabe, Valera fue agregado a la legation de Lisboa en
|1850-1851 y ministro de Espana en Portugal en 1881-1883.
40
colegio espanol en Lisboa. Sugiere tambien la realization de un con-
; greso universitario peninsular en Coimbra. Desgraciadamente ambas ini
' ciativas fallaron. Ademas, Fernandez de los Rios se interesa por el
intercambio de publicaciones lite ra rias y realiza gestiones con Mendes
; Leal y otros portugueses en ese sentido. El ano 71 logra que se abran
1 en Portugal dos librerTas destinadas exclusivamente a la venta de
publicaciones espanolas.
Fue el tambien el encargado por el gobierno espanol de entablar
negociaciones secretas con el fin de persuadir a Don Fernando de Por
tugal a aceptar el trono espanol, lo que estuvo en la base de la
— — ?fi
! publicacion de su libro M i m i si on en Portugal. La obra trata, en
1 su primera parte, de la politica peninsular hasta 1868, La segunda
i es un relato, casi siempre muy bien documentado, de la mision secreta
del autor. Hay tambien una tercera parte que se refiere a su pos-
| terio r destierro en Portugal.
Despues de Romero Ortiz, el crTtico espanol que logra ofrecer una
relativa vision de conjunto de algun aspecto de la literatu ra portu-
I guesa es Calvo Asensio. En 1875 publica un detail ado estudio del
27
: teatro portugues en su Teatro hispano-lusitano. Empieza por lamen-
I tar, como tantos otros, el mutuo desconocimiento y pasa a dar una
i
—
A. Fernandez de los Rios, M i mision en Portugal (Anales para
I la ensenanza de mahana), (Paris/Lisboa: s . f . ).
i
27 Qt calvo Asensio, El teatro hispano-lusitano en el siglo XIX—
i Apuntes c ritic o s, (Madrid: Imprerita de los Serfores Rojas, 18/5).
’ resena historica y cultural de la vida portuguesa a lo largo de los
siglos. Luego entra en el analisis del teatro portuguis. A pesar de
su propension para supervalorizar lo liberal y lo romantico y de una
vision critica algo epidermica, el estudio presenta un vasto contenido
informativo, quiza hasta pecando en exceso por la inclusion de valores
relativamente obseuros. Calvo Asensio es tambien el autor de estudios
sobre poesTa portuguesa y de un panfleto politico, "Lisboa en 1870," j
| en que se propone la solucion iberica.
Otro autor que se ha dejado atraer por la literatura portuguesa
ha sido Curros Enriquez. En su prologo a La lira lusitana ,^ 8 despues
; de aludir a la semejanza de las dos culturas, Curros Enriquez se pre-
: j
gunta (algo ingenuamente, por cierto) como es posible que Espana y
i
Portugal no hayan podido fundir en una sola sus literaturas. Anade j
despues la algo discutible tesis de que la culpa de ello no se puede- j
i
achacar a Portugal: con la buena literatura que posee, se interesa
: intensamente por la produccion espanola. En cambio, "Espana no se
— ?Q
toma el trabajo de tradueir del portugues; si acaso, plagia. 7 Cen-
I sura con violencia los planes de acercamiento cultural que no pasan
de vana retorica y se propone demostrar por su propia accion lo que
hay de criminal en el olvido en que los espanoles tienen la literatu ra
portuguesa, aunque no lo haga sino con una rapida oj'eada a la lite ra -
28 Curros EnrTquez, op. c i t .
29 Idem, p. 18.
42
tura contemporanea. En ell a destaca a dos poetas, Teofilo Braga y
O f) _
i Guerra Junqueiro. Despues de ditirambicas consideraciones sobre el
valor de los dos, alude a su supuesta repercusion en todos los paTses
de Europa y America, excepto Espana.
Otro de los lusitanistas de la epoca y por cierto uno de los mas
activos es Rafael Maria de Labra. En Portugal con tempo raneo^ Labra
reune cuatro conferencias dadas en el Fomento de las Artes, de Madrid,
y que en parte arrancan de un viaje a Portugal en el 88. Segun las
! declaraciones en el prologo, las conferencias formarTan parte de un
estudio que, “con miras polTticas," el autor estaba preparando sobre
; Portugal. j
En la primera, extraordinariamente caotica, Labra tiene sin em- |
! bargo algunos aciertos sobre la individualidad portuguesa. Despues de
: considerar la actualidad polTtica y emocional del paTs, propone asT la
| union: “Por lo que veo la solucion esta comprendida en estas tres for
mulas: no apresurar las cosas; estrechar las relaciones morales y
economicas de los dos pueblos; iniciar resueltamente la polTtica de
32
la decentralizacion, con el criterio de la autonomTa." No hay, por
Icierto, ningun atisbo de originalidad en esta postura: estas mismas
ideas venTan siendo repetidas ano tras ano por los iberistas espanoles.
En la segunda conferencia, Labra se propone hablar de la lite ra -
Anteriormente se mencionaron sus traducciones de los dos poe-
tas.
31
; Rafael MarTa de Labra, Portugal contemporaneo, (Madrid: 1899).
i 32 Idem, p. 77._____________________________________________________
; tura portuguesa contemporanea. Despues de un largo introito empieza
a referirse a la literatura portuguesa, aunque no precisamente a la
contemporanea. Aporta bastantes datos pero no se atreve a tomar una
1 . . .
j posicion interpretativa. Anadase tambien que se deja arrastrar a erro-
res elementalTsimos como confundir Don Pedro I de Portugal con el
I ' ■
Infante Don Pedro, a proposito de las relaciones literarias del ul
timo con Juan de Mena. No sorprende por lo tanto la opinion de Menen-
! dez Pelayo, en una carta a Garcia Peres:
La conferencia de Labra sobre literatura portuguesa, por la cual
Ud. me pregunta, no se ha impreso, y a la verdad creo que se haya j
perdido poco, porque el tal Labra sabe muy poco de Portugal y |
tiene ideas falsas sobre muchas cosas.33 j
j
La tercera conferencia incide tambien sobre literatura portu- j
; guesa, desde el barroco al inicio del perTodo contemporaneo. Sus ob- j
; j
servaciones se resienten de una gran superficialidad y de una preocu- j
pacion predominante de citar sin anadir una dimension verdaderamente
; crTtica. Lo mismo se podrTa decir de la cuarta conferencia, en que
- . . . . j
; trata de la escuela real ista portuguesa. Ademas aquT su concepto va- i
lorativo—por epidirmico que sea—parece dejarse condi cionar mas por
| motivaciones polTticas que lite ra ria s . Eso ju stificara posiblemente j
j \
! la desmesurada atencion que dedica a figuras como las de Lopes de I
■ ■ !
: Mendonga, Teofilo Braga y Latino Coelho.
Valera dedica una extensa crTtica a estas conferencias, despues
33 -
! Fideli no de Figueiredo, "Cartas de Menendez ^ Pelayo a Garcia
! Peres," Boletim da Classe de Letras, Academia das Ciencias de Lisboa,
XIII, III, (agosto-octubre 1919), p. 1230.
44
de su publicacion bajo la forma de lib ro .3^ D a una resena de las
afirmaciones de Labra y se opone a algunas de ellas, particularmente
| cuando este habla de la falta de individualidad de la literatura por
tuguesa. Apunta tambien— -y justificadfsimamente—algunas de las graves
: omisiones de Labra.
Labra vuelve tambien su atencion hacia Portugal en otras publica-
■ - 35
ciones. En Portugal y sus codices considera la legislacion portu-
j guesa bajo la perspectiva del desarrollo historico de la nacion, es-
! pecialmente en el siglo XIX, y la compara con la de otros paTses. Es I
I tambien autor de una monograffa sobre el Marques de Pombalen que
| por cierto revela una vision algo limitada por su propia posicion
i i
i — I
ideologica. !
En el verano de 1888 la Condesa de Pardo Bazan viaja por Portu
gal,
sufriendo las molestias de las hospederTas mas primitivas que conozr
co; durmiendo en camas^construidas a mazo y escoplo, rellenas de |
serrTn, duras cual monastica tarima; derritiendome de calor, pa- |
I sando algun dTa sin comer mas que fruta y alguna noche recostada |
en dos silla s por falta hasta de aqiiellos fementidos lechos na-
cionales.. .37
^ Juan de Valera, "Portugal contemporaneo. Consideraciones acer-
; ca del libro de este tTtulo publicado por D. kafael M . de Labra (Bi- |
blioteca Andaluza)," en Obras completas, XXVIII, (Madrid: Imprenta
i Alemana, 1908-1912) , 51-727
35 Raf aei MarTa de Labra, Portugal y sus codices, (Madrid: s . f . )
3 * 5 Rafael MarTa de Labra, "El Marques de Pombal," en Estudios bio-
Igrafico-politicos, (Madrid: 1887), 163-250^ (Este estudio es el texto
de una conferencia dada en el Casino Democratico Progresista de Madrid
|el 13 de febrero de 1884.)
| 37 Emilia Pardo Bazan,"La EloTsa portuguesa (Sor Mariana de Alco-
furado),l l [ s i c ] , e n . La_EspahaModerna, ( j u n i o I 8 8 9 ) , p . 6 2 . .............
t „ ^ op
En el artTculo de donde estan sacadas estas lineas ° refiere que el
libro de Luciano Cordeiro Soror Mariana, a Freira Portuguesa y con-
versaciones con Teofilo Braga le despertaron el interes por la figura
de la monja portuguesa. Comenta a continuacion la esterilidad de la
literatura afectiva en Espana y Portugal y nota que sin Sor Mariana
hubiera quedado mudo el amor peninsular, salvo por la presencia de
Santa Teresa, esta naturalmente bajo la forma mTstica. En el cuerpo I
|
! del artTculo pretende sobre todo dar vida a la figura de Sor Mariana, j
I
reconstruyendo el ambiente y las circunstancias de su vida. |
Garcia Peres, ya antes mencionado, dio una importante contri- j
bucion bibliografica para la historia del biling’ uismo lite ra rio por- |
— — — “ 3 Q '
tugues con la publicacion de su Catalogo razonado. Tiene el libro, ;
i
ademas de su valor como obra de referenda, el de contener ejemplos j
de la produccion lite ra ria de algunos de los autores mencionados, lo j
- j
que le confiere cierto caracter de antologTa. j
Por la correspondencia entablada entre Oliveira Martins y San- j
, - ■ ■ - j
chez Moguel^8 se deduce que el ultimo pensaba en 1893 presentar a la j
Academia una ponencia sobre Os Filhos de D. Joao I . En una carta de |
Oliveira Martins, del ano siguiente, se habla de un artTculo algo
: apasionado de Sanchez Moguel en que acusa al autor portugues de cas-
j
38 Idem, pp. 62-91.
39 Domingo GarcTa Peres, Catalogo razonado biografico y biblio-
grafico de los autores portugueses que escribieron en castellano,
I op. cit.
!
Correspondencia de J. P. Oliveira Martins, (Lisboa: 1926).
tellanofobia.
En 1896 lee un estudio sobre la obra historica, novelTstica y
; poitica de Alejandro Herculano en la Real Academia de H isto ria,^
Al analizar las fuentes de Herculano, Sanchez Moguel revela su amplio
conocimiento de la crTtica y erudicion portuguesas, no solo contem-
, poraneas, sino tambien antiguas. D a ademas una dimension humana al
; historiador portugues integrando en el discurso datos personales y una
de las cartas de Herculano a la esposa, en donde el cotidianismo no
escatima el interes. Sanchez Moguel estudio igualmente al Padre An
tonio Vieira y a Fray Luis de Granada (que escribio en portugues y
mas tarde virtio al castellano las obras latinas que habia compuesto
en Portugal).
42
Trindade Coelho merece un estudio crTtico a Angel Guerra (Jos
Betancourt), que considera al autor portugues como un gran narrador
que a veces tiende a lo pastoril pero sin a rtific io . Al contrario,
dice, hay una gran complejidad en sus tipos y paisajes campesinos.
Lo compara con Pereda por su paisajismo pero encuentra en Trindade
Coelho la nota tragica que le falta a Pereda.
^ Publicado despues en Portugal bajo el tTtulo "Alejandro Her- j
culano de Carvalho," In stitu to , XLIII, nos. 6-7, (1896), 415-448.
4?
^ Angel Guerra, "Trindade Coelho," en Literatos extranjeros
( Impresiones crTticas), (Valencia: F. Sempere y Ca., Editores,
1903). Angel Guerra es el seudonimo de Jose Betancourt.
ia>
- 43 -
Garcia Morejon subraya que Unamuno fue el unico espanol que
; sintio Portugal agonicamente. Nota tambien que de todos los paTses
que Unamuno visito, Portugal parece haber si do el unico que verdadera-
mente le intereso.
La primera visita de Unamuno a Portugal fue en 1904. Trato en-
tonces con Eugenio de Castro y Guerra Junqueiro. En 1906, en Oporto,
convivio con Teixeira de Pascoais, que habTa conocido antes en Sala-
: manca. A 1 ano siguiente volvio a Oporto y viajo a Amarante. En 1908
I
conocio a Manuel Laranjeira en Espinho y viajo por el Norte de Portu-
| gal. Siguen con frecuencia estos viajes hasta 1914, ano en que se in-
terrumpen para solo reanudarse en 1935.^
Los artTculos que resultan de sus digresiones por Portugal os-
cilan considerablemente entre los dos polos de una ocasional observa-
cion aguda, inclusive con chispazos geniales, y de generalizaciones
hechas al parecer a base de un impulso de momento, sin cualquier in-
tento de reflexion seria. Lo que de inmediato se siente al leer estas
prosas en su caracter fuertemente impresionista, a veces tocando la
i frivolidad. Sin embargo son de especial interes (cuando menos como
: ilustracion de la personalidad unamuniana) los artTculos que consti-
43
Julio GarcTa Morejon, Unamuno y Portugal, op. c i t .
^ En esta v isita , a pesar de haber sido invitado oficialmente,
i Unamuno ho quiso ser recibido por Oliveira Salazar y, en un banquete
! oficial en presencia de los ministros de Relaciones Exteriores y de
Instruccion Publica, se refirio a Ta situacion polTtica portuguesa
como "una orden, una paz que para m i pueblo no deseo."
48
45
tuyen la serie Letras Portuguesas. La perspectiva portuguesa y
sobre todo su valoracion relativa de los autores contemporaneos no
son por supuesto siempre defensibles. Ademas, estos artTculos dejan
la impresion de que Unamuno se dispersa entre hombres, hechos y epocas
sin conseguir nunca una solida vision global de la trayectoria lite ra -
ria portuguesa.
Es en Cataluna que aparece uno de los mas vigorosos divulgadores
de la cultura portuguesa, Ribera y Rovira. 46 En su Iberisme, 4^ pre-
faciado por Teofilo Braga, relata su accion en ese sentido y defiende
una mayor aproximacion de Cataluna y Portugal. En Portugal y Galicia
48
Nacion apunta el fondo etnico comun de Galicia y Portugal y alude a
i
45 '
En De e st9 y de aguello, H I, (Buenos Aires: Editorial Suda- !
mericana, 1950-1954), 327-398. Tambien publica Por tierras de Portu
gal y Espana, (Madrid: Renacimiento, 1930).
46 Ignasi de L. Ribera i Rovira entro por primera vez en contacto
con la cultura portuguesa cuando en 1900, a la edad de veinte anos,
se traslado a Portugal consu padre, que habTa sido nombrado director
de la Real Fabrica de Fiagao e Tecidos en Tomar. D e Portugal ertvio
numerosas cr5nicas a periodicos catalanes antes de regresar a Barce
lona para su licenciatura en derecho. Verdaderamente incansable,
creo y dicto una catedra de lengua, historia y literatura portuguesas
en los Estudis Universitaris Catalans, furido en ellcis la BibTioteca
Lusitana, hizo conferencias sobre iberismo en Espana y Portugal, es-
cribio numerosos artTculos para periodicos catalanes y portugueses |
y seis librbs sobre materia portuguesa y organizo la participacion de |
artistas portugueses (entre ellos el Rey D. Carlos) en la V Exposi- j
cion Intemacional de Arte, realizada en 1907 en Barcelona.
^ Ignasi de L. Ribera i Rovira, Iberisme, op. c i t .
48 — —
Ribera y Rovira, Portugal y Galicia Nacion—Identidad etnica,
historica, l i t e raria, f i l oTogica y a rtistica. Ensayos i¥ e rista s,
(Barcelona: Tobeila, L19HJ)* !
49
la posibilidad de una futura union entre ellos, integrada en un mas
vasto panorama de acercamiento ibirico. La idea desperto una ola de
furor en El Imparcial y otros periodicos de Madrid, que llegaron a
acusar a Ribera y Rovira de haber intentado persuadir a Portugal de
que ocupara Galicia. La idea de la identidad galaico-portuguesa esta
49 *
claramente expresada en algunas de las frases del autor pero las
conclusiones que de ello se sacaron fueron sencillamente absurdas.
Ribera y Rovira es tambien autor de Portugal Literari,50 un es-
j tudio bastante completo y equilibrado sobre la literatura portuguesa,
! resultante de las conferencias que el autor pronuncio en el Ateneo j
I Barcelones y que fue prefaciado por Consiglieri Pedroso. El libro
i
tiene ademas el merito de estudiar aspectos perifericos de la lite ra - j
tura, como la crTtica o el periodismo, aspectos que en el caso portu-
gues, raramente merecen la atencion de los estudiosos. Por lo general
su actitud es objetiva y su crTtica justa, desapasionada, hasta con-
, structiva, incluso cuando la realidad de los hechos es cruel. D e lo
ultimo es ejemplo su apreciacion del periodismo portuguis del tiempo:
El periodisme es una profesio a Portugal, generalment a sou de
la politica, de la banalitat^ En efecte: la premsa respon ben
be a 1'estat de descomposicio que's nota en tots els ordres de la
vida social portuguesa; i indub tab lement qu1 e lla , amb 1 *'acostu; i
mada criminal v e rs a tilita t, es molt culpable de la desorientacio
! '
; Se refiere por ejemplo a Galicia como "parte constitutiva del
nucleo nacidnal del occidente hispano, la nacion galaico-portuguesa,"
: idem, p. 12.
^ Ribera i Rovira, Portugal L iterari, (Barcelona: Biblioteca
I Popular de I ’Aveng, 1912).
dels esperits i del mancament d‘ integritat de las conciencies.^
Pese a su titu lo , La integridad de la patria—Cataluna ante el
espTdtu de C astilla,5* * dedica mas atencion al problema portugues que
al Catalan. En esta obra el autor propone concretamente ciertas me-
didas que llevarTan a un mayor estrechamiento de relaciones economicas
53
y culturales entre Espana y Portugal.
Fueron tambien numerosas en ambos paTses las iniciativas de ca-
i racter practico para incentivar el intercambio cultural. Esos con- j
tactos con frecuencia arrancan de Espana. D e nuevo aquT parece veri- j
: I
; ficarse la concretizacion, aunque muy parcial, de los planes con tanta
insistencia proclamados en los albores del iberismo cultural.
AsT Sinibaldo de M as y otros proyectaron una Asociacion Penin
sular que facilitase un acercamiento no solo cultural, sino tambien
' ' !
economico y administrative. De alguna manera, aunque mas restrictiva,
la idea fue retomada mas tarde por ClarTn, que lanzo la iniciativa
de una Liga Literaria Hispanoportuguesa, en lo que fue apoyado en
j Espana por Caste!ar y en Portugal por Joaquim de Araujo.
En el plan universitario se busco tambien estrechar las rela-
; ciones entre las dos culturas. Had a 1853 la Universidad Central de j
! i
51 idem, p. 201.
^ I. de L. Ribera y Rovira, La integridad de la patria--Catal una
; ante el espiritu de C astilla, (Barcelona: J. Agusti, L1507J), con un
! prologo de Juan Maragall.
Cq
Ribera y Rovira tradujo^tambien al Catalan tres obras de Julio
Dantas y, como antes se menciono, un cuento de Ega.
Madrid envio a la de Coimbra una coleccion de sesenta de las mas.no-
; tables obras de profesores universitarios espanoles, lo que la uni-
| . ' ' ■
versidad portuguesa retribuyo de manera semejante. El ano siguiente
se observo un intento por parte de un catedratico de Coimbra, el doc
tor Vicente Ferrer, de realizar un acercamiento cultural con las uni-
i
versidades espanolas. Ferrer visito algunas de el las y lucho por
el establecimiento de una permuta oficial de publicaciones. Desgra-
; ciadamente nunca se concretizo su idea. Lo unico que se consiguio
i fue que anos despues, en el 81, se estableciese un convenio para que
los libros publicados en los dos paTses fuesen mencionados cada tres
meses en la Gaceta de Madrid y en el Diario do Governo.
En el Congreso Pedagogico Hispano-Portugues-Americano, que se
i . _
realizo en Madrid en el otono de 1892, durante las conmemoraciones j
del descubrimiento de America, tomo parte un sinnumero de portugueses j
que presentaron ponencias sobre problemas concernientes a los varios J
^ i
niveles de ensenanza. Por cierto que Menendez Pelayo figuraba en la
comision organizadora, pero quiza debido al predominio de antagonistas
54
politicos en el Congreso, su entusiasmo por el parece no haber sido
! grande.
| Otros acontecimientos contribuyeron para las buenas relaciones
54
El presidente del comite organizador fue Rafael Maria de Labra
■ y Bernardino Machado fue el coordinador de la representacion portu-
| guesa^ Entre los__portugueses parti ciparon Pinheiro Chagas, Ramalho
! Ortigao, Maria Amalia Vaz de Carvalho, Joao de Deus, Teofiio Braga y
! otros y, entre los espanoles, la Condesa de Pardo Bazan. Integrada
! en el Congreso se realizo tambien una exposicion pedagogica portuguesa
| en el Ateneo de Madrid.
! 52
i
!
entre los dos paTses, como las visitas de Alfonso XII a Lisboa y de
D. Luis a Madrid, y la participacion portuguesa en el centenario de
Calderon.
Por impresionante que parezca toda esta actividad, hay con todo
que considerar que tan solo afecto un nucleo relativamente reducido
de intelectuales. Su caracter es, ademas, en extremo fragmentario.
La falta de perspectiva con que los iberistas mutuamente se miraban
; se debe, sobre todo, a la inexi.Stencia de estudios espanoles en Por-
; tugal y portugueses en Espana bajo una forma institucionalizada. Esto
favorecio por consecuencia el autodidactismo. j
i
i
D e todas maneras, el hecho que de momento mas nos interesa es sin
embargo que Menendez Pelayo estuvo directa o indirectamente relacionadc
; con varios de los intelectuales de orientacion iberista y que los ecos
del acercamiento no podrTan por fuerza dejar de haberlo tocado.
Ill
L A VIDA Y LA O B R A D E M ARCELINO'M ENENDEZ PELA Y O
53
54
U n conocimiento de los elementos biograficos de Menendez Pelayo
es tremendamente importante para la evaluacion de las tendencias men-
tales que determinan su obra. De que manera la correlacion se esta-
blece--es decir, en que grado es su ritmo de vida causa o efecto—no
i
sera siempre facil de determinar con exactitud. Sea cual sea, sin
embargo, el sentido del impacto, el hecho es que, con contadisimas
excepciones, hay una enorme coherencia entre los dos factores. j
En la primera parte de este capitulo trataremos por lo tanto de
apuntar episodios o actitudes que expliquen o subrayen la tonica esen-
cial de la obra de Menendez Pelayo. Especial atencion sera dada a to-
dos los pasos que impliquen un contacto con las cosas lusitanas, ya que
es muy significativa la manera como este contacto condiciono—aunque
a veces negativamente--sus posturas en este campo. j
Marcelino Menendez Pelayo nace en Santander en 1856. El ambiente
en que transcurren sus ahos de nihez ju stific a en parte, aunque no lo
explique totalmente, su futura aficion por el trabajo intelectual. Su
padre era catedratico de matematicas del Instituto Provincial de Se-
gunda Ensenanza en la capital montanesa. Su tio era medico y escritor.
Pereda era uno de los amigos de la familia, "Casi aprendi a leer en
las Escenas montahesas," confesarTa mas tarde Don Marcelino.
Desde sus primeros ahos se revela como niho prodigio. Parece
que ya antes de aprender a leer, poseia la facultad de poder reprodu-
cir largos pasajes de libros cuya lectura escuchaba. Mas tarde solia
acudir a las tertulias que se realizaban en casa del librero Fabian
55
Hernandez y mientras sus mayores se ocupaban de problemas lite ra rio s,
Marcelino exploraba los estantes e iba saciando su juvenil curiosidad
en las obras que en ellos hall aba. U n dTa una tTa suya le pregunta
que aguinaldo ambicionaba para Navi dad. Su respuesta fue la Histori a
de Inglaterra, por Goldsmith.
Por estos ahos aprende solo el franees y el italiano y desde el
primer aho de bachillerato se dedica intensamente al latTn. Su her-
mano Enrique, en su autobiografTa,^ refiere graciosamente que a los
once ahos Marcelino ya habTa memorizado la Epistola ad Pisones pero
todavTa le seguTan gustando mucho los higos pasos.
A los doce ahos organizaba el catalogo de su naciente biblioteca,
! en su mayorTa constituida por autores clasicos. En 1871, a los quince
i
: ahos, concluTdo su bachillerato en Artes, se marcha a Barcelona para
estudiar FilosofTa y Letras. Su vida en Barcelona no fue la tTpica
de los jovenes escolares. Sus distracciones eran largos paseos a la
o rilla del mar y la participacion en tertulias lite ra ria s. En la
; . . . . . |
Universidad barcelonesa sufre una de las grandes influencias de su
carrera, la de Mila y Fontanals, cuyas cualidades de investigador y
•r 1
cuya actitud caste!lanista elogiaria en 1908 en su Semblanza. Es |
1 ' !
Mila, por otro lado, quien lo impulsa hacia las letras catalanas. Por j
cierto, Menendez Pelayo llega a Barcelona en una epoca de apogeo cul
tural, cuando se concretizaban ya los resultados de la Renaicenxa
^Enrique Menindez Pelayo, Memorias de uno a quien no sucedio nada,
! (Santander: 1922).
56
catalana.
En 1873 lee en el Ateneo Barcelones, durante las conmemoraciones
de la muerte de Cervantes, un estudio titulado "Cervantes considerado
como poeta." En ese mismo ano de 1873 se traslada a la Universidad
de Madrid, donde siente honda animadversion hacia las doctrinas krau-
sistas expuestas en el curso de MetafTsica dictado por Nicolas Sal-
: meron. (En la Historia de los heterodoxos espanoles acusarTa mas tarde
; a Sal meron de intransigent a . ) En la clase di scute a menudo con el j
i
maestro y refuta sus aserciones. Con riesgos de la reprobacion a que j
la hosti1idad de Salmeron seguramente lo conducirTa, so licita su tras-
lado a la Universidad de Valladolid, donde en 1874 obtiene el grado
de licenciado con una disertacion titulada "Examen y juicio crTtico
de los concilios de Toledo." Es en Valladolid que Menendez Pelayo
encuentra otro profesor que iba a tener enorme impacto en su trayec- |
toria intelectual, Don Gumersindo Laverde Ruiz. A lo largo de los j
anos, hasta 1890, cuando muere Don Gumersindo, los dos llegan a man-
%
tener una afectiiosa intimidad por medio de su correspondent a. Laverde
1 fue un elemento importante en la format on intelectual de Menendez
Pelayo y muchos de sus trabajos de esta epoca se deben a la orientacion
y crTtica del profesor vallisoletano. Esto incluye en parte su interes
| i
ipor la literatura portuguesa, cuyo estudio Laverde frecuentemente le
aconsejaba, indicandole posibles temas para investigaciones futuras.
TodavTa en 1874 vuelve a la Universidad de Madrid para ingresar
;en el programa de doctorado, que concluye al ano con la tesis "La
novel a entre los latinos. El Satyricon de Petronio. Las Metamorfosis
o el Asno de oro de Apuleyo" (que publicara en Santander el ano 75),
obteniendo el premio extraordinario. N o habTa todavTa cumplido los
veinte anos.
Desde la corte habTa seguido colaborando en la Miscelanea cien-
tTfica y lite r a r ia , periodico que se publica en Barcelona durante los
anos 74 y 75, y donde aparecen las primeras poesTas de Menendez Pe
layo, igual que artTculos polemicos y el texto del discurso "Cervantes
»
considerado como poeta," antes mecionado. Es durante ese ano, en
Madrid, que se inicia otra de sus amistades de caracter lite ra rio ,
ahora con el Marques de Valmar. (Es curioso notar que los amigos de
Menendez Pelayo eran casi siempre hombres bastante mayores que e l.)
M uy significativa fue la manera como los dos se conocieron. En uno
de sus artTculos el Marques se quejaba de que no habTa podido conse-
guir algun obseuro dato lite ra rio . Menendez Pelayo inmediatamente
se lo proporciona en una carta y el Marques decide i r a visitarlo
para darle personalmente las gracias. Al llegar a la fonda donde
vivTa Menendez, le dijeron que no habTa.regresado de la Universidad.
El Marques se sento a esperarlo, contando encontrarse con algun joven
profesor. Su sorpresa fue indescriptible al constatar que su enudito
informante era un jovenzuelo de diecinueve anos, que ademas aparentaba
aun tener dos o tres menos.
HacTa tiempo que Menendez Pelayo habTa ido reuniendo datos para
futuros trabajos y en 1875 se presenta a Don Juan Valera, con una car-
| 58
I ta de Laverde, solicitando ayuda para fa c ilita r sus publicaciones.
Valera promete usar su influencia para que la Biblioteca de Autores
| Espanoles edite algunos estudios del joven investigador sobre filoso-
; fos espanoles. Este contacto con Valera fue el inicio de otra larga
amistad, pese a la diferencia de 32 anos que existia entre ellos.
Ese mismo ano el A^urrtamiento de Santander aprueba la concesion
de un subsidio para que Menendez Pelayo estudie literatura. en el ex-
tranjero. Sin embargo, pasarTa algun tiempo hasta que el plan se ma- |
! ' !
terializara.
En 1876, a los 20 anos, publica en la Revista Europea la carta i
que inicia la famosa polemica sobre la ci end a espanola, durante la
i cual Menendez Pelayo recuerda figuras casi olvidadas y sus contribu-
j
ciones en los campos de filosofia, ciencia e invencion. Es solamente !
I
en ese ano que percibe el subsidio de 16.000 reales votado por el |
; ayuntamiento santanderino y decide entonces empezar sus viajes de es
tudio por Portugal. Antes de la parti da se arma con cartas de pre- j
sentacion: Valera le da una para Latino Coelho; Amador de los Rios
otras para el mismo Latino Coelho, para Teofilo Braga, Silva Tulio y
I para el arqueologo Possidonio da Silva; el Marquis de Valmar, una
! J
; para el embajador espanol en Lisboa. |
’ Llega el 7 de octubre para lo que seria una estadTa de dos meses
I y se instala en el Hotel Espanol. Seri a explicable que un joven de
; veinte anos que v isita por primera vez un pais extranjero buscara al
I llegar los aspectos mas amenos del nuevo ambiente. Peroa Menendez
59
Pelayo el presente inmediato no parece interesarle grandemente. En
una carta a Laverde refiere, con un ligero tono de compuncion, que
como llego en d?a festivo no pudo iniciar sus trabajos en las biblio-
tecas y tan solo tuvo oportunidad de v isita r al Embajador. Sin em
bargo al otro dTa ya se esta dedicando a la investigacion y a las bus-
quedas por las librerTas. Adquiere la edicion de Hamburgo de las
obras de Gil Vicente y el Parnaso Lusitano, organizado por Almeida
Garrett. Dias despues compra una edicion dieciochesca, en tres tomos,
de la version portuguesa del PalmerTn de Inglaterra.
En la Biblioteca Nacional, se pone a examinar febrilmente todas
las versiones de clasicos que encuentra, con vista a su Biblioteca
i
de Traductores. Es cuando llega a la conclusion, por cierto en parte
algo apresurada, de que "la literatura portuguesa es muy rica en tra-
ducciones de poetas la tin o s, poco en griegos, y poquTsimo en prosistas
de ambas lenguas, como pobre es tambiin en prosistas propios."^
En una carta a Pereda escribe:
Estoy hace ocho dias en Lisboa y llevo tornados mas de 14 pliegos
en folio de apuntamientos en esta Biblioteca. 3 Se presenta bien
; la cosa. AsT que termine con la Biblioteca Nacional pasare a la
de la Academia de Ciencias y al archivo de Torre do Tombo. Luego
O
Marcelino Menendez Pelayo (1856-1912), numero extraordinario
; del BoletTn de la Real Academia de His tori a , (Madrid: Es tab led mi entos
I Tipograt'icos de Portanet, 1914), p. 46.
3 La Biblioteca Nacional, donde el director, Silva Tulio, le ha-
! bTa proporcionado un cuarto especial para que piidiera trabajar sin in-
; terferencias y donde Menendez Pelayo pasaba la mayor parte de su tiem-
: P°*
saldre para Coimbra y Oporto/
Trabaja despues en la mencionada biblioteca de la Academia das Ciencias
donde encuentra algunos libros raros y en los archivos de la Torre do
iTombo. En los ultimos se dedica especialmente a l e e r y extractar casi
:Tntegramente el proceso relativo a Damiao de Gois, de quien mas tarde
hablarfa extensamente en la His tori a de los heterodoxos espanoles. En
una carta del 13 de octubre de 1876 Laverde le dice:
EscrTbame largo y tendido; quiza con las cartas de usted pueda
llegar a hacerse un libro que sea, respecto a Portugal, lo que
en orden a Ita lia los del Abate Andres. No dejana.de interesar
aquT, dopde tan poco se conoce ese paTs con tenerle a la puerta
de casa. 5
A fines de octubre escribe el a Laverde: "Sigo trabajando sin
levantar mano en estas Bibliotecas. La Nacional esta ya casi explo-
tada, y lo mismo la del antiguo convento de Jesus, hoy perteneciente
a la Academia Real de Ciencias." Y mas adelante: "La seccion portu
guesa de mi Biblioteca sera muy rica ."6
Visita despues la Universidad de Coimbra, donde es atentamente
recibido por los profesores. Es Laverde quien lo orienta sobre los
;puntos de la cultura portuguesa que debe estudiar. Le recomienda, por
; i
^ Marfa Fernanda de Pereda y Jorres Quevedo y Enrique Sanchez j
LReyes, Epistolario de Pereda_y Menendez Pelayo, {Santander: Consejo j
: Superior de Investigaciones CientTficas—Sociedad Menendez Pelayo, !
;1953), p. 14. j
5 Citado en Enrique Sanchez Reyes, Don Marcelino (BiografTa del
ultimo de nuestros humanistas, op. c i t . , p. 55.
6 Epistolario de Pereda y^Mertendez Pelayo, (Santander: Publica-
ciones de la Exma. Diputacion Provincial de Santander, 1967), p. 541.
61
ejemplo, que considere a Filinto ElTsio como uno de sus heterodoxos.
En Lisboa tiene tambien la oportunidad de conocer al helenista
Antonio Jose Viale, al arqueologo Julio de Castilho (hijo del poeta
romantico Antonio Feliciano de Castilho), al poeta y despues ministro
Tomas Ribeiro y al Dr. Aires de Gouveia, obispo de los Algarbes. A
juzgar por estos nombres, Menendez Pelayo contacta especialmente con
!
la capa mas conservadora, mas orientada hacia el pasado, de la i n t e l l i -
i gentsia portuguesa. La efervescente generacion del 71—Ega de Queiros,
Ramalho Ortigao, Oliveira Martins, Antero de Quental, Guerra Junqueiro,j
Teofilo Braga—no parece merecerle, con excepcion, mas tarde, del
i ultimo, ninguna especie de atencion crTtica. Contacta sin embargo con
Latino Coelho, iberista en polTtica e hispanista en sus aficiones 1i-
: terarias. Los dos podrTan comprenderse en el plan lite ra rio (Latino
Coelho le ofrece entonces su traduccion del la oracion Pro corona,
de Demostenes) pero no tanto en el politico, sobre todo despues que
el portugues tuvo la ingenuidad de preguntarle a Menendez Pelayo si
!
tambien era mason. En noviembre mantenTa aun el mismo ritmo: "Sigo
! trabajando en estas Bibliotecas unas siete horas diarias. Ya tengo
I explorado casi todo lo que me interesa."^ En una carta que el 28 de
| noviembre de 1876 dirige a Mila y Fontanals desde Santander, Menendez j
: Pelayo escribe:
I ^ Marla Fernanda de Pereda y Torres Quevedo y Enrique Sanchez
Reyes, Epistolario de Pereda y Menendez Pelayo, op. c i t ., p. 16.
62
Anteayer llegue a esta de vuelta de Portugal, donde he pasado dos
meses explorando con buen exito sus bibliotecas y haciendo buen
acopio de materiales para la parte portuguesa de mi Biblioteca
] de Traductores Espanoles, para Ta historia de nuestros hetero-
j doxos y para algOn otro trabajo. He tenido la suerte de ver
| gran numero de traducciones, alguna de ell as descoriocida para
los bibliografos lusitanos.°
| Mientras tanto hace publicar en La T ertulia, de Santander, dos
| artTculos bajo el tTtulo "Letras y literatos portugueses." Los dos
i
; tienen la forma de cartas a Pereda, que al parecer le habTa pedido
! que le mandase sus impresiones de Lisboa. Estas cartas serTan pos-
| teriormente publicadas en Estudios de crTtica lite ra r ia .
En diciembre, habiendo ya regresado a Espana, escribe su mejor
| obra poetica, la EpTstola a Horacio. Al mes siguiente parte hacia
' Roma, haciendo escalas en Burdeos, Marsel la y Genova. En Roma trabaja
j en la Biblioteca del Vaticano, en la de San AgustTn y en otras mas.
I Como habTa hecho ya tambien en Lisboa, se dedica a adquirir libros
s raros. Visita despuis bibliotecas de Napoles, Florencia, Bolonia,
I Venecia, Milan y ParTs, regresando a Santander en junio del 77. En
| ParTs habTa conocido a Morel-Fatio, entonces conservador de la Biblio
teca Nacional. Aunque nunca se hayan hecho verdaderamente amigos, los
dos van a mantener un contacto personal y epistolar por mas de 30 ahos.
Durante este tiempo se entreayudan constantemente, pese a mutuos al-
filerazos, como el de Morel-Fatio hablando de Menendez Pelayo: "Un es-
pagnol pur sang, defenseur ardent des anciennes gloires de son pays
4
j o ^
I Citado en [L. Nicolau D'Olwer], Epistolari d'en M . Mila i Fon-
| tanals, III, (Barcelona, 1932), p. 103,
6.3
pour lesquelles il combat sans cesser, et quelquesfois un peu a la
9
fagon du bon chevalier de la Manche. . , 1 1 En el verano del 77 trabaja
en los Heterodoxos y en el otono sale otra vez hacia la capital fran-
i
cesa, donde conoce a Gaston Paris. V a despues a Brus el as, Lovaina,
Amberes, La Haya, Leyden y Amsterdam, regresando a Santander en diciem-
i
! bre. En su correspondent*a desde el extranjero apenas hay notas de
i
i viaje, pero s7 abundantes referencias a sus hallazgos de libros. "En
! rigor no viaja de ciudad a ciudad, sino de biblioteca a biblioteca,"
| dice de el Guillermo de T o r r e E s e mismo ano de 1877 publica Ho^
1 racio en Espana, que tra ta , como el nombre indica, de la hue!la hora-
| ciana en la literatura hi spam* ca. Uno de sus capTtulos, resultado en
i
I parte de las pesquisas hechas en Portugal, es "Traductores portugueses
j de Horacio." En el 78 es nombrado correspondiente de la Academia de
| Buenas Letras, de Barcelona. En febrero de ese ano hace pesquisas en
| la Biblioteca Colombina, de Sevilla, dirigiendose despues a Granada,
j Cordoba y Madrid. En mayo termina su Programa de historia crTtica de
|
I literatura espanola que incluye las literaturas hispano-romana, cata-
“ * 1
i
j lana y portuguesa, amen de tres lecciones sobre literaturas semTticas.
i
! En el verano proyecta su estudio sobre las humanistas espanolas de los
siglos X V I y XVII, en el cual incluye a la Infanta Doha MarTa de Por-
g
Enrique Sanchez Reyes, Epistolario de Morel-Fatio y Menendez
Pelayo, (Santander: Consejo Superior de Invest!gaciones Cientfficas—
Sociedad Menendez Pelayo, 1953), p. 8.
i
10 Guillermo de Torre, Menendez Pelayo y lag dos Espanas, op. c i t .,
p. 11.
6$
|
tugal. Publica tambien Estudios poeticos, que contiene la traduccion
!
J de la oda "A Venus," de Fi1 into ElTsio y otras traducciones del por-
tugues. Al morir Amador de los Rios, Menendez Pelayo hace planes para
! presentarse a oposiciones para la catedra de Historia CrTtica de la
| Literatura Espanola que habTa quedado vacante en la Universidad Central
|
| de Madrid. El obstaculo era que tenTa solamente 21 ahos y la ley exi-
gTa una edad mTnima de 25. Se movieron influencias y Canovas apoya
| en el Congreso una propuesta para que el iTmite sea rebajado a los 21.
j — ^
j Esta mocion causo cierto antagonismo por sospecharse (por supuesto
I muy justamente) que se, pretendTa favorecer a un ultramontano. A pesar
| de la oposicion de Canalejas, que entonces, en sus 25 ahos, pensaba
i
! tambien presentarse a examen, la propuesta fue aprobada.
i Las oposiciones se realizaron en octubre de 1878 y sus repercu-
i siones polTticas hicieron que se llenara el salon con una muchedumbre
: avida de escuchar a los candidatos. A pesar del temor de Menendez
Pelayo de que la tartamudez no lo dejase revelar su saber, empezo a
hablar rapidamente sin vacilar, hasta que Valera, que era uno de los
sinodales, le advirtio que no prolongase mas la discusion del primer
I topico, puesto que habTa nueve mas que discutir. Fue brillante, y al
terminar, el publico le aplaudio. Poco despues fue anunciada su vic
toria. Por cierto, este exito fac ilito su aceptacion en varios salo-
nes aristocraticos madrilenos, adonde fue llevado por Valera.
En diciembre se publica su nombramiento y en enero del 79 empie-
za a dictar clases. Despues que inicia su vida de catedritico Menen-
65
dez Pelayo divide su tiempo con regularidad entre Madrid y Santander.
Como no le gustaba la capital (en las cartas a su hermano se queja
ocasionalmente de la cursilerTa y del ambiente antipatico de Madrid)
hacTa rutinariamente dos viajes anuales a Santander y ahT pasaba las
Navidades y el verano. Eran estas sus epocas verdaderamente produc-
tivas, Se encerraba en su biblioteca, que iba progresivamente aumen-
tando con las adquisiciones hechas en Madrid y en otras ciudades, y
estudiaba y escribTa todo el dTa. Por lo general, de cada estadTa en
la ciudad montanesa salTa un libro. Almorzaba solo y unicamente du
rante la cena platicaba con su familia. Cuando iba al Circulo de Re-
creo, un casino aristocratico, no solTa s a lir de la biblioteca. A ve-
ces entraba en un cafe para leer los periodicos o ver pasar a la gente
o acudTa a una tertu lia que se efectuaba en el comercio de un optico.
En sus excursiones habituales a la playa del Sardinero en el
tranvTa a vapor, (que a veces aprovechaba para una visita a Galdos)
llevaba siempre varios libros. En cada uno de estos viajes se devora-
ba tres o cuatro volumenes. U n libro de 300 a 400 paginas lo termina-
ba en 15 a 30 minutos, ya que poseTa un instinto especial para poder
localizar sus pasajes esenciales.
Como profesor hay que confesar que no fue notable. Su espTritu
estaba realmente en la investigacion y tal vez considerase el magis-
terio como poco mas que un medio de subsistencia. A veces se le ol-
vidaba la clase y llegaba una hora mas tarde. En otra ocasion no noto
que se habTa terminado la hora y siguio hablando hasta las seis de la
6$
tarde, cuando la creciente oscuridad le hizo percibir su distraccion.
En una carta habla de la ensenanza, "cuyo mecanismo m e ha sido siempre
antipatico, al paso que vivir entre libros es y ha sido siempre m i
mayor alegrTa."^ La falta de entusiasmo se refleja en latibiedad
de su influencia sobre los alumnos: en veinte anos de magisterio no
fueron ni siguiera media docena los que realizaron investigaciones
bajo la orientacion personal de Menendez Pelayo.
En 1880 empieza a publicar la Historia de los heterodoxos espa
noles. Entre ese ano y 1882 salen a la luz tres tomos, en que se in
cluye todo un capTtulo sobre el erasmismo en Portugal.
Tambien en este perTodo, mas precisamente en mayo de 1881, toma
parte en la celebracion del centenario de Calderon, En un banquete
en el Retiro, en honor de los catedraticos extranjeros participantes,
pronuncia un brindis en que hace consideraciones sobre el valor y el
uso tradicional de los terminos espanol y portugues, defendiendo la
nocion de que en siglos anteriores los portugueses se designaban a sT
mismos como espanoles. Son tambien de estas fechas los ocho fascTculos
de Calderon y su te a tro , conferencias anteriormente pronunciadas.
En 1883 accede a una invitacion de Valera, entonces embajador
en Lisboa, para visitarlo en la capital portuguesa, durante la Semana
Santa. Conoce entonces a la poetisa espanola Carolina Coronado quien,
despues de la muerte de su h ija , habTa decidido s a lir para siempre de
^ Citado en Roberto Smith y V. Ruiz de Galarreta, Marcelino Menin-
dez Pelayo, (Buenos Aires: s. re f., 1921), p. 61.
67
Espana y se habTa establecido en los alrededores de Lisboa. Por al-
guna razon no se pudo concretizar la excursion a Setubal que Valera y
Menendez Pelayo pensaban hacer. Es muy probable que el objeto de ese
viaje fuese una visita a Garcia Peres, en ese tiempo residente en di-
cha ciudad.
Afirma Sanchez Reyes en su biografTa .que durante esta visita
Menendez Pelayo tomo parte en tertulias con literatos portugueses en
la legacion de Espana. Se cita a continuacion un pasaje de una carta
de Ernesto de Freitas a Garcia Peres, del 26 de niarzo de ese ano:
Conversou-se em letras e admirei-me de ver que o Pelayo fala em _
tanta coisa e sem esforgo nenhum e nenhuma impostura nem afectagao.
Dei-lhe uma carta escrita pelo Garrett, que ele muito estimou, e
prometirlhe os discursos do mesmo Garrett, os quais tenho a enca-
dernar.1*
Ese ano empieza la publicacion de la His tori a de las ideas este-
ticas en Espana, en nueve volumenes, que irTa a terminar en el 91. En
1884 muere Mila, el maestro que siempre le habTa dado su cariiio y pro-
teccion, y le deja dos baules llenos de manuscritos, lo que Menendez
Pelayo seguramente aprecio mas que cualquier otra herencia. Tres anos
despues dirigirTa la publicacion de las obras de Mila.
En ese ano, propuesto como diputado por Palma de Mallorca para
la legislatura de 1884-1885, viaja a la is!a en su campana electoral
pero parece dedicar mas tiempo a las actividades culturales que a las
polTticas. En efecto aprovecha su viaje para copiar datos en la biblio-
12 - T
Enrique Sanchez Reyes, Don Marcelino (BiografTa del Ultimo de
NuestrOs Humanistas, op. c i t .,~p. 23b\
6B
teca de Palma, pronuncia un discurso sobre Raimundo Lulio y regresa
con varios cajones de libros raros que se habTa dedicado a buscar. Co
m o diputado a las Cortes en esa legislatura y en la de 85-86, durante
los gobiernos conservadores de Canovas del Castillo y de Sagasta, y
mas tarde como diputado por Zaragoza y senador, Menendez Pelayo limita
su actuacion a problemas educativos. En realidad parecTa considerar
sus deberes polTticos en el mismo plan que los academicos, es decir
como algo que era necesario cumplir pero que desviaba su atencion de
lo que era realmente el eje de su vida: la investigacion. La desa-
tencion de Menendez Pelayo para con sus obligaciones polTticas hacTa
que tan solo acudiese a Cortes en dTas de alguna votacion muy impor-
tante. "Soy diputado a Cortes, aunque muchas veces se me olvida,"
_ I - 3 _ _
escribe e l, anadiendo despues que fuera de la literatu ra todo es
"accidental y episodico." Sus "ocupaciones oficiales y oficinescas,"
como decTa, las consideraba odiosas. Fue tal su incuria al desempenar
el cargo de dean de la Facultad de FilosofTa y Letras que se vio for-
zado a dejarlo. TodavTa en 1884 empieza la publicacion de los cinco
volumenes de Estudios de crTtica lit e r a r i a , la cual se prolongarTa
hasta 1908.
El 89 se le concede con caracter provisional el nombramiento pa
ra el puesto de bibliotecario de la Real Academia de Histori a. Al ano
siguiente pierde a otro de sus maestros y amigos, Gumersindo Laverde.
10
Miguel Artigas, La Vida y la Obra de Menendez Pelayo, op. c i t . ,
p. 58.
69
Al cesar el intercambio con Laverde, cambia notoriamente el caracter
de la obra de Menendez Pelayo: su principal interes pasa del humanis
m o y de la filosofTa a la historia de la literatura.
El mismo ano empieza a trabajar en su AntologTa de poetas lTri-
cos castellanos. El plan inicial era pub!icar diez o doce volumenes,
incluyendo en el primero todos los poetas anteriores a Garcilaso. Es
significativo del entusiasmo de Menendez Pelayo y de su preocupacion
siempre constante por agotar los asuntos que atacaba que en 1908, al
publicarse el decimotercio volumen, todavTa no se habTa llegado a
Garcilaso. Desde luego la muerte del autor interrumpe este trabajo
antes que se hubiera empezado a tra ta r la poesTa del Siglo de Oro.
En abril de 1890 Oliveira Martins visita en Madrid a Menendez
Pelayo, que se refiere a su "inmenso talento," a su "natural sencillo
y bondadoso" y al "gran carino que nos tiene a todos los hijos de la
gran patria peninsular o espanola."^ En el 91, integrado a la Union
Catolica, parti do ultra-conservador, es elegido diputado por Zaragoza
(las succesivas elecciones de un hombre a quien la polTtica activa no
podTa importar menos son tristemente sintomaticas del caracter del
proceso gubernativo espanol de esa epoca) y en las legislativas de
1893-4 y 1894-5 funge como senador por la Universidad de Oviedo. Del
99 hasta su muerte irTa igualmente a ser senador por la Real Academia
Espanola. En 1896 fue elegido socio correspondiente de la clase de
Maria Fernanda de Pereda y Torres Quevedo y Enrique Sanchez
Reyes, Epistolario de Pereda y Menendez Pelayo, op. c i t . , p. 125.
L
20
letras de la Academia de Ciencias de Lisboa. No hay sin embargo indi-
cios, en los ficheros de dicha institucion, de cualquier interes de
Menendez Pelayo por este puesto.
En el 92 publica Ensayos de crTtica filosofica y se le conffrma
el nombramiento, con caracter perpetuo, de bibliotecario de la Real
Academia de Historia. Una de las ventajas del puesto era la posibili-
dad de ocupar un desvan del edificio de la Academia. Estas habitacio-
nes, parcamente amuebladas, i n an a ser la residencia madrileha de
Menendez Pelayo hasta su muerte. Se muda entonces del Hotel de las
Cuatro Naciones (que a pesar de la pomposidad del nombre no pasaba de
ser una modesta fonda en la calle del Arenal) en que habTa permanecido
desde su llegada a Madrid.
En 1893 publica la Historia de la poesTa hispandamericana, re
fun di cion de los prologos que habTa elaborado para la AntologTa de
poetas hispanoamericanos, publicada de 1893 a 1895. (En 1890 otra re-
fundicion de los prologos de la AntologTa de los poetas iTricos Cas
tellanos habTa producido la Historia de la poesTa castellana en la Edac
Media. ) Ese mismo ano colabora, con notas y adiciones, en la Historia
de las literaturas castellana y portuguesa, de Fernando Wolf, traduci-
da por Unamuno.
Al morir Tamayo y Baus en 1898 se nombra a Menendez Pelayo en su
lugar director de la Biblioteca Nacional, nombramiento que se debe al
interes que por el manifiesta la Duquesa de Alba. Por esas fechas
dirige tambien la Revista de Archivos. Desde 1905 hasta su muerte se
71
ocupa principalmente de los OrTgenes de la novela (que se acabarTa de
publicar en 1914) y de la edicion de sus Obras comp!etas.
En 1910, impresionado por los incidentes de la "Semana Tragica"
de Barcelona, pronuncia un discurso en que habla del "lento suicidio
de un pueblo." Los ultimos anos de su vida fueron atormentados por
su creencia de que el paTs se estaba irremediablemente inclinando ha-
cia la demagogia popular.
Ese ano se le nombra director de la Real Academia de Historia.
Por esas fechas ya su salud declinaba. Una enfermedad de tipo reuma-
tico habTa degenerado en una cirrosis atrofica. El deficiente funcio-
namiento del hTgado le causa hidropesTa y en 1911 se hace necesario
practicarle punciones para aliv iar la presion del lTquido en el vien-
tre. Es de esta epoca su famosa frase, al rehusarse al descanso que
su medico le recomendaba: "iMas quiero vivir un ano trabajando que
veinte sin trabajar.1" Ya entonces su caracter se habTa vuelto brusco
e irrita b le , con violentas explosiones de ira que las circunstancias
.no j us t i f i caban. La proximidad de la muerte, de que el sin duda muy
temprano se apercibio, lo lleva a intensificar su labor. Se queja
por esos dTas: "iQue lastima morirse, cuando me queda tanto que leer!"
Tal es su entusiasmo que solo deja de escribir tres dTas antes del
fallecimiento,
El 19 de Mayo de 1912 sufre un colapso. Aun por la manana se
habTa dedicado un rato a la lectura. Su estado empeora rapidamente
y esa misma tarde llega el fin. La Sociedad Filarmonica de Madrid
72
daba un concierto en el Teatro Principal de Santander, cuando se cono-
cio en la ciudad la noticia del fallecimiento de Menindez Pelayo. Se
toco entonces en el teatro el Ocaso de los dioses, que el publico es-
cucho de pie, y se suspendio el concierto.
Su funeral fue imponentTsimo. HabTa colgaduras negras en los
edificios de Santander y mas de 20.000 personas, principalmente de las
clases populares, asistieron al paso del ataud por las calles de la
i _
ciudad. La muerte del erudito causo igualmente una enorme repercusion
en todo el paTs. En su testamento habTa legado su biblioteca, por esa
fecha compuesta ya de cerca de 40.000 volumenes, a su ciudad.
El aspecto que tal vez mas impresione en la vida de Menendez
Pelayo es su posicion de indiferencia ante el mundo concreto y contem-
poraneo que lo rodea. Casa, familia, bienestar material, su profeso-
rado, su apariencia personal, relaciones a f e c tiv a s j 5 todo eso parece
15 Lain Entralgo en Menendez^ Pel ayo—His tori a de sus problemas in-
telectuales, op. c i t . ,.-'sub ray a el hecho de que en la correspondencia de
Menendez Pelayo no se encuentra una sola nota de intimismo o sentimien-
to. Una excepcion a esta relativa impasibilidad sentimental se puede
sin embargo observar en una carta de 1881 a Juan Valera: "Yo que habTa
cometido la sandez de enamorarme perdidamente de e lla , hice los impo-
sibles para retenerla." "Ella" era "Lidia," el nombre usado en la co
rrespondencia con Valera para designer a la hija del miisico Barbieri,
qiie un dTa se canso de la corte de Menendez Pelayo y la substituyo por
la de otro. En otra carta del mismo ano, tambien a Valera, Menendez
Pelayo considera la sitiiacion con uno de sus rarTsimos toques de humor:
“La negra ingratitud de Lidia me^ha puesto de tan mal talante que, a
no ser yo firnte creyente, me harTa fervorosTsimo partidario de Scho
penhauer." Las citas estan extraTdas de la pagina 229 de la obra de
Carmen Bravo-Villasante, BiografTa de Port Juan Valera, (Barcelona, 1959).
Tambien en el 93 se enamora de Isabel ParladS y Heredia, hija de
los condes_de Aguiar. Ella no lo acepta y cuarido se case con otro, en
el 95, Menendez Pelayo escribe a Valera: "M e afligio mucho la boda de
73
importarle bien poco. Caractenstica de esta actitud es la casi ine-
xistencia de presencias femeninas en su vida. Incluso en los anos
juveniles, el amor {o por lo menos un amor que fuese algo mas que pos-
tura lite ra ria) solo lo toca tibia y fugazmente. Belisa, la joven san-
tanderina que el celebra en su poesTa amatoria latina y vernacula,
nunca llego a darse cuenta de los sentimientos del joven escolar. Qui-
za hubiera si do mejor asi. Probablemente no entenderia eso de:
Mihi dulcis arnorum sedes, pulcherrima virgo,
Quae facie praestas venustiore deas,
Pedibus alternis digna memorari Tibulli,
Candidior lacte candidaque nive. 16
Y, si por casualidad dominase las lenguas clasicas, seguramente
* 1 n
se sonrojarTa con lo de "Felix qui possit nuptam te ducere lectum."^
Su corto noviazgo con una prima tampoco parece haber representado
Isabelita Parlade y he andado mustio y cariacontecido bastante tiempo.
Cuando acabe de pasar esta penosa impresidn buscaremos substitucion
conveniente y agradable antesque la frTa vejez se eche encima con su
cortejo de alifafes." la cita se enciientra en Enrique Sanchez Reyes,
Don Marcelino (BiOgrafTa del ultimo de nuestros humanistas), op. c i t . ,
p. LTi. SerTa sin embargo__v3lido dudar de la intensidad del disgusto,
que da mas^bien la impresion de pose algo convencional. La lig e risi-
m a intencion humorTstica que parece adivinarse en la seleccion del vo-
cabulario y sobre todo el proposito, tan pronto concebido, de buscarle
substituta a Isabelita no es muy coherente con la presunta afliccion
que le causo la noticia.
16
Marcelino Menendez Pelayo, PoesTas, I, en Obras completas,
op. c i t ., p. 352.
17 i d « .
74
18
algo serio o significativo en la vida de Menendez Pelayo. Casi se
podrTa decir que sus impulsos afectivos, hasta eroticos, se sublima-
ron had a los libros. Se cuenta que un dTa, al empezar a comer, le
regalaron una edicion muy rara del siglo X V . Durante toda la comida
Menendez Pelayo mantuvo el libro junto al cuerpo, interrumpiendose
a ratos para acariciarlo, casi sensualmente. Por otro lado, su biblio-
teca de Santander, adonde enviaba religiosamente sus continuas adqui-
siciones y en donde ansiosamente trataba de refugiarse de las demandas
de la vida capitalina, era para el algo de lo que la "casa chica" es
para otros: una evasion de la reglamentacion que imponen los deberes
cotidianos. En su testamento deja minuciosas instrucciones sobre la
manera como la biblioteca debTa de funcionar despues de su muerte. En
esto parece poner el interes con que otro hombre harTa recomendaciones
sobre el porvenir de su familia.
Su extremado amor hacia los libros merecio a Arturo Farinelli
el siguiente comentario en una carta a Menendez Pidal: "I lib ri che
raccoglieva con passione erano anime per lui; conversava con essi piu
Pese a la fecunda imagination de Concha Espina al escribir
Una novel a de amor (en Obras completas, [Madrid: Fax, 1955]). En
esta obra la autora romantiza estos amorfos, segun ella interrumpidos
por un malentendido con la madre de la novia. Concha Espina apunta la
desilusion de Menendez Pelayo como la causa principal de su ahincada
dedication a las labores intelectuales, lo que es obviamente una dis
tortion de la realidad cronologica. La novela tiene sin embargo el
interes de dar pequenos toques bastante significativos sobre Ta per-
sonalidad de Menendez Pelayo, frecuentemente por medio de Ta transcrip-
cion de sus cartas de amor. En una de estas el joven erudito empiez'a
asT: "Para Conchita. AmadTsima Concha, andaluza mTa: Estoy con un
fuerte dolor de muelas...," (Op. c i t . , p. 353).
1%
19
che non conversasse cogli uomini." "Amaba a Dios sobre todas las
20 t
cosas, y al libro como a si mismo," decTa tambien de 5l su hermano.
Enrique sabTa comprenderlo: cuando la explosion de un barco cargado
de municiones en el puerto de Santander causo numerosos muertos y
desperfectos en la ciudad su hermano le escribe luego diciendole que
ni su familia ni sus libros habTan sufrido nada.
El enajenamiento de Menendez Pelayo hacTa las circunstancias que
lo rodeaban, el casi desapercibimiento de todo lo que no estuviese
/
contenido entre las paginas de un libro estan magnTficamente analiza-
21 -
dos por ClarTn en su artTculo, "Un viaje a Madrid." En el describe
su arribo a la capital y la escena que presencio al entrar en el Cua-
tro Naciones: sentado junto a una puerta abierta, insensible al frTo
y al constante vaiven y bullicio de viajeros de varias nacionalidades,
Menendez Pelayo comTa sin mirar al plato mientras leTa un libro cuyas
hojas iba cortando con el cuchillo. La actitud de ClarTn ante las
idiosincrasias de Menendez Pelayo, que habTa sido su companero en la
Universidad de Madrid, es deliciosamente ironica:
iComo puede ser esto? tCuando lee tanto Marcelino? Que es-
tudia mientras come, ya lo sabemos; pero esto no basta. El pro-
blema no tiene solucion si no admitimos tambien que lee mientras
19
"En memoria de Marcelino Menendez y Pelayo," Revista de Archi-
vos, BibTiotecas y Museos, (Madrid, julio-diciembre, 1912), XXXVlt,
p 7~T.
20
Enrique Menendez Pelayo, Memorias de uno a quien no sucedio na-
da, op. c i t . , p. 9.
21 - r
ClarTn, Folletos lite ra rio s , op. c i t . , p. 15.
76
duerme^
Si, leejnientras duerme, asT como tantos y tantos lectores,
y algunos crTticos, duermen mientras leen.22
Aunque jocosamente, ClarTn alude aquT a otro aspecto de gran im-
portancia de la vida de Menendez Pelayo: su impresionante capacidad
de trabajo y su casi sobrenatural poder de asimilacion. U n dia, en
Santander, estando en su biblioteca, que entonces contenia 20.000 vo-
lumenes, confeso a un amigo que se aburrTa alIT porque no tenia ya
nada que leer. D e 5l se decia tambien en Madrid que no dirigia la
Biblioteca Nacional, sino que la leTa.
Los libros para el no eran tan solo objetos de placer, sino mas
que todo instrumentos que Servian a su insaciable ansia de absorber
mas y mas datos y a la casi fatalTstica compulsion que lo empujaba a
producir mas y mas. No hay diida que la erudicion era para el la con-
stante vital predominante, incluso casi exclusiva. Sobre el caracter
de ese afan de acumular conocimientos escribe Damaso Alonso: "Creo
po
que, en general, Don Marcelino leia para e scrib ir." Es una obser-
vacion su til. En efecto, Menendez Pelayo parece no entusiasmarse es-
teticamente con sus lecturas, sino mas bien realizarlas para proseguir
en su trabajo de reconstruct on del pasado cultural espanol. Eso lo
confirma el al escribir: "Educado yo en la contemplacion de la poesTa
^ Idem, p. 30.
^ Damaso Alonso, Menendez Pelayo crTtico lite ra rio (Las palino-
dias de Don Marcelino),'~op. c i t . , p. 79.
como escultura, he tardado a comprender la poesTa como m usica."^ Son
significativas en esta frase las conotaciones implicadas por la pala-
bra comprender. PodrTa haber dicho se n tir. Sin embargo opto por un
verbo que claramente revela el predominio del ser pensante sobre el
emocionable.
Su intensa dedicacion a las labores de investigacion, su inmensa
autoridad intelectual, la indiferencia general ante los hechos ambien-
tales, su austera seriedad y enajenamiento, crearon alrededor de la
figura de Menendez Pelayo un ambiente casi mTtico. Casi causa sobre-
salto, por consiguiente, darse uno cuenta que el erudito era a veces
tambien humano. Es por ejemplo una sorpresa hallar, en medio de su
hieratica solemnidad de actitud rarTsimas veces quebrada, una ocasional
chispa de humor como la que revela al observar a Valera que la razon
por que le tenTa miedo a la muerte era la indignacion de los poetas
que habTa traducido. M as vivo es indudablemente el choque cuando este
"segundo monstruo de la naturaleza" (como le apodaban en Madrid) reve-
laba actitudes prosaicas e incluso casi risibles como el tener que
defenderse de los paraguazos de un academico ofendido o de los puneta-
zos de un actor injustamente celoso. DifTcil sera tambien imaginar al
erudito entregandose, aunque con "rriediano garbo," a las complejidades
de los rigodones y lanceros de la epoca, tomando su chocolate en el
establecimiento conocido por el castizo nombre de "Doha Mariquitas,"
78
detenienclose (en sus ultimos anos) en todas las tabernas que encontra-
ba entre su casa y la Biblioteca Nacional o, si no es sacrTlego recorr
darlo, avanzando hacia alguna nocturna incursion por el rumbo de la
calle de Atocha.
En un plan tan humano como el anterior, pero mas dramatico, esta
la amargura de los ultimos anos ante la indiferencia de algunos sec-
tores respecto a su persona y su obra. Mucha de esa indiferencia era
por supuesto deliberada: los cienticistas, de orientacion opuesta a
la suya, crearon alrededor de el "la estratagema del silencio" como
tentativa de detener la divulgacion de su catolicismo y nacionalismo.
Sin embargo otros incidentes quiza lo hubieran herido mas hondo porque
surgieron naturalmente, sin intenciones conscientes y definidas. Uno
fue la actitud de sus companeros al rehusarse a eligirlo para presi-
dente de la Real Academia. Otro fue el ataque que le fue dirigido en
relacion con el deficiente funcionamiento de la Biblioteca Nacional.
Si todo esto fue causa o efecto de su creciente interiorizacion e
irrascibilidad serTa difTcil decirlo. Sin embargo por estas fechas
25
sus relaciones sociales ya estaban considerablemente limitadas.
or
En Cyrus C. De Coster, Correspondencia de Don Juan Valera (18-
59-1905), (Madrid, 1956), pp. 228-229, se encuentra un pasaje de una
carta de Valera a Jose Alcala Galiano que podra parcialmente explicar
el aislamiento social de Menendez Pelayo: "Acaso Menendez no llegue a
venir [a las tertulias de Valera] y se haya escamado de los desdenes y
meliridres de m i mujer y de mi hija. Mucho m e pesa de ello, pero no
puedo negar que ambas tienen alguna razon en se mostrar melindrosas y
desdenosas. Menendez, como no se lava nunca, huele bastante mal, a
pesar de los frTos del invierno,. .Es lastima que Menendez, el mas sa-
bio de los espanoles y uno de los mas eruditos y discretos escritores
que viven en el dTa sobre la faz de nuestro planeta, este tan asquero-
so y tan poco de rocibo." — — ----------------------------------------: — 1
79
Esto lo ilu stra el hecho de que al dejar Madrid a fines de 1911 para
lo que serf a su ultimo viaje had a Santander solo cuatro amigos acu-
dieron a la Estacion del Norte a despedirle. Todo esto, lo casi t r a
gi co y lo casi comico, unido a pequehas debilidades, como sus actitu-
des de "prima-donna" intelectual (sus intensas desilusiones cuando no
conseguTa obtener los puestos u honores a los cuales se creia con de-
recho o el haber confesamente votado en sT mismo en la eleccion para la
presidencia de la Real Academia, ya atras mencionada), es lo que amena-
za destruir el formidable mi to de absoluta isen cion e impasibilidad y
de indestructible integridad intelectual y que hace sospechar que des
pues de todo tal vez no sea lic ito dudar de su condicion de hombre de
carne y huesov
Tres constantes esenciales rigen la posicion mental de Menendez
Pelayo a lo largo de su obra: su catolicismo, su tradicionalismo y su
espanolismo. Com o es obvio, son frecuentes los casos en que estas ac-
titudes se sobreponen. Por otro lado, fuerza es decirlo, no siempre
consigue hacerlas coincidir rigurosamente con sus mismas actitudes o
preferencias personales.
En relacion a la primera de las tres posturas, su tesis es que la
"unidad sustancial" de la nacion espanola no se puede encontrar en la
geografTa, etnTa o historia, sino en la fe catolica. Fue la Iglesia,
segun e l, que dio sentido a la cultura espanola y que hizo que Espana
fuera una nacion y no una "muchedumbre de gentes colecticias." La His-
tOri a de 1 os heterodoxos espanoles es una obra paradojicamente repre-
80
sentativa de este enfoque ideologico. En ell a se pretende demostrar
que fuera de la orientacion catolica nada se produjo en Espana que va-
liese la pena. Todas las actitudes contrarias a la ortodoxia catolica
son presentadas como infiltraciones del exterior o excentricidades sin
mayor importancia. Lo que naturalmente implica que el lector se pre-
gunte donde esta entonces la originalidad del espTritu espanol, ya que
sin duda aceptara el hecho de que el catolicismo no fue exactamente
una creacion espanola.
Valera postula correctamente el problema de la validez de esta
tesis. Reconoce la importancia del contenido informativo de la obra
pero concluye que, a ser verdadera la perspectiva del autor, los Hete-
doxos serTan tan solo un libro de entretenimiento, de ningun modo dig-
no de h istoriar una faceta del pensamiento universal. Y anade:
dComo, si todo ello se reduce a extravagancias, rarezas, nombres
obscuros, curiosidades sin transcendencia y ademas como, si todo
carece de originalidad, porque esta tornado de aca y de aculla y
nada hay espanol y castizo, llenar con todo ello 2.700 paginas de
34 o 36 lTneas cada una?26
En cierto modo Menendez Pelayo parece aceptar esta incongruencia
al c lasificar los Heterodoxos como "la historia de Espana vuelta al
reves." Es decir, a pesar de su tesis que en Espana los valores na-
cionales tienen forzosamente que estar soldados al catolicismo, lo que
hace aquT es trazar la trayectoria de las divergencias religiosas.
Aunque sea esta su obra mas famosa, es probablemente la menos cientT-
fica. Sobre todo al tr a ta r de los tiempos contemporaneos, Menendez
26 -r
Juan de Valera, CrTtica lit e r a r i a , Op. c i t . , XXV , p. 113.
83)
Pelayo, catolico, tradicionalista, espanolista y por consecuencia irre-
ductible enemigo de los liberalizantes y europeizantes krausistas, ma-
nipula la realidad para hacer prevalecer, con una perspectiva algo pan-
fle ta ria , su punto de vista personal. En este caso, naturalmente, coin-
ciden su catolicismo y el tradicionalismo que a continuacion se discu-
t ir a mas detalladamente. La conviccion que expresa es que en la evo-
lucion del pensamiento espanol fue la disgregacion.de! espTritu cat5-
1ico en el siglo dieciocho lo que trajo el sofisma y la mentira que
predominan en el diecinueve.
Por otro lado, la dicotomTa catolicismo-paganismo parece no per-
turbarle mucho, como tampoco perturbaba a los renascentistas. Menendez
Pelayo debio de haber conciliado Tntimamente sin gran dificultad su con-
dicion de "catolico a machamartillo" y su confesada postura de en arte
ser "pagano hasta los huesos."
Relacionada con esta actitud esta otra, la de su horacianismo, lo
que nos lleva a la segunda de las constantes de su pensamiento, el tr a
dicionalismo. (Tradicionalismo es usado aquT como termino de convenien-
cia, que incluye facetas algo heterogeneas. Considerando que el aspec-
to mas sobresaliente de ellas es su caracter negativista, quiza lo po-
drTamos mas adecuadamente clasificar de anti-modernismo.)
Su admiracion por Horacio es expresada en los siguientes versos:
La belleza eres tu; tu la encarnaste
como nadie en el mundo la ha encarnado.
iTiempo feliz de griegos y latinos!
Calma y serenidad, dulce concierto
de cuantas fuerzas en el hombre moran.
Fueron estas opiniones las que cristalizaron en 1877 en la publi-
cacion de Horacio en Espana, que pretende demostrar que Horacio repre-
senta el modelo a que deberTa de obedecer toda la poesTa espanola.
El Horacio en Espana es casi una histori a apologetica de toda nues-
tra poesTa ltr ic a , clasica y erudita, a la cual el autor, a pesar
de su fervoroso catolicismo, se siente muchomas inclinado que a Ta
poesTa romantica de la Edad Media, de los cancioneros y romanceros,
y que a la poesTa romantica novTsima, vaga, difusa y palabrera a
menudo,2°
escribe Valera.
Esta fue sin embargo una actitud predominantemente juvenil. Aun-
que en esencia no haya abjurado de la posicion que constituye su punto
de arranque,2^ Menindez Pelayo hace mas tarde ciertas concesiones, no-
tablemente en lo que respeta a la poesTa popular. Damaso Alonso lo co
men ta, al hablar de la trayectoria ideologica del erudito, en los ter-
minos siguientes:
Al principio de esos anos [eljjerTodo entre cerca^de 1877 y 1891]
parte...de una frenetica, y aun fanatica, adoracion de Ta belleza,
fin tinico, para e l, del arte, adoracion que le llevaba a no admi-
Marcelino^Menendez Pelayo, EpTstola a Horacio, en Bibliografia
Hispano-Latina Clasica, VI, Obras cOmp'letas, op. c i t . , XLIX, p. 33.
28 Juan de Valera, CrTtica l ite r a r ia , op. c i t . , XXIV, p. 222.
29 -
"Menendez y Pelayo era uno de los pocos hombres de nuestra ra-
za en quienes el amor a la antigliedad no fue un tema retori co, ni uria
vanidosa ostentacion, sino una irresistib le tendencia de su alma,"
escribe Antonio Gomez Restrepo en su "Discurso en elogio de Don Marce-
lino Menendez Pelayo," ReVfsta de Archivos, BibliotecaS y Museos, (Ma
drid, enero-julio, 1912)7 xXVt, p. 94.
83
t i r mas forma iTrica que la horaciana y a abominar de casi toda
la moderna literatura europea, y a desdenar, a auri execrar, la
poesTa popularly la poesTa y el gensamiento germanicos, para, al
fin de ese perTodo, llegar (iquien lo hubiera dicho!) a la afirma-
cion rotunda de que tanto lo b ello como lo feo son objeto posible
del arte, y a la admision y d eleitosa comprension de la poesTa
popular y de la literatu ra moderna, tras haberse sumergido profun-
damente en el pensamiento e ste tic o aleman. 30
Este pasaje sugiere varias consideraciones. En primer lugar, Da
maso Alonso nota la repugnancia de Menendez Pelayo hacia las formas
modernas de pensamiento y arte, Esta repugnancia es evidente en casi
todas sus obras, con esporadicas concesiones hacia unos cuantos escri-
tores que se le acercaban emocionalmente. En efecto su conocimiento
de los autores peninsulares contemporaneos parece ser algo limitado,
con una clara excepcion en los escritores asociados a la region mon-
tahesa. Pereda y Galdos son tal vez los mejores ejemplos entre los
ul ti mos. 3^
Aunque en forma algo atenuada, el mismo confiesa su incompatibi-
1idad con casi todo lo moderno. En el discurso de contestacion al de
ingreso de Galdos en la Academia, Menendez Pelayo afirma:
Al hablar de literatura contemporanea, yo vengo como caTdo de las
nubes, si m e permitTs lo familiar de la expresion. M e he acostum-
brado a vivir con los muertos en mas estrecha comunicacion que con
los vivos, y por eso encuentro la pluma difTcil y read a para sa-
30 -
Damaso Alonso, Menendez Pelayo crTtico lite ra rio (Las palino-
dias de Don Marcelino), op. c i t . , p. 11. ~
31 Los libros modernos de su biblioteca eran los que tenTan menos
senales de uso.
l i r del cTrculo en que voluntaria o forzosamente la he confinado.^
Una conocida frase suya, ya atras mencionada, en que declara su inca-
pacidad para entender la poesTa como musica, es tambien representativa
de su actitud estetica ante las formas literarias mas recientes.
Es sorprendente sin embargo que haya escrito cerca de doscientas
paginas sobre la literatu ra inglesa del ochocientos. El interes por
una cultura distante en el espacio y en el sentimiento (iy predominant
|
temente protestante!) en relativo detrimento de los movimientos litera-
rios contemporaneos en la PenTnsula es algo que no es facilmente ex
plicable.
No era sin embargo necesariamente cierto que lo que tuviese el
sello de la antiguedad merecerTa la incondicional predileccion de M e
nendez Pelayo. La Edad Media, por ejemplo, nunca llego a interesarlo
substancialmente durante la primera mi tad de su vida. Y desde luego
el perTodo barroco le parecTa detestable, a e l, hombre orientado por
la claridad y la serena apacibilidad de los clasicos. La atenciSn que
dedico a Lope fue tal vez, mas que interes intrTnseco, una forma indi
recta de ataque a Calderon. A Gongora sencillamente lo detestaba (lo
que Damaso Alonso, imbuido del espTritu del 27, parece no acabar de
comprender). Las Soledades eran para el una obrilla tan execrable co-
m o baladT. Si en alguna manifestacion lite ra ria lo moderno y lo no
hispanico se ahadTan a lo vago y nebuloso, entonces con dobladas ra-
zones se rebel aba contra ello. D e ahT, por ejemplo, su hostilidad ha-
Marcelino Menendez Pelayo, Estudios y discursos de c rttic a his-
citV , X, p. 821
85
cia Becquer o los simbolistas. En el primer caso influTa sin duda su
animadversion hacia lo germanico o germanizante, a que tambien se re-
fiere Damaso Alonso. Al final parece que 1 lego a considerar a Heine
con cierta benevolencia, pero esta fue sin duda una tomada de posicion
absolutamente aislada. Su anti-germanismo esta explTcitamente expre-
sado en el "Brindis del Retiro": "Brindo por la nacion espanola, ama-
zona de la raza latina, de la cual fue escudo y valladar firmTsimo con
tra la barbarie germanica y el espTritu de disgregacion y herejTa que
separo de nosotros a las razas septentrionales." 33
Por otro lado, ofuscado por los destellos clasicos, empieza por
menospreciar la iTrica tradicional, de la cual llega a decir que "no
existe o no vale la pena de restaurarse, y aun oso afirmar que ningun
pueblo la tiene. El genio popular no es lTrico, es epico. . .."3^ Esta
actitud anti-popularista la abandonarTa mas tarde al encontrarse con
los cancioneros galaico-portugueses. La consecuencia logica de esto
fue la admiracion por la ITrica popular espanola, por la cual pasa a
interesarse hondamente hacia 1890. Es igualmente curioso notar como
llego inclusive a preocuparse por la preservacion del romancero popu
lar contemporaneo.
3 3
Marcelino Menendez Pelayo, Estudios y discursos de crTtica his-
torica y lite ra r ia , I II , en Obras completas, op. c i t . , VIII, p. 3^5.
Marcelino Menendez Pelayo, BibliografTa HispanO-Latina Clasica,
op. c i t . , p. 523.
86
La tercera constante en la obra de Menendez Pelayo es su visceral
espanolismo. Su labor se dirigio en una gran parte a una reestructu-
racion y ordenacion de los valores culturales espanoles.
Una intencion fundamental domina todas las obras de Menendez Pela
yo: rehabilitar la cultura espanola de los prejuicios tradiciona-
les, exaltar y difundir^algunos de sus aspectos desconocidos e
insuflar en e l 1 a el espTritu historico para que el pensamiento
nacional se temple de nuevo con la absorcion de la propia savia,
restableciendo la continuidad en la vida intelectual iberica,35
dice un crTtico solo identificable por las iniciales F. de A. R. "A
sua obra, vista ao longo da sua cumiada, nao e d ireitista nem esquer-
dista, e essencial e superiormente espanhola,"^ escribe por otro lado
Fideli no de Figueiredo.
Este espanolismo es ya notorio en sus primeros escritos de alguna
envergadura, los artTculos polemicos que publica en 1876. La polemica
se inicio en torno a la afirmacion de Gumersindo de Azcarate de que la
ciencia espanola se encontraba apagada hacTa tres siglos. La obra que
al final resulto de e lla , La ciencia espanola, (y en este momento hay
que aclarar que por ciencia se entiende sobre todo pensamiento) contie-
ne varios artTculos aparecidos originalmente en la Revista Europea y en
la hoja lite ra ria de La Espana Catolica, otros artTculos posteriores y
el Inventario bibliografico de la ciencia espanola.
^ F.^de A. R., resena crTtica del artTculo de Fidelino de Figuei
redo, "Menendez Pelayo y los estudios portugueses," op. c i t . , p. 185.
Citado en Carlos de Assis Pereira, Ideario CrTtico de Fidelino
de Figueiredo, {Sao Paulo: Faculdade de Filosofia, Cigncias e Letras
da Universidade de Sao Paulo, 1962), p. 13.
Se pretende dar una idea global de la polimica generada por la
actitud nacionalista de Menendez Pelayo y por lo tanto se incluyen
tambien las contribuciones de sus antagonistas.^ No resultaron, po-
drTa decirse, brillantes las conclusiones de la argumentacion expuesta
por Menendez Pelayo. Aunque favorablemente aceptadas por el segmento
mas conservador del pais, muchos fueron los que se les opusieron. Uno
de ell os fue Unamuno, que en sus Ensayos niega la existencia de la fi-
losofTa espanola. Por otro lado, segun Maranon, lo que Menendez Pela
yo escribio sobre la ciencia espanola es de lo mas fragil de su obra,
ya que estos escritos pecan por su tendenciosismo nacionalista, su
grandilocuencia y por la presentacion de enormes avalanchas de nombres
sin que se les acompane de consideraciones solidas de crTtica.
En realidad, el mayor pecado de toda su obra, manifestado con mas
vehemencia por estos anos juveniles, fue su falta de sentido de pro-
porcion en lo que se refiere a lo espanol. La idea imperial lo domi-
naba francamente. N o se trataba, entiendase, de un imperialismo po
litic o , sino mas bien del imperialismo espiritual de las Espanas.
Bajo este aspecto se puede considerar que la polemica tuvo en
realidad connotaciones esencialmente polTticas, aunque Menendez Pelayo
no hubiese tornado una posicion explTcitamente partidarista. Se ve sin
^ Del valor de la obra dice el propio autor: .a m i entender,
el unico merito- (si alguno tiene) de La ciencia espanola, no consiste
en la parte polemica, condenada a morir en cuanto las^circunstancias
pasan, sino en lo que tiene de manual Jiibliografico, unico hasta ahora
de su ginero^entre nosotros.. . (Menendez Pelayo, La ciencia espanola,
cuarta edicion, (Madrid: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,
1915), p. 12.) — ............
88
embargo en la polemica un reflejo del choque ideologico entre los l i
beral es, con los ojos puestos mas alia del Pirineo, y los conserva-
dores, nacionalistas en su acepcion tradicionalista.
Verdaderamente curioso es observar como en el impacto ideologico
producido por Menendez Pelayo sus actitudes, no exactamente polTticas
en el sentido mas estrecho del termino, sino mas bien de un espanolis
m o tradicionalista general, han sido manipuladas para servir a consig-
nas pragmaticamente tendenciosistas. En efecto, en la Espana de la
posguerra se nota la tentativa de presentar a Menendez Pelayo como uno
de los precursores ideologicos del actual regimen. Esto se hizo acen-
tuando desproporcionadamente su conservadorismo y, segun Guillermo de
- — 38
Torre, por la publicacion de sus obras "tendenciosamente amanadas,"
Voces sin duda poderosas se &lzaron para defender la imagen de Menen
dez Pelayo como pro-hombre del sistema. El mismo GeneralTsimo afirmo
alguna vez que Donoso, Balmes, Aparisi, Menendez Pelayo y Vazquez de
on
Mel la eran "los maestros autenticos de nuestro pensamiento."
El ejemplo quiza mas absurdamente significativo de esta actitud
se puede sin embargo encontrar en las palabras del padre jesuita Sal
vador Cuesta, en la revista Humanidades, de Santander:
La filosofia de Renovacion y Accion Espanola, la de la Confedera-
OO ^ _
Guillermo de Torre, "Menendez Pelayo y las polemicas sobre Es
pana," Sur, (julio, 1942), no. 94, p. 75.
39 Citado en Ricardo del Arco y Garay, La idea de imperio en la
polTticay la literatu ra espanolas, (Madrid: Espasa-Calpe, 1944),
p. 775. !
89
cion Espanola de Derechas Autonomas, son adecuadamente de inspira-
cion menendez-pelayista. Y la de los tradicionalistas, los dis-
cursos y artTculos de Jose Antonio, los de Peman y de Esteban Bil
bao y los de Onesimo Redondo, como los mas modernos de Arrese, y
senoreandolos a todos, los de Franco, hincan sus raTces en el pen
samiento catolico-nacional de Menendez Pelayo.40
De enfoques semejantes escribe Cuenca Toribio:
No hay nada peor para un hombre de pensamiento que el:que su figu-
ra se convierta—por razones siempre distantes y ajenas a la vida
del espTritu—en bandera polTtica, con la cual se pretende la con
version de los infieles a una determinada doctrina y ampare la ac-
ciOn de "los cruzados." Cuando un autor o una obra se transforma
asT en elemento de la orientacion oficial de un paTs, es logico
que los sectores enemigOs de esa trayectoria intenten destruirlo.
El resultado inevitable es el falseamiento de tal figura, desme-
dulada por la hipocresTa de unos y la ignorancia de otros.41
A este problema se refiere tambien Fidelino de Figueiredo en As
Duas Espanhas^ Escribe ahT que la mentalidad espanola, segun el in-
capaz de concebir lo que no sea una posicion extrema, situo a Menendez
Pelayo en las derechas y dio a su obra un sentido politico que no te-
^ 43
nTa. En lo ultimo habrTa que conceder razon al crTtico portugues.
40 Citado en Antonio Alatorre, "Menendez Pelayo, problema histo-
rico," Cuadernos americanos, (eriero-febrero, 1957), XCI, no. 1, p. 193.
41 Jose Manuel Cuenca Toribio, Marcelino Menendez Pelayo, op. cit.
p. 11. :
^ Fidelino de Figueiredo, As Duas Espanhas, op. c it.
43 Tampoco aquT hay^unanimidad de opiniones: "Las ideas polTticas
de Menendez Pelayo, que el procuro fundamentar en sus libros, fueron
en su primera epoca notori amente apasionadas; pero, a partir de la pu-
blicaciOn de las Ideas e stetic a s, no vuelve a aparecer en su obra aquel
tono de agresividad y violencia caracterTstico de su juventud." Esto
escribe Pedro Sainz y RodrTguez en La evolucion de las ideas sobre la
decadenci a es pano1a , (Madrid: Editorial AtlSntida, s . f . ) , pp. 79-80.
90
En efecto, sin negar la intensidad de los principios basicos de nacio-
nalismo y tradicionalismo que siempre defendio con ahinco, en un plan
mas concreto la posicion de Menendez Pelayo, tal como se expresa en su
obra, es relativamente ajena a consignas polTticas o inclusive, cuando
no lo es tanto, representa una postura bastante mas moderada que lo
que generalmente se pretende hacer creer. Lo esencial de todo el pro
blema es que Menendez Pelayo valorizo siempre la erudicion pura muy
por encima de estrechos pragmatismos partidarios. £Que otra conclu
sion se puede sacar de laactuacion polTtica de un hombre que, hablando
a electores de quienes esperaba los votos que lo llevanan a las Cor
tes, los brinda con un discurso sobre Raimundo Lulio?
La dimension mas simpatica del problema del nacionalismo de Menen
dez Pelayo es todavTa el hecho de que es aglomerativo, no discrimina
tive. De esto se hablara despues con mas extension al considerar su
concepto de hispanidad. Por ahora basta subrayar que su vision de lo
espanol contenTa los valores producidos por todos los pueblos que se
encuentran culturalmente ligados a Castilla, a los cuales nunca dejo
de atribuir considerable importancia en el complejo hispanico. A pro-
posito escribe Cuenca Toribio:
D e su estancia en tierras catalanas, extrajo Don Marcelino uno de
los nervios fundamentales de su ideario politico: el amor y res-
peto a las diferentes culturas regionales del paisi la comprerision
de Espana como una unidad fcirmada por la integration de muchas for
mas de v id a....44
^ Marcelino Menendez Pelayo, op. c i t . , pp. 25-26.
91
Esta idea se podna por supuesto ensanchar hasta abarcar, ademas de
dichas regiones espanolas, a Portugal y a Hispanoamerica. D e hecho
este "espanol incorregible" (como a sT mismo se categorizaba) no super-
valorizo exageradamente la cultura castell ana en detrimento de la peri-
ferica, como tantos otros hicieron. Y hay que comprender el termino
periferico en un sentido tanto geografico como etno-cultural, ya que
Menendez Pelayo siempre se mostro atento no solo a las manifestaciones
espirituales de catalanes, portugueses o hispanoamericanos, como igual-
mente a las de arabes y judios espanoles.
Mucho se ha discutido sobre la estabilidad o inestabilidad de las
posturas ideologicas de Menendez Pelayo. Varios de sus crfticos lo
consideran monolTtico, incapaz de adaptar sus perspectivas a nuevas
circunstancialidades o solicitaciones. Otros ven su estatismo bajo un
angulo mucho mas positivo: "Nace maduro desde sus primeras paginas,"
escribe Guillermo de T orre.^ La observacion podrTa ser justificable
en cuanto a su ubicacion ideologica, aunque no en relacion al equili-
brio de sus razonamientos. Sin embargo la mayorTa (o por lo menos la
mayorTa de sus crTticos mas autorizados) toma la posicion contraria a
esta. Todos ellos parecen estar de acuerdo en dividir su trayectoria
ideologica (y emotiva, habrTa tal vez que anadir) en dos fases esen-
46
ciales. Es lo que dice por ejemplo Antonio Alatorre, al reconocer
Guillermo de Torre, Menindez Pelayo y las dos Espanas, op. cit.,
p. 18.
46
Antonio Alatorre, "Menendez Pelayo, problema historico," op.
c i t . , pp. 182-195,
92
que el pensamiento del maestro evoluciono y se enriquecio hasta llegar
a un caracter mucho mas comprensivo, sereno y universal. LaTn Entral-
go empieza por distinguir cuatro fases (la primera la de La ciencia
espanola y de los Heterodoxos, la segunda la de las Ideas e s titic a s ,
la tercera la de la AntologTa y la cuarta la de los OrTgines de la no
vela). M as adelante reduce sin embargo a dos las etapas esenciales
de su vida,
una, tormentosamente apasionada y multiapetente, constituTda por
los anos de peregrinacion, polemica e indecision, o quiza poli-
decision vocacional; otra, serenamente apasionada y apetente de
una solacosa--el trabajo intelectual de historiadoi— edificada
en los anos de maduro y reposado magisterio,^'
anadiendo que la primera revela mayor ambito pero menor calidad.
SerTa difTcil sintetizar en una sola categorTa la importancia de
la obra de Menendez Pelayo. Sin duda la primera reaccion es dejarse
impresionar mas por la cantidad que por la calidad. Fue sin duda el
ultimo gran polTgrafo espanol, aunque el poligrafismo hubiera sido
quiza su calcanar de Achiles. Ademas del comun denominador de la or-
todoxia catolica y de la exaltacion de Espana (mas correcto serTa de-
cir de las Espanas) poco hay que ofrezca en tan vasta obra una dimen
sion de uni dad. Son varios sin embargo los aspectos positivos de su
labor que a lo largo de los tiempos han sido apuntados por sus crTticos,
La mayor parte de estos aspectos positivos han conseguido sobrevivir
a la crftica adversa que tambien se alzo contra Menendez Pelayo y que,
^ LaTn Entralgo, Menendez Pelayo—His tori a de sus problemas in
telectual e s, op. c i t . , p. 332.
93
hay que decirlo, revelo muchas de sus inconsistencies y limitaciones.
Su valor informativo, por ejemplo, (e indudablemente la informa-
cion es siempre solida, detallada y armonicamente articulada) esta
constantemente presente en su obra. Dice Damaso Alonso: "...siempre
el lector de una pagina de Menendez Pelayo resulta enriquecido; siem
pre aprendemos algo de e l, aun en aquellos casos en que no podemos es-
48 -r t
ta r conformes con lo que dice." LaTn Entralgo y AzorTn algo se acer-
can a este enfoque. El primero considera que la inteligencia de M e
nendez Pelayo esta mas dotada para la vision.que para la creacion,
AzorTn, en Clasicos y modernos, tacha la crTtica de Menendez Pelayo
de meramente erudita y enumerativa, sin que sea interna, interpreta-
tiva y psicologica. Guillermo de Torre, por otro lado, contradice
esta actitud, al afirmar que los dos aspectos estan presentes.
La opinion de Antonio Alatorre de alguna manera coincide con la
de los primeros: "El Menendez Pelayo que nos importa no es, pues, el
pensador, sino el crTtico lite r a r io . Com o pensador, ha sido superado
49
y su mensaje no tiene nada que ver con nosotros." Conclqye que lo
que vale en su obra son los hechos que apunta y no su interpretacion
fanatica de ell os.
Segun apunta Angel del RTo,5° Meneridez Pelayo logra dar el senti-
Damaso Alonso, Menindez Pelayo crTtico literario (Las palino-
dias de Don Marcelino), op. c i t . , p. ZQ. r— 1
^ Citado en Guillermo Lohmann Villena, Menendez Pelayo y la his-
panidad (Madrid: Rialp, 1957), p. 196.
50 Angel del RTo, Hfstdriaade ■ late literatura espanola, (Nueva York:
Holt, Rinehart and Winston,- .1963), II, p. ??}. —-- —
94
do de la totalidad y de la uni dad de la cultura hispanica, para lo que
combina el metodo historico y erudito con la valoracion estetica. Es
cribe a continuacion que en lo que tiene de esencial, su postura crT-
tica es todavTa valida. Esta es evidentemente una opinion refutada
por muchos de los mas modernos estudiosos de la obra menendezpelayana.
Fidelino de Figueiredo, el mas destacado discTpulo portugues del
maestro, en As Duas Espanhas considera maravillosa "a intuigao divina-
toria de Menendez y Pelayo, o seu genio interpretativo e a sua capaci-
C*l
dade de construtor de sTnteses." En ese mismo libro apunta el hecho
de que la obra de Menendez Pelayo representa una revalorizacion crT-
tica de la historia intelectual de Espana.
Las facetas negativas tampoco dejan de ser senaladas por sus crT-
ticos, a veces con una violencia e intransigencia en absoluto injusti-
ficadas. Algunos apuntan la intranscendencia de su prosa, o de parte
de el la. Quiza uno de los defectos del grupo acusador haya sido la
generalizacion demasiado rapida. El apasionamiento, el intuito pre-
dominantemente combativo, inclusive la distorcion de los hechos para
servir a conclusiones pre-formuladas estan en efecto presentes en la
obra juvenil de Menendez Pelayo, principalmente representada por La
ciencia espanola y los Heterodoxos. Pese a ello, poco a poco va ganan-
do equilibrio, serenidad y mayor hondura de observacion crTtica. La
Historia de las ideas esteticas en Espana representa ya una fase de ma-
51
Fidelino de Figueiredo, As Duas Espanhas, op. c i t . , p. 186.
95
i
j yor maturidad ideologica y aun formal. Es sin embargo con sus OrTge
nes de la novela que alcanza el punto mas alto. Es esta la obra cuya
validez ha sido desde luego menos atacada hasta nuestros dTas. Se de-
be probablemente el hecho a la naturaleza de su contenido tematico,
por la distancia temporal a que se encuentra menos susceptible de con
troversies o posiciones apasionadas que otras de las restantes obras
claves del autor.
Ademas de la insubstancialidad ideologica de la primera etapa,
otros defectos se le podrTan igualmente senalar. A pesar de que su
e stilo es por lo general soli do y escueto (decTa el que en materia de
estilo su aspiracion era no tenerlo) ocasionalmente se le llegan a no-
■
tar toques de retoricismo por cierto facilmente excusables si se consi-
deran las tendencias de la epoca en este campo.
Por otro lado es curioso que este paladin de la lucidez y de una
' - ’ y
organizacion que llegaba a ser exhaustiva, dejo inacabadas algunas de
sus obras fundamentales. Desde luego es inmediatamente comprensible
como su deseo de agotar el asunto lo llevaba a empresas cuya enverga-
dura era obviamente sobrehumana.
Son estos sin embargo defectos secundarios o, a lo mas, parciales,
que difTcilmente justifican el tono de crTticos como Alatorre o Unamu
no. Dice, por ejemplo, el primero: "El Menendez Pelayo de la Ciencia
espanola, de los Heterodoxos y de muchos de sus Ensayos de c n tic a fi-
1osofi ca no es siquiera un verdadero pensador; es un hombre de prejui-
96
cios, de soluciones dadas con anterior! dad a toda discus ion del pro
blema." 52
El volatil Unamuno es sin duda harto mas impiadoso: "...ique da-
no ha hecho la grandilocuente superficialidad de Marcelino Menendez y
Pelayo, mozo, el de los alegatos catalogicos—de catalogo— -de La cien
cia espanola, el sectario de Los Heterodoxos espanoles, el forjador de
la leyenda blanca!"^
iQue huella dejo realmente el polTgrafo en las generaciones que
se le siguieron? Una respuesta inequTvoca a esta pregunta sera quiza
difTcil de dar. Por razones obvias, los que vinieron despues conside-
raron la obra de Menendez Pelayo bajo enfoques distintos y, en algunos
casos, como el de la generacion del 98, antipodicamente opuestos. Por
un lado, inclusive despues de su muerte siguio "la estratagema del si-
lencio." Palacio Atard apunta la indiferencia que hacia su obra re
vel aron los krausistas, sobre todo la Institucion Libre de Enseijanza.
Nota tambien el silencio hacia el de la Revista de FilologTa Espanola,
dirigida por su discTpulo Menendez Pi dal, asT como el de Ortega y Gas
set. Anade que Angel del Rio y M . J. Bernardete no lo incluyen eh su
antologTa de textos sobre el concepto contemporaneo de E s p a n a , e n
52 -
Antonio Alatorre, "Menendez Pelayo, problema historico," op.
cit i , pp. 189-190.
5 3
Guillermo de Torre, Menendez Pelayo y las dos Espanas, op. c i t .,
p. 8.
J 54 Angel del Rio y M . J. Bernardete, El concepto contemporaneo de
Espana; AntologTa de Ensayos (1895-1931), (Buenos Aires: Editorial
Losada, 1946).
97
donde figuran 35 autores, no todos de primera plana. Este fue sin duda
un silencio premeditado, lo que de alguna manera no deja de ser un
reconocimiento, o por lo menos una negativa constatacion de la impor-
tancia del crftico.
A las promociones que se le siguen dejana por lo tanto un senti-
do de unidad y continuidad de la cultura nacional. Ejerce por ejemplo
honda influencia sobre investigadores como Menendez Pi dal, Cejador y
Frauca, Cotarelo y Mori* amen de tantos otros. Inclusive podrTa decir-
se que mucho de lo que se escribio por estas fechas sobre la decadencia
espanola se debe directa o indirectamente al impulso inicial de Menen
dez Pel ayo.
Otro importantTsimo aspecto de sus esfuerzos fue que trato de
transmitir a sus discTpulos, segun sus propias palabras, el "recto
camino y la severa disciplina del metodo." A esto se podrTa anadir
que una de sus contribuciones esenciales como maestro fue haberles
dejado la nocion de la enorme importancia de la independencia de cri-
terio.
Habra tambien que decir que su posicion cronologica como el primer
verdadero crTtico de las literaturas hispanicas es sin duda un factor
de la mayor importancia, no sol amente en la apreciacion intrTnseca de
su obra como en el estudio de los movimientos crTticos que se le si- *
guieron. AiTadase que en cuanto al caso especTfico de la literatura por-
tuguesa fue el el primer investigador extranjero que se le dedico a
fondo. Aunque, partiendo de su concepto unitario de literatura hispa-
98
nica, no se preocupase nunca de dar una vision armonicamente estruc-
turada de la portuguesa, la minuciosidad con que estudio algunos de
sus perTodos y aspectos fue extraordinary a.
Lo curioso es que* despues de todo, sus contactos directos con
Portugal fueron relativamente limitados. Su primera permanencia en ese
pais no se oriento exactamente hacia un estudio de la literatura portu
guesa como ta l, sino mas bien a encontrar ecos portugueses de dos pro-
blemas que entonces le interesaban especialmente para futuros trabajos:
el horacianismo y la heterodoxia. En su segunda visita a Portugal no
parece haber hecho ninguna pesquisa seria. Por lo demas, los contactos
con portugueses nunca fueron muy solidos o persistentes, aunque si nu-
merosos. Valera fue el que por algun tiempo trato de atraerle hacia
la literatura portuguesa* pero Menendez Pelayo casi siempre prefirio
optar por caminos distintos a los que su ex.mentor le apuntaba. Valera
le fue sin embargo de gran utilidad al proporcionarle fuentes, lo mis-
m o que Garcia Peres, aunque este en menor grado. Se podrTa por lo tan-
to concluir que son de importancia relativamente secundaria para su
obra sobre literatura portuguesa todos los pasos de su vida que repre-
sentaron un acercamiento directo con Portugal. En esto, como en tantas
/
otras cosas, Menendez Pelayo seguTa viviendo sobre todo "con los muer-
tos."
IV
M EN EN D EZ PELA Y O FRENTE A LA LITERATURA PO RTU G U ESA
99
100
I
A. Su postura en relacion a la literatura portuguesa en general
Antes de pasar al estudio de las actitudes de Menendez Pelayo ha-
bria que definir los limites de lo que entendemos en nuestro caso por
literatura portuguesa. Sera esencialmente la literatura de ficcion, en
prosa o verso, y su respectiva crTtica, escritas en portugues por por
tugueses, lo que a continuacion sera tratado. La expresion en portu-
giies por portugueses tendra que ser interpretada con una relativa flexi-
bilidad en lo que respecta a las primeras manifestaciones poeticas,
puesto que la casi total indiferenciacion linglfTstica entre la Galicia
y el Portugal de esa epoca, asT como la imposibilidad de determinar con
exactitud el origen geografico de muchos poetas, llevan obviamente a
la impracticabilidad de estudiar la literatura galaico-portuguesa me
dieval de acuerdo con lTneas divisorias nacionales.
Este criterio de seleccion excluira por lo tanto autores portugue
ses que escribieron exclusivamente o casi exclusivamente en latTn o
castellano, como por ejemplo Jorge de Montemayor, entre ellos tambien
los de nacionalidad dudosa, como Francisco Sanchez o Leon Hebreo, y
finalmente los que escribieron sobre materia no lite ra ria , como Francis
co de Holanda o Don Juan IV. A todos ellos Menendez Pelayo dedica su
atencion—a algunos con largo detenimiento—pero nos parece que ninguno
de ellos representa un elemento significativo per se en el marco de las
letras nacionales portuguesas,
Por supuesto, el criterio de basar esta delimitacion de la l ite r a
tura portuguesa en factores lingtiTsticos y nacionales (en el sentido
101
politico) contrasta claramente con la actitud general de Menendez Pe
layo en este punto. El estudio de su actitud sera sin embargo mas sig-
nificativo si eliminamos zonas literarias fronterizas y nos parece re-
presentar mejor esa autonomTa nacional portuguesa que Menendez Pelayo
niega en absoluto. No queremos ocultar la importancia de esas zonas
ni siquiera la identidad de procesos e ideales de varios perTodos de
la historia lite ra ria peninsular. Lo que sin embargo pretendemos a
continuacion estudiar son las motivaciones que llevaron a Menendez Pe
layo a generalizar esos aspectos a punto de extender!os a toda la tra-
yectoria lite ra ria portuguesa. Accesoriamente a esto esperamos que se
revele a traves del estudio la consecuente—y obvia—implicacion de que
en sus epocas de mayor efervescencia lite ra ria Portugal escogio un rum-
bo patentemente distinto del espanol.
La postura de Menendez Pelayo sobre la falta de autonomTa de la
literatu ra portuguesa arranca naturalmente de su concepto de literatu ra
espanola, a la vez un subproducto de su creencia en una hispanidad cul
tural aglutinativa. A cada momento, en su obra, Menendez Pelayo insis-
te en la teorTa de que existe un genio hispanico comun, revelado por la
emergencia de diferentes manifestaciones literarias en lugares y epocas
distintos. El hecho de que esas manifestaciones puedan tener caracter
diferenciador segun la region en que fueron producidas no implica para
el la existencia de literaturas nacionales, sino tan solo de literatu -
ras parcel ares que completandose llegan a presentar el caracter global
de la literatura hispariica o, para usar el termino preferido de Don
Marcel ino t espanol a.________________________________________________________
102
El sentido especial con que usa la palabra espanol y sus variantes,
merece desde luego algunas consideraciones preliminares. Quiza sea en
el discurso que pronuncio en una comida de homenaje celebrada en el Re
tiro , durante la celebracion del centenario de Calderon, que Menendez
Pelayo mas concretamente define las razones que lo llevan a este uso
especTfico del termino:
Y ya que m e he levantado, y que no es ocasion de traer a esta reu
nion fraternal nuestros rencores y divisiones de fuera, brindo por
los catedraticos lusitands que han venido a honrar con su presenci'a
esta fiesta, y a quienes miro y debemos mirar todos como hermanos,
por lo mismo que hablan una lengua espanola, y que pertenecen a la
raza espanola; y no digo iberica, porque estos vocablos de iberismo
y deunidad iberica tienen no_se que mal sabor progresista. 3T:
espanola, lo repito, que espanoles llamo siempre a Tos portugueses
'Chmoens, y aun en nuestros dTas Almeida Garrett en las notas de su
poema Camoens, afirmo que espanoles somos y que de espanoles nos
debemos preciar todos los que habitamos en la Peninsula Iberica.'
El primer comentario que se podrTa hacer a estas palabras serTa
que es absolutamente erroneo que Camoens hubiese sistematicamente usado
la palabra espanoles para categorizar a los portugueses. M uy al con-
trario. Si es cierto que en varios pasos de los LusTadas usa Espanha
para designar la Peninsula en to ta l—o en sentidos en que la palabra
tanto podrTa designar la PenTnsula como tan solo Espana misma —y que
ocasionalmente emplea el adjetivo hispano con el sentido de peninsular,^
el hecho ineludible es que tan solo dos veces se refiere inequTvocamen-
1 "Brindis del Retiro," en EDCHL, op. c i t . , I l l , p. 886.
2
"Eis aqui se descobre a nobre Espanha," Luis de Camoes, Os LusT-
das, (Lisboa: Editorial Minerva, T964), p. 120.
3 "Vestido o Gama vem ao modo Hispano," idem, p. 104.
103
te a Portugal y a los portugueses bajo las designaciones apuntadas por
Menendez Pelayo. 4 Por lo demas son innumeras las ocasiones en que
Camoens emplea Espanha en el sentido moderno o inclusive caste!hanos
o similares al referirse especTficamente a los espanoles. El punto mas
significativo es, sin embargo, que cuando menciona a los portugueses
a lo largo del poema usa 64 veces lusitanos o palabra semejante y 52
el vocablo portugueses o un derivado de el. D e hecho, considerando el
intense espiritu etnocentrista y hasta xenofobo—una xenofobia frecuen-
temente dirigida contra Espaha—que encierra el poema, difTcil serTa
admitir un uso tan indiferenciado de la palabra espanol.
En cuanto a Almeida Garrett es innegable que uso la palabra espa-
hoi en el sentido senalado por Menendez Pelayo. Veamos lo que escri-
bio en la Nota D al poema Camoes, a proposito de la frase "Do castelha-
no cenobita o hospede":^
Nem uma so vez se achara em nossos escritores a palavra espanhol
designando exclusivamente o habitante da Peninsula nao portugues. 6
4 La primera vez es el Canto VII, cuando escribe: "...d esta gente
estranha,/que as suas terras vem da ignota Espanha," idem, p. 387.
Desde luego en este caso no serTa d ificil llegar a la conclusion que
las necesidades^de la rima se hayan muy posibleniente sobrepuesto a la
precisihn geografica. La otra es en el Canto VIII, cuando Camoens a-
liide a "mercadoria Hispana" (idem, p. 407) en relacion a la mercancTa
ofrecida por Vasco da Gama al Catual.
^ Almeida Garrett, Camoes, (Lisboa: Empresa da Histori a de Portu
gal^ p. 35.
6 Lo que es evidentemente una generalizacion infundada. Es natu
ral que hasta fines del siglo X V se prefiriese la palabra caste!hano,
que representaba una realidad polTtica concreta. Es cierto tambisn
que en el siglo X V I los autores portugueses siguen usando ese termino,
104
Enquanto Castela esteve separada de Aragao, e ja muito depois de
j uni da a Leao, e tc ., nos e as outras nagoes das Espanhas, aragonesess
granadas, castelhanos, portugueses e todos, eramos por estranhos e
dOmesticos comummente chamados espanhois;.. .A fatal perda da nossa
independencia polTtica depois da batalha de Alcacer-Quibir, deu
o tTtulo de reis das Espanhas aos de Castela e Aragao, que o con-
servaram ainda depois da gloriosa restauragao de 1640. M as espan-
hois somos, e de espanhois nos devemos prezar todos os que habita-
| mos esta peninsula. >
Es, sin embargo, una posicion algo sofista la que toma Menindez
Pelayo al citarlo a este respecto, lo que desde luego es caracteristico
de su epoca de menos madurez. Aunque haya que reconocerse que estas
palabras de Garrett son algo desconcertantes, si se consideran sus ac-
titudes generales en relacion al problema de las relaciones ibericas,®
Menendez Pelayo deberTa haber tenido la integridad intelectual sufi-
ciente para examinarlas dentro de un contexto general y no de utilizar-
j las como base de defensa de una verdad parcial. En realidad, en casi
toda la obra de Garrett se nota el antagonismo hacia Espana. Su Frei
LuTs de Sousa es el ejemplo mas claro, incluso porque es una obra en
quiza por razones de inercia lingTitstica. Sin embargo es pan hoi, en
contraste con portugues, aparece ya en autores del siglo XVII como
Rodrigues Lobo, el Padre AntOnio Vieira y ocasionalmente en D. Fran
cisco Manuel de Melo. En el siglo XVIII Verney usa corrientemente
espanhol. El vocablo parece no estar aun, Hasta ese siglo, bien im-
plantado en el idioma, ya que coexiste con caste!hano. Es sol amente
la lengua del XIX que confiere a castelhano un tono decididamente ar-
caico.
^ Almeida Garrett, Camoes, op. c i t . , p. 135.
8 - ^ .
El mismo Menendez Pelayo lo reconoce en otro lugar, a proposito
de este mismo uso de la palabra espanoles: "Esto lo escribe urio de
los mayores enemigos de la idea de uni dad peninsular," "Programa de
literatura espanola," EDCHL, op. c i t ., I, p. 8.
105
que la realidad historica fue distorsionada (en la vida real Manuel
de Sousa Coutinho sirvio lealmente a Felipe II) para ilu s tra r el senti
do patriotico e hispanofobo. iComo se explicaran por consecuencia sus
palabras? SerTa difTcil decirlo, a menos que se las tome como una de-
fensa, aunque erronea, del purismo lingtlTstico.^ El caso es que el
mismo Garrett usa en el poema Camoes la palabra portugues (o a veces lu-
sitano) con fuerte carga emotiva y nunca se le ocurre substituirla por
espanhol. Lo mismo sucede en sus escritos politicos en que distin
gue con toda nitidez entre los vocablos Espanha o espanhol y Portugal
o portugues, llegando incluso a contrastar abiertamente Espanhas (Cas-
11
t i l l a y Aragon) con Portugal.
Habiendo establecido que los portugueses se incluyen bajo la desig-
nacion de espanoles, Menendez Pelayo pasa con toda la consistencia a
usar el termino en este contexto, explTcita o implTcitamente. Ya en un
trabajo escolar, presentado en la Universidad de Barcelona, incluye a
Gil Vicente, con sus obras portuguesas, y a Antonio Ferreira en un tema
de literatura espanola.
Es curioso observar que Oliveira^Martins coincidiria mas tarde
con Garrett—y consecuentemente con Menendez Pelayo—en su uso de la
palabra espanol. ^En una carta a Don Juan Valera escribe: "De todos os
povos ocidentais e o espanhol (deixe-me incluir, como portugues, na con-
ta) o mais bem dotado. . . , 1 1 Correspondencia de J. P. Oliveira Martins,
op. c i t . , p. 42. Esta actitud es obviamente mucho mas explicable en
Oliveira Martins, pese a su oposicion a la formula polTtica iberista,
si consideramos su constante hispanismo cultural.
^ Almeida Garrett, Portugal na Balanga da Europa, (Londres: S.W.
Sustenance, 1830).
11 Idem, p. 15.
106
Tambien su primera obra de la madurez, La ciencia espanola, con-
tiene un vasto numero de nombres de portugueses entre sus largas rela-
ciones de eruditos espanoles. Es curioso observar como en esta obra
llega sin embargo a referirse al matematico Pedro Nunes como hispano-
12
lusitano. Por cierto que la tendencia hacia el pleonasmo que aquT
se esboza se vuelve mucho mas evidente en otro pasaje, en el cual, al
referirse a una obra de Filinto Elisio, usa la frase "ninguna otra com-
13
posicion 1 usitana portuguesa.
En otra ocas ion Menindez Pelayo se explaya en una justificacion de
su empleo de estos vocablos:
/
iNecesitare explicar por que he llamado a este libro Horacio en Es-
pana y no Horacio en Iberia? Lo primero, porque el nombre de Ibe
ria 1o desacreditO entre las gentes de buen seso cierto parti do
politico, Lo segundo porque el nombre de Espana^ que hoy abusiva-
mente aplicamos al reino uni do de Castilla, Aragon y Navarra, es
nombre de region, nombre geografico y Portugal es y sera tie rra es
panola aunque permanezca independiente por edades infinitas; es
mas: aunque Dios la desgaje del territo rio peninsular, y la haga
andar errante, como a Delos, en medio de las olas. No es posible
romper Tos lazos de la historia y de la raza; no vuelven atras los
hechos, ni se altera el curso de la civilization por divisiones po-
iTticas (siquiera duren eternamente), ni por voluntades humanas.
TodavTa en este siglo ha dicho Almeida Garrett, el poeta portugues
por excelencia: "Espanoles somos y de espanoles nos debemos pre-
ciar cuantos habitamos la Peninsula Iberica." Esparfa y Portugal
es tan absurdo como si dijeramos Espana y CatalufTa. A tal extremo
nos han traTdo los que llaman lengua espanola al castellano e in-
12
La ciencia espanola, II, p. 415 en Obras completas, op. c i t .,
LIX . — ! -------- ------------------------
1 o _
J EDCHL, op. c i t . , X, p. 263. En cambio, paradojicamente inclu-
ye a autores portugueses en su Antologia de poetas iTricos Castellanos.
107
curren en otras aberraciones por el e s t i l o . ^
Aunque aceptaramos la teoria de Menendez Pelayo de que existe ab-
soluta identidad cultural entre todas las regiones peninsulares, que-
daria aun por resolver una cuestion de orden practico: si el nombre
de Espana, aplicado a la unidad politica, esta usado abusivamente,
ipor cual otro substituirlo? Y puesto que el termino Iberia le repug-
naba por las implicaciones federalistas que sugerTa, ipor que no usar
Peninsula Iberica en el sentido geocultural y Portugal en el politico?
En cuanto a la idea expuesta en el pasaje citado, habrTa que ana-
dir—quiza un poco superfluamente—que estaslTneas fueron escritas en
la fase mas polemica de la carrera de Menendez Pelayo. Como se puede
facilmente observar, en ell as Don Marcel ino se apoya mas en recursos
retori cos que en la solidez de sus argumentos. En realidad, de ningu-
na manera ju stific a aquT esa identidad cultural que casi dogmaticamente
pregona.
A lo largo de su obra implica frecuentemente, a traves del uso
del termino espanol, la falta de identidad cultural de los portugueses,
como por ejemplo en la siguiente frase, al referirse a la voluminosa
produccion de los liricos lusitanos contemporaneos: "lo mismo aconte-
ce entre nosotros: en esto, como en todo, son espanoles los portugue
ses.
Lo que en realidad es curioso—y ademas algo contradictorio—es
^ BH-LC, op. c i t . , VI, pp. 29-30.
15 EDCHL, op. c i t . , V, p. 270. _______
108
que si pretende minimizar las caracterTsticas diferenciadoras naciona
les haga con tanta frecuencia preceder el nombre de un determinado au-
tor de la expresion "el portugues." Esto lo hace tambien con expresio-
i
nes como "el gallego" o "el valenciano"—mas raramente "el castellano'1 --
pero no con la consistencia con que identifica el origen de los auto-
res lusitanos. iNo significara esto, por tanto, una latente conscien-
cia de que la dicotomTa es mas profunda en el primer caso? En efecto
parece logico admitir que sT y que aquT el concepto preformulado de la
hispanidad cultural no logra totalmente sobreponerse a sus tendencias
naturales de expresion.
Es obvio que por detras de la mera preferencia por uno u otro te r
mino yace un factor mucho mas importante, al que ya varias veces hemos
aludido y que convendrTa ahora considerar de nuevo con mas detern*mien-
to: la perspectiva de Menendez Pelayo sobre la mutua relatividad de
los valores de espTritu portugues y espTritu hispanico.
Son rarTsimos los cases en que Don Marcelino lleva el problema has
ta un piano politico, En relacion a la situacion contemporanea y a
las entonces frecuentes tentativas de union iberica mantiene una admi
rable abstencion. Parece sin embargo considerar que se forzo el curso
historico natural en 1640, cuando se deshizo la union polTtica de los
dos reinos. Observense por ejemplo las connotaciones contenidas en el
uso de la palabra naufragio en la frase siguiente: "Lope, favorecido
de la suerte en tantas cosas, lo fue tambien en recibir la visita de
109
Ifi
la muerte antes que sus ojos presenciasen el naufragio de 1640. " 10
i ' *
En otra frase muestra tambien con toda la claridad como conside-
raba el perTodo de 1580 a 1640 representative de la mas logica solucion
polTtica para la Peninsula. En dicha frase se refiere al Duque de Alba
como "conquistador 0 mas bien reintegrador de Portugal a la uni dad es
panol a. "V?
La postulacion del problema bajo un prisma politico es sin embargo,
- 18
como ya se dijo antes, absolutamente esporadica. El factor en que
lfi —
Marcelino Manendez Pelayo, Estudios sobre el teatro de Lope de
Vega, VI, p. 241, en Obras comp!etas, op. c i t . , XXIV. De aquT en ade-
lante esta obra se designara por las iniciales ESTLV.
17 Marcelino Menendez Pelayo, Antologfa de poetas liricoS eastella-
nos, X, p. 37, en Obras completas, op. c i t . , xXVl. D e aqut en adelante
esta obra se designara por las iniciales APLC.
18 - -
Y ademas planteada en terminos muy generalizantes. Por ejem-
plo, al comentar la afirmacion de Teofilo Braga^de que la acciSn repre-
siva del catolicismo hizo de Portugal "una nacion esterilizada y s'om-
bria," Menendez Pelayo escribe:
"Si Portugal es una nacion esterilizada y sombria, la culpa no
es del parti do c le ric a l, si no de haberse empenado los portugueses
en formar nacidn y gente agarte, sin recursos para ello, y aun sin
tener verdadera uni dad organi ca y poderosa. Portugal se mueve en
un circulo de hierro: quisiera s a lir del_espiritu y de la naciona-
lidad peninsular, y no puede,^y cuantos mas esfuerzos hace por ais-
larse, su actividad resulta mas e s te ril, y mas sombria su tristeza.
Comparese el estado de Portugal con el de Cataluna, y digase de^bue-
na fe si para la vida y prosper!dad de un pais de corta extension
vale mas la autonomia que la union sincera y leal con pueblos de la
misma raza y analogas tradiciones, aunque tengan diversa historia
y lengiia. Portugal forma hoy un reino al modo de lajldad Medi_a; no
forma ni puede formar una nacion en el sentido etnologico, y esta
es la causa de todos sus males." (Marcelino Menendez Pelayo, His-
toria de 1os heterodoxos espanoles, IV, p. 166, Obras completas,
op. c i t . , XXXVIII. De aquf en adelante esta obra Se designarS por
las iniciales HHE.)
110
Menendez Pelayo hace decididamente hincapii es la identidad cultural,
reveladora de un genio nacional hispanico. No quiere esto decir que
el genio hispanico no pueda sin embargo provocar consecuencias polTti-
cas o de otro orden: "Es ley de la civilizacion peninsular que al
mismo tiempo y por los mismos pasos vengan siempre en ambos reinos las
T IQ
revoluciones politicas y religiosas," escribe en los Heterodoxos.
Su "ecumenica dimension hispanica," como dice Lohmann V illen a,^
transciende inclusive el marco peninsular y abarca los pa.Tses hispano-
americanos, a los cuales ocasionalmente denomina regiones. No parece
haber aquT, de nuevo, cualquier connotacion polTtica: en sus escritos
deja la impresion de aceptar sin objecciones la autonomTa de las anti-
~ 21
guas colonias espanolas.
Es, sin embargo, en su Programa de literatura espanola,22 escrito
en 1876, que Menendez Pelayo articula con mayor extensi5n sus puntos
de vista sobre el hispanismo cultural. Este Programa (el proyecto ofi-
HHE, op. c i t . , I l l , p. 165.
2D -
Guillermo Lohman Villena, Menendez Pelayo y la hispanidad, op.
c i t . , p. 17.
21 -
En relacion con el caso^particular de Brasil es sin embargo dig'
no de observarse la poca atencion que Menendez Pelayo le concede. Ade-
mas de dos fugaces referencias a Gongalves Dias y de dos o tres rapi-
das generalizaciones sobre la literatura brasilena, el tema no parece
preocuparle en absoluto. Este enajenamiento serTa indudablemente ex-
trano, dentro de su largo concepto de hispanidad, si no se conociese su
relativo desinteres por las manifestaciones lite ra rias modernas.
^ EDCHL, op. c i t . , I, pp. 3-75.
I ll
cial de los cursos que irTa a dar en la Universidad Central; (y muy en
especial su introduccion) tiene el enorme interes de revelar algo como
un ideario de Menendez Pelayo. Extremamente curioso es el hecho de que
el erudito, aunque.hubiese articulado estas ideas a muy temprana edad,
no haya divergido de ell as a traves de todos sus anos de vida. Preco-
cidad consideraran esto algunos; quiza cristalizacion otros. De todos
modos es significativo que Menendez Pelayo, en el momento de iniciar
su actividad profesional, haya formulado unas constantes de pensamiento
que a pesar de ciertas contradicciones intrTnsecas le satisficieran
incondicionalmente para el resto de sus anos de produccion intelectual.
En la referida introduccion, despues de algunas consideraciones
mas o menos generales sobre literatura y crTtica lite ra ria , se dispone
a deli m i ta r geografica, cronologica y culturalmente lo que es l ite r a
tura espanola. Para eso empieza por definir nacionalidad polTtica y
nacionalidad lite ra ria . Mantiene que el genio nacional no se puede
restringir dentro de fronteras polTticas, ilustrando esta afirmacion
con el ejemplo de los estados italianos (en esa fecha, por supuesto,
todavTa no unificados) y el de las metropolis y sus antiguas colonias.
"Literatura inglesa es la de los norteamericanos: literatura espanola
es la de Mejico y las de las republicas del Sur. Y sin embargo las
nacionalidades polTticas son d is tin ta s ," ^ anade. Agrega despues que
ni siquiera el concepto de nacionalidad polTtica es identico al de Es-
tado, como se puede probar con el caso de los imperios de Austria o Ru-
23 Idem, p. 5.
112
sia , con toda su variacion etnica interna. Concluye entonces:
I
| El ideal de una nacionalidad perfecta y armonica no pasa de utopTa.
! Para conseguirla serTa necesario no solo Unidad polTtica sino uni-
I dad religiosa, legislativa, lingtlTstica, m oral....et sic de caeter-
J is_, ideal que hasta ahora no ha alcanzado pueblo alguno. Es pre-
! ci so tomar las nacionalidades como las han hecho los siglos, con
| unidad en algunas cosas y variedad en muchas mas, y sobre todo en
la lengua y en la lite ra tu ra .24
Admitiendo pues, prosigue, que existe una nacionalidad lite ra ria
independiente de la nacionalidad polTtica, habrTa que definirla. Para
algunos la unidad lite ra ria reside en la lengua, una caracterTstica
que Menendez Pelayo considera menos vaga que la de Estado pero sin em
bargo aun insuficiente. Pasa entonces a poner la cuestion de si existe
una lengua espanola: iSerTa esta la castellana, que ha si do la mas ri-
ca y cultivada, ademas de ser la lengua oficial de la PenTnsula, "ex-
cepcion hecha al reino de Portugal cuya historia consideran algunos tan
distinta y apartada de la nuestra como la alemana o la inglesa, sin re-
parar que apenas puede darse un paso en la literatu ra castellana sin
tropezar con huellas portuguesas?"2^ Sin embargo, si el predominio del
castellano data tan solo del siglo XVI, icomo se considerara la lite ra
tura medieval?, o si se estudia um'camente la literatura castellana y
no la portuguesa ique privilegio alegar para hacerlo? Al postular es-
tas cuestiones Menendez Pelayo concluye que serTa contradictorio tra-
ta r el problema literario de la PenTnsula bajo este prisma. Si se lo
considerase, habrTa que aceptar a Alfonso X en la historia lite ra ria
25 Idem, pp. 5-6.
113
castellana como legislador, didactico o historiador pero no como poeta.
Habla entonces del panorama linguTstico de la epoca:
Espanoles fueron en la Edad Media los tres romances peninsulares:
los tres recorrieron un cTclo lite ra rio completo, conservando uni
dad de espTritu y parentesco de formas en medio de las variedades
locales. Eran tres dialectos hijos de la misma madre, hablados
por gente de la misma raza, y empenados en comun empresa. Las tres
literaturas reflejaban iguales sentimientos y parecidas ideas, y
recTprocamente se imitaban y traducTan y cedieron el mismo paso a
extrafias influencias. 26
Se refiere en;seguida a la interaccion de las diferentes escuelas lite ra
rias peninsulares de la Edad Media, pese a las variantes lingllTsticas.
Por todas estas razones hay que incluir a las literaturas catalana y
portuguesa en la espanola. Y anade:
Mucho puede la lengua, pero no basta a p a rtir en dos a un es-
c rito r, Gil Vicente, Sa de Miranda^ Camoens, Corte-Real, Gallegos,
Melo.. ., escriben con el mismo espTritu y emplean las mismas formas
en portugues que en castellano, con igual desembarazo manejanjjri
instrumento que otro: a veces los dos^en una misma composicion.
iTomaremos un trozo y dejaremos lo demas? £No serTa incompleto y
casi inutil ese estudio parcial, cuando para quilatar el merito de
un escritor y seguir los pasos de su ingenio, es fuerza tener a la
vista el conjunto de sus lucubraciones y relacionerlas y comparar-
las? '
Dios ha querido ademas que un misterioso sincronismo presida
al desarrollo de las letras peninsulares. N o hay transformed on
lite ra ria en Castilla a gue no responda otra igual en Lusitania.
En pos o al lado de Bos can o de Garci-Lasso aparecen Sa de Miranda
y todos los quinhentistas; casi a U n tiempo florece la iTrica hora-
ciana en manos de Ferreira y de Fr. Luis de Leon; el grande ejem-
plo de Camoens mueve aunque con desigual resultado a nuestros epi-
cos; el teatro espanol es tan aplaudido en Lisboa como en Madrid
o en Valencia eTmpide todo conato de teatro provincial; simulta-
neamente se desarrolla la epidemia culterana y conceptista; simul-
taneamente penetra el influjo frances en las dos literaturas, y en
la ITrica castellana del siglo pasado pueden distinguirse dos perT-
Idem, p. 6.
114
odos como en la portuguesa dos.Arcadias.
La misma similitud, o digamoslo mejor, identidad que reina en
el conjunto bri11a en los pormenores.27
Postula despues el problema de la literatura neo-latina en Espana
y decide incluir tambien a los humanistas que desde el siglo X V escri
bieron en LatTn. Y se ju stifica:
Espanoles eran como nosotros, pensaban y sentTan al modo de los
demas espanoles de su tiempo y por la gloria de nuestras letras se
afanaban.. . .Pensamientos y estilo eran identicos: solo variaba la
lengua. Y no en la lengua, forma de suyo variable y sujeta a mu-
danzas, sino en el estilo, reside la uni dad interna de las lite ra
turas. 2°
Y mas adelante:
No desconozco, ni en modo alguno niego, la importancia de la lengua
como prendajie nacionalidad y signo de raza, pero creo que la len
gua no es mas que la vestidura de la forma. Ni lo sustancial ni lo
formal lo da la lengua sino el e s tilo , comprendiendo bajo esta ga-
labra todo el desarrollo morfico necesario para que la concepcion
artTstica deje de ser idea pura.29
Escribe despues que, fuera del vascuence, una sola lengua, la la-
tina, ya Tntegra y pura, ya corrompida y fragmentada en tres variantes^
ha servido de vehTculo al genio espanol. Y apunta el caso del portu
gues para in s is tir en su teorTa: "Paginas enteras hay donde (excepcion
hecha de los artTculos y de algunas formas verbales) apenas puede decir-
se si se lee portugues o castellano."^ Considera a continuacion que
27
Idem, p. 7. A continuacion viene el pasaje de Almeida Garrett
antes mencionado.
28 Idem, p. 8.
on
Idem, pp. 8-9.
30 Idem, p. 9,
115
siendo el latinismo "el substratum o digamos, lo mas Tntimo y sustan-
_ 0 1
cial de la literatura espanola," su historia resultarTa acefala si a
el 1 a faltara la parte hispano-romana. Decide tambien incluir la l i t e
ratura latino-eclesiastica y, aunque admita dudas en este punto, la de
32
los arabes y judTos espanoles.
Esta exposicion de las ideas fundamentales de Menendez Pelayo en
relacion al topico central de este estudio merece algunos comentarios.
En primer lugar, posiblemente nadie osarTa refutar su postura de que la
nacionalidad polTtica y la nacionalidad cultural no son necesariamente
coincidentes. Admitiendo pues que existe una nacionalidad cultural,
o genio nacional como Menendez Pelayo prefiere denominarla, indepen-
diente de fronteras polTticas, HabrTa que definir el concepto, lo que
32
En su contenido, el Programa se ajusta evidentemente a los con-
ceptos basicos expresados en la introduccion. Sus cien lecciones in-
cluyen toda la trayectoria de la lite ra tu ra portuguesa desde el perTo-
do medieval hasta el siglo XIX, con mencion de numerosos autores de
importancia secundaria^ (Es curioso constatar que toda la literatura
de este siglo, en Espana y Portugal, esta tratada en una sola leccion,
la ultima.) El hecho de que Menendez Pelayd dedicase capTtulos ente-
ros a un determinado aspecto o perTodo de la literatura portuguesa pa
rece indicar un proposito, consciente o no, de singularizarla, lo que
obviamente estarTa en contradiccion con los principios fundamentales
del autor.
El contenido de la Leccion 45 es especialmente significativo en
este aspecto. La leccion cubre cerca de ciento cincuento anos de his
toria lite ra ria y trata de generos—y por supuesto de mentalidades—
completamente distintos. iPor que entonces presentar esa materia se-
paradamente siendo que el unico denominador cOmun en ell a era Ta exe
crable nacionalidad polTtica de los autores? Tambien la Leccion ^5
trata exclusivamente de la poesTa portuguesa del siglo XVIII, la cual
en otro lugar, como posteriormente se vera, Menendez Pelayo considera
paralela e identica a la espanola del mismo perTodo.
116
el promete hacer pero no hace sino en terminos extremamente generales.
Ademas, en el caso espanol, (espanol ahora en la acepcion menendezpe-
layista), serTa necesario delimitar dicho concepto. En otras palabras,
habrTa que poner concretamente el problema en estos terminos: dQue
elementos diferenciadores caracterizan la nacionalidad cultural espa-
I
nola (o peninsular, si se prefiere)? iSon esos elementos comunes a to-
das las regiones peninsulares, o existiran "subgenios" nacionales? Es
to es lo que Menendez Pelayo no explica. Alude a estos factores, cita
ejemplos como la altamente discutible identidad lite ra ria entre Espana
y Mejico o Gran Bretana y Estados Uni dos—pero no pasa de afirmar algo
dogmaticamente sus conceptos, sin un ulterior desarrollo ju stificativ e
verdaderamente convincente. En realidad lo que parece paradojicamente
resUltar de sus ejemplos es mas bien la primacTa del concepto de na
cionalidad lingtiTstica sobre el de nacionalidad cultural. El primero
de estos conceptos, por supuesto que Menendez Pelayo lo repudTa a con
tinuacion, ya que serTa irreconciliable con su imagen mental de una
PenTnsula que ofrece un panorama cultural homogeneo.
Tampoco es absolutamente aceptable su idea de que la literatura
medieval peninsular hubiese presentado una similitud de fondo y forma
a despecho de variedades locales. El problema se complica aquT nece-
sariamente por nuestro relativo desconocimiento del panorama literario
medieval en la PenTnsula. El considerablemente tardTo descubrimiento
de los documentos que establecieron la existencia de una ITrica ga-
laico-portuguesa y de una epica castellana (para no hablar ya de las
117
jarchas) presupone la posibi1idad teorica de que algun dTa vengan aun
a surgir a la luz otras colecciones que den el mentis al viejo aforis-
mo "Galicia canta y > Casti11a cuenta." La plausibilidad de la existen-
cia de una produccion ipica galaico-portuguesa y de una produccion IT
rica castellana durante esta epoca es bastante grande. Pero fuera del
piano conjetural, si nos limitamos a considerar exclusivamente los e le
mentos existentes, en especial en el campo poetico, serTa poco menos
que absurdo encontrar "unidad de espTritu y parentesco de formas" en
las literaturas de los tres romances peninsulares durante el Medievo.
Sin embargo Menendez Pelayo tiene incontestablemente razon a1 pre-
sentarnos la PenTnsula medieval como una zona en que predominaban iden-
ticos sentimientos e ideas. Se podrTa anadir que comparten tambien i-
denticas formas de comportamiento social y un identico desarrollo his-
torico. Es la paradoja que a cada paso se levanta en cualquier estu
dio comparativo de las manifestaciones culturales peninsulares: pue
blos esencialmente similares pero que son casi incompatibles entre ellos
y que se revel an esteticamente, en sus respectivas epocas de mayor pu-
janza, por medio de generos y estilos marcados con un sello de origi-
nalidad. iExistira por lo tanto en este caso alguna obscura correla-
cion entre idioma y realizacion estetica?
HabrTa por otro lado que confesar que esa originalidad no sera
tan absoluta como parece si atendemos al condicionamiento cultural que
las genera. En efecto Menendez Pelayo parece estar dentro de la razon
cuando destaca el juego interno de imitaciones, traducciones e influen-
118
cias comunes. Es en este punto que la originalidad queda algo reduci-
da en su causalidad, si no en su producto final.
No parece sin embargo tan admisible la teorTa del sincronismo li-
terario peninsular. Es indiscutible que muchas manifestaciones lite ra
rias tuvieron un caracter identico y sincronico en Espana y Portugal.
Tomemos como ejemplo la poesTa pre-renascentista, la novela de caba-
llerTa, la poesTa italianizante, la barroca, el enciclopedismo, el ro-
manticismo y otros generos y aspectos de menor extension. Muchas de
estas semejanzas corresponden sin embargo a corrientes europeas que se
aclimataron en la PenTnsula. En lo que tiene de creacion propia, sin
embargo, las manifestaciones lite ra rias peninsulares estan bien dife-
renciadas por su origen nacional, o regional si se prefiere una desig-
nacion mas de acuerdo con la teorTa de Menendez Pelayo. Vease por e-
jemplo el caracter estrictamente local—por lo menos en la concepcion,
si no necesariamente en la posterior diseminacion--de los generos mas
caracterTsticos de esta produccion lite ra ria . La ITrica trovadoresca
33
fue originariamente producida en el Noroeste. La epica medieval se
restringio, por lo que sabemos, a Castilla. La poesTa mariana no t ie
ne cultivadores de relieve en Portugal. El popularismo, la "joie-de-
vivre," el intenso realismo de los arciprestes o de la Celestina no o-
^ Aun despues de la separacion polTtica de Galicia y Portugal la
identidad espiritual se ha mantenido a lo largo de la historia. Rosa-
iTa de Castro, por ejemplo, se integra perfectamente en la t'rayectoria
de lirismo angustiado y pasivo que va de Bernardim Ribeiro a Fernando
Pessoa.
119
frecen equivalente contemporaneo en tierras lusitanas. La novela por
tuguesa practicamente no existe antes del XIX y Portugal no fue siquie-
ra substantialmente influenciado por la picaresca. El romance creado
en Portugal se puede decir que es inexistente. Lo mismo se podrTa a-
firmar del teatro autoctono, aparte la esporadica presencia de Gil Vi
cente y los palidTsimos esfuerzos de sus seguidores, en una epoca en
que la vitalidad del drama en Espana era sencillamente asombrosa. La
mTstica portuguesa es reducidTsima. La epopeya nacional no cunde en
Espana. En la historiografTa se notan claramente dos tendencias opues-
tas: los espanoles se preocupan esencialmente con la colonizacion,
los portugueses con las navegaciones. En medio del barroco portugues
se imponen, a pesar de la imitacion espanola tan generalizada, las vo
ces mas sobrias del Padre Antonio Vieira y de D. Francisco Manuel de
Melo. Sin embargo los siglos XVII y XVIII son relativamente indiferen-
ciados, amen del romanticismo. Pero ya en el realismo notamos la di-
vergencia entre el costumbrismo campesino de Pereda o Valera o el ur-
bano de Galdos y la tendencia hacia la caricatura y el naturalismo de
Ega. El concepto de tal sincronismo no nos parece por consecuencia a-
ceptable. AquT Menendez Pelayo da la impresion predominante de inten-
tar convencer apuntando hacia una realidad unilateral y cerrando los
ojos a todo lo demas.
Su actitud ante el problema de lengua y estilo no parece tampoco
convincente, Su argumentacion es demasiado vaga, generalizante o in-
cluso metaforica para que se pueda establecer con una relativa clari-
120
dad cual es su concepto de estilo . D e todos modos parece dejar a un
lado el aspecto de la capacidad expresiva de cada idioma o, en otras
palabras, el problema que tendrTa un hipotetico autor totalmente bi-
linglfe para articular ciertas formas de sentir o pensar con la misma
facilidad y naturalidad en los dos idiomas. 34 Por otro lado Menendez
Pelayo no aclara a que epoca o epocas alude cuando se refiere a pagi-
nas enteras en las cuales, con excepcion de los artTculos y de algunas
formas verbales, apenas se puede distinguir si se lee castellano o por
tugues. Incluso llevando en cuenta la mayor indiferenciacion de los
idiomas peninsulares en su fase arcaica, una afirmacion como esta tie -
ne mucho de exageracion. No es siquiera necesario ser un investigador
del calibre de Menendez Pelayo para compaginar dos textos medievales,
uno portugues y el otro gallego, y apuntar algunas variantes locales.
Y si esto pasa con un caso extremo como este, tcomo serTa realmente po-
sible encontrar tan honda semejanza entre el castellano y el portugues?
En el Programa es donde el erudito santanderino aborda el proble
ma de una manera, a pesar de todo, mas consistente. No representa em-
pero, como antes se subrayo, una actitud aislada. Poco antes, en la
primera carta sobre literatu ra portuguesa pub!icada en La Tertulia, ha-
34 Acudiremos otra vez a Rosalia para plantear el problema en un
piano menos hipotetico._ 6PodrTa ella haber expresado en castellano su
angustia hecha de morrina,- de un sentido de injusticia y de persecu-
cion por el jiestino y de vagos terrores ancestrales que ni por eso ex-
cluyen la satira candente? 0 por otro lado, £el entusiasmo v ita l, la
socarronerTa, el colorismo del paisaje fTsico y humano de Galicia?
| bTa expresado ya ideas identicas:
La literatura portuguesa no es muy conocida en Castilla (y no
digo Espana como muchos para no incurrir en impropiedad notoria) lo
cual no es de extranar porque otro taritd acontece con la catalana.
Entre nosotros reina mania grande de citar a franceses, ingleses,
y sobre todo alemanes, nada de lusitanos rii de lemosines, Lo de
casa es siempre lo mas desatendido e ignorado. E incluyo en nues-
tra casa a Portugal, porque^a despecho de la disgregacion de 1640,
continOa siendo tterra espanola, y obedeciendo coriscia o incon-
scientemente a las leyes de la civilizacion peninsular que no se
alteran por intereses estrechos ni a rtific iales divisiones de te-
rritorio. Si llegase a realizarse la union, no deberia adoptarse
para Tos pueblos unidos el nombre desusado de Iberia, sino el tra
ditional y venerado de Espana, con que en los dTas de Camoens como
en el siglo pasado y aun en el presente (Herculano puede atesti-
guarlo) se ha designado la tie rra peninsular. No hay historia de
Espana sin Portugal, no sera completa la historia de nuestra l i t e
ratura que no abrace, como parte integrante, la portuguesa. La
diferencia de lenguas no es obstaculo. Si Bernal dim Ribeiro y
Juan de Barros, y Camoens, y Bocaje, y Francisco Manoel usdron el
romance galaico-latino, en lengua catalana escribieron Muntaner,
AusTas March, Jordi de S. Jordi, y Martorell; en latTn Seneca,
Lucano, y Prudencio; en hablas orientales Averroes, Maimonides,
Iehuda-Levi, y Aben-Hezra; y sin embargo, todos pertenecen o deben
pertenecer a la historia de la ciencia y del arte espanoles, con
igual derecho que Fray Luis de Granada, Cervantes, Lope de Vega
y Quevedo. No basta la lengua para constituir una literatura apar-
te.
Al decir esto solo entiendo negar la existencia de una lite ra
tura portuguesa como distinta de la espanola, mas no la de una rica
y poderosa literatura regional hermana de la castellana y de la
lemosina, igual a ell as en ciertos generos y en alguno superior.
Lejos de mi rebajar los merecirnientos de una tan importante y ac-
tiva porcion de la raza hispano-latina.35
Como se puede ver, tampoco aquT la precision o la solidez del ar-
gumento son su punto fuerte. Como otros pasajes en que claramente sale
a flote el apasionamiento juvenil de Menendez Pelayo, este deja un sa-
bor de retoricismo algo hueco. Hay demasiadas nociones que quedan por
explicar o por definir para que sus rotundas afirmaciones puedan conse-
35 EDCHL, op. c i t . , V, pp. 256-257.
122
seguir el efecto deseado por el.
A lo largo de su obra vuelve con frecuencia a referirse a la iden-
tidad y al sincronismo culturales de los pueblos de la Peninsula. En
el enfoque de ambos aspectos, revela no obstante debilidades y contra-
dicciones. AnalTcese, por ejemplo, lo que escribe en el pasaje si-
guiente:
Pero^en el siglo XVI y aun en el XVII, la vitalidad del genio por-
tugues fue tanta, que sin menoscabo de su sello peculiar tolero
el empleo promiscuo de las lenguas lite ra ria s; ley de que no se e-
ximio el mayor poeta de la raza, si bien sus versos castellanos
sean parte muy secundaria de sus obras. Pero no acontece lo mismo
con otros poetas y prosistas de los mas insignes: Gil Vicente, Sa
de Miranda, D . Francisco Manoel, de quienes es muy diffcil discu-
t i r si importan mas como escritores portugueses o castellanos:
tan compensados estan los meritos de su labor en ambas lenguas.36
No parecen en realidad mezclarse muy armonicamente sus conceptos
de genio portugues y sello peculiar con todo lo que en otros lugares
se dice sobre el asunto. Tampoco se antoja muy feliz el adjetivo pro
miscuo para describir la simultaniedad del uso de los dos idiomas. Y
desde luego, si se establecio anteriormente que la lengua era un fac
tor secundario, ipara que siquiera plantear la importancia relativa de
estos autores en ambas literaturas?
En cuanto al segundo aspecto, el del sincronismo, la inconsisten-
cia es todavTa mas grande. En su estudio sobre "La poesTa horaciana
en Portugal," escribe: "Siempre y en todo ha seguido Portugal el cur-
so de la civilizacion espahola. Su literatu ra pasa por los mismos pe-
^ APLC, op. c i t . , I l l , p. 302.
123
riodos y transformaciones que la de C astilla . 1,37
Desde luego, una imp!icacion secundaria de este trozo resulta in-
mediatamente: la de la dependencia de la cultura portuguesa en rela-
cion a la espanola, mas bien que el sincronismo destacado en otros lu-
gares. Sin embargo lo que de momento interesa es que Menendez Pelayo
afirma que el paralelismo ha existido "siempre y en todo." Comparese
esto con otro pasaje en que a proposito de la equidad con que Lope e-
logia tanto a castellanos como a portugueses en El Brasil restituTdo,
Menendez Pelayo escribe: "Tales palabras podfan escribirse con since-
ra efusion en 1625, ultima y memorable ocasion en que los dos pueblos
demostraron tener una alma sol a ."38
No es probable que Menendez Pelayo se refiera exclusivamente a
la union polftica, a cuyo desmembramiento alude en la frase que sigue
a esta, El termino alma parece implicar, mas que eso, una identidad
de ideales y sensibilidad. Admitiendo que sea asT, pasemos a otro lu-
gar, en que afirma que la cision, por lo menos en arte y literatura se
dio realmente mas tarde: "Digamos, pues,...que en arte y literatura
no hubo fronteras entre Castilla y Portugal hasta el siglo pasado. . . " 39
Aunque no aclare en esta frase si el XVIII esta o no totalmente
incluTdo en el perfodo de identificacion cultural,4° la contradiccion
37 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 475.
38 ESTLV, op. c i t . , VI, p. 241.
39 EDCHL, op. c i t . , VII, p. 158.
Jose Maria Viqueira, al comentar a Menendez Pelayo en este as-
124
con otras afirmaciones anteriormente transcritas es evidente.
Es esta, por consiguiente, la posicion basica de Menendez Pelayo
ante la literatura portuguesa, y el punto previo del cual arranca para
analizar y c ritic a r cada una de sus epocas. Que su perspectiva es en-
deble, no solo por ciertas contradicciones intrTnsecas, sino sobre todo
por su incapacidad de definir satisfactoriamente lo que es el caracter
nacional, los pasajes anteriormente citados parecen ilustrarlo sufi-
cientemente. En realidad da la impresion de no poder nunca superar,
en sus razohamientos, la irreccnciliabilidad entre su concepto dominante
de identidad hispanica y el hecho ineludible de las significativas di-
vergencias que en varias epocas historicas presentan las letras 1 usi-
tanas en relacion a las castellanas.
j pecto, escribe: "Quiza habrTa que lim itar, cronologicamente al menos,
la amplitud de tal concepcidn: no hay duda quejlas le tr a s ju s i tanas
quiebran bastante aquel espTritu peninsular alia por_las decadas u l ti
mas dieciochescas." (Jose Maria Viqueira, "Proyeccion de Menendez Pe
layo en Portugal," op. c i t . , p. 525.)
B. La literatu ra medieval
Menendez Pelayo ha si do alguna vez acusado de no preocuparse con
la Edad Media. Esto es solo parcialmente verdadero. Como en un capf-
tulo anterior se a pun to, en la primera parte de su vida de erudito ha
si do sobre todo el Renacimiento y hasta cierto punto el neoclasicismo
lo que parecio atraerle mas. Fue su fase horaciana, en la cual se in-
teresaba esencialmente por buscar en las literaturas mas modernas las
huellas del equilibrio y armonTa de los antiguos. Pero un dTa descu-
brio la ITrica popular medieval y eso cambio considerablemente su va-
lorizacion relativa de las epocas y de los.generos. Fue con toda pro-
babilidad este hallazgo, nos atreverTamos a decir, lo que le llevo a
seguir la trayectoria de la vena popular y a ampliar sus perspectivas
sobre materia lite ra ria .
En cuanto a la literatura del Noroeste es, por supuesto, su mani-
festacion de mayor vitalidad, la ITrica, lo que llama con mas intensi-
dad la atencion de Menendez Pelayo. Sus enfoques son naturalmente muy
discutibles en algunos aspectos pero hay que reconocer que su vision
total sobre este genero es extraordinariamente lucida y solidamente do-
cumentada.
En el estudio que dedica a esta produccion en su AntologTa de poe-
tas iTricos castellanos, ^ empieza por notar la importancia del idioma
41 Marcelino Menendez Pelayo, "La escuela galaico-portuguesa,"
APLC, op. c i t ., I, pp. 213-256.
126
gallego y de su literatura en varias regiones de la PenTnsula. Senala
entonces el "hecho indisputable y curiosTsimo" de que la primitiva
poesTa ITrica de Castilla se escribio en gal lego antes de escribirse
en castellano pero coexistio con esta lengua en la poesTa epica y en
la prosa.
Antes de proseguir habrTa que hacer algunas observaciones en
cuanto a estas palabras. En primer lugar la poesTa que fue escrita en
gallego por castellanos representa primordialmente una fase de deca-
dencia de la ITrica galaico-portuguesa. Estos poemas, sobre todo de
la segunda mi tad del siglo XIV, son en efecto producciones cortesanas,
altamente artificializadas ya, y que representan un prenuncio de los
juegos poeticos caracterTsticos de la escuela palaciega que inmediata-
mente le siguio .^ 2 M uy poco existe en esta poesTa de la esquematica
^2 U n ejemplo caracterTstico es la conocida composicion de Alfonso
Alvarez de Villasandino, nacido cerca de Burgos a mediados del siglo
XIV:
Des que de vos m e p a r ti,
lume d’estes olios meus,
por la fe que devo a Deus
ja mais prazer nunca vi.
Tan graves cuitas sofri,
sofr' e atendo sofrer
que, pois non vos posso ver,
non sei que seja de mi.
Choran con gran soedade
estes meus olios cativos;
mortos son, pero andan vivos,
manteendo lealdade.
Sennora, gran crueldade
fazedes em olvidar
a quen non lie praz mirar
se non vossa gran be!dade.
127
sencillez de las primitivas cantigas de amigo y composiciones contem-
poraneas. SerTa por supuesto necesario abrir un parentesis para ex-
cluir de esta actitud y de esta epoca al mas insigne de los castellanos
que escribieron en gal lego, el Rey Sabio. En lo que concierne a los
otros poetas mas o menos contemporaneos de Alfonso X es a veces difT-
cil determinar con precision su naturalidad pero todo lleva a concluir
que la casi totalidad de ellos proviene del Noroeste.
Por otro lado es bien conocida la tesis del discTpulo de Don Mar
cel i no, Menendez Pi dal, que defiende la probabilidad de la existencia
de una primitiva ITrica popular c a stell a n a . En efecto, puesto que
la poesTa ITrica galaico-portuguesa permanecio documentalmente descono
cida hasta el siglo XIX, no serTa ilogico admitir que algo semejante
pasara con la castellana. Si es poco probable considerar un futuro ha-
llazgo de cancioneros iTricos castellanos de esta epoca, no serTa, sin
embargo, arriesgado suponer su anterior existencia y perdida. Es en
Meus olios andan mirando
noite e dia a todas partes,
buscando por muitas artes
como non moira penando.
Mais meu coragon pensando
non lie quere dar prazer;
por vos sempre obedecer
eles non cesan chorando.
(ExtraTdo de Correa de Oliveira y Saavedra Machado, Textos Portugueses
Medievais, (Coimbra: Coimbra Editora, Ltda., 1964), p. 182.)
A? ^
R ^ , Menendez Pidal, PoesTa jug!aresca y orTgenes de las lite ra -
turas romanicas, 6a, edicibn, (Madrid: Institutb de Estudios PolTticos,
1957).
128
efecto casi inadmisible la ausencia de una ITrica primitiva en caste-
11 ano--o de una epica primitiva en galaico-portugues.
Anade Menendez Pelayo en dicho estudio que hasta la poesTa satT-
rica, representada por las cantigas de escarnio y de maldecir, era
entonada en gallego, lo que prueba segun el que este galleguismo no
era solamente erudito sino que trascendTa a los cantares del vulgo.
Algun reparo habrTa igualmente que hacer aquf. Las canciones de
escarnio y maldecir, pese a alguna infiltracion hacia las capas socia-
les mas bajas, eran esencialmente divertimientos cortesanos. Su tema-
tic a , incluso la de las de mayor procacidad, refleja sobre todo episo-
dios, casi siempre intrascendentes, de la vida del noble o del juglar
sedentario y aristocratizado,
Luego Menendez Pelayo pasa a considerar el problema de las fuentes
de la ITrica del Noroeste. U n hecho de extraordinario interes es que
Menendez Pelayo parece intuir la existencia de las jarchas al decir que
la perfeccion de lengua y ritmo de las Cantigas de Santa Maria'bs indi-
cio claro de una elaboracion poetica anterior y quiza muy larga, cpyos
primitivos monumentos han perecido."^ El hallazgo de Stern, e inclu
sive algunos anteriores, vinieron posteriormente a probar que esa tra-
dicion habTa de hecho existido. Es en este sentido que es verdadera-
mente notable la premonicion de Menendez Pelayo, aunque hubiese casi
inexplicablemente desaprovechado el potencial de algunos datos de que
ya en su tiempo existTan.
^ APLC, op. c i t . , I, p. 218.
129
A este ultimo aspecto se refiere GarcTa Morejon al apuntar la in-
capacidad de Menendez Pelayo para descubrir una relacion entre la poe
sTa arabe y la poesTa neolatina peninsular. 4^ 5 , Nota este crTtico que
aunque las jarchas no hubiesen evidentemente sido descubiertas en su
tiempo, Menendez Pelayo se dio cuenta de la existencia de versos en Cas
tellano en la poesTa hebraica, por ejemplo en la de Juda Levi, pero no
se le ocurrio nunca establecer alguna correlacion mas honda. En rea
lidad niega vehementemente la posibilidad de un entronque de la primi
tiva ITrica de la PenTnsula con la tradicion cultural arabe:
Pensar que de la poesTa de los artificiosTsimos retoricos del tiem
po del Califato andaluz y de los reyes de Taifas, podTa pasar cosa
alguna al arte simple y rudo, si es que arte puede llamarse, de los
primitivos Castellanos, ha sido un inexplicable delirio, que unica-
mente a la sombra de la ignorancia y de la preocupacion pudo acre-
d itarse .46
Se refiere despues don Marcelino al perTodo de esplendor del Noro-^
este, desde los fines del siglo XI hasta mediados del XII, que parecTa
llevar al predominio cultural de esa region sobre las restantes. Alu-
de a la peregrinacion compostelana y a otros factores que permitieron
el contacto con Francia para negar el origen transpirenaico de la 1T-
nea galaico-portuguesa. Son estas sus palabras:
Pero sin negar el valor significativo de estos y tales otros he-
chos, no creemos que la ITrica de los trovadores entrase en Portu
gal por comunicacion directa de Francia, de Cataluna ni menos de
45 Julio GarcTa Morejon, "A Mais Primitiva LTrica Ocitanica," en
De LTrica e Pensamento, (Sao Paulo: Conselho Estadual de Cultura,
1961), pp. 9-63. ’
46 Citado en la misma obra, p. 17. Esta en APLC, op. c i t . , I,
p. 79.
130
Ita lia , como quiere suponer el erudito Teofilo Braga, sino que de
Galicia paso a Portugal con todos los demas primitivos elementos
de la nacionalidad portuguesa, condecorada luego con el pomposo
nombre de lusitana para disimular sus verdaderos origenes, que en
Galicia y Leon han de buscarse.4?
Hace notar que Braga admitio posteriormente que eran de origen gallego
los elementos mas iTricos de la poesTa de los Cancioneros y pasa a ex-
i
i poner algunas consideraciones del mismo crTtico sobre la diferencia-
!
cion historica del gallego y del portugues, mas especTfi camente que los
dos son identicos en su esencia y que la separacion dialectal que se
i
inicia a fines del siglo X V es un fenomeno externo y lite ra rio , deriva-
do por un lado de la disciplina renascentista y por otro de la autono-
m Ta polTtica y de la grandeza h istorica de Portugal.48
A lo ultimo se podrTa por otro lado ahadir que el estaticism o del
gallego, relegado casi exclusivamente a la condicion de lengua domes-
tic a por la supremacTa del castellan o, ayudo tambien a dicha diferencia-
cion. N o es este sin embargo el punto mas importante de las ideas que
aquT expresa Menendez Pelayo. Lo que importa mas que todo decir es que
la misma similitud de las dos variantes dialectales, que el sehala, im-
plica una cultura y una sensibilidad comunes. SerTa por lo tanto difT-
c il establecer lTneas divisorias culturales que coincidan con las fron-
APLC, op. c i t . , I, pp. 219-220.
48 A este proposito escribe en otro lugar: " ...l a lengua que, in-
diferentemente para el caso, podemos 1 Tamar gallega o portuguesa (pues-
to que las variedades dialectales tardaron mucho en acentuarse, y antes
en la prosa que en los versos), y que en rigor merece el nombre de len
gua de los trovadores espahbles, la cual fue un dialecto poetico converv
cional en parte como el provenzal clasico y como el italiano de los l i
brettos de opera." (APLC, op. c i t . , I, p. 216.)
131
! teras polTticas que separaban los dos te rrito rio s. Considerando que los
primeros documentos escritos de esta ITrica son sensiblemente contem-
poraneos de la nacionalidad portuguesa y que dichos documentos presu-
ponTan necesariamente una anterior tradicion poetica en la zona del
Noroeste, dcomo decir entonces que la ITrica paso de Galicia a Portu
gal? AquT, como en otros puntos—y pese a su ecumenica posicion his-
panista--Menendez Pelayo parece malgre tout dejar asomar sus ocasiona-
les tendencias hacia una infravalorizacion de lo portugues.
Pese a eso, Menendez Pelayo admite que ya desde el tiempo de la
independencia del Condado el gallego de Portugal habTa sufrido ciertos
cambios foneticos, posiblemente debido a la influencia francesa direc
ta, aunque haya que considerar la existencia de un dialecto aristocra-
tico y otro popular, el ultimo ademas diferenciado por comarcas. Y a-
nade:
A esta especie de divorcio 1 ingUTstico responde en los cancioneros
una doble corriente poetica. Por una parte las clases cultas, Tos
reyes, los bastardos regios, los grandes senores, se empenan en re-
niedar languida y fasti dos amen te la poesTa provenzal,
(Quer eu en maneyra de proenzal
Trobar agora un cantar d'amor,)
y solo^consiguenjiespojarla de su caracter de actualidad historica,
encerrandose monotonamente en la repeticidn de un cierto numero de
temas eroticos convencionales.^ 9
El segundo termino de comparacion se encontrara unos parrafos mas
adelante, cuando se refiere al lirismo popular tradicional. AquT no
parece muy convincente la dtalectica de Menendez Pelayo. En primer lu-
49 Idem, p. 221.
132
gar, basandose en la estratificacion lingOTstica del portugues segun
lTneas sociales para establecer dos niveles lTricos, excluye in ju s tifi-
cadamente toda la poesTa escrita por gallegos o aun castellanos. Tam-
bien por otro lado parece olvidar que mucha de la ITrica popular fue
Jescrita, por lo menos en la forma en que subsistio, por autores origi-
t
[narios de las capas mas aristocraticas. Incluso en el autor del poema
que Menendez Pelayo cita, el rey D. Dinis, coexisten el artificialism o
provenzal y la magnTfica naturalidad de la inspiracion popular tradicio
nal, esta representada por ejemplo por la conocidTsima Ai flores do
verde pi no, como el mismo erudito mas adelante reconocera.
Hay ciertas virtudes en algunos de estos poetas cultos, prosigue
Don Marcelino, pero por lo general las poesTas de esta clase solo pre-
sentan valor para la filologTa o historia de la literatu ra.
Todas las del Cancionero da Ajuda, que son de las mas antiguas,
pertenecen a este ggnero de poesTa insTpida, llena de sentimientos
contrahechos y de frases incoloras, tan faltas de precision como
de vigor pintoresco. Todo es aTIT flotante e indeterminado, no
por vagUedad del sentimiento iTrico, si no al reves, por ausencia
de e l, porque los poetas nada sienten, y nada piensan, y nada tie -
nen que decirnos.50
En terminos muy generales se podrTa conceder razon al erudito en
cuanto a la ausencia de autenticidad ITrica en el Cancionero da Ajuda.
La mayor parte de estas composiciones son en realidad una repetition
monotona de cliches amorosos, ya claramente prenunciadores de los hue-
cos juegos verbales y del amour de tete de la poesTa palaciega del X V .
Pero serTa severidad exagerada negar en absoluto la dimension ITrica o
50 APLC, op. c i t . , I, p. 221.
133
incluso la expresividad del sentir. Ocasionalmente es posible encon-
tra r, entre toda la hojarasca, algunos destellos de sencillez estilT s-
tica y de la autenticidad de sentimientos que caracterizan la poesTa
galaico-portuguesa de caracter popular.
El gran merito de toda esta poesTa, continua Don Marcelino, es el
refinamiento de la tecnica:
Nojmporta que esas formas sirvieran por de pronto para la expre-
sion amanerada y triv ial de un sentimierito falso, que hacTa.al rey
D . Diniz perderse en^cavilaciones metafTsicas y alardear de una
pasion misteriosa, tTmida e inmaculada, que tanto contrastaba con
la intemperancia habitual de^su vida, y con las costumbres de la
gente de su tiempo. Pero asT este primitivo cantor de la soydade
como los demas que trobaban no tempo da f lo r » habTan llegado a re-
finar la metrica hasta un grado que en el siglo XIII asombra, y al
cual, solo en el siglo XV, HabTa de llegar la poesTa.51
Menendez Pelayo senala despues algunos ejemplos ilustrativos de
variedad metrica y prosigue:
HabTa ciertamente en la poesTa gallega una disciplina de escuela,
y, a ejemplo e imitacion de las poeticas provenzales, llego a te-
ner muy gronto una poetica propia, un verdadero tratado doctrinal,
que debio^de ser algo extenso a juzgar por los preciosos fragmentos
que todavTa nos restan en el Cancionero Colocci-Brancuti, y que a-
barcan tres libros enteros y parte de otro.5^
Es curioso constatar como, en su amor por el orden y la estructu-
racion perfecta, Don Marcelino se entusiasma por la perfeccion y com-
plejidad metricas de estas cantigas de amor. Aunque lo que diga sea
incontestablemente correcto, no son tampoco de despreciar los recursos
metricos y estilTsticos de que echan mano los autores de la ITrica po-
APLC, op. c i t . , I, pp. 221-222.
52 Idem, pp. 222-223.
134
pularizante, y a los cuales Menendez Pelayo nunca alude.
En cuanto al contraste entre la intemperancia de la vida del tiem
po y su idealizacion poetica, habra que recordar que el primer aspecto
esta tambien representado en la poesTa, con las cantigas satTricas.
M as adelante considera que una gran cualidad del Cancioneiro de
Colocci-Brancuti es catalogar y definir, a la par de los generos a ris
tocrat! cos, los populares, cultivados por los trovadores a imitacion de
los juglares, o sea las cantigas de amigo y las villanescas. "Esta es
la vena legTtima del lirismo gallego, lo unico verdaderamente poetico
que los Cancioneros ofrecen,"^^ anade el. Menendez Pelayo afirma des
pues que no hay rastro de estas poesTas en el Cancioneiro da Ajuda, el
mas antiguo,
por lo cual debemos creer que la irrupcion de la poesTa popular en
el arte culto ha de referirse principalmente al reinado de D. Di
niz, en que por gala y bizarrTa se dieron a remedar prTncipes y
magnates los candorosos acentos de romeros, Pescadores y aldeanas,
adaptando sin duda nuevas palabras a una musica antigua. 54
Es sobremanera extrano que un investigador del calibre habitual
de Menendez Pelayo pueda plantear el problema en estos terminos. Aun
si admitieramos la dTficil hipotesis de que fue solamente en el perTo-
do de mayor refinamiento y alejamiento de los ambientes rurales que la
poesTa popular irrumpio por la culta, los datos*aunque parcos, que po-
seemos sobre los autores se encargarTan de destruirla. Es cierto que
el Cancioneiro da Ajuda es el de elaboracion mas antigua. D . Carolina
53 I(tem, p. 223.
135
!
Michaglis de Vasconcelos estima que haya sido reunido en el ultimo
cuarto del siglo XIII o en el primero del XIV, aunque algunas de las
poesTas incluTdas en el sean quiza cien anos anteriores. Los otros
dos cancioneros son posiblemente del siglo XIV, aunque las copias que
existen daten del X V . 55 Es tambien cierto que el Cancioneiro da Ajuda
solo contiene poesTa representative de la manera cortesana (aunque haya
llegado hasta nosotros bastante truncado, su homogeneidad hace suponer,
no obstante, que lo popular no constaba de e l). Lo que serTa casi ab-
surdo suponer es que fuese absolutamente representative de la poesTa
del tiempo, con exclusion de otras formas. D . Carolina cree que este
cancionero es tan solo un fragmento de otro, al que llama Cancionero
de Amor, el cual constituirTa la primera parte del Cancionero General
Galaico-Portugues. ExistirTa por lo tanto, segun la investigadora
alemana, una coleccion anterior que incluirTa poetas alfonsinos y pre-
alfonsinos, es decir, contemporaneos o anteriores a la epoca de Alfon
so III de Portugal (1245-1279).
A proposito de esto escribe el Prof. Marques Braga:
0 lei tor sabe que o Cancioneiro da Ajuda nos mostra urn so dos
aspectos, uma unica das faces do prisma trico lor da ITrica galaico-
portuguesa: o erotismo azul-celeste desta nagao de sonhadores na-
morados. Este aspecto que predominava evidentemente no alvorecer
da arte cortesa,^perdurou imdvel no mesmo molde estereotTpico du
rante a epoca ate a sua extingao completa. M as nunca foi o unico.
0 gosto nacional dos generos simples e ligeiros, isto e.^de canti
gas de raparigas do povo, rubras desaude, nao esperou ate a epoca
de D . Dinis, seu mais fervoroso fautor, para se manifestar; nem
55 Las Cantigas de Santa Maria son por supuesto anteriores al Can
cioneiro da Ajuda en cuanto a la fecha de^su elaboracion, pero su es-
pecificidad las excluye de esta comparacion.
136
j veio substituir, debaixo da sua egide, a grave maneira estrangei-
rada. As demoticas bailadas vir|inais infiltraram-se muito mais
cedo nos pagos regios. E as parodias alegres e mordazes, tantas
vezes lfvidas de inveja e odio, nasceram igualmente temporas.
Exacto e todavia estarem.no Cancioneiro da Ajuda as poesias
mais anti gas: os primeiros monumentos histOricos < T a Arte e Poes i a
da Corte.
Mas torno a j n s i s t i r que alguns dos trov,adores mais antigos
cultivavam nao so a cancao de amor, mas tambem o dizer de escarnho
e o cantar de ami g o , 56 ’
Estas palabras son bien explTcitas y la logica detras de ella es
absolutamente convincente. Es por lo tanto muy osado afirmar, como lo
hace Menendez Pelayo, que la tendencia popularizante solo empezo a a-
fectar substancialmente a los poetas cultos a fines del XIII. Una ra-
pida ojeada a los otros dos cancioneros, el de la Biblioteca Nacional
(o de Colocci-Brancuti) y el de la Vaticana, de inmediato probarTan la
fragilidad de la tesis del crTtico espanol. D . Dinis reino de 1279 a
1325. Ahora bien: para citar tan solo uno de muchos ejemplos posibles
la conocida cantiga de amigo que tiene por refran Muito me tarda o meu
amigo na Guarda! es comunmente atribuTda a D. Sancho I de Portugal,
que reino de 1185 a 1211. Aunque fuese verdadera la paternidad de Al
fonso el Sabio (que vivio de 1121 a 1284), senalada por otros crTticos,
todavia serTa con toda probabilidad anterior al perTodo dionisTaco.
(Del tiempo de Alfonso X son tambien el cl Sri go santiagues Airas Nunes
y el almirante Paio Gomes Charinho, ambos autores de poesTa populari
zante.) De la primera mi tad del siglo XIII son muy probablemente Ber
nardo de Bonaval, Fernao Rodrigues de Calheiros y Paio Soares de Ta-
En el prefacio de Marques Braga al Cancioneiro da Ajuda, (Lis
boa: Sa da Costa, 1945), Vol. I, pp. XIV-XV^
137
veiros, si no es que el ultimo no poetaba ya a fines del XII. D e la
corte de Fernando III (1217-1252) fueron Pero da Ponte y el juglar
Martin Codax. Y finalmente D. Joao de Aboim, Pero Gonsalves y Joao de
Guilhade parecen haber sido poetas de la corte de D . Alfonso III de
Portugal, que reino de 1248 a 1279, como antes se menciono. No puede
por lo tanto haber duda alguna que la presencia del elemento popular
en la poesTa de autores cortesanos, revelada en la produccion de auto-
res como estos, aitece.de en mucho la epoca de D. Dinis.
Por cierto que Menendez Pelayo no menosprecia la ITrica populari-
zante, En la corriente trovadoresca del Noroeste, dice, entro tambien
la tradicion del lirismo popular y melancolico, originario segun algu
nos de un fondo comun a todas las regiones ibericas o, segun otros, de
oscuras reminiscencias celticas. Lo cierto es que existe en los Can-
cioneros, prosigue, mucho que no parece provenzal ni cortesano, si no
popular e indTgena, "algo que no nos interesa meramente como arqueolo-
gico, sino que como verdadera poesTa nos conmueve y nos llega al alma,"5,
Esto sucede con las barcarolas, los cantos de romerTa y las cantigas
de amigo, "las cuales son a modo de islas encantadas, que en medio de
la aridez habitual de los Cancioneros nos brindan de vez en cuando con
el misterio de su sombra y con el frescor de sus aguas."^
No es muy frecuente que el erudito se emocione con los valores es-
teticos de la obra que comenta, como parece suceder aquT.. A despecho
^ APLC, op. c i t . , I, p. 119.
58 idem, p. 120.
138
de la imaginerTa algo cursi que emplea, puede no obstante vislumbrarse
en sus palabras una genuina admiracion, tanto mas notable cuanto es
conocido el hecho de que anteriormente no habTa dado sehas de conside-
rar positivamente lo popular.
Menendez Pelayo estima que el descubrimiento de esta ITrica tra-
dicional es el mas positivo resultado de las ultimas investigaciones
sobre la literatura peninsular medieval. Pasa entonces a in te rro g ate
sobre los orTgenes de tal poesTa, considerando la posibi 1 idad de una
creacion autoctona y lamentando la falta de datos precisos que permi-
tan formular una conclusion. Propone sin embargo la hipotesis celti-
ca como la mas admisible y repudia la germanica o las pre-romanicas,
Defiende la primera teorTa basandose en la falta de conocimiento que
tenemos sobre las poblaciones anteriores a los celtas galaicos y en el
hecho comprobado de que los ultimos ululaban cantos barbaros en su pa-
t r ia lengua y conservaron canciones profanas aun despues de converti-
dos al cristianismo. La correlacion que pudiese e x is tir entre estas
ululaciones de barbaros y la delicada fragilidad de las canciones po-
pulares galaico-portuguesas no la explica desgraciadamente Don Marce
lino, pero la existencia de canticos belicos o de una ITrica profana
entre los celtas no parece ser argumento de mucho peso para deducir
una probable filiacion celtica de la poesTa galaico-portuguesa.
Lo que desafortunadamente no ha cambiado mucho desde los tiempos
en que Don Marcelino escribTa sobre este tema, es el caracter conjetu-
ral de casi todos los estudios hechos sobre los orTgenes de la ITrica
139
galaico-portuguesa. Ni siquiera el descubrimiento de las jarchas
aclaro definitivamente el problema. Las jarchas le aportaron induda-
blemente otra dimension pero por otro lado su hallazgo no trajo real-
mente otra consecuencia que hacer retroceder cronologicamente la cues-
ti on.
A continuacion Menendez Pelayo presenta varios fragmentos ilus-
trativos de la tematica de las cantigas de amigo, a las que el prefie-
re aquT llamar canciones de ledino, aunque reconozca que esta designa-
cion solo se conoce a p a rtir del siglo XVI. Explica el origen del ter-
mino no por el hecho de que las canciones deban su nombre a las Teta
nias o latines de la Iglesia, sino a la frecuente repeticion de la pa-
labra leda. Identica explicacion se ofrece para la designacion can
tigas de amigo, prosigue, anadiendo que el vocablo corresponde a aman-
te y es caracterTstico de toda composicion erotica de los trovadores
gal legos.
Sin embargo amigo, serTa tal vez conveniente comentar, parece man-
tener, en el contexto medieval, un significado virginal que esta mas
de acuerdo con el tono general de estas canciones. Es este quiza uno
de los aspectos mas claramente diferenciadores de la ITrica del Noroes
te en oposicion a otras sus contemporaneas: casi infaliblemente las
situaciones amorosas son de una castidad absoluta, lo que desde luego
contrasta violentamente con la feroz procacidad de algunas de las can
ciones de escarnio y mal decir. Como apuntaba ya F. Hanssen,59 la poe-
Dr. F. Hanssen, Uber die portugiesischen Minnes'Snger, (Valpa-
raTso: Imprenta del Universo de Gmo. Helfmann. 1899). __________
140
sTa galaico-portuguesa es decente y tTmida, absolutamente exenta del
elemento de pecado. (A lo mas se encuentra alguna huella de simbolo-
gTa erotica, habrTa que notar,) No hay nunca complicaciones amorosas
e incluso nunca aparece siquiera el verbo besar. Falar parece ser a-
quello a que mas se atreven las doncellas que figuran en estos poemas.
Esto es absolutamente verdadero. Incluso en las albas, de tradicion
fuertemente erotica allende el Pirineo, el tono es casto, irrealmente
casto, casi podrTa decirse, considerando que la situacion se desenvuel-
ve muchas veces alrededor de los dos amantes que el romper del dTa o
el canto de los pajarillos hace separar.6^
^ Es curiosTsimo observar como la tradicion se manttene con Ro
salia, que parece no haber conocido la poesTa de los Cancioneros. En
§u glosa de la copla popular que empieza por Cantan os galos pr'o dTa:
Erguete, meu ben e vai t e , Can tares gal legos, (Madrid: Editorial Paez,
S. f . ), pp. 101-103, hay un pasaje extrema-mente ilustrativo:
-Conmigo, meu queridiho,
Mita d'a noite pa'saches.
-Mais en tanto ti dormTas
Contenteime con mirarte,
Qu1 asT sorrind 1 aritre sonos
Coidaba que eras un anxel,
E non con tanta pureza
0 pe d'un anxel velase.
Ya lo mismo no pasa, sorprendentemente, en la copla popular anonima,
repetidas veces harto maliciosa:
Relembrome, niha nena,
d-aqueTas noites do vran:
ti contabas as estrelas,
eu as areas do chan.
(Ramon Cabanillas, AntTfona da cantiqa, [Vigo: Editorial Galaxia,
1951], p. 51.)
141
Despues de esto vuelve Menendez Pelayo a considerar la cuestion
del indigenismo de la poesTa popular galaico-portuguesa y expresa de
la siguiente manera su opinion sobre ell a:
Para mi no hay duda que, con elementos poetico-musicales de origen
puramente gallego, se han combinado reminiscencias muy directas de
ciertos generos subalternos de la ITrica provenzal, que, poco cul-
i tivada por los trovadores mas antiguos, adquieren senalada impor-
tancia en los del ultimo tiempo, y especialmente en el fecundTsimo
Giraldo Riquier.. . .M e refiero a las vaqueras, pastorales o serrani-
11 as, que en la tecnicd portuguesa parecen haber llevado el nombre
de villanescas o vilanas. ° ‘
No cree Menendez Pelayo que sea este caso el de un tipo tradicional co-
mun a varias culturas, sino de una imitacion erudita y deliberada.
Notese en la serranilla artTstica provenzalizada un giro mas ab-
stracto, impersonal y vago, menos intimidad ITrica, menos hechizo
de poesTa y misterio, y tambien menos soltura de versificacion.
Aun en las mas graciosas como lo son sin duda las del referido mo-
narca, es visible la imitacion francesa y provenzal, con aquellos
lugares comunes de papagayos, verge!es, y entradas de primavera.62
En relacion a la fase en que nos llego la cancion popular, es de-
c ir la fase de elaboracion escrita y consecuentemente mas refinada, la
teorTa de Don Marcelino sobre el origen hTbrido parece perfectamente
aceptable. Lo es igualmente su enfasis en una progresiva intensifica-
cion de moldes provenzales. Incluso no serTa fuera de lugar presentar
la villanesca, en el marco de un ambiente rural en donde se manifiestan
sentimientos convencionalmente caballerescos, como un puente entre los
dos niveles poeticos. Los personajes mismos, cuando perteneoen a dos
capas sociales—la aristocratica e l, la popular e lla —son tambien re-
61 APLC, op. c i t . , I, p. 239.
^ Idem, p. 240.
142
presentativos de ese hibridismo, no solo en su condicion social, sino
tambien en su forma de sentir y expresarse.
En cuanto a la poesTa satTrica medieval nota Menendez Pelayo que
"es generalmente brutal y groserTsima, pero de mucho interes historico,
aunque casi siempre de muy difTcil inteligencia."63 Se queja de la
falta de mesura de estas composiciones y sobre todo de que hubieran
servido de modelo a poetas castellanos posteriores.
Pero al lado de todos estos 1 amentables extravTos, cuya noticia es
u til, sin embargo, para la historia de las^costumbres de los tiem-
pos medios, hay en el Cancionero una porcion de sirventesios polT-
ticos, que serfan muy interesantes si pudieramos hacernos cargo de
las circunstancias historicas que los inspiraron: cos'a en la ma
yor parte de los casos harto difTci1.
No deja de ser curioso el recato de Don Marcelino (traductor de
poesTa erotica clasica) al condenar los excesos de esta poesTa satTri
ca. M as importante que eso es que no haya aludido a otra faceta de
el la, es decir su paralelismo con las cantigas de amigo y semejantes.
En la medida que tanto la poesTa satTrica como la rustica se inspiran
en una realidad concreta, ambas representan lo opuesto del a rtific io -
sismo ideal de las composiciones cortesanas. Esto lo expresa con cla-
ridad el crTtico portugues Rodrigues Lapa:
... o s nossos trovadores nao tinham so os olhos postos no ideal;
tambem fitavam as realidades quotidianas, com olhos de ver; e a
argucia e o engenho que punham na casuTstica do amor^ sabiam em-
prega-la outrossim na descrigao e repreensao dos ridTculos e ma-
APLC, op. c i t . , I, p. 242.
64 Idem, p. 243.
143
~ 65
zelas dos contemporaneos.
Rodrigues Lapa no deja, sin embargo, de encontrar en la cantiga
de escarnio--en oposicion a la de mal decir--ciertos reflejos de la
cortesia de la epoca (concretizados un poco en el mismo sentido de me
sura de la cancion de amor, podria anadirse). Aunque reconozca que
el escarnecedor peninsular se encuentra mas a sus anchas en el insulto
directo, admite que la tendencia a mitigarlos se entronca en la menta-
1idad del hombre galaico-portugues, que luego la contagia al castella-
no. Es de notar aquT la relativa divergencia de ppiniones del crTtico
portugues y del espanol.
Aun en otro estudio considera el problema de los cantares ipicos
al mencionar el Poema de Alfonso XI, tambiin denominado Cronica Rimada.
Apoyandose en el Dr. Julio Cornu, de la Universidad de Praga, explica
que la defectuosa irregularidad metrica del poema resulta de una tra-
duccion imperfecta del gallego o del portugues. Los versos resultan
exactos si los vertimos a su posible lengua primitiva, como prueba uno
de los varios ejemplos insertados en este estudio:
Non ayades que temer Non hajades que temer
Estos moros que son pocos: Destes mouros que son poucos:
Con vuscO^cuido veneer Convosco cuido veneer
Este dragon de Marruecos Este dragao de Marrocos,°°
La demostracion, prosigue, se refuerza con la copla 1841:
65 M . Rodrigues Lapa ( s e l.), Cantigas d'Escarnho e de M al Dizer
dos Cancioneiros Medievais Galego-Portugueses, (Vigo: Editorial Ca-
laxia, 1965).
APLC, op. c i t . , I , pp. 318-319.
144
i
La profesTa conte
E torne en desir llano,
Y o Ruy Yannes la note
En lenguaje castellano.67
Menendez Pelayo niega, con todo, que esta composicion, en su ver
sion original, haya sido el poema de la batalla del Salado, compuesto
por Alfonso Giraldes, hidalgo portugues que participo en la batalla.
Es tambien indicio de su proveniencia galaico-portuguesa, segun
Don Marcelino, el hecho de que en el primero de los poemas se encuen*-
tran alusiones a las profecTas de Merlin, resultantes del profetismo
celtico, que acabanan por engendrar en el siglo X V I las trovas polTti-
cas del zapatero Bandarra.
De las objecciones que se podrTan poner a la tesis celtica ya se
hablo anteriormente. Ahora lo que interesa es senalar la contradiccion
de Menendez Pelayo, afirmando en un lugar que no existe epica portu
guesa medieval e inclinandose en otro a una probable paternidad portu
guesa del poema eh cuestion.
Pero volviendo al estudio que en primer lugar se considero: M e
nendez Pelayo se refiere al lirismo gallego como la fuente de muchas
manifestaciones poeticas posteriores, tanto en la literatura espanola
como en la portuguesa. La comuni dad de tradiciones "es la verdadera
clave para explicar el perpetuo y misterioso sincronismo con que se han
movido siempre ambas literaturas (que, en rigor, constituyen una s o l$ ^
^ Idem, p. 319.
68 Idem, p. 249.
145
Es atraves de este atavismo, prosigue, que se pueden ju stific a r las
cantigas de serrana del Arcipreste de Hita, las serranillas del Marques
de Santillana y los villancicos de Juan del Encina, Lucas Fernandez o
Gil Vicente. Anade Menendez Pelayo que estas formas van adquiriendo un
elemento dramatico, transformandose en ultimo analisis en la egloga y
en el auto.
El entronque de un genero con otro es una idea por cierto muy de
fensible. Lo que no lo parece tanto es la del sincronismo absoluto de
las dos literatu ras. Inclusive en los ejemplos mencionados, la mayo-
rTa—o sea, las cantigas de serrana, las serranillas y hasta cierto
punto el auto--D no coinciden cronologicamente en las dos literaturas
o sencillamente no estan representadas en la portuguesa.
Al referirse, en otro lugar, a la proyeccion.de la poesTa gallega,
Menendez Pelayo escribe:
Mucha parte del Cancionero de Baena es evidente conttnuacion de los
cancioneros galaico-portugueses, asi en los generos y asuntos como
en los metros, aunque, por lo comiin, en lengua diversa. Algunos
versos gallegos hay todavTa de Villasandino, de Macias, del Arce-
diano de Toro, de D, Pedro Velez de Guevara, de Garci Fernandes de
Jerena, pero tan impuros en la diccion, que muchas veces duda uno
si lee gallego castellanizado o castellano agallegado. El triunfo
de la lengua del Centro sobre la del Noroeste, era ya fofzoso e
inevitable.
Todo esto es correcto. Pero lo que es significativo aquT es la
ultima frase. En ell a notamos otra vez la anteriormente mencionada
tendencia de subrayar el dominio espiritual de Castilla sobre gallegos
y portugueses. En este caso el planteamiento casi implica un sofisma.
69 Idem, pp. 372-373.
146
La expresion Noroeste es demasiado generalizadora y esconde por conse-
cuencia el hecho de que el triunfo del castellano solo se observo real-
mente en Galicia, pese al bilingttisino de muchos autores portugueses.
Las ideas anteriormente expuestas por el polTgrafo representan un
considerable cambio de actitud en su trayectoria mental. Esto lo ilu s
tra perfectamente el parrafo siguiente, extraTdo de la primera de las
dos cartas sobre literatu ra portuguesa que en sus anos juveniles escri
be para La Tertulia, de Santander:
Fuera de esto [los romances], la Edad Media en Portugal no produce
ningun poema popular ni artTstico; y esas sonadas epopeyas muzara-
bes se reducen, aparte de los romances, a algunos fragmentos de
autoridad muy controvertible, Carecen, por tanto, de fundamento
las lamentaciones de Braga y^otros sobre la posterior anulacion
del espTritu poetico portugues. El espTritu poetico que engendro
esos cantos era el mismo que dominaba en lajispana del centro y en
la oriental. Viene en pos de esta primera epoca la de los trova-
dores gallego-portugueses, imitadores directos de la poesTa proven-
z a l. CuaI monumentos de esta inflifencia han quedado el Cancionero
de la biblioteca.de Ajuda, el del rey D. Diniz y el de la biblio-
teca vaticana, observandose que de todas las colecciones poeticas
de este ciclo, la mas nacional en el espTritu, ya que no en las
formas, es una mas gallega que portuguesa y formada por un monarca
castellano. M e refiero a las cantigas de nuestro sabio rey Alfonso
X.70 ~
Menendez Pelayo considera por lo tanto, aquT, que no existe mas
poesTa medieval en el Noroeste que la epica, de origen castellano, y
la cortesana, de origen provenzal. Lo curioso es que despues de acen-
tuar la ausencia de espTritu nacional de esta poesTa la contrasta con
las Cantigas de Santa MarTa. D e que manera la poesTa mariana pueda re-
presentar un espTritu nacional—si no es en aspectos muy perifericos—
APLC, op. c i t . , I, p. 258.
147
no lo dice el. Este dogmatismo algo simplista de los primeros anos de
actividad crftica tiende afortunadamente a atenuarse, aunque no a desa-
parecer completamente, en el perTodo de madurez.
El tenia de la poesTa mariana lo tomarfa de nuevo mas tarde Menen-
dez Pelayo. En su estudio "Las Cantigas del Rey Sabio"^ subraya la
importancia del entonces relativamente reciente hallazgo de la poesTa
galaico-portuguesa, que considera:
suplemento necesario a la h istoria de la poesTa provenzal, que en
en e l l as revive o se prolonga; y es,^por otro lado, la clave, poco
menos que unica, para la determinacion.de los orTgenes de la iTrica
castellana, envueltos hasta ahora en tanta oscuridad y contradic-
cion.72
Considerando que la ITrica catalana de la epoca era poco mas que una
faceta de la poesTa provenzal y que en Castilla predominaba la epica,
hay que buscar, dice, las raTces del lirismo peninsular en las canciones
de Galicia y Portugal, como ademas lo muestran las palabras del Marques
de Santillana en su Carta o Prohemio.
Este estudio de Menendez Pelayo es de caracter esencialmente des-
criptivo. El mismo lo reconoce: "Pero es hora de terminar este mero
anuncio bibliografico, que se ha ido dilatando mas de lo que al princi-
pio pense, sin que por eso llegue a ser verdadera crTtica del libro, ni
por asomos."^
Esta tecnica es absolutamente opuesta a la que Menendez Pelayo por
^ EDCHL, op. c i t . , I, pp. 161-189.
^ Idem, p. 161.
73 Idem, p. 188.
148
lo general emplea. Aunque con mucha frecuencia se detenga con minu-
ciosidad en los aspectos externos de una obra, es casi infalible que a
esto se siga la crTtica interna. A menos que tuviese razones especT-
ficas, ajenas a sus inclinaciones naturales, para no penetrar en el con-
tenido de la Cantigas, es casi inconcebible que la inmensa humanidad
de esta obra no le hubiese merecido un solo comentario. Incluso el fe-
nomeno de la heterodox!a—por el con tanta flex ibi 1idad considerado y
que desde tan temprano lo intereso—encontrarTa algunos ecos en estas
canciones. En realidad podrTa decirse que en muchas de las cantigas es
de alguna manera "heterodoxa" la visualizacion de la Virgen por Alfonso
X o por el desconocido poeta que las compuso. Esta "heterodoxia" (en
el concepto menendezpelayista, repTtase) esta mas visible en la inten-
sa humanizacion de Nuestra Sehora que se nota en casos como aquel en
que ella sale de una capilla incendiada, con el Nino Jesus en brazos,
pidiendo a Dios socorro para su hijo, o el otro en que ordena a un Ca
ballero enamorado que e lija entre ella y la otra dama. Por otro lado
tampoco es absolutamente ortodoxo el criterio basico de las Cantigas
(y tambien de Berceo) para juzgar el comportamiento humano, es decir
el concepto de que la devocion mariana es la clave de la salvacion:
con la Virgen los mayores pecados son perdonados, sin ella el castigo
es inevitable.74
74 -r t
Tanto las Cantigas de Santa Maria como la poesia gallega o ga
ll eguizante^del Cancionero de Baena no e?tan por supuesto rigurosamente
dentro del ambito de la literatu ra portuguesa, como antes Ta definimos
para efecto de este estudio. Las referencias que se hacen a ambas^ob-
ras se justifican sin embargo por su estrecha correlacion, que Menendez
149
En lo que concierne a la prosa medieval, Menendez Pelayo la consi-
dera con su consabida perspectiva hispanista:
. . . l a primitiva prosa portuguesa crece a los pechos de la prosa
castellana: la corte lite ra ria de D. Diniz es un trasunto de la de
su abuelo Alfonso el Sabio: se traducen primero y se imitan luego
nuestras grandes compilaciones legales e historicas del siglo XIII,
las Parti das, la Cronica General; se imita el Mester de clerecTa,
y se traducen los versos del Arcipreste de Hita"! Libros franceses
como el Roman de_Troie pasan por el castellano antes de llegar al
gallego, y, finalmente, el mas antiguo, y bien tardTo, cronista
portugues, Fernan Lppes, aparece muy directamente influTdo en la
materia y en el estilo por las obras historicas del canciller Aya
la. 75
Por cierto que la perspectiva hispanista de Don Marcelino es justa si
exceptuamos su referenda a Fernao Lopes. Es curioso que todo lo que
Menendez Pelayo, a lo largo de su vastTsima obra tan llena de referen-
cias, incluso a figuras de importancia muy secundaria, tenga que decir
de Fernao Lopes es que es el mas antiguo, si bien tardTo, cronista por
tugues y que su materia y e stilo sufren influencias muy directas del
canciller Ayala. Ni una sola mencion a la probidad historica del cro
nista, al magnTfico colorismo de su e stilo , a su dimension de humanidad,
al sentido dramatico de su historia o al intenso caracter de realismo
e inmediatismo que logra transmitir a su obra. Por todo esto Fernao
Lopes es indudablemente el mayor prosista medieval portugues. Sin em
bargo, a despecho de su enorme envergadura artTstica, todo lo que me-
Pelayo no se cansa de subrayar, con la restante poesTa del Noroeste.
75 APLC, op. c i t . , I l l , p. 301.
150
76
rece a Menendez Pelayo es media docena de palabras.
En cuanto a la influencia de Ayala, el hecho es innegable. Dirfa-
mos in,cluso que en muchos pasos, mas que influencia, hay imitacion.
Sin embargo los conceptos de originalidad de la epoca eran totalmente
distintos y, en ese contexto, Fernao Lopes puede considerarse perfecta-
mente justificado en u tiliz a r la materia y la forma de las cronicas de
Lopez de Ayala. Por otro lado, desde el punto de vista artTstico, esa
copia no impide que en otros pasajes irrumpa el tono extraordinaria-
mente individual del e stilo de Fernao Lopes, marcado sobre todo por
su expresiva oralidad.
En cuanto a formas mas primitivas y rudimentarias de historiogra-
fia, Menendez Pelayo observa que el Conde D . Pedro de Barcelos, hi jo
bastardo del Rey D . Dinis, recogio varias leyendas genealogicas en su
Nobiliario , 77 y que Herculano utilizo una de ellas para su cuento A Da-
ma Pe de Cabra (que el polTgrafo espanol considera delicioso). Anade
que Teofilo Braga encuentra relacion entre este tema y los romances de
la Infantina, aunque solo haya de comun entre ellos el encuentro del
cazador con la doncella. Menendez Pelayo ve mas bien semejanza con las
tradiciones relativas a los fabulosos amores de Salomon con la reina de
Saba, Balgis, que tenTa piernas de cabra.
76
Por otro lado Menendez Pelayo apenas hace alguna referencia al
rey D. Duarte o a los otros prosadores didacticos de la casa de AvTs.
En cuanto a Azurara, solo se refiere a el en relacion con las observa-
ciones que el cronista portugues hace sobre ritos y supersticiones pre-
historicas de las Islas Canarias.
77 APLC, op. c i t . , VI, pp. 363-368.
151
El caracter objetivo de estas consideraciones sobre la prosa me
dieval portuguesa casi excluye cualquier comentario que no sea el del
profundo conocimiento que, aquT y en otros lugares, Menendez Pelayo
i llega a revelar de la literatura del Noroeste, o, con mas exactitud,
j . .
!
| de los aspectos de e lla que logran merecer su atencion,
152
C. El prerrenacimiento
En esta section consideraremos la postura de Menendez Pelayo fren-
te a los tres generos que predominaron en esta epoca: la ITrica, la
novela bucolica y el teatro. Cada uno de los dos ultimos esta por su-
puesto representado en Portugal por tan solo una figura de relieve,
respectivamente Bernardim Ribeiro y Gil Vicente.
En el capTtulo que dedica a la ITrica portuguesa en su AntologTa
de poetas iTricos castellan os, 78 Menendez Pelayo empieza por apuntar
el desvanecimiento de la corriente galaico-portuguesa y el abandono ca-
i
si total del gallego como idioma poetico despues de las ultimas rami-
ficaciones en el Cancionero de Baena. Hubo por cierto manifestaciones
de prosa artTstica portuguesa, continua e l , pero:
Nada de esto impidio, sin embargo#que los portugueses durante el
siglo X V se sometiesen dotilmente a la influencia castellana, y
que, vencedores en el terreno de las armas, como lo fueron casi
siempre hasta que la fortiina los abandono en los campos de Toro,
gustasen, no obstante, de goetizar en la lengua de sus odiados ri-
vales, y los imitasen ademas, harto servilmente, en los versos que
componTan en su lengua propia.79
D a como ejemplo de esta tendencia el Cancionero de Resende, donde es
clara la influencia de los poetas de la corte de D. Juan II de Castilla,
ya con algunas irrupciones de la moda italiana. Trata despues de ex-
plicar esta dependencia de la siguiente manera:
Tal fenomeno no tendrTa satisfactoria explication, puesto que a-
biertamente pugna con las vicisitudes de la historia polTtica, si
78 APLC, op. c i t . , I l l , p. 299.
^ Idem, p. 300.
153
no se tuviese en cuenta que Portugal carecTa aun de tradiciones
lite r a r ia s propias, excepto en la iT rica, donde su actividad se
habTa confundido con la de los trovadores gallegos y con la de
muchos castellanos de los siglos XIII y XIV que habTan empleado el
gallego como lengua poetica, Y la ITrica por sT so la , como el e-
jemplo de los provenzales lo confirma, no basta para dar perpetui-
dad y fundamento solido a una lengua y a una literatura.80
Com o es obvio, Menendez Pelayo trata de in s is tir de nuevo en la
fa lta de autonomTa de la literatura portuguesa. Negar esa falta de
autonomTa en relacion a la poesTa palaciega serTa insensato. Es real-
mente una manera poetica identica a la de Castilla. Una de las razones
de esto, y que Menendez Pelayo no menciona, es que despues de D. Joao L,
casi todos los reyes de la dinastfa de AvTz se desposaron con princesas
castellanas, que trajeron con sus sequitos los moldes de su patria y
que acabaron por imponerlos en supremacTa casi absoluta.
Nota en seguida Menendez Pelayo que antes de Gil Vicente la poesTa
portuguesa del X V no era mas que una palida imitacion de la poesTa cas-
tellana de las cortes de .Juan II y de los Reyes Catolicos, careciendo
ademas de autores del calibre de Juan de Mena, Santillana, los dos Man-
riques e inclusive de otros inferiores. "Parece que los trovadores
portugueses ponen-servi1 empeno en imitar lo mas triv ia l, lo mas insul-
so, lo mas empalagoso de sus model os.
T rivial, sin duda. Pero insulso y empalagoso no siempre. Es cier-
to que en el Caneioneiro de Resende el mensaje es por lo general de un
80 lbl*d.
Idem, p. 302.
154
convencionalismo total. Hay sin embargo ocasionales aciertos poeticos
que sin duda producen una agradable sensacion de ritmo y de absoluto
dominio formal y que pueden revelar un considerable grado de emocion
iTrica, como pasa por ejemplo con la conocida Cantiga, Partindo-se, de
Joao Roiz de Castelo Branco.
Sigue Menendez Pelayo ensanandose contra el Cancioneiro,qulza con
un poco mas de pasion que la que estos versos merecen: "Nunca se vio
tan esteril abundancia de versificadores y tanta penuria de poesTa. El
lector de buen gusto camina por aquel interminable arenal, sin encon-
trar apenas un hi 1o de agua con que mitigar la sed."8^
Pasa despues a estudiar autores que escribieron predominantemente
en castellano, como el Infante D. Pedro,®3 su hijo el Condestable D.
84
Pedro,, verdadero autor de las Cop!as del contempto del mundo (que Gar-
cTa de Resende atribuyo al Infante) y de la Satira de felice e infelice
8^ Idem, p. 302. Sobre esto escribe Rodrigues Lapa en el prefacio
a su seleccion del Cancioneiro Geral: "0 Cancioneiro de Resende ainda
nao^foi apreciado quanto devia ser. Dizia urn grande crTtico espanhol,
Menendez Pelayo, que 'o lei tor de^bom gosto caminha por aquele inter-
minavel areal sem encontrar tao-somente urn fio de agua com que abrande
a sede. 1 ^Nao e isto inteiramente verdadeiro. Ha, na antologia que
seleccionamos, pegas de poesia lindTssimas, que deverao ser considera-
das como ta is, fora de todo o preconceito de escola. Naturalmente as
obras primas constituirao escassa minoria, entre mais de um milhar de
composigoes—tantas sao as contidas no Cancioneiro. . . 1 1 Rodrigues Laga
(s e l.), Florilegio do Cancioneiro de Resen~de^ fETsboa: Textos Litera-
rios, 1962), pp7 XIV-XV. :
83 Alude tambien de paso a sus traducciones y.obras originales en
prosa.
Quien por un perTodo de diez anos fue rey de Cataluiia.
155
vida, D. Joao de Meneses, Fernao de Silveira, Alvaro de Brito Pestana,
Duarte de Brito o D. Joao Manuel y a referirse rapidamente a otros de
menor importancia. Senala tambien el interis social de las composicio-
nes de Fernao da Silveira, quien escribio predominantemente en su len
gua natal, y considera la satira portuguesa de Brito Pestana superior
a la de todos los otros poetas del Cancioneiro. Se refiere tambien a1
caracter dantesco de una poesTa portuguesa de Duarte de Brito y senala
su imitacion de model os castellanos. 85
Dedica un breve elogio a Luis Henriques, que algo se mantuvo apar-
tado de la frivolidad de su ipoca y "canto con noble aliento la conquis-
ta de Azamor," 85 ademas de haber escrito una elegTa en castellano a la
muerte tragica del joven prTncipe D. Alfonso de Portugal.
En estos aspectos se presenta bastante lucida la perspectiva de
Menendez Pelayo. La crTtica social, por los aportes que trae al cono-
cimiento de la mentalidad de la epoca, es realmente uno de los aspectos
significativos del Cancioneiro de Resende. Las Trovas as desordens que
87 -r
agora se costumam em Portugal, de Duarte da Gama, son caracteristicas
de la epoca de brusca transicion que las nevegaciones trajeron a Portu
gal y de alguna manera prenuncian la crTtica social de Gil Vicente.
En cuanto al "noble aliento" de LuTs Henriques, no aclara Menendez
O C ^
"La lengua, en este y en otros poetas del Cancionero, esta tail
penetrada de castellanismos, que muchas veces duda uno si Tee portugues
o castellano," (Idem, p. 325) escribe Menendez Pelayo.
86 Idem, p. 331.
87 Garcia de Resende, Cancioneiro Geral, (Coimbra: Imprensa da
..U ni-versutade, 1910), III, pp. 369-377. ' __________
156
Pelayo si se refiere a la forma o al contenido. Suponemos que se trate
de lo segundo, ya que la forma resulta algo monotona por la cadencia
demasiadamente marcada, resultado quiza de una cierta inexperiencia en
el manejo de los acentos. Respecto al contenido, es en efecto heroico,
cosa que anade el interes historico de ser esta composicion una de las
precursoras de la epopeya clasica nacional, pese a su caracter todavTa
medievalizante y atin a su ocasional prosaTsmo de expresion. El enfoque
fragmentario y directo recuerda sin embargo mas a Fernao Lopes que a
Camoens.
Para Menendez Pelayo la poesTa burlesca del Cancioneiro es mas.
bien insulsa que deshonesta:
Todas las poesTas de esta clase estan en portugues, y abundan en
felices idiotismos populares; pero aun hay en ellas visible imita-
ciffn castellana, siendo muchos los trovadores que repiten hasta la
saciedad las quejas de Juan de Mena sobre el macho aue compro de un
Arcipreste, y el dialogo del Ropero con su cabal!o . 88
Parece un exceso de rigor crftico tachar de insulsa toda la poesfa bur
lesca del Cancioneiro Geral. En niveles distintos de refinamiento hay
humor autentico en muchas de estas composiciones, revel ado con frecuen-
cia en el tratamiento de ciertas constantes tematicas de la epoca.
El misoginismo medieval, por ejemplo, esta todavfa presente en la
composicidh Contra as mulheres, de Jorge de Aguiar, cuyo cabo es el si-
guiente:
Espanha ja foi perdida
por Letabla uma vez,
E a Troia destruida
88 APLC, op. c i t . , I l l , p. 332.
157
por males qu1 Helena faz.
Desabafa, coragao,
vive^nao te desesperes,
ca a que fez pecar Adao
foi a mae destas rriulheres. 89
El tema del hambre, tan comun en el XVI, esta representado en el
anonimo Testamento do macho ruqo de Luis Freire, estando para morrer:
Item me levem d'oferta
dous ou tres cestos de pal ha,
que, pois custa nemigalha,
nao deve d' haver referta.
Tambien me levem urn alqueire
de farelos ou cevada,
pois na vida Lufs Freire
disto nunca me deu nada.
Infindos perdoes pedi
as pousadas u pousei
d 1 algui dares que quebrei
e game!as que roT;
e nao me devem culpar
de The fazer tantos danos,
pois que de pal ha fartar
nunca m e pude em v in t 1 anos. 98
En un tono francamente mas vecino al de las cantigas de escarnio
y mal decir esta el ciclo de composiciones sobre el hidalgo que durante
un serao en el palacio real fue acometido por incontenibles transtornos
ffsicos. El tTtulo de la serie es bastante explTcito sobre lo que a
continuacion sucedio: D o Conde de Vimioso a urn fidalgo que no serao
d'elrei se mete u em uma chamine e fez seus feitos nU m braseiro, e di-
ziam que era urn dos capitaes que iam a Turquia com o Conde de Taroucaffl
89 Garcia de Resende, Cancioneiro Geral, op. c i t . , II, pp. 150-151
90 ^em , IV, pp. 268-271.
91 Idem, IV, p. 345.
158
Pese a lo escatologico del incidente, los poetas cortesanos lo trata-
ron con un humor mesurado pero expresivo, como se puede ver en la si-
guiente composicion de Diogo Brandao:
0 mundo vai de maneira,
que ja nele tudo achais,
urn faz aguas na grimeira,
outro foi casar a Beira,
este descobriujja mais.
Que ' t ' aqui nao foi sabido
qu* em braseiro se podia
fazer ta l galantaria.92
Por otro lado existen composiciones en el Cancioneiro Geral que,
al contrario de lo que opina el usualmente severe Menendez Pelayo, sT
son francamente deshonestas, tanto por las situaciones como por la mis-
ma forma de expresion. Por cierto Pierre Le Gentil nota la crudeza de
los poetas lusitanos de esta epoca:
Cette evolution [de la crudeza al equTvoco o^a la sonrisa malicio-
sa] paraTt beaucoup moins avancee dans la poesie peninsulare, en
particulier_au Portugal, ou 1'on continue d'appeler les choses par
leur nom, Ou les allusions sont beaucoup plus c la ir e s .93
Tampoco se podrTa seguramente acusar de insulso al pequeno poema
circunstancial, desearadamente cTnico, que lleva por epTgrafe De Joao
Rodrigues de Sa a Diogo Brandao mandando-lhe urn mandil:
Quando o genro dum tetrarca
nao desdenha de peitar,
que se deve d'esperar
dum contador de comarca,
eleito para medrar?
92 Idem, p. 347.
Pierre Le Gentil, La poesie lyrique espagnole et portugaise a
la fin du Moyen Age, (Rennes: PlThon, Eaiteur, 1949), i, p. 2ll.
159
E por isso essejnandil
que yem da regiao china,
nao e mandil mas doutrina
para vos que sois s u b til . 94
Esto no significa, por supuesto, que el genero insulso no este
abundantemente representado. Vease esta esparsa de Diogo Brandao:
A uma senhora que se chamava da Costa
Quern bem sabe navegar,
pel a vida segurar,
a esperanga tern posta
dentro no pego do mar,
mas aqui, por se salVar,
deve certo vir a costa,
porque, posto que naquela
de vivo se veja morto,
ganha-se tanto por ve-la,
que melhor perder-se nela
que salvar-se noutro porto.
Prosiguiendo su estudio, Menendez Pelayo se refiere a la produccion del
mismo Garcia de Resende,
que fue en rigor el ultimo y uno de los mejores__poetas de esta
escuela, puesto que sus trovas, en forma de monologo, a la muerte
de Dona Ines de Castro deben contarse entre las raras piezas lTri-
cas de este tiempo que tienen algun valor positiVo, aparte del me-
rito de haber tratado por primera vez este asunto tan patetico y
tan nacional, abriendo camirio a la clasica musa de Ferreira y de
Camoens.96
Anade que Garcia de Resende "fue uno de los espTritus mas cultos y mas
enciclopedicos de su tiempo; y aunque le faltaba la instruccion cla si
ca, fundamento entonces de todo saber, la suplio en parte con su buen
94 Garcia de Resende, Cancioneiro Gera!, op. c i t . , I l l , p. 39.
95 Idem, III, p. 44.
96 APLC, op. c i t . , I ll, pp. 332-333.
160
instinto y grandes facultades de asimilacion."9^ qq algunos versos de
su Miscelanea dice Menendez Pelayo que "en medio de su sencillo e stilo ,
tienen mas poesTa que todo su Cancionero." 98
En lo de sencillo esta de acuerdo con el polTgrafo espanol el pre-
faciador de una edicion moderna de la obra, Mendes dos Remedios: " ...
uma obra simples, uma obra modesta, uma obra sem arrebiques nem feigoes
de contorcido e arrendado lavor." 99
Pero a pesar de la sencillez de la forma— ique magnTfico documento
historico, social y humano es esta Miscelanea. 1 iQue extrano es que M e
nendez Pelayo en su crTtica casi solo se preocupara de la calidad de
la poesTa (que por cierto la tiene y muy alta) y apenas se referiera
a la espantosa vision historica de Garcia de Resende, cuando ya sexage-
nario evoca todavTa con ojos de espanto todas las maravillas que suce-
dieron en su tiempo. 1 Sus reminiscencias, observadas u oTdas, represen-
tan de hecho la esencia de la evolucion polTtica y cultural de la Euro-
pa de fines del siglo X V y principios del XVI, como en parte se puede
deducir de lo que Menendez Pelayo transcribe.
Hay algo del tono de las Cop!as de Jorge Manrique en este llamamier-
to del pasado pero Garcia de Resende parece identificarse mas concreta-
mente con lo sucedido. Sin la adolorida serenidad del poeta espanol,
9? Idem, p. 333.
98 Ibid.
99 Mendes dos Remedios, prefacio a Garcia de Resende, Miscelanea,
(Coimbra: Franca Amado, Editor, 1917), p. VI.
161
ni la elegancia de su verso, su enfoque mas detailTstico y mucho mas
crudamente expresado no deja de ofrecer una extraordinaria dimension
de humanidad. Por todas estas razones, repetimos, es sorprendente que
Menendez Pelayo no haya estudiado mas especTficamente esta obra. En
eso, por cierto, no esta solo, ya que la Miscelanea ha sido tambien,
inexplicablemente, casi olvidada por la crTtica portuguesa.
En seguida continua Don Marcelino:
Este hombre, cuyo talento era muy superior a la adocenada escuela
cuyos insTpidos frutosjjos ha conservado, tuvo entre otras cosas
el instinto de la poesTa popular. Es casi el uniccs de los trova
dores portugueses que parece haber conocido y estimado los romances,
...l o que es mas significativo todavTa: los rasgos mas poeticos de
las trovas puestas en boca de Doha Ines de Castro, son eco de un
romance viejo, de distinto, aunque no muy semejante argumentoJOO
Da entonces dos fragmentos, uno de las trovas y otro de uno de los ro
mances de Isabel de Liar, donde en realidad las coincidencias de s i-
tuacion y e stilo son evidentes.
Otra vez aquT trata Menendez Pelayo de dar enfasis a la subordina-
cion de la literatu ra portuguesa a la espahola. El aspecto que apunta
esta sin duda bien observado, pero en un analisis estetico intrTnseco
habrTa posiblemente otras facetas de mayor importancia, que el polTgra-
fo no menciona.
Despues de copiosos datos bibliograficos sobre la historia de la
divulgacion del Cancioneiro Geral Menendez Pelayo escribe:
Lo primero que llama la atencion en este Cancioneiro, prescindierin •
do la diferencia de lenguas, que es meramente accidental yjno afec-
ta al contenido poetico, es la penuria de inspiracion historica, el
100 APLC, op. c i t . , I l l , p. 335.
162
divorcio en que estos trovadores cortesanos parecen vivir de toda
la grandiosa vida de su pueblo, que se desarrollaba ante sus ojos,
y en la que algunos de ellos tomaron parte muy honrosa y califica-
da. Ni las empresas de Africa, ni las portentosas navegaciones
de Oriente, tienen eco apenas en esta retorica convencional y enfa-
dosa. Aun los asuntos interiores del reino parecen preocupar de
un modo muy superficial a estos ingenios.*01
La preocupacion predominante por lo trivialmente episodico y lo
superficial que encontramos en este Cancioneiro es de hecho una carac-
terTstica curiosa y Menendez Pelayo tuvo el merito de haber sabido a-
puntarla. Si alguna disculpa tienen estos poetas por su ausencia de
dimension heroica, ella sera que la epopeya rara vez sigue inmediata-
mente a los hechos inspiradores, Hace falta un largo perTodo de madu-
racion para que el asunto epico—quiza por un proceso de mitificacion
que solo la distancia temporal puede dar--logre finalmente concretarse
en forma artTstica.
Refiriendose de nuevo a la tematica del Cancioneiro, Menendez Pe
layo senala que aun de la poesTa castellana de la corte de D. Juan II,
"que distaba mucho de ser un modelo, pero que tuvo a veces elevadas as-
piraciones y relativos a c i e r t o s , " ^ se -jmito solo lo mas frTvolo e in-
coloro. Agrega que Juan de Mena fue el modelo para todos pero nadie
logro alcanzar las alturas ni de este poeta ni del Marques de Santi-
llana, que tambien inspiro imitaciones. Esta crTtica es absolutaniente
aceptable. El Cancioneiro Gera! no tiene en realidad un alto valor si
consideramos individualmente a los poetas que en el figuran. Su interS;
Idem, III, p. 339.
102 ibid.
163
es de caracter colectivo, como Tndice del gusto de una epoca y, poten-
cialmente, de la siguiente. D e hecho ahT estan latentes germenes 1T-
ricos, epicos, satTri.cos y dramaticos que i n an a tomar consistencia
durante el quinhentismo.
Condensando sus impresiones y reiterando su constante preocupacion
de integrar las manifestaciones lite ra ria s portuguesas en el complejo
peninsular, escribe: "En suma, no parece que la lengua castellana, en
el siglo XV, pagase dignamente a su hermana la portuguesa lo que de e-
11a habrTa recibido en los orTgenes de la ITrica. N o sucedio lo mismo
despues de la triunfal aparicionde Gil Vicente. "103 TodavTa en la
misma linea de razonamiento anade que, a despecho de la calidad infe
rior de esta poesTa, el Cancioneiro tiene el valor de representar una
epoca gloriosa para ambos pueblos y la fraternidad existente entre elloe,
Nunca como entonces, prosigue, estuvieron las dos naciones tan identifi-
cadas espiritualmente. "Este rancio y voluminoso libro, medio portu
gues, medio castellano, atestado de versos malos o medianos, cobra, si
se le mira de este modo, precio inusitado, y se convierte en venerable
reliquia."104
Es muy significativo que Menendez Pelayo enfoque el problema pre-
dominante desde este prisma. Es indiscutible que esta en la razon
cuando se refiere a la identificacion espiritual de los dos pueblos,
aunque tal vez no sea esta, como el dice, si no la barroca, la epoca en
103 ibid.
104 Idem, p. 340.
164
que dicha identificacion espiritual alcanzo su mayor grado.
Mirando el problema desde otra perspectiva, hay que reconocer que
Menendez Pelayo no apoya con estas observaciones su teorTa, expresada
en otros lugares, de que la cultura portuguesa mejorarTa su calidad si
se identificara mas estrechamente con el genio espanol. En efecto, a-
punta en su analisis final lo importado de Espaha como el elemento mas
significativo del Cancioneiro Geral, descartandolo casi al mismo tiem
po por insulso y empalagoso.105 j:n C ambio casi no se detiene en otros
factores intrTnsecos que revelan mas explicitamente una cierta indepen-
dencia de espTritu en relacion a Espana y que se podrTan senalar como
de tanta o mayor importancia que la imitacion castellana.
Uno de ell os, a que el solo de paso alude, es el valor de la obra
como documento social. Desde esta perspectiva, Andree Crabbi Rocha la
califica asT:
Gigantesco almanaque gara uso^do rei mais venturoso de Portugal,
contem anedotas, his tori as, sa tiras, cartas, heraldica, jiiTzos do
ano, conselhos praticos e...lirism o. U rn repositorio completo da
vida intelectual do tempo, duma diversidade que sd nos aflige na
medida em que esmaga a poesia tal como a concebemos hoje, pura, i-
nefavel, limpa de escorias da forjaJO®
El tema del estudio de donde fue extraTda la cita anterior, el ele
mento dramatico en el Cancioneiro Geral, de gran importancia como ger-
105 Es cierto que menciona en algun lugar que fue lo mas frivolo
e incoloro de la ITrica castellana To que los poetas portugueses copia-
ron, pero casi de inmediato anade que Juan de Mena fue el modelo para
todos e ll os.
106 Andree Crabbe Rocha, Esbocos Dramaticos no Cancioneiro Geral
(Aririque da Mota), (Coimbra: Coimbra Editora, Ltda., 19bI), p. 7.
165
men de la produccion de Gil Vicente y de sus seguidores, es por cierto
otro de los factpres que apenas merecen la atencion de Don Marcelino.
En este trabajo la investigadora belga-lusitana senala la facilidad con
que se puede pasar de la respuesta poeti'ca y de la intervencion de ter-
ceros en el debate a la introduccion de interlocutores imaginarios. A-
lude tambien la autora a la inclusion de verdaderos fragmentos drama
ticos de Anrique da Mota en el Cancioneiro: el Pranto do Clerigo, la
Farsa do A lfaiate, la Farsa do Hortelao, la LamentaQao da M ill a y el
Processo de Vasco Abul, (con ciertas reservas en cuanto a la verdadera
paternidad de la ultima) y al paralelismo que existe entre la Farsa do
Alfaiate y 0 JuTz da Beira y entre el Pranto do Clirigo y el Pranto de
Maria Parda. Especialmente en relacion con lo ultimo, las semejanzas
son de hecho extraordinarias: el mismo movimiento escenico, la misma
tecnica rudimentaria, un tema identico e incluso ciertas coincidencias
estilT sticas, como los apostrofes a los personajes.
Por otro lado, en un plan mas general, la manera como Anrique da
Mota caracteriza tipos etnicos, como el judTo o la negra, por medio de
sus particularidades lingllTsticas, tiene igualmente eco en Gil Vicente.
Todo esto, y mucho mas que sobre el tema podrTa decirse, es sorprenden-
dente que Menendez Pelayo no lo hay a serial ado, sobre todo porque en o-
tro lugar dedica un extenso estudio a Gil Vicente. En la misma linea
de pensamiento, otro aspecto que Menendez Pelayo no enfoca en este es
tudio, aunque fuese bastante pertinente, es el de la crTtica anti-cleri ■
cal. Esta tendencia la apuntarTa Don Marcelino, al estudiar a Gil Vi-
166
cente, como actitud muy generalizada en la epoca.
Por todas estas razones es evidente el valor del Cancioneiro Geral
en la trayectoria lite ra ria portuguesa y es precisamente este el punto
en el cual la crTtica de Menendez Pelayo parece ser mas limitada. Des-
graciadamente prefirio no tocar este aspecto y analizar la obra bajo
otro que se nos antoja mucho mas inconsecuente.
Al terminar este estudio sobre la ITrica prerrenacentista Menendez
Pelayo comenta la suavidad de la transicion para la manera italianizan-
te , a traves de poetas que progresivamente iban adaptando la medida ve-
1 ha a un contenido mucho mas lTrico que el de las poesTas cortesanas
anteriores. Crearon asT "una escuela bucolica, en que parece que re-
tono la planta de la antigua pastoral gallega no por imitacion directa,
segun creemos, sino por condiciones Tntimas del genio nacional . " ^ 7
En los dos representantes de este grupo, Bernardim Ribeiro y Cristovao
Falcao, descubre asTmismo influencias de Encina, Gil Vicente, Juan Ro-
drTguez del Padron y Diego de San Pedro.
En la primera parte de este comentario Menendez Pelayo esta indis-
cutiblemente dentro de la razon. En cuanto a una reviviscencia de la
pastoral gallega en la poesTa bucolica habrTa que probablemente poner
ciertas limitaciones a la validez de la idea. En ambas se nota sin du-
da un convencionalismo situacional y afectivo de escuela pero hay en la
poesTa bucolica portuguesa una mayor dimension realista por debajo de
todo el montaje de ficciones impuestas por la moda lite ra ria . En esto
107 APLC, op. c i t . , Ill, pp. 341-342.
167
se acerca mas a la estratificacion popular de la iTrica galaico-portu-
guesa que a la pastorela, mas a rtificio sa a la manera provenzal. Estos
pequenos toques realistas de la poesTa bucolica portuguesa son desde
luego un elemento que por otro lado la individualiza en relacion a su
congenere espanola. Tomese una egloga de Garcilaso y vease como es
rarTsimo el enfoque objetivo sobre el ambiente. AquT y alia hay oca-
sionales notas concretas como el ganado siguiendo el curso del Tajo,
que la sequTa va disminuyendo, o buscando el frTo de la sierra de Cuen
ca. Pero por lo general el mundo que el poeta pinta es una vasta a rti-
ficializacion, descrita en terminos imprecisos o generalizantes. En
Garcilaso el viento es manso, el agua clara, los prados verdes o amenos,
la selva umbrosa, los montes altos, la sierra fragosa, el lirio bianco
y colorada la rosa. El ambiente que rodea al protagonista deja una
impresion de vaguedad, de falta de individualidad e incluso de conven-
cionalismo.
Ya lo mismo no pasa con Bernardim Ribeiro o Cristovao Falpao (si
admitimos que el ultimo fue realmente el autor de la egloga C risfal.)
En Bernardim los personajes, aunque estilizados, se destacan en un mun
do convincente, que ilustra una estrecha relacion con la realidad. A
lo largo de sus egl.ogas (y tambien en Menina e Moga) son frecuentisi-
mos breves relampagos realistas que de cierta manera recuerdan los de
las cantigas de amigo con sus alusiones al viento revolviendo las ca-
misas puestas a secar, el caballero "bafordando" o la doncella "seu sir-
go torcendo." Algo similar a estas alusiones, si bien mas desarrollado
168
pictoricamente, encontramos en Bernardim Ribeiro:
E enquanto aquisto fazia
Joana, o seii gado andava
por dentro da agua fria,
todo apos quern o guiava.
U rn pato grande era a guia;
e todo junto em carreira,
ora rio acima ia,
ora, em a mesma maneira,
o rio abaixo descia.108
0 mas adelante, cuando el perro encuentra la flauta y se la trae a Fran
co:
Vendo-a, Franco alvorogou-se
e foi correndo ao cad,
que nos pis alevantou-se
e deu-lhe a frauta na mao,
e apos aquilo espojou-se.'09
Estas pequenas vinetas llenas de sugerencias de inmediatismo se
encuentran tambien en Crisfal:
Ouvi caes longe ladrar,
e os chocalhos do gado
com urn tom tao concertado
que m e fizeram lembrar
de quanto tinha passado.
Por mais minhas queixas vas,
vi berrar o gado mocho
coberto de finas las,
e assobiar o mocho lln
com o tr is te cantar das ra s110
108 Bernardim Ribeiro, Ecloga I I , en Maria Ema Tarracha Ferreira
y Beatriz M . Paula, Textds Literapios—Seculo XVI, (Lisboa: Editorial
Aster, s . f . ) , p. 251.
109 Idem, p. 262.
11° Cristovao Falcao?, Ecloga C risfal, idem, pp. 303^304.
169
Es este uno de los factores que hacen que Bernardim (y posiblemente
Cristovao Falcao) por un lado y Garcilaso por otro, aunque practicamen
te contemporaneos, tanto disten espiritualmente entre ellos. Garcilasc
(algo mas joven que Bernardim, es cierto) ya habTa asimilado totalmente
el espiritu renascentista. El poeta portugues solo a medias lo habTa
aceptado y frecuentemente su telurismo se sebrepo>ne a las convencio-
nes del tiempo.
En otro estudio, sobre Meiiina e Mopa, Menendez Pelayo considera a
Bernardim influenciado por la novela sentimental del siglo XV, repre-
sentada por El siervo libre de amor y la Carcel de amor. Bernardim
Ribeiro, "que no era gran poeta, pero sT un alma muy poetica, de sen-
sibilidad casi fem enin a,"^ tuvo el acierto de encontrar la forma que
convenTa a estas aspiraciones de su tiempo y poetizo libremente los
casos de su vida en un e stilo relativamente sencillo y con una "inge-
11? —
nua melodTa, desconocida hasta entonces en la prosa." Escribio no
el primer ensayo de novela pastoril; como generalmente se dice, "sino
una novela sui generis, llena de subjetivismo romantico, en que el es-
cenario es pastoril, aunque la mayor parte de las aventuras son caba-
l l e r e s c a s . Senala despues Menendez Pelayo la ausencia de reminis-
cencias de Sannazaro y de su escuela en la novela de Bernardim. Sanna-
zaro sigue de cerca a Virgilo, a Teocrito y a todos los bucolicos anti-
111 °P* c i t -» n > P- 219-
^ 2 idem, pp. 219-220.
^ 3 idem, p. 220.
170
guos. Sin embargo:
Bernaldim Ribeiro, hi jo de la Edad Media, y que en sus obras no re-
vela erudicion alguna, combina el ideal caballeresco con el pasto
r i l , reviste uno con las formas de la alegoria y valiendose, como
el autor de la Cuestion de amor, del sistema de los anagramas, ex-
pone bajo el disfraz de la fabula hechos realmente acontecidos, si
bien sobre la identificacion de cada personaje haya larga contro-
versia entre los e r u d i t o s J ^
El analisis de Menendez Pelayo sobre la novela es justo. Tuvo la
intuicion de localizar inmediatamente los puntos mas significativos y
realzarlos en relacion a los otros. En cuanto al hispanismo de su en-
foque, mas precisamente al entronque de Meniha e Moga con la corriente
sentimental espanola, no parece exagerado, aunque la naturaleza de la
novela de Bernardim presente ciertas divergencias evidentes en relacion
a las dos espanolas.
Nota que Menina e Mopa es un libro "vago y melancolico revelando
en balbuciente lenguaje, en frases entrecortadas, los devaneos y tor-
mentas de un alma que solo parece haber nacido para el amor. Hace
tambien notar la vaguedad e inespacialidad de la novela y la "nube de
tristeza re s ig n a d a " ^ que envuelve toda la obra:
Todos parecen vTctimas de una fatalidad invencible que los arras-
tra en el torrente de la pasion, casi sin lucha. Una ternurst muy
pOco v ir il, un sentimentalismo algo enfermizo, pero que Tlega a ser
encantador por lo temprano y so litario de su aparicion, un prerro-
manticismo patetico y sincero dan extrano y penetrante encanto a
esta narracion, en medio de lo imperfecto del e stilo , no educado
todavTa para estos analisis subjetivos, o quiza en virtud de esta
114 K >id.
r i 5 Idem, p. 223.
116 Ibid.
171
imperfeccion misma, que hace resaltar lo candoroso de los esfuer-
zos que el autor hace para ven cerlaJ1?
Todos estos comentarios presuponen una observacion muy lucida y
equilibrada. Sin embargo, de ellos se infiere una autonomTa, o por
lo menos un caracter especTfico, de Menina e Moga en relacion a la no
vela sentimental espanola, resultado que obviamente no serTa el que M e
nendez Pelayo tenTa en mente. Es sobre todo el tono de melancolTa, de
nostalgia lo que individualiza esta novela. Hay una insistencia consi
derable en palabras como tr is te o tr is te z a . Esto es sin duda una ca-
racterTstica diferenciativa que hubiera valido la pena resaltar:
“...s in saudade, una gran parte de la literatura portuguesa se re sisti-
ria a toda interpretacion," escribe un crTtico espanol
Otro aspecto distintivo es el realismo que, como en la egloga de
Bernardim, consigue irrumpir por entre el convencionalismo sentimental.
Es cierto que predomina el ambiente creado por la vaguedad de la "menen-
coria" y que el a rtific io se traduce en todo un torrente de lagrimas,
suspiros y lamentaciones. Pero en medio de todo esto hay detalles que
anaden una dimension objetiva como la alusion a la hermana de Lamentor
que venTa "prenhe de d i a s " ^ o las vacas "escornando umas as outras."12)
117 ibid.
n o
1 Antonio Gallego Morell, Bernardim Ribeiro y su novela "Menina
e Moga," (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones CientTficas,
I960), p. 13.
119 Bernardim Ribeiro, Menina e Moga, (Oporto: Livraria Civiliza-
gao, s . f . ), p. 21.
120 Idem, p. 48._______________________________ __
172
Tambien, pese a la idealizacion de las figuras pastoriles, hay escenas
como la siguienter "E comegaram em breve tempo os pastores a roncar,
estirando seus rusticos membros, uns pera ca» outros pera la, como ao
sono aprazia. "121
Se siguen algunas efemerides en torno al libro: la fecha de su
primera edicion, su continuacion, generalmente considerada apocrifa,
consideraciones sobre el titu lo original y su prohibicion por el Santo
Oficio desde 1581 a 1645. Se podrTa aquT anadir que una de las razones
de la desaprobacion inquisitorial fueron ciertos insistentes besos que
lograron inmiscuirse en la pasividad amorosa mas general de la novela--
otra nota claramente realista.
En cuanto a la posterior repercusion de Menina e Moga, Menendez
Pelayo no duda de su influencia sobre la Pi ana:
Que Montemayor conocTa la obra de Bernaldim Ribeiro antes de empren
der la suya, es cosa que para mi no admite duda. Pudo leerla impre-
sa en la edicion de Ferrara de 1554, anterior, segun todo buen dis-
curso, a la primera de la Diana. Pudo conocerla antes en las va
ries copias que de ell a circulaban en Portugal. Pero seguramente
se inspiro en el cantar del ama de Aonia para escribir el romance
que puso en boca de Diana en el libro V, siendo muy significative
que solo en esta ocasion emplease tal metro, 122
D e hecho, aunque existan notables divergencias entre las dos o-
brasl23 hay tambien mucho en la estructura y en el tono de la Pi ana que
Idem, p. 50.
122 ON, op. c i t . , II, pp. 265-266.
123 El mismo Menendez Pelayo senala una de el 1 as: "Las inefables
bellezas de sentimiento que con candor primitivo e infantil brotaban de
la pluma de Bernaldim Ribeiro, se buscanan inutilmente en la Diana. . . .
Menina e Moca fue escrita con sangre del corazon de su autor, y todavTa
173
llevarTan facilmente a admitir 1$ herencia dejada por la novela portu-
guesa.
En lo que respecta al tercer aspecto significativo del prerrenaci-
miento portugues, el teatro de Gil Vicente--y por anadimiento su poe-
sTa—Menendez Pelayo le dedica dos estudios, amen de varios parrafos
sueltos. Estos dos estudios estan contenidos respectivamente en los
Heterodoxos^24 y en la AntologTa de poet as liricos caste lla n o sJ 25 La
tonica esencial de cada uno de los estudios se revela por supuesto de
acuerdo con la naturaleza de la obra en que esta contenido, pero eso
no excluye un cierto grado de superposicion. AsT, en los Heterodoxos
se formulan algunas opiniones sobre valores esteticos en Gil Vicente y
en AntologTa otras sobre su postura religiosa. Sera por lo tanto
preferible considerar la critica de Menendez Pelayo desde cada uno de
estos aspectos sin intentar un analisis individual para cada ensayo.
El estudio contenido en los Heterodoxos es parte del capTtulo de-
dicado al erasmismo en Portugal. Al referirse a los preludios de la
Reforma en este pais, la primera figura considerada es la de Gil Vicen
te , quien fue, en la opinion del autor, el que entre los portugueses
mas se ensano. contra la corrupeion de las costumbres eclesiasticas.
Refuta sin embargo la postura que asume Teofilo Braga al catalogar a
a traves de los siglos nos conmueve con voces de pasion eterna. (Idem,
p. 267.)
124 HHE, op. c i t . , I l l, pp. 165-172.
125 APLC, op. c i t . , I ll, pp. 347-395.
174
Gil Vicente como precursor de la Reforma y como rebelde contra la cen-
sura represiva del Catolicismo. Para defender su posicion, Menendez
Pelayo tra ta de apuntar que son relativamente inocuas las audacias an
ti clericales del dramaturgo.
No lo seran tanto. Aun olvidando de momento los ataques a la vi-
■
da licenciosa de algunos clerigos y frailes, a que Menendez Pelayo alu-
dira mas tarde, Gil Vicente llega a interpelar directamente la corte
papal, acusandola sin ambages, de hipocresTa:
o Roma, sempre vi la
que matas pecados ca
e leixas viver os teus!^26
Por cierto, Menendez Pelayo se refiere a esta dimension del Auto da
Feira en su AntologTa. Despues de c itar esta y otras invectivas, ana-
de: "Todo el auto esta salpicado de rasgos por el mismo e stilo , y aun
mas causticos e irreverentes, llegando a tocar algunos en la materia de
indulgencias y jubileos, tan debatida entonces. . . " 127
Lo que no puede evidentemente considerarse tan inocuo. Por mucho
menos se encontro Damiao de Gois, anos mas tarde, en las carceles de la
Inquisicion, como mas adelante se vera.
Menendez Pelayo tiene, sin embargo, razon cuando escribe:
Gil Vicente no fue protestante, como sin fundamento se ha pretendi-
do, ni podfa haber cosa mas contraria a su fndole; pero fue de pies
a cabeza un erasmista, un espfritu libre, mordaz y agudo, como mu-
chos otros doctos espanoles de su tiempo, que con alguna rara ex-
Gil Vicente, Auto da Feira, Qbras completas, (Lisboa: Sa da
Costa, 1942), I, p. ZW, r"
^27 APLC, op. c i t . , I l l , p. 360.
175
cion permanecieron dentro de la Iglesia ortodoxa, ejercitando su _
tendencia crftica sin grandes escrupulos ni respetos, y no sin dano
de barrasJ28
U n pequeno comentario habrTa sin embargo que hacer, en cuanto a
las discutidas ortodoxia o heterodoxia de Mestre Gil. No hay duda que,
en la mayorTa de sus obras expresa una religiosidad sencilla, medieval
dirfamos, en que es evidente la absoluta adhesion a los principios doc-
trinales del catolicismo. Hay sin embargo un auto, Romagem dos Agrava-
dos,en que uno de los personajes, el campesino Joao Mortinheira, incre-
pa a Dios con acusaciones que se justificarTan mucho mas facilmente en
la boca de un racionalista. Cuando Frei Pago le pregunta de que se
queja, el villano contesta:
D e Deus, que e cousa provada
que m e tern grande t e n g 3 o . ‘29
Y como el fraile insista en que se explique mejor, aclara:
...Que chove quando nao quero,
aufaz urn sol das estrelas,
quando chuva alguma espero.
Ora alaga o semeado,^
ora seca quanto hi ha,
ora venta sem recado,
ora neva e mata o gado,
e ele tanto se The da.
Eu que o queira 'demandar
por corisco e trovoada,
por pedrisco e por geada,
Idem, p. 349.
129 Gil Vicente, Romagem dos Agravados, Obras de Gil Vicente (sel.
Mendes dos Remedios), (Coimbra: Franqa Amado Editor, 1^12), I, p. 269.
176
buscai quem o va citar
que 1 he acerte co1 a p o u s a d a . ' ^ O
El fraile recomienda la oracion y Joao Mortinheira contesta:
Muito faz ele ora conta
das minhas ave-marias!
Rezo-1 he mais do que monta:
nao sei a quem ele sai,
mas e feito a seu prazer.
Ele m e matou meu gai,
e meu dono, e entao^.Vai
fez morrer minha miilher.
Tomai-The la conta e vede
porque matou minha tia
que mil esmolas fazia,
e leixa os rendeiros do verde
que m e citam cada dia. *31
Y mas adelante anade:
Nao m e presta nemigalha
oferta nem oragao:
ora da pal ha sem grao,
ora nao da grao nem Ealba„
senao infinda opressao. 132
Todo esto, por supuesto, no es rigurosamente Gil Vicente quien lo
dice, si no uno de sus personajes. Sin embargo no podemos dejar de con-
siderar extrema audacia el decirlo, sean cuales sean las circunstancias,
Y discutir abiertamente la validez de la ju sticia divina, aunque sea
a travis de los personajes, es algo que aventaja en mucho a las peque-
nas travesuras mas o menos maliciosas de Gil Vicente contra el clero,
las cuales, en la opinion de Menindez Pelayo, constituTan una posicion
bastante moderada en relacion a su tiempo.
^ Idem, p. 70.
131 Idem, p. 271.
132 Ibid.________________________________________________________________
177
Estos pasajes pueden considerarse como una de las raras excepcio-
nes a la ortodoxia de Gil Vicente, a las cuales alude el crTtico, pero
de todos modos, sorprende que haya pasado por alto la importancia de
este mensaje.
Volviendo al Auto da Feira, despues de citar la referida increpa-
cion de Mercurio a Roma, Don Marcelino escribe:
Gran temeridad parece a primera vista haber puesto en un auto de
Navidad tan resbaladizos conceptos teologicos; pero cesa de todo
punto el asombro, cuando se repara que tales ideas estaban en la
atmosfera de acjuel principio de siglo, y que no se hallan solo en
poetas y novelistas, a quienes los ensanches de la libertad satTri-
ca pudieran hacer sospechosos de ensanamiento o hiperbole; pues to-
do lo que en Gil Vicente, en Torres Naharro, o en Cristobal de Cas-
til l e j o se lee, es nada en comparacion de lo que dijeron los asce-
ticos y moralistas del tiempo de Carlos V....La misma audacia y
desenvoltura con que tales cosas se escribTan, ya por fines de edi-
ficacion, ya por mero desahogo satTrico, prueban la robusta fe de
aquellos varones, y el ningun recelo que tenTan del eminente peli-
gro que iba a atribular a la CristiandadJ33
Sin discutir siquiera la relativa osadTa de Gil Vicente y de sus
contemporaneos y admitiendo incluso que muchos otros revelasen identi-
cas irreverencias, parece fragil la argumentacion de Menendez Pelayo.
Es difTcil concebir como algunas de estas actitudes puedan ilu stra r la
fe solida de que ellas mismas, segun Don Marcelino, son la prueba. En
el caso de Gil Vicente, reconozcamoslo, son tambien difTciles de conci-
l ia r estas irreverencias con la piedad sencilia que revela en sus obras
de devocion. La unica explicacion, aunque no totalmente satisfactoria,
parece ser que el dramaturgo oscilaba entre las tensiones del atavismo
ortodoxo y de los quevos vientos que iban soplando de la Europa central
133 APLC, op. c i t . , I l l , pp. 360-361.
178
No significa esto, hay que aclarar, que encontremos alguna tendencia
reformista en Gil Vicente. Lo que nos parece es que algo se habTa de-
jado influenciar por la mayor libertad de analisis que estas tendencias
implican. En otras palabras, que hubiera adoptado algunos de los me-
todos, aunque no las conclusiones.
TodavTa en el estudio contenido en la AntologTa aparecen estas pa
labras: "En cuanto a Gil Vicente, nunca su libertad de pensamiento pa-
so mas alia del ITmite que sehalan los versos transcritos [el apostro-
1
fe a Roma en el Auto da Feira]." Ya vimos que la Romagem prueba lo
j
contrario. Incluso al nivel de la sa tira al bajo clero, no todo es
tampoco moderacion absoluta. Pese al tono frivolo, aquT y alia irrum-
pen implicaciones teologicas:
Como! por ser namorado,
e folgar c ‘ ua mulher,
se ha-de urn frade de perder
com tanto salmo re z a d o ? ^
Las hay incluso mas osadas, como en estas palabras de la alcahueta BrT-
gida Vaz: Eu sou Brigida a preciosa,
que dava as mogas aos molhosj
a que criava as meninas
para os conegos da Se.
Santa Orsula nao converteu
tantas cachopas como eu;
todas salvas pelo meu,
que nenhuma se perdeu:
e prouve aquele do Ceu,
134 Idem, p. 361.
^35 Gil Vicente, Auto da Barca do Inferno, Obras Completas, op.
c i t . , I, p. 131. ' : ! !
179
que todas acharam d o n o .^
Notense los ultimos versos. Quiza justificables como prueba de las
buenas intenciones de BrTgida, contienen sin embargo una connotacion
casi sacnlega si los miramos desde otro angulo.
Es a las libertades que se permite contra el clero, se dice en el
estudio de los Heterodoxos, que se reduce la irreverencia de Gil Vicen
te. Y en el otro ensayo, el de la AntOloqTa, desarrolla Menendez Pela
yo una actitud identical
Quien escribiese hoy como Gil Vicente pasarTa por un detractor en-
carnizado del estado monastico; pero en su tiempo, nadie 'le tenTa
por ta l. Todo ese repertorio, en que la satira es tan cruda y el
lenguaje tan libre y desvergonzado, sirvio de pasatiempo y regoci-
jo, no a un populacho tabernario, sino a una de las cortes mas ele
gantes y faustuosas del Renacimiento, a la corte portuguesa de D,
Manuel y de D. Juan III, esplendida y rica con los tesoros del ven-
cido Oriente. Los prTncipes, magnates, damas y prelados que eran
ornamentos de tales fiestas reTan de los chistes de Gil Vicente,
y no veTan en ellos calumnia, ni aun malicia grave, porque desgra-
ciadamente los originales de aquellos retratos estaban a la vista
de todosJ37
Aunque en lo ultimo no nos atreverfamos de ninguna manera a disen-
t i r de Don Marcelino, habrTa que considerar que Gil Vicente parecTa te-
ner bien en mente el publico para quien escribTa. No serTa muy proba
ble que el bajo clero, al cual se dirigen muehas de sus pullas, estu-
viese substancialmente representado en los saraos palaciegos. No habriii
por consecuencia mucho que escandalizarse directamente. Notese por o-
tro lado el cuidado que pone Gil Vicente en abstenerse de satiras a la
^ Idem, p. 66.
^ APLC, op. c i t . , I l l , p. 363.
180
aristocracia. A lo mas, exceptuando el caso de la Farsa dos Almocreves,
lo que se encuentra es una ocasional ironizacion de un escudero pobre.
Pero esos tampoco estarTan seguramente entre el publico cortesano de lo:;
autos.
Habiendo defendido la moderacion de la postura de Gil Vicente, M e
nendez Pelayo se lanza en los Heterodoxos —y muy justificadamente—con
tra Teofilo Braga por haber este considerado las libertades del drama-
turgo como la encarnacion del espTritu mozarabe, oprimido por el cato-
licismo. Es por lo tanto casi perdonable que en este punto Menendez Pe
layo suelte un desahogo tan poco academico como el de "iDios nos de jui ■ ■
cio, que es lo que mas escaso anda por el mundo!"^38
No fueron consideraciones de defensa de la ortodoxia, escribe Don
Marcelino en el mismo estudio, las que llevaron la Inquisicion a borrar
ciertas partes de la obra vicentina. El sermon con que se inicia el
jAuto de Mofina Mendes fue suprimido tan solo por la irreverencia de su
designacion y no por las ligeras burlas a la retorica eclesiastica y a
las barraganerTas del clero. En la Rubena lo objetable fue el gran nu-
mero de hechicerTas y de oraciones supersticiosas, explica el erudito.
Don Marcelino, otras veces tan facil de escandalizar, se muestra
aquT bastante equilibrado. En realidad lo que mas podrTa chocar en el
sermon burlesco a que se refiere serTa el mismo nombre de sermon o, a
lo mas, la serie de verdades evidentes, dogmaticamente enunciadas, con
138 HHE, op. c i t . , I l l , p. 170.
181
que se inicia. En cuanto a la burla a la retorica eclesiastica y a
las indiscreciones del clero, e l1 a es en efecto mqy ligera. Lo segun-
do, lo mas susceptible de ofender, esta incluso tratado de una manera
casi accidental:
Se filhos haver nao podes,
nem filhas por teus pecados,
cria desses enjeitados,
filhos de clerigos p o b r e s J 3 9
Para Menendez Pelayo Naude Amores, Fragua de Amores y el Tempio
de Apolo no revelan mas que leves crTticas a la inactividad de los frai-
les, en un tiempo en que se necesitaban brazos para las guerras contra
los moros, y a su predileccion por una vida comoda y facil, en buena
companTa femenina.
La primera de estas crTticas de Gil Vicente, no serTa tan siquie-
ra audaciosa. El teatro vicentino, desarrollandose bajo la proteccion
regia, de que dependTa en absoluto para su sobrevivencia fTsica, no
podia dejar de reflejar ocasionalmente la polT.tica oficial. (Esto se
ilustra con una obra tan patentemente panfletaria como es la Exortagao
da Guerra.) En cuanto al caso presente, es hecho conocido que la o-
rientacion real se manifestaba exactamente en el sentido de aprovechar
el potencial belico del clero, especialmente debido al gran ntimero de
individuos que entonces buscaban bajo los habitos justificacion para
su ociosidad.
MenSndez Pelayo anade entonces que los otros vicios clericales sa-
Gil Vicente, Auto de Mofina Mendes, Obras Completas, op. c i t . ,
I, p. 131.
182
tirizados por Gil Vicente no son tampoco graves; en la Farsa dos Almo-
creves aparece un capellan preocupado en exceso con problemas domesti-
cos; en la Romagem dos Agravados viene a escena un fraile cortesano,
con espada y gorra de terciopelo; en la Tragicomedia Pastoril de Serra
da Estrela hay un ermitano que desearTa una ermita comoda y bien apro-
visionada; en el Clerigo da Beira el protagonista anda de caza con sus
h ijos; finalmente en el Auto da Feira se oyen invectivas contra Roma,
que a Menendez Pelayo le parecen "blandas y casi lugares c o m u n e s . " ^ 0
En realidad existen aquT dos niveles de crTtica por parte de Gil
Vicente. En las cuatro primeras obras hay la ya mencionada ironizacion
de las debilidades clericales. Sin embargo el Auto da Feira contiene
ataques muy violentos al papado. Uno de ellos ya fue mencionado an-
teriormente. Otros hay, no obstante, aun.mas directos y violentos:
A feira, a feira, igrejas, mosteiros,
pastores das almas, papas adormidos;
comprai aqui panos, mudai os Vestidos,
buscai as samarras dos outros primeiros
os antecessores.
Feirai o cardo que trazeis dourado;
o .presidentes do crucificado,
lembrai-vos da vida dos santos pastores
do tempo passado.^l
DifTcil sera por lo tanto comprender como parecen blandas y tr i-
via les estas invectivas (que desde luego el c ita en sus estudios) al
normalmente severo e intolerante polTgrafo. En otro punto de su obra,
el crTtico sin te tiz a de esta manera sus conclusiones sobre el tema:
140 Q P* c 1 t., I l l, p. 168.
^ Gil Vicente, Auto da Feira, op. c i t . , pp. 205-206.
183
En honra de la verdad, ha de decirse que todos los males, vicios
y desordenes censiirados en la Iglesia por los primeros protestantes,
lo habTan sido en terminos aun mas asperos y desembozados por los
catolicos, sin que la ortodoxia peligrase por eso. Torres Naharro
fue uno de tantos censores, como lo fue en Portugal Gil Vicente.
Los vicios^que uno y otro denunciaban en las gentes de clerecTa
eran tan publicos y notdrios que a nadie se le dcurrio protestar
contra las censuras ni escandalizarse de ell as: quiza eran lo ffle-
nos original que contenTan las obras de uno y otro poeta. Este
genero de satira estaba en la^atmosfera del tiempo, y mas que una
forma de emancipacion del espTritu, era un recurso lite ra rio , que
llego a ser triv ia l hasta lo siimo. Farsa o coloquio sin fraile
o ermitano libidinoso, procaz y grosero, apenasse cdncebTa en la
primera mi tad del sigld XVI: eran figuras tan de rigor en aquel
teatro incipiente como los aguadores, serenos y guardias municipa-
les en los sainetes de nuestros dTasJ42
El primero de sus razonamientos parece absolutamente vali’do. En
el teatro de la epoca lo que se postulaba en estas crTticas no era un
problema de fe sino una lacra social, que solo en forma periferica a-
tanTa a lo religioso. Ahora, afirmar que los elementos negativos del
comportamiento de los clerigos fuesen constante esencial del teatro de
la primera mitad del XVI es naturalmente obvia exageracion.
iCuales serTan las razones que llevaron a Don Marcelino a minimi-
zar la importancia de las irreverencias de Gil Vicente? SerTa difTcil
contestar con precision a la pregunta, pero casi con seguridad el nunca
tuvo verdaderamente consciencia de esas razones. De no ser asT la uni-
ca explication serTa una deliberada distorsion de la realidad para ha-
cer caber el caso de Gil Vicente en conclusiones preformuladas. Eso
serTa difTcil de admitir en Menendez Pelayo. Contradicciones, hasta
incoherencias, conclusiones precipitadas por el arrebatamiento polemico
142 ED CH L, op. c i t . , I I , p. 309.
184
todo eso se le podra achacar, pero deshonestidad intelectual nunca.
Considerando pues la posibilidad de una postura no perfectamente
consciente, podria quiza explicarse la posicion del polTgrafo en este
aspecto. Que admiraba a Gil Vicente desde un punto de vista estetico,
lo veremos mas adelante. Sabemos tambien que afirmaba que fuera del
marco del catolicismo ortodoxo ninguna manifestacion de genio era posi-
ble en Espana. La unica solucion conciliatoria serTa por consecuencia
reducir a lo mini mo las proporciones de cualquier divergencia que Gil
Vicente revelase en cuanto a la ortodoxia aceptada.
El problema podria plantearse de manera paralela en lo que con-
cierne al topico central de este estudio: si se admitiera que Gil Vi
cente, por sus audacias teologicas, se individualizaba en relacion a
los dramaturgos espanoles de su tiempo, icomo ju stific a r en este caso
la tan pregonada sincronTa e identidad de las dos literaturas?
El segundo ensayo ocupa todo un capTtulo de la AntOlogTa. En el
Menendez Pelayo empieza por presentar a Gil Vicente segun la doble per-
spectiva de dramaturgo y poeta:
Para hablar dignamente de este soberano ingenio, necesitarTamos un
cuadro mas amplio, en que su figura se destacase sobre las tablas
del teatro primitivo, en vez de asomarse tTmidamente al coro de las
escuelas liricas. Gil Vicente es uno de los grandes poetas de la
Peninsula, ^ e n tre Jo s nacidos en Portugal nadie le lleva ventaja,
excepto el epico Camoens, que vino despues, que es mucho mas imi-
tador, y aue abarca un cTrculo de representaciones poeticas menos
extensoJ43
Considerar a Gil Vicente como el segundo poeta portugues de todos
APLC» Q P» c i t . , I l l , p. 347.
185
los tiempos es sin duda algo exagerado. Pese a su magnTfica expresion
Ifrica, su mensaje es elementalfsimo si lo comparamos con otros. Pero
lo mas importante es que no queda absolutamente aclarado, en la apre-
ciacion anterior de Don Marcelino, como un condicionalismo mas favora
ble hubiera podido hacer con que Gil Vicente superara el nivel Ifrico
para penetrar mas ampliamente en el dramatico.
En lo que se refiere al aspecto mas especffico de la estructura,
escribe:
Tuvo, ademas, el genio de la creacion dramatica en terminos tales,
que rompiendo las ligaduras de un teatro infan til, se levanto por
su propio y solitario esfuerzo h a s t a j a comedia de costumbresj el
melodrama romantico, reflejando ademas en grandes alegonas sati-
ricas toda la vida de su tiempo y revelando en forma comico-fantas-
tica a las grandes luchas de ideas del Renacimiento y de la Refor
ma. Admirable a veces por el vigor sintetico de las concepciones,
franco y Osado en la ejeeUeton, gran maestro de lengua familiar pi-
cante y expresivaj amargo y cfnico en las burl as y muy sazonado en
las veras; poeta y pensador de doble fondo, en quien siempre se a-
divina algo mas de lo que Ta corteza muestra; devoto a ratos, a ra-
tos cfnico y libertino; pesimista Ifrico, con un concepto personal
del mundo como todos los grandes humoristas le han t e n i d o . . . '^
Aquf supo Menendez Pelayo senalar los puntos principales. En e-
fecto es extraordinaria la ascension de Gil Vicente desde las rudimen-
tarfsimas formas teatrales (tal vez fuese mejor decir parateatrales) de
su tiempo hasta la relativa complejidad escenica que logro alcanzar.
Lo mismo se podrfa decir de sus recursos e stilfstic o s. Quiza sea sin
embargo demasiado benevolente ver en la obra vicentina un reflejo co-
mi co-fantastico de las grandes luchas del Renacimtento y de la Reforma.
Ecos de ellas,sin duda los hay pero relativamente atenuados y casi siem-
144 Idem, p. 348.
186
pre circunscritos a un cierto cotidianismo existencial.
Volviendo a la apreciacion de las cualidades del dramaturgo, Don
Marcelino expresa la idea de que
...p o r el vuelo de la fantasia, por la mezcla de lo mas triv ial y
bajo con las miis altas idealidades, por la plasticidad que cobran
al s a lir de sus manos las mas extranas figuras alegoricas, por la :
fuerza de los contrastes, por la firvida animacion del conjunto,
por la vena poetica, tanto mas eficaz cuanto mas si lendosa corre
entre el tumulto de ehistes y bufonadas, Gil Vicente renueva, sin
pretenderlo, la comedia aristofanica, que no conocfa; y anuncia lo
que habTan de ser, andando el tiempo, los inmortales Suerios de
Quevedo. 145
Es en realidad el efecto kaleidoscopico que producen las obras de
Gil Vicente uno de los aspectos que mas han impresionado a los crTticos,
Pasa entonces Don Marcelino a considerar valorativamente al dramaturgo
en el marco de su epoca:
Como a rtis ta dramatico, Gil Vicente no tiene quien le aventaje en
la Europa de sii tiempo. Quiza Torres Naharro tenTa mas condiciones
tecniCas, era mas hombre de teatro, pero menos poeta que e l; se
acerca^mas al tipo de la comedia moderna; sus piezas tienen estruc-
tura mas regular pero menos alma. Gil Vicente hace pensar y sonar:
Torres Naharro nunca. En el concepto ideal, el triunfo es siempre
de Gil Vicente: en el concepto realista, la farsa de Ines Pereira,
para no c ita r otras, prueba lo que hubiera podido hacer si las con-
diciones de su auditorio no se hubiesen dpuesto al total desarrollo
de_.su arte. Las primeras comedias italianas (exceptuada la Man-
dragora), parecen palidas copias de una forma muerta cuando se las
compara con estas obras de apariencia tosca e informe, pero de tan-
ta vida,interior, de tanto filosofTa practica, de tan sabroso con-
t e n i d o J ^
Es curioso contrastar esta opinion con otra que Menendez Pelayo
habTa formulado cuando apenas se iniciaba su carrera lite ra ria :
146 Idem, p. 349.
187
HabTase asociado Portugal a los orTgenes de nuestro teatro dando-
nos a Gil Vicente, apellidado por sus contemporaneos el PI auto Lu-
sitano, y muy superior sin duda a Juan del Encina y a Lucas Fernan
dez, aunquejnferidr por lo general a Torres Naharro. Gil Vicente
que escribio cerca de la m i tad de sus piezas en castellano y algu-
nas de Tas restantes en entrambas lenguas, no tenTa, a pesar de su
claro, agudo y satTrico ingenio, lozanTa de estilo y riqueza de
sales, condiciones para fundador de un teatro, ni eran acomodados
los tiempos en que vivio para tal empresa. ' 47
Por fortuna, en su perTodo de madurez, Menendez Pelayo cambio conside-
rablemente de opinion. No encontrar en Gil Vicente ni lozanTa de e s ti
lo hi riqueza de sales, solo podrfa revelar un imperfecto conocimiento
de la obra vicentina.
Hay que apuntar todavTa otra actitud en relacion al mismo punto.
Al estudiar a Torres Naharro, cuando lo compara con Gil Vicente, Menen
dez Pelayo se inclina abiertamente hacia el portugues. Y cuando se re-
fiere a la inhabi1idad de Torres Naharro para pintar en su Comedia Tro-
fea el esplendor de la embajada de Don Manuel de Portugal al Papa, ex-
clama:
iOh si hubiese estado en Roma Gil Vicente! IQue tragi-comedia
alegorica hubiera escrito, que invencion lTrico-faritastica, por
el genero y estilo.de la Exhortapao da Giierha o del auto de Las
Cortes de Ju piter! '48
Se discuten despues aspectos referentes a los model os del drama
turgo. A proposito del monologo del Vaquero y del Auto de 1 os Reyes
Magos, Don Marcelino escribe:
Estas primeras obras son puras y netas imitaciones de Juan del En-
147 "Letras y literatos^portugueses," I, EDCHL, op. c i t . , V, p . 259,
Es significativo, para esta epoca, el hecho de que Menendez Pelayo no
alude en absoluto a Tas obras escritas exclusivamente en portugues.
148
--------------EBCHL^-op. c i t . , I I , p. 2B&.-----------------------------------------------------
188
cina, sin ningun cambio ni progreso. En vano algunos autores por-
tugueses, con desacordado recelo patriotico, han querido negar he-
cho tan evidente. Basta leer unas y otras £iezas, para^comprender
que son de la misma familia. Los contemporaneos io sabTan perfec-
tamente, y Garcia de Resende lo dijo en su Miscelanea:
Postoque Juan del Enzina
0 pas tori 1 come$ou.!49
Se podrfa agregar que incluso en la lengua popular imito a Encina.
De otro modo no se explicarfa la presencia del sayagues en esta primi-
tiva manera pastoril de Gil Vicente.
M as adelante escribe:
Nada hay en las piezas de la primera manera de Gil Vicente que no
se halle tambien en Juan del Ericina y en Lucas Fernandez: ni el
empleo de los villancicos finales, ni siquiera las escenas satTri-
cas de ermitanos, que parecen tan geniales del poeta lusitano.'SO
Pese a los ocasionales relampagos de superior!dad nacional que en
otros lugares revela, en este aspecto Menendez Pelayo es de una loable
imparcialidad. La imitacion de Encina es evidente y Don Marcelino no
deja de subrayarla. Pero desde su primera apreciacion crTtica sobre
este perTodo nunca deja de senalar la eventual superioridad del discT-
pulo sobre el maestro.
Menciona semejanzas de contenido entre la Fragua de Amor y el p ri
mer id ilio de Mosco, atribuTdo a Teocrito, pero anade que no es a este
ni a ninguno de sus imitadores que Gil Vicente debe su encantador bu-
colismo:
Es evidente que tambien en esta parte tuvo por precursor a Juan del
149 APLC, op. c i t . , I l l , p. 352.
150 Idem, p. 353.
189
Encina, pero_dejandolo a tal distancia que apenas se advierte el
remedo. La egloga en Juan del Encina es muy realista y algo pro-
saica: en Gil Vicente es lTrica, es un impetUoso ditirambo, un
himno a las fuerzas de la naturaleza prolTfica y serena, eterna
desposada que resurge al tibio aliento de cada primavera, yencedo-
ra de las brumas y de los hielos del invierno, y pone su talamo
nupcial en la Sierra de Cintra. 151
Otra vez aquT, como casi siempre que se entusiasma, Menendez Pela
yo entra por los caminos del retoricismo altisonante y algo hueco. Pe
ro el punto mas importante no es realmente este, sino sencillamente que
se entusiasme.
TodavTa en relacion con la huella de Encina, despues de afirmar
que ninguno de sus seguidores inmediatos anadio nada a la tecnica del
maestro, escribe:
Las verdaderas innovaciones las hicieron a un mismo tiempo Gil Vi
cente en Lisboa, y Torres Naharro en Roma. AsT el portugues como
el extremeno eran ingeriios muy superiores a Encina, y'el paso que
hicieron dar a nuestra dramatica fue mucho mas avanzado, Crearon
la verdadera comedia, que Encina no habTa hecho mas que vislumbrar,
pero salieron de su escuela, comenzaron por seguir sus huellas, fe-
cundaron los germenes que el habTa sembrado, y una parte de su glo
ria debe reflejar sobre el iniciador y el patriarca de nuestra es-
cena. 152
Todo. esto representa una apreciacion muy exacta. No hay duda que
muchos de los elementos dramaticos de Gil Vicente estaban ya en germen
en Encina. La primera obra del portugues es bien representative de
ello. El Monologo do Vaqueiro, en sus caracterTsticas estilTsticas y
escenicas, es un eco evidente de la obra de Encina, muy en especial del
^ ON, op. c i t . , II, p. 197.
152 APLC, op. c i t . , I l l , p. 296.
190
Auto del Repel on. Pero, de hecho, muy pronto Gil Vicente supera al
modelo en arquitectura escenica, complejidad de argumento e incluso re-
cursos e stilfstic o s.
Gil Vicente tambien imito a Torres Naharro, dice el crftico, en el
uso de las estrofas d o d e c a s i l a b i c a s , ^ 3 como se verifica en el Breve
Sumario da Historia de Deus y en el Auto da Feira, ambos en 1527, es
decir diez anos despues de la Propaladia.
Para apoyar su tesis de que Gil Vicente conocfa esta ultima obra
Menendez Pelayo no ofrece argumehtos de mucho mayor peso que el de la
probable popularizacion de la comedia Trofea en Portugal debido a su
tema. M as adelante se nota sin embargo algo de perplejidad, cuando
escribe:
Todo lleva a creer que Gil Vicente conocio la Propaladia y que la
tuvo en cuenta en las obras de su segunda manera, que alcanzan des-
de 1521 hasta 1536. Pero es el caso que precisamente la comedia de
Gil Vicente que mas se parece a otra de Torres Naharro, la Comedia
del Viudo lleva la fecha de 1514, al paso que la Aquilana m si-
quTera figura en la primera edicion de la Propaladia, que es de
1517. Hay en una y otra pieza un pnncipe disfrazado por amor,
pero la semejanza de las situaciones no es tanta que obligue a nin-
guno de los poetas a restitucionJ54
AquT tenemos a Menendez Pelayo en sus mejores momentos de equili-
brio crTtico. Quiza porque Gil Vicente, habiendo escrito en castella-
no, no exige tanto esfuerzo de persuasion para integrarlo en la lite ra -
tura "espanola," en relacion a el Don Marcelino parece mostrarse mas
objetivo y menos polemico.
153 EDCHL, op. c i t . , II, p. 333.
154 Idem, p. 369.___________________________________________________
En la AntologTa apunta tambien otro modelo para Gil Vicente:
Ademas, como todos los autores de su tiempo, pudo aprender lo mas
profundo del arte de la comedia en La Celestina, de Ta cual tomo,
entre otras cosas, el tipo de la alcahueta BrTgida Vaz, que t a n -
desvergonzadamente anuncia sus baratijas en Ta Barca del Infier-
En otro lugar destaca tambien a las figuras de Branca Gil, en 0 Velho
da Horta, de la bruja Ginebra Pereira, en el Auto das Fadas y de Ana
Dias, en 0 Juiz da Beira como huellas de la influencia de la obra de
Rojas. 156
Y mas adelante comenta:
En la riqueza del lenguaje popular, en la curiosidad con que reco-
ge lo que hoy llamarTamo.s material folkloricd, y especialmente las
creencias supersticiosas, los ensalmos y conjuros, las practicas
misteriosas y vitandas, el autor de la Comedia Rubena y del Auto
das Fadas es un continuador de Ta Celestina, pero en todo elToTe
mezcla un elemento poetico fantastico que nos recuerda a veces la
comedia a risto fan ica.*57
No se aclara por completo en estas palabras si la continuacion im-
plica o no una imitacion. La pintura de estas facetas populares, asT
como la presencia de alcahuetas no presupone necesariamente un encade-
namiento. Sin negar el impacto de la Celestina en la lite ra tu ra penin
sular, podrTa considerarse que tales aspectos y tipos, por cierto in-
cluTdos entre tantos otros sin antecedentes en la obra de Rojas, repre-
sentan tan solo un reflejo de la realidad social del tiempo.
Gil Vicente solo empezo a emanciparse de sus modelos, dice Don M ar--
192
I
j
| celino en la AntologTa, con el Auto de la sib ila Casandra. N o sorpren-
j
de que esta poesTa haya emocionado a Menendez Pelayo. Es de hecho en
la Sibil a Casandra que la graciosa fragilidad y ternura de estos pe-
quenos cantares alcanza su punto mas alto.
A proposito de la tradicfon trovadoresca en la obra del dramatur-
1 RR
go, en otro lugar'ao Menendez Pelayo subraya el hecho de que fue por
medio de Encina, Lucas Fernandez y Gil Vicente, asT como de sus imita-
dores, que las "antiguas villanescas" no solo adquirieron la forma de-
finitiva del villancico artTstico, si no que tambien "se transforman
en elemento dramatico, y son como la cedula de donde sucesivamente se
ven desenvolviendo la egloga y el auto. Nota tambien que la intui-
cion de Federico DTez adivino, sin otros elementos que las cantigas de
ami go de D . Dinis, la honda influencia del lirismo popular en Gil Vi
cente. Prosigue Don Marcelino: "Las canciones que en su teatro inter-
calan, arremedando as da se rra , son del mismo genero y hasta del mismo
tipo metrico que las del Cancionero, con identico paralelismo, con la
misma distribucion simetrica, con los mismos r i t o r n e l o s ." ^ Ilustra
despues sus consideraciones con los textos de las canciones "Donde vin-
des, filha branca e colorida?", "Del rosal vengo, mi madre," "Por las
riberas del rio" y "iQue sanosa esta la nina.'"
U n punto de la mayor importancia, que Menendez Pelayo no serial a,
158 APLC, op. c i t . , I, pp. 249-251.
^59 idem, p. 250.
160 ibid.
193
esta expresado en las siguientes palabras del crTtico Thomas R. Hart:
En tales casos [los fragmentos Hricos de D. Duardos, Fraqua de
Amor v Cortes de Jupiter] es evidente que la canciSn cumple una
funcion escenica: hace resaltar el aspecto del temperamento del
personaje que la canta o de la situacion en que este se encuentra.
Puede servir igualmente a otros fines dramaticos, por ejemplo el
de ambientar un paso determiriado de la intriga evocando el lugar
0 el medio social conveniente. Pero el uso mas importante de la
cancion en el teatro vicentino es, sin duda alguna, el de destacar
un momento decisive en el juego dramatico. AsT es que el tema tra-
dicional de la garza y el halcon presagia, en la Comedia de Rubeha,
el fracaso de los amores del apasidnado Felicio;-en el Auto de Ines
Pereira, en cambio, nos deja entrever que Ines vaa ceder a las pre-
tensidnes amorosas del escudero indigente. Es frecuente tambien
la recapitulacion de la intriga en forma narratiVa o ITrica por me
dio de un cantable adecuado. 161
Otra faceta curiosa es la similaridad de tono entre estas piezas
y las composiciones fragmentarias del lirismo anonimo gallego de la
misma epoca. Comparense por ejemplo estas dos cancioncilias:
Canas do amor, canas, Meus olios van por lo mare
canas do amor. mirando van Portugale.
Polo longo de urn rio, Meus olios van por lo rTo
canaval vi florido, mirando van meu meu amigo.'°3
canas do amor. 1^2
En ambas se nota la misma extrema economTa del mensaje Ifrico, la
misma segmentalizacion simbolica de la realidad y, desde luego, iden-
ticos ecos estilfstico s de la tradicion trovadoresca.
Despues de referirse al Auto da Fe y al Auto dos Quatro Tempos
1 fil
Prefacio de Thomas R. Hart a Gil Vicente, PoesTa, (Salamanca:
Biblioteca Anaya, 1965), p. 8.
Idem, p. 66.
163 Alvarez Blazquez, Escolma de poesia galega, (Vigo: Editorial
Galaxia, 1957), I I, p. 16. "
194
(en este ve el primer ejemplo de la secularizacion del genero), Menen
dez Pelayo escribe:
Gil Vicente, cuya alma de a rtista era eco sonoro de todas las vi-
braciones de la conciencia de s u s ig lo , pasaba, sin esfuerzo, de
este paganismo ingenuo y desbordante, de esta embriaguez y pleni-
tud de la vida, a la grave inspiracion religiosa, al profundo y mo
ral sentido de otros autos suyos, entre los cuales sobresale de
Breve Suniario da His tori a d e D e u s . . J 6 4
Dos pequenos comentarios habrTa que hacer aquT. Quiza se haya exagera-
do en la crTtica vicentina la importancia de "las vibraciones de la con
ciencia de su siglo." Exceptuando sus ocasionales incursiones por el
campo teologico, la problematica de los albores del Renacimiento, como
atras se menciono, parece no interesar hondamente a Gil Vicente. Su
vision es esencialmente domestica y aun en eso se revela impasible o
.
casi a las convulsiones nacionales de los fines del siglo X V y princi
ples del XVI.
Por otro lado el paganismo vital de Gil Vicente no sera necesaria-
mente caracterTstico de esta epoca. Su presencia se nota ya en las
cantigas de amigo y de romerTa y, por supuesto, en el Arcipreste de Hi-
ta. Tambien ya en epocas anteriores coexisten facilmente la exuberan-
cia pagana y la solemnidad religiosa.
En cuanto a la posible influencia de las Barcas sobre el Viaje del
alma, de Lope de Vega, Don Marcelino empieza por negar la postura de
Ticknor sobre el asunto. Le concede el merito de haber sido el primero
en enfocar este aspecto pero refuta la tesis del norteamericano de que
164 APLC, op. c i t . , I l l , pp. 357-358.
195
la idea y el orden de la fabula son casi los mismos en ambas obras, ya
que las unicas semejanzas mencionadas por Ticknor son los preparativos
que el diablo, arraez de la barca del Infierno, hace en los dos casos.
Acude despues a Teofilo Braga quien, segun e l, "nota con mejor acuerdo
la diferencia entre ambas concepciones d ram a tic as."^ De la cita que
presenta lo que sin embargo se deduce es que Braga vio diferencias y
semejanzas. Entre las primeras estan, en el Viaje, la reduccion de las
varias animas de Gil Vicente a una sola y la ayuda dada al diablo por
la Memoria y el Apetito. Menendez Pelayo, no obstante, ni siquiera a-
lude a las semejanzas que el crTtico portugues menciona en esta misma
cita: el e strib illo que cantan para darse a la vela en el auto de Lope
el cual recuerda la forma lTrica de Gil Vicente, la decoracion esceni-
ca, la cruz pintada en la vela, la intervencion de un papa y Cristo re-
sucitado que viene a gobernar la barca. Teofilo Braga termina por in-
clinarse hacia una imitacion por parte de Lope, aunque reconozca que la
invencion tampoco pertenece a Gil Vicente.
Aunque su argumentacion sea algo endeble, Menendez Pelayo parece
en el fondo haber visto con exactitud el problema de la correlacion en
tre los dos autos. Hay sin duda juegos escenicos identicos y no serTa
difTcil admitir que Lope los desarrollo con los ojos puestos en la t r i -
logTa vicentina. El tono general es, por otro lado, bastante distinto.
En Gil Vicente--o por lo menos en la Barca do Inferno—lo que predomi-
na es realmente el aspecto profano, con su colorida galerTa de tipos
165 A plc, pp. c i t . , III, p. 367.___________________________________
196
que se suceden en la escena. El Viaje, en cambio, es hieratico y la
impresion de solemnidad que deja es absolutamente total. Habria tam
bien que anadir que la influencia del Auto da Alma en el Viaje es tal
vez tan probable como la de las Barcas.
Despues de notar que las clasificaciones propuestas por los edito
res de Gil Vicente (obras de devocion, comedias, tragicomedias y far-
sas) no tienen ningun valor diferenciativo, pasa a examinar las princi
pal es formas de la comedia vicentina. Empieza por advertir que no e-
xiste en Gil Vicente ninguna influencia del teatro latino ni del tea
tro italiano del Renacimiento. Ve en el semejanzas con Plauto pero
no cree en una imitacion. Admite que el dramaturgo .portugues, "que era
166
humanista," hubiese conocido a Plauto y Terencio.
Solo en un sentido relativamente estrecho—el de su interes por la
humanidad inmediata, y aun asT en un grado bastante superficial—se po-
drTa considerar a Gil Vicente como humanista. La frase de Menendez Pe
layo parece realzar en el "humanismo" de Gil Vicente la faceta clasica
y en esto no hay indicios de que la tuviese muy desarrollada, salvo por
un cierto interes en la mitologTa. Desde luego la falta de cultura
clasica de Gil Vicente esta implicada en la frase siguiente:
Por el desorden fantastico de las concepciones, por el transito con-
tinuo de lo elevado a lo grotesco, por lo brusco e inesperado de
las alusiones y de las invectivas, y tambien por la riqueza y pompa
lTrica, recuerda mucho mas las comedias de Aristofanes, a quien pro-
bablemente no conocTa, y cuya influencia en el teatro modemo nunca
ha sido directa. En algunas de sus alegorTas, por ejemplo, en la
166 Idem, p. 369.
197
Exhortacion a la guerra, Gil Vicente es un poeta aristofanico, has-
ta gor el sentido politico y patriotico de sus advertencias y pro-
fecias, que se levantan majestuosas en medio del fuego graneado de
los conjuros del hechicero y de las bufonadas del coro de dia-
bios. 167
No solo en subrayar el caracter aristofanico de Gil Vicente, sino
tambien en los hechos en que se basa para e llo , tiene aquT Menendez Pe-
layo apreciables aciertos. La disonancia de tonos, niveles y temas,
que paradojicamente no deja de ser armonica, es de hecho una de sus
caracterTsticas mas evidentes y uno de sus mayores encantos. Es esto
que hace con que otro poeta, Afonso Lopes Vieira, cuatro siglos despues
describa la obra de Gil Vicente como "arraial pitoresco e colorido."^6®
Despues de aludir a la delicadeza de la Comedia do Viuvo, la con-
trasta con la Comedia de Rubena. En esta:
...s e presenta con la mayor brutalidad una situacion repugnante:
el parto de una muchacha seducida y abandonada pgr un clerigo. Pe-
ro Gil Vicente es tan poeta, que, en medio^del barbaro gusto de su
tiempo, nunca deja de hacer pasar por lo mas abyecto y horripilante
un rayo de la luz de lo id ea l.169
Otra vez el puritanico Menendez Pelayo, califica de repugnante,
barbaro, abyecto y horripi 1 ante lo que no se acomoda a sus rTgidos con-
ceptos morales y esteticos. Sin negar que hay en la obra contrastes
casi chocantes de tono e idea, no creemos sin embargo que en absoluto
se justifique la adjetivacion de Don Marcelino.
167 ibid.
168 Afonso Lopes Vieira, Gil Vicente, (Lisboa: Ed. Autor, 1912),
p. 16.
169 APLC, op. c i t . , I l l , p. 371.
198
Nota despues la riqueza del material folklorico en esta comedia y
en el Auto das Fadas y comenta:
Es claro que un espTritu tan culto, tan maligno y aun esceptico
como el de Gil Vicente, no habTa de participar de la credulidad del
vulgo, pero se complace en las supersticiones como curioso y como
a rtista , las recoge con gasion de coleccionador, las explota como
uri elemento poetico-fantastico, y parece que sii poderoso instinto
lejiace penetrar hasta el fondo de esas reliquias del paganismo
iberico, y seritir como hierven confusamerite en el alma popular.
Ningun otro poeta nuestro Te ha aventajado en esta rara erudicion,
que a veces traspasa las rayas del iTcito conocimiento e invade las
del dilettantismo ocasionado y g)e^cajrainoso. Es tal lo concreto y
preciso d e jo s detalles, que hace sospechar en Gil Vicente procedi-
mientos analogos a los que en nuestros dTas empleo Jorge Borrow
para hacerse dueho de la lengua de los gitanos y tan Consumado en
la noticia de sus costumbres. N o se llega a saber tanto sin mucha
fami 1 i aridad con el objeto conocidoJ70
El mero hecho de postular la remota posibilidad de que Gil Vicente
creyera en estas supersticiones parece ser una posicion algo simplista.
Lo es tambien, aunque muy curiosa, la insinuacion del conocimiento di-
recto de estas practicas como tenebroso pecado. Otra vez parece indig-
narse semi-conscientemente Don Marcelino contra el rebelde que osa l i -
bertarse de las normas de conducta que su "genio" nacional le impone.
Se refiere al hecho de que Don Duardos y AmadTs de Gaul a se basan
en novelas de caballerTa pero anade que en las comedias de costumbres
no tuvo precedentes ni tuvo quien lo superase hasta Lope de Rueda. "En
esta, como en tantas otras cosas, Gil Vicente tuvo que ser maestro de
sT mismo y sacarlo todo de su propio fondo, o mas bien del asombroso
poder que tenTa para ver la realidad con los ojos libres de telara-
170 Idem, p. 372.
J
199
j n a s . " ^
j
Ahora bien: si en su tiempo Gil Vicente fue el unico que utilizo
materia caballeresca y que domino en la comedia de costumbres parece
deducirse que otra vez no se observa en absoluto el sincronismo de las
dos literaturas.
Estas obras no son propiamente comedias, prosigue, si no cuadros
de costumbres dialogados; solo en 0 Velho da Horta y la Farsa de Ines
Pereira hay de hecho accion. En las restantes el argumento es flojTsi-
mo.
Pero, ique tesoro de lenguaje popular! iQue animacion picaresca!
ICuanta espontarieidad y cuanta fuerza de sentido comun! iQiie ga
l e n a de figuras risibles! si bieri el poeta abusa demasiadamente
de los tipos, ya convencionales y monotonos, de frailes escandalo-
sos, de clerigos amancebados, y de celestinas con puntas y collares
de hechicerTa.'72
Lo ultimo Menendez Pelayo lo explica por la irre sistib le tendencia
del dramaturgo de repetir lo que mejor sabe hacer y lo que con mas fa-
cilidad consigue el aplauso del publico. Esto es absolutamente cierto.
Aunque el lector no se escandalice tanto como Don Marcelino con la in-
sistencia en figuras de alcahuetas, brujas y eclesiasticos licenciosos,
es indudable que la rapida sucesion de estos y otros tipos crea en mu-
chas de las obras de Gil Vicente una clara desarticulacion.
A 1 estudiar estos tipos, Menendez Pelayo establece relaciones entns
las sentencias del juez de Beira y las de Sancho Panza, alude al motivo
del hambre, representando por el hidalgo de la Farsa dos Almocreves, y
171 Idem, p. 379.
entronca Hitimamente estos tipos vicentinos con los del Lazarillo. E-
xiste sin embargo una semejanza mucho mas nitida, que Menendez Pelayo
no senala: la de los hidalgos hambrientos de la ultima obra, de Ines
Pereira y de Quem tern Fare!os? Hay versos de esta farsa que prenuncian
vividamente trozos del Lazarillo, como las quejas de Aparicio a Ordor>~
i nho:
V em tao ledo - sus, cearJ
Como se tivesse que;
e eu nao tenho que Ihe dar,
nem ele tern que Ihe eu de.
Toma urn pedago de pao,
e urn rabam engelhado,
e chanta nele bocado,
coma cao.
Nao sei como se mantem
Que nao esta debilitado. 173
Despues de hacer la justTsima observacion de que es en la Farsa de
Inis Pereira que Gil Vicente revela mas poder de creacion de enredo y
personajes, Menendez Pelayo considera que las mas brillantes galas de
su poesTa las reservo el dramaturgo para las tragicomedias alegoricas
destinadas a las fiestas palaciegas,
haciendo oficio, no de adulador ni de truhan, si no de entusiasmado
espectador de las grandezas de su pueblo y de la magnTfica expan
sion de la vida portuguesa del Renacimiento, en la cual, sin embar
go, no dejaban de apuntar sTntomas de decadencia, que el fue de los
primeros en advertir y denunciation libre espTritu y con aquel ge-
nero de adivinacion profetica, que es don rara vez negado a los
poetas excelsos. '
173 Gil Vicente, Farca de "Quem Tern Farelos?1 1 , Obras de Gil Vicen-
te, op. c i t . , II, p. 2W. : ! r
174 APLC, op. c i t ., I l l, p. 383.
201
Gil Vicente en realidad se entusiasmo muy poco con las grandezas
de su epoca. La dimension heroica apenas se vislumbra en su obra. Los
ecos mas frecuentes de el la son por cierto negatives y ocurren preci-
samente cuando Gil Vicente apunta esos sfntomas de decadencia. Y si
bien fuese de los primeros en hacerlo, esta nota ya se encuentra bien
clara en el Cancioneiro Geral.
La excepcion mas evidente, la senala Don Marcelino:
Hasta que punto ardfa la llama patriotica en el viril espTritu de
Gil Vicente, lo muestra la Exortacao da Guerra donde la poesTa co-
rre como un surco de fuego, para levantar el espTritu de los con-
quistadores de Azamor (1513). Gil Vicente tenTa en su lira todas
las cuerdas del alma portuguesa; pero sobre los rasgos del gallego
melancolico y soledoso, predominan en su acentuada fisonomTa los
del duro lusitano, del extremeno seco y cetrino, raza de los Albu-
querques y Pizarros, que tan fieramente estampo su huella en las
pagodas indostanicas y en los templos de los hijos del S o l J 75
Este es naturalmente otro de los arrobos retoricistas de Don Mar-
celino. Su afan hispanista lo lleva aquT a mezclar casi con incoheren-
cia una serie de elementos cuya conjuncion no tiene otro valor que en-
galanar la frase.
A 1 referirse a las obras menudas, en que "se incluyen algunas com-
posiciones sueltas que, en general, no pasan de m e d i a n a s , " ^ 7 6 es extra-
no que Menendez Pelayo no haga mucho mas que aludir al Pranto de Maria
Parda sin detenerse en analizarlo. Esta pieza esta sin embargo en la
misma iTnea de caricatural pintoresquismo de muchas de las obras con
que Don Marcelino se habTa anteriormente entusiasmado. Tampoco presta
175 Ibid.
176 Idem, p. 388.
202
gran atencion a los tres romances histori cos incluidos en esta seccion.
El primero de el los, a la muerte de D. Manuel*, re cue r da mucho a Jorge
Manrique, no solamente en el tono como en algunos de sus conceptos:
Q uern longa vida deseja
deseja ver-se enganar,
pois que The vejo chamar
vida, nao que vida seja;
sefiao a modo de falar;
e pois no tr is te acabar
se comega o desengano,
nao sei quern vai desejar,
que dure a vida de engano. ' 77
La inflitencia de las Cop!as, tan diseminadas en Portugal, es aquT muy
probable y sorprende que Menendez Pelayo, siempre tan atento a estas
correspondent as , no la haya senalado.
Lamenta entonces la exiglfedad de la herencia portuguesa de la o-
bra de Gil Vicente y anade que su legTtima descendencia quedo en Cas
t i l l a . Luego prosigue:
Pero continuando la evolucion del teatro esparfol y sobre todo de
alcanzada y fijada por Lope su forma definitiva, Gil Vicente, cuya
dramaturgia parecTa ya oscura y_anti cuada t-fue tan olvidado como
10s demas precursores, perjudicandolo ademas su condicion de escri-
tor bilingue, errante entre dos lite ra tu ras, a ninguna de las cua-
les pertenece por entero. Digamosjnas bien que pertenece a la
grande y universal literatu ra hispanica, dentro de la cual son me-
ros accidentes las divisiones polTticas y aun las diferencias dia-
Tectales. N o colocandose en este punto de vista, es iniposible en-
tender a autores como Gil Vicente, cuya obra protestara eternamen-
te contra el separatismo de una crTtica infecunda. 179
177 Gil Vicente, Obras Comp!etas, op. c i t . , VI, p. 201.
17ft
' Jorge Manrique, Cop!as por la muerte de su padre, (San Salva
dor: Departamento Editorial del Ministerio de EducaciSri, 1961), p. 8.
179 APLC, op. c i t . , Ill, p. 391.
No se engane nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que^espera
mas que duro lo que vio,
pues que todo ha de PSSar
por tal manera.17°
203
Otra vez vemos que Menendez Pelayo pretende forzar una conclusion
partiendo de premisas irreconciliables. Si considera que Gil Vicente
se divide entre dos literaturas y dos idiomas, icomo integrarlo enton-
ces en una sola? Y si son meros accidentes las divisiones polTticas y
linguTsticas, ipor que fue Gil Vicente perjudicado por el las? Estas
frases, como varias otras suyas, sugieren que con toda probabilidad
Menendez Pelayo se dio cuenta, a mitad de sus razonamientos, de la
irreductibilidad de ellos a los preceptos basicos que tantas veces pro-
clamara e intento, apresurada e infructTferamente, buscar una formula
i
de conciliacion.
Con algunos datos biograficos y bibliograficos, Don Marcelino de-
clara que termina "este deficientTsimo ensayo mTo, que no es mas que
una impresion de lector aficionado y atento, pero en quien predomina,
yo lo confieso, el dilettantismo e s t e t i c o . " ^
DeficientTsimo, de ninguna manera. M uy al contrario, Menendez
Pelayo tiene la rara intuicion.de singularizar los aspectos mas signi-
ficativos de la obra vicentina y, de una manera general, formular so-
bre ellos una apreciacion crTtica muy justa, indicativa de una magnTfi-
ca percepcion del espTritu de este teatro. Dilettantismo estetico,
alguna vez lo habra pero de ningun modo predomina. Aparte de las ine
vitables acrobacias logicas de Don Marcelino para hacer caber hechos
evidentes dentro de categorTas a que no se ajustan, el principal defec-
to del ensayo es su tremendo desorden. La secuencia tematica es poco
I 180 Idem, p. 395.
204
mas que accidental y el mismo punto llega a comentarse en varios luga-
res distintos. Por lo demas, en lo que toca a aspectos esenciales,
Menendez Pelayo revela en la crTtica a Gil Vicente y a otros aspectos
del prerrenacentismo portugues una extraordinaria penetracion en la
materia y un criterio valorativo que con frecuencia alcanza elevado
nivel.
205
D . El Renacimiento y el Barroco
Antes de iniciar el estudio de las manifestaciones literarias pro-
pi amente renacentistas habra que aludir a dos fenomenos que, aunque se
desarrollen con mas plenitud durante el Renacimiento, tienen sin embar
go hondas raTces medievales: el romance y la novela de caballena.
En lo que concierne al primer aspecto, ya en su primera carta so-
bre literatura portuguesa, publicada en La Tertulia, Menendez Pelayo
lo refiere. Al mencionar la poesTa popular medieval afirma que ni los
esfuerzos de compilacion y restauracion de Garrett ni los estudios de
Teofilo Braga han producido mas que un romancerillo que se puede consi-
derar suplemento del romancero castellano e inferior al Catalan.
No todo son aciertos en este primer estudio crTtico sobre lite ra
tura portuguesa del entonces joven investigador, pero esta observacion
sT lo es. La misma opinion, algo mas desarrollada, sera formulada anos
despues, cuando escribe que el romancero portugues,
muy bello y muy rico, es un suplemento del romancero castellano,
del cual so lq jiifiere por la lengua y por la carencia casi absoluta
de temas historicos, que son lo que infuriden prOpia y genuina vita-
1 idad al nuestro y le dan conocida superioridadsobre las canciones
populares de eualquier otra parte de E u r o p a J S l
Mas adelante, en la misma obra, al hablar de los romances re la ti-
< . . .
vos a la historia y tradiciones de Portugal, Menendez Pelayo vuelve a
senalar la ausencia en te rrito rio portugues de eualquier variante de
ellos. Este hecho, anadido a la inexistencia de cantos historicos tra-
181 APLC, op. c it., I l l, pp. 300-301.
t
I
206
dicionales en Portugal, prueba para el "la escasa originalidad de los
romances del pais v e c i n o . " ^
Tal opinion, apoyada por la de D. Carolina Michaelis de Vasconce-
los, por cierto que no siempre ha encontrado eco entre los crTticos por-
tugueses. Urbano Tavares Rodrigues, en el prefacio a su obrilla de
divulgacion de los romances portugueses, 183 solo parece admitir con re-
luctancia su origen extranjero. Por otro lado, aunque se refiere a la
existencia de romances sobre materia historica nacional, no presenta
ningun ejemplo y lamenta despues la escasez de los romances maritimos.
Sobre el asunto escribe el etnografo Fernando de Castro Pi res de
Lima:
Voltando a questao—terreno movedigo e traigoeiro—sobre se existem
otinao romances de autores portugueses, muito embora escritos em
castelhano, inclina-se a opiniao dos doutos para a afirmativa. [El
predominio del castellano^junto con la poca estima por el genero
del romance],. .deu deploravelmente lugar a que, na devida altura,
nao ficassem arguivados os romances velhos, tao abundantes^nas
colecgoes do pais vizinho....O de Santa Iria e a celebre xacara
Nau Catrineta parece poder assentar-se que sao de oriqem portuque-
s a .W '
El problema mas debatido en este campo es naturalmente el de la
Hau Catrineta. SerTa d ific il defender su origen portugues si conside-
182 Idem, VIII, p. 189.
^83 Urbano Tavares Rodrigues (se l.), Romanceiro Portugues, (Lisboa:
Campanha Nacional de Educagao de Adultos, 1956). ! !
^8^ Fernando^de Castro Pi res de Lima, "Generalidades sobre o Roman-
ceiro," en Miscelanea Etnografica, (Lisboa: Edigoes Panorama, 19611,
SpT*2-43.
207
ramos la ausencia casi total de elementos nacionales y la frecuencia
de variantes en toda E u ro p a .^ Incluso en el Canada frances existe
el romance La cOurte p a ille , en que los marinos tambien echan suertes
para determinar quien va a morir para asegurar la salvacion de los o-
tros.
Extranamente, Menendez Pelayo lo califica de "romance portugues,"^
al referirse de paso a el. Desde luego apunta la previa existencia de
romances portugueses sobre la muerte del infante D . Afonso y sobre la
tragedia de D. Ines de Castro, de los cuales quedan vestigios, en rela-
cion al primero, en romances espanoles y de las Is!as Azores, y en re-
laci on al segundo en las Trovas de Garcia de Resende.
Por cierto que Menendez Pelayo conocTa bien el romancero de Azores
y Madeira y se le refiere en numerosTsimas alusiones. Lo mismo se po-
drTa senalar de su conocimiento del romancero portugues en general. Las
observaciones que a menudo hace sobre el son generalmente muy agudas y
revelan una faceta mas de su profunda penetracion en la literatura por
tuguesa de la epoca.
Por otro lado su postura no difiere en realidad mucho de la de los
crTticos portugueses, en cuanto al problema de los origehes. Con mas o
menos intensidad patriotica, todos coinciden en la extrema escasez de
185
Garrett lo mantiene, buscando el origen del romance en el nau-
fragio de JOrge de Albuquerque Coelho, al regresar de Brasil en 1565.
Teofilo Braga, en cambio, no le encuentra ninguna base historica.
!86 APLC, op. cit., VII, p. 412.
208
materia autoctona en el romancero lusitano.
En cuanto a la segunda manifestacion, la novela de caballerTa, en
la Antologia de poetas liricos castellanos, Menendez Pelayo explica su
genesis en Portugal diciendo que para contrabalancear la hegemonia l i-
teraria castellana en el siglo X V no era suficiente la aficion,
. ..mas difundida alIT que en el centro de Espana £fenomeno que tam
bien se explica por la ausencia de toda otra poesia narrativa en
Portugal y Galicia), a la lectura de los devaneos y ficciones ca
bal lerescas del ciclo breton, que quiza por misteriosa comuni dad
de orTgenes celticos, si no enteramente probados, muy probables,
comenzaban a echar hondas raTces en la fantasia tanto del pueblo
como de las clases aristocraticas, penetraban a tTtulo de historia
hasta en los libros de linajes, y se reflejaban en las costumbres
palaciegas, en los saraos, en las divisas y en los motes, siendo
punto de moda en los tiempos de D. Juan I y sus inmediatos suceso-
res, tomar los caballeros y las damas los nombres de los heroes
de la Tabja Redonda, y proponerselos como ideal o dechado en sus
accio n esJ8?
Las tesis de Menendez Pelayo sobre la ausencia de la poesia narra
tiva y sobre el substrato celtico como explicacion para la tendencia
hacia ciertas formas literarias ya fueron anteriormente comentadas. En
cuanto a la popularidad de los nombres de los caballeros de la Tabla
Redonda en el tiempo de D. Juan 1, desde luego cierta, se podria ahadir
que incluso D. Nuno Alvares Pereira parece haber ido mas alia que eso
y haber tornado a Galaaz como su propio modelo de comportamiento.
Sigue adelante Don Marcelino, senalando que la traduccion y dise-
minacion de obras como el Lanzarote del Lago, el Baladro de Merlin o la
Historia de Tristan favorecieron probablemente la aparicion del AmadTs,
187 idem, III, p. 301.
"ingeniosa y original im ita c io n ," ^ que a su vez habTa de tener vasta
prole, toda en castellano, con la excepcion del PalmerTn de Inglaterra.,
"mostrandose aun en esto el predominio y soberanTa que el habla de la
Espana central asumio por tres centurias sobre sus vecinos,"^89
Por supuesto, Menendez Pelayo no trata aqui del problema del idio-
ma en que el AmadTs fue originariamente escrito. Lo hace, sin embargo,
en otros lugares. Ya en su carta abierta a Pereda, anteriormente men-
cionada, escribe:
Tan grande es la hermandad de nuestras letras en los tiempos me-
dios, que aun esta por decidir la cUestion de patemidad del Ama
dTs de Gaul a , padre y dogmatizador de toda la andante caballeria.
Las mismas_condiclones hubo en Portugal que en Castilla para Ta
reproduce!on de obra semejante. Si la imagino Vasco de Lobeira,
estudi'aronla inmediatamente y la citan con frecuencia nuestros poe-
ta s, y cuando la publico un regidor de Medina del Campo, con inter-|
calaciones de su cosecha, leTmosla a una castellanos y portugueses,
y nadie se cuido de su origen ni penso en dar a la estampa el ver-
dadero o supuesto original lusitano ni en promover cuestiones de
literatura internacional, que entonces no hubieran tenido signifi-
caciOn ni importancia. El libro era espanol y esto bastaba.™£)
Algunas de estas ideas las irTa a cambiar considerablemente aiios
despues, como a continuaciBn se vera. D e momento habrTa, sin embargo,
que apuntar tan solo el caracter de superficialidad y verbalismo con
que ataca el problema.
Lo curioso es que al parecer transcurrido poco tiempo, ya su opi
nion estaba formada en otro sentido. De hecho, en una epTgrafe del
188 Idem, p. 302.
190 ED C H L, op. c i t . , V, p. 258.
210
Programa de Literature Espanola, anteriormente mencionado, Menendez Pe
layo escribe: "El arte espanol modifica el genero caballeresco y crea
un monumento original en el Amadis de Gaul a . ---Controversi a sobre su
origen portugues o castellano: razones en pro del AmadTs castellano."19!
Pero tampoco esta opinion es definitiva. En OrTgenes de la Nove-
la , como posteriormente se observara, Menendez Pelayo va a inclinarse
hacia un condicionalismo mas favorable del Noroeste para la genesis de
la obra.
En cuanto al problema del autor, nota Menendez Pelayo, en otro
lugar de la AntologTa^^ que Ayala, al mencionar al AmadTs como lectu-
ra de su juventud, invalida la teorTa de la paternidad de Vasco de Lo-
beira, que fue armado caballero en la batalla de Aljubarrota.
Sin pretender, de ninguna manera, defender que Vasco de Lobeira
fue el autor de la obra, queremos solamente notar que argumento no es,
con todo, convincente en absoluto, ya que sabemos que la mayor parte
de la nobleza de Portugal se alineo con Juan I de Castilla en la crisis
polTtica de 1385, por lo que Juan I de Portugal tuvo que crear, algo
artificialmente, una clase noble entre sus mas dedicados servidores.
El hecho de que Vasco de Lobeira fuese armado caballero en Aljubarrota
tal vez no implique necesariamente, por lo tanto, que lo hubiese si do
193
en la edad usual.
191 Idem, I, p. 37.
192 APLC, op. c i t . , I, p. 360.
loo T
Algo de esto lo reconoce Menendez Pelayo en On genes de la no-
De todos modos, Menendez Pelayo anade: "Pero esto nada prueba con
tra la tradicion cons tante del origen portugues o gallego del AmadTs,
que nos inclinamos a tener por muy probable, ya que no por enteramente
p ro b a d a ." ^
En OrTgenes de la novela, despues de considerar los libros de ca-
ballerTas como una planta exotica en el arte hispanico, anade que mu-
chos de ellos son traducciones y otros imitaciones muy directas. Sin
embargo, en el caso del AmadTs, del Tirant, y de los Palmerines, el ge
nero se nacional izo hasta el punto de parecer nuevo en los paTses de
donde provenTa y donde se volvio a imponer durante un siglo; y prosi-
gue Don Marcelino:
Una reaccion del genio hispano, encarnandose en su hijo mas pre-
claro mato y enterro para siempre tan enorme balumba de fabulas;
la misma facilidad con que desaparecieron y el profundo olvido que
cayo sobre ell.as indican que no eran verdaderamente populares^que
no habTan penetrado en la conciencia delj/ulgo, qunque por algun
tiempo hubiesen deslumbrado su imaginacion con brillantes fantas-
magorTas. HabTa, con todo, en algunos de esos libros una parte de
invencion espanola, de originalidad y creacion, aunque fuese sub-
alterna. El autor del AmadTs, sobre todo, digno de ser cuidadosa-
mente separado de la turba de sus s a tilite s , hizo algo mas que un
libro de caballerTas a imitacion de los poemas del ciclo breton:
escribio la primera novela idealista moderna, la epopeya de la f i
de If dad amorosa, el codigo del honor y de la cortesTa, que disci
pline a muchas generaciones. Fue, sin duda, un hombre de genio,
que combinando y depurando elementos ya conocidos y todos de pro-
cedencia celtica y francesa, creo un nuevo tipo de novela mas uni
versal que espanola, que en poco o nada recuerda el origen penin
sular de su autor, pero que por lo mismo alcanza mayor transcenden-
vela pero sin dejar de considerar que Vasco de Lobeira no podrTa ser
mas que un "mozalbete" a la fechai de la batalla de Aljubarrota. (ON,
op. c i t . , I, p. 323.)
| 212
cia en la literatu ra del mundo, a la par que es gloria de nuestra
raza el haberle impuesto a la admiraciori de las gentes con una bri-
llantez y una pujanza que ningun hiroe novelesco loigro antes de
Don QuijoteJ95
Quiza no sea 1-a perspectiva mas logica para considerar el problema
de la adhesion emocional discutir si las primitivas novelas de caballe-
rTa tuvieron realmente la aceptacion del vulgo. La novela, por su na
tural eza, era por supuesto en esta epoca un genero predominantemente
aristocratico, ya que solo la transmision oral hubiera podido darle un
caracter de hecho popular. HabrTa tambien que considerar con ciertas
reservas la afirmacion de que el genero desaparecio con facilidad. El
mismo Menendez Pelayo senala en su AntologTa de poetas iTricos castella-
196
nos la aparicion en 1745, de un libro portugues de caballerTas so
bre el tema de Bernardo del Carpio para "servir de divertimento e di
ve rsao do sono nas compridas noites de inverno. '^ 97
Pese a que, como acabamos de ver, Menendez Pelayo encuentre en el
■ AmadTs una fisonomTa universal, "que en poco o nada recuerda el origen
I peninsular de su autor," en otro paso de los mismos Origenes de la no-
I vela se apoya en el caracter especTfico de aquella obra para inclinarse
j
;hacia la aceptacion de su genesis en el Noroeste. En su opinion, serTa
jdemasiado escepticismo dudar del primitivo celticismo de la region,
jaunque no apadrine los suenos y fantasias de los arqueologos locales.
195 ON, op. c i t . , I, pp. 200-221.
196 m e , op. c i t . , VI, p. 189.
197 Ibid.
213
Es la persistencia de este fondo, prosigue, que explica ciertas costum
bres, creencias y supersticiones aun vivas y casos de atavismo como el
renacimiento del mesianismo de Artus en el rey D. Sebastian, ademas de
ser tambien la clave de la facilidad con que la literatura caballeres-
ca arraigo en esta region. Menendez Pelayo cree tambien que fue la
poesia iTrica el vehTculo de las tradiciones galesas y armoricanas. j
La afiliacion del sebastianismo al mesianismo de Artus es sin du-
da una idea curiosa. Para aceptarla completamente habrTa, no obstante,
que determinar hasta que grado la tradicion bretona aun persistia en
la mente popular a fines del siglo XVI, determinacion para la cual no
existen obviamente datos rigurosos.
Aun en los OrTgenes de la novela, Don Marcelino vuelve a ocuparse
: del problema de la version original del AmadTs. E x p l i c a el hecho
de que las alusiones a la obra son mas tempranas en poetas espanoles
que en portugueses por la laguna existente entre los cancioneros de la
escuela galaico-portuguesa y el Cancioneiro Geral. Se dedica despues
i
! a discutir la aceptabi1idad de la teorTa que defiende que Vasco de Lo-
I beira fue el autor de la novela y para eso menciona a varios autores
| portugueses. Su documentacion.es impresionante: aquT tenemos otra
! vez al erudito concienzudo, buscando elementos para una conclusion.
! Dicha conclusion no pudo, sin embargo, formularla con seguridad. La
! patemidad de Vasco de Lobeira la acepta tan solo como una tradicion
i
| entres los autores portugueses.
1
L 198 ON, op. c i t . , I , pp. 321 -3 3 6 ._____
214
Tampoco acepta incondicionalmente el lais de Leonoreta como argu
ments decisivo en favor del origen portugues, aunque lo estime como
"indicio de mucha f u e r z a . " ^ Su unica conclusion positiva es que ya
en tiempos de D. Dinis existTa un AmadTs portugues con algun trozo IT-
rico intercalado. Pero luego anade:
Segun toda verosimilitud, este Juan Lobeira fue el refundidor del
AmadTs a quien el infante Don Alfonso impiiso la correction del
episodio de Briolanja; pero autor original no creeirios que lo fuese,
por^razones ya apuntadas y que serTa inutil repetir. El AmadTs
debTa de e x is tir antes. £En que Tengua? Dios lo sabe.
Despues de aludir a otros argumentos termina por decir que "lo
unico que podemos tener por averiguado es la existencia de un AmadTs
peninsular a fines del siglo XIII.
La conclusion final es indudablemente anticlimatica, pero eso por |
supuesto no reduce en nada la valorization de la postura de Menendez j
Pelayo ante el problema.
M as adelante, Menendez Pelayo anade otros enfoques al problema
del presunto origen portugues del AmadTs2^2 del que por cierto se s i-
! *
gue mostrando partidario. Esta hipotesis la considera el muy verosT-
! mil, a pesar de los malos y contraproducentes argumentos con que ha si-
i
I do defendida. Niega, por ejemplo, el argumento que Teofilo Braga de-
! duce del estado polTtico de Portugal, donde el feudalismo fue solamen-
Idem, p. 333.
i 200 Idem, p. 334.
I 201 Ibid.
i _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 202 ON, op. c i t . , I, pp. 345-350. _ ■
215
| te una institucion nobiliaria y no una constitucion organica de la
j sociedad, con el contra-argumento de que en Castilla pasaba send 11a-
; mente lo mismo. Ataca tambien.a Braga en el campo lingflTstico rehusan-
dose a aceptar como portuguesismos voces como ri cos-hombres, hombres-
| buenos, doncellas en cabellos, o soledad en el sentido de melancolTa.
■ Y ju stific a su posicion con las siguientes palabras:
I
Todo libro portugues o castellano de eualquier tiempo, y mucho mas
de los siglos X VI y XV, puede ser literalmente trasladado de la una
lengua a la otra sin cambiar la mayor parte de las palabras ni al-
terar la colocacion de ellas. Las dos unieas voces que Braga cita
como portuguesas, entre la innumerable copia de ellas que dice que
hay en el AmadTs, se vuelven contra su te s is . Soledad en el senti
do de melancoTta que se siente por la ausencia de una persona ama-
da o por el recuerdo del bien perdido, es Dalabra tan legTtimamen-
te castellana como es portuguesa saudade; ^ se |,a USado en todos
los tiempos, da nombre a un genero especial de cantares andaluces,
y nuestro Diccionario academico consigna esta voz como de uso co-
rriente. Fucia, derivado del latTn fiducTa, es tan viejo en nues-
tra lengua como lo prueba el sabido refran: "En fucia del conde,
no mates al hombre."204
Agrega entonces que son otras las razones que lo llevan a incli-
narse hacia la probable paternidad portuguesa o gallega del libro:
Domina en el un idealismo sentimental que tiene de gal lego o por-
i tugues mucho mas que de castellano: la accion flota en una especie
i ^ En una adicion (ON, op. c i t ., II, pp. 359-361) Menendez Pelayo
j cita pasajes de una carta escrita en 1593 por el Conde de Portalegre,
i D. Joao da Silva, a Doha Magdalena de Bobadilla, en la cual compara la
I saudade portuguesa con la soledad castellana. Dice el conde que pues-
! to que el sentimiento en cuestiOn es comun a castellanos y portugueses,
| las dos voces significan lo mismo, pese a los matices especiales que
; los portugueses quieren dar a su vocablo. Anade Menendez Pelayo que
I soledad en la acepcion de saudade se encuentra aun en obras tan tardfas
i como El diablo cojuelo (1641).
204 ON, op. c i t . , I, p. 346.
216
de atmosfera lTrica que en los siglos^XIII y XIV solo existTa^allT.
No todo es vago devaneo y conteniplacion apasionada en el AmadTs,
porque la gravedad peninsular imprime su huella en el libro, ha-
ciendolo mucho mas casto,^menos liviano y frTvolo que sus modelos
franceses; pero hay todavTa mucho de enervante y muelle que con-
trasta con la ferrea austeridad de las gestas castellanas. ^Todo
es fantastico, los personajes y la geografTa. El elemento epico-
historico no aparece por ninguna parte, lo cual serTa muy extrano
en un libro escrito originalmente en C astilla, donde la epopeya
reinaba como soberana y^lo habTa penetrado todo, desde la historia
hasta la literatu ra didactica.205
No queremos, por in u til, detenernos aquT en la discusion de posi-
bles fondos emocionales diferenciativos que hubiesen favorecido el
aparecimiento del AmadTs. Lo que quisieramos tan solo subrayar es que
de nuevo en este problema Menendez Pelayo niega con sus conclusiones
(que existen caracteres nacionales distintos) lo que tan a menudo pre-
senta como sus premisas de base (la identidad del genio espanol y el
— |
sincronismo y similitud de su produccion lite ra ria ).
Pasa despues.a indicar de una manera esquematizada sus conclusio
nes sobre la historia externa del AmadTs, que prudentemente presenta
como "provisionales y sujetas a la rectificacion que puedan trae r los
nuevos descubrimientos lite ra rio s :"^06
1. El AmadTs es una imitacion muy libre y general de varias no-
velas del ciclo breton, en especial del Tristan y del Lanzarote.
2. ExistTa antes de 1325, ano en que el futuro Alfonso IV mando
corregir el episodio de Briolanja.
^ Idem, pp. 346-347.
206 Idem, p. 348.
| 217
3. El autor de la recension del AmadTs pudo verosimilinente haber
si do Juan de Lobeira.
4. Ignoramos la lengua original de composicion pero es probable
la existencia de varias versiones en castellano y portugues.
5. Era conocido en C astilla desde el tiempo del Canciller Ayala*
6. Merece poco credito la tradicion de la autorTa de Vasco de Lo
beira, consignada por Azurara.
7. La leyenda del manuscrito portugues de la casa de Aveiro es
insostenible.
8. La unica forma lite r a r ia conocida del AmadTs es la de GarcT
Ordonez, de 1508 y que seguramente fue compuesta poco despues de
la conquista de Granada. GarcT Ordonez anadio un cuarto libro,
posiblemente de su invencion,
Hay que in s is tir en que, de este enfoque del problema, resulta la
conclusion de que Don Marcelino revela aquT sus mejores cualidades de
crTtico. Estudia el asunto conscientemente, pareciendo hasta olvidar
sus posturas algo impresionistas sobre el fondo emotivo del Noroeste,
se documenta honestamente, aprecia los datos recogidos y formula sus
i _
; conclusiones eon toda moderacion. Lastima que no siempre mantenga esta
actitud.
Menendez Pelayo subraya despues el valor humano del AmadTs, su ca
racter de ejemplaridad y su tendencia moral. Anade que "si en algo se
conoce el origen espanol del autor es principalmente en esta especie de
transformacion y depuracion etica que aplico a las narraciones asaz l i -
| 218
: vianas de sus predecesores. 1,207
Notese que en este aspecto Menendez Pelayo ya no distingue entre
el Centro y el Noroeste, considerando la moderacion del AmadTs senci-
llamente "espanola," lo que por cierto no se ajusta por completo al
caracter de la literatu ra medieval peninsular. Mas adelante, busca
tambiin.una explicacion peninsular para el caracter autocratico de la
bbra. Despuis de aludir a la exaltacion de los vasallos rebeldes y
poderosos en las gestas carolingias, escribe:
Nada de esto ha pasado al AmadTs, escrito en tie rra castellana o
portuguesa, donde el feudalismo en su puro concepto no arraigo
nurica. Es un libro lleno de espTritu monarquico, en que Ta in sti-
tucion real aparece rodeada de todo poder y majestad, sirviendo de
clave al edificio social, y en que los deberes del buen vasallo se
incirlcan con especial predileccion. 208
Esta postura no contradice, por supuesto, las anteriores observa-
ciones de Menendez Pelayo sobre el probable origen occidental de la
novela. Es tan solo un ejemplo mas de la tendencia hispanista que tan
frecuentemente asoma entre las paginas de su obra,
Otra vez aquT, al considerar globalmente el ataque al problema del
i AmadTs, nos llama la atencion la inconsistencia de las actitudes del
|
' erudito a traves de los ahos, sobre todo si recordamos que, en otros
j
puntos, actitudes tomadas en la juventud fueron ferreamente mantenidas
hasta la muerte. Es sin embargo curiosTsimo, en relacion al AmadTs,
! trazar la trayectoria del refinamiento de dichas actitudes, desde las
207 Idem, p. 354.
208 Idem, p. 356.
219
conclusiones algo apresuradas y superficiales de la juventud hasta la
postura mas seria, mas equilibrada, casi imparcial, de la epoca de los
OrTgenes de la novela.
En relacion al problema de la version original del Palriieirim de
Inglaterra, Menendez Pelayo se inclina tambien hacia la solucion portu
guesa, solo que ahora mucho mas firmemente. En favor de su postura a-
punta los lusismos de la version de Toledo, la actitud encomiastica ha
cia Portugal, la topografTa portuguesa de la obra y los reflejos bio-
graficos de Francisco de Morais.
Otra vez aquT tenemos una ilustracion del momento mas sobrio y
pensado de la evolucion intelectual de Don Marcelino. Las conclusiones
no las formula ya aquT a base de una intend on polemista (que tantas
veces lo lleva a distorcer o mutilar los hechos) si no que resultan de
un analisis sereno y exhaustivo.
Pasandb al estudio de las manifestaciones ya francamente renacen-
tis ta s , Menendez Pelayo escribe, en relacion al rastro de Boscan en
Portugal: "Los quinhentistas portugueses irivocan la autoridad de Bos
can con tanto respeto como los castellanos, porque entonces no habTa
fronteras para la poesTa peninsular." 209 Senala que ya en 1536 Sa de
Miranda habTa leTdo composiciones de Boscan y Garcilaso, que le habTan
sido comunicadas por Antonio Pereira Marramaque. En nota se aclara que
los primeros ensayos de Sa de Miranda en el metro italiano fueron con
toda probabilidad posteriores a los de Boscan, y, al parecer, resultan-
209 APLC, op. c it., X, p. 338.__________________________ _
tes de la lectura de Garcilaso.
Afirmar que no existTan entonces fronteras para la poesTa penin
sular es un poco arriesgado. Que no las hubiese en el campo de la for
ma y del e s tilo , se podrTa admitir. Sin embargo, en lo que la'poesTa
es el reflejo de una determinada intimidad, la afirmacion.no podra
aceptarse con tanta condescendencia. Ya anteriormente se senalo, por
ejemplo, que la egloga espanola y portuguesa, aunque identicas en su
arquitectura y en su convencional emotividad, presentaban diferencias
de vision h ad a la realidad.
Para Menendez Pelayo, Sa de Miranda no parece interesar tanto por
su valor intrTnseco como por su papel en la evolucion del horacianismo
en Portugal. Cree Don Marcelino que la influencia horaciana en Sa de
Miranda no afecto mas que sus epTstolas, "que son su mejor tTtulo de
gloria ."210 Alude a los elementos tematicos de algunas de ellas y
hace breves comentarios sobre la serenidad y pureza de sentimientos
i del autor. Nota la ocasional repeticion de ideas y frases pero, en
i
; cambio, alaba la sencillez de las epTstolas: "No se trasluce en Sa de
Miranda rastro de afectacion alguna. El giro aforTstico esta muy en
: armonia con su modo de pensar y se r ."^ 11
Es logico que la entereza y sobriedad del poeta portugues agrada-
; sen a Menendez Pelayo. Quiza tambien su tradicionalismo fuese otra de
| las razones: "Era Sa de Miranda ingenio de temple muy peninsular, y
221
no entro sino a medias en las vTas del Renacimiento.
N o queda evidentemente bien aclarado si existe alguna relacion— y
en ese caso cual—entre el temple peninsular y su imperfecta adhesion
a la manera renacentista. Parece sin embargo insinuarse una, donde por
cierto no faltara algtin destello patriotico, en la frase que sigue in-
mediatamente a la citada:
Su pluma, tan facil y diestra en dar forma sentenciosa a los concep-
to s, cuando sigue la traza de los proverbios y adagios populares y
las formas de la metrificacion castdllana, corre con dificultad y
aspereza por el carril de los endecasTlabos toscanos, y tropieza
en mismos guijarros agudos en que resbalaron Boscan y Mendo
za.
Es de notar aquT el contraste implTcito entre la forma castellana-
que segun Don Marcelino resulta absolutamente natural para el poeta por-
itugues—y la italiana.
En la Bibliograffa hispano-latina clasica, al considerar el aspec-
to de los traductores portugueses de Horacio, Menendez Pelayo sehala
que no fueron tan numerosos como los espanoles. Entre ellos empieza
por mencionar a Antonio Ferreira, que estima como uno de los poetas mas
notables de aquella literatura. Advierte, sin embargo, que algunas de
sus odas fueron, mas que imitaciones, traducciones del poeta latino.
Apunta por ejemplo que la oda A uma Nau da Armada, em que ia seu irmao
Garcia Frois es la version casi lite ra l de Sic te Diva Potens Cypri.
Termina por calificar la versificacion de dura y el estilo de desigual,
212 ibid.
213 Idem, pp. 477-478.
; 222
pero elogia la fideli dad de la traduccion.
Las semejanzas entre los dos poemas son de hecho impresionantes,
tanto en el aspecto estructural como en el formal, pese inclusive a la
coloracion cristiana que Ferreira da a la invocacion f in a l.
M uy justificadamente Menendez Pelayo tampoco se entusiasma con la
capacidad poetica de Ferreira en las Ideas E stiticas. Nota su horacia-
nismo, su tendencia de preferir el estudio al arte, su "espTritu didac-
tico, prosaico y juicioso"2^ y sus ocasionales destellos de verdadera
poesTa, como en la Castro. No extrana, bajo un punto de vista estric-
tamente estetico, que Menendez Pelayo no haya dedicado mas atencion a
este poeta. Antonio Ferreira es en efecto un poeta duro, denso, bastan-
ite frTo y su mayor importancia es la histon'ca, como representante de
los valores del clasicismo.
Es bajo este aspecto que Menendez Pelayo lo considera en otro pun-
ito de la BibliografTa. Al hablar de la epTstola horaciana, perfeccio-
nada por Antonio Ferreira, nota la abundancia de pensamientos y la faci-
|lidad de e stilo que en e lla revela. Senala tambien que en una de esas
I composiciones, dirigida a Pero de Andrade Caminha, Ferreira tra ta de
defender el uso de la lengua portuguesa. Y anade: "Notese la admira
tio n con que Ferreira habla de la lengua castellana, Princesa de todas,
Jprecisamente cuando censura a los portugueses que escriben en e lla .1 * ^
I
I Esto, sin duda, exacto pero hay algo mas que Don Marcelino no acla-
; l '
i HIEE, op. c i t . , II, p. 254.
215 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 483.
223
ra convenientemente. En esta carta , 6 pe rre ira censura a Caminha,
en tono afectuoso, su preferencia por el castellano como idioma poeti-
co. Se refiere en efecto a esa lengua como princesa de todas, pero
en terminos algo mas atenuados de lo que Menendez Pelayo implica:
Garcilaso e Boscao, que graga, e espritos
Destes a_vossa lingua, que Princesa
Parece ja de todas na arte, e ditos. 7
Ademas, existen referencias a varias otras lenguas, ya que lo que
Ferreira trataba de demostrar a Caminha, como de paso apunta Don Marce-
lino, era que todos los pueblos preferTan su propia lengua como vehT-
culo lite ra rio .
La produccion dramatica de Ferreira provoca en Menendez Pelayo un
analisis mas apasionado. Al considerar el problema de la priori dad
cronologica de la Castro y de la Nise lastimosa, de Fr. Jeronimo Bermu
dez, compara datos en favor de cada una y concluye:
Resueltamente no puede afirmarse nada. Por lo demas, no tengo in-
conveniente en dejar a nuestros vecinos, tan pobres de teatro, la
pieza objeto de esta rencilla provincial. Una tragedia clasica
mas o menos, sin accion ni rnovimiento apenas, bien e scrita, aunque
falta de color, y adornada de lindos coros, en nada acrece ni amen-
gua el tesoro de la lite ra tu ra dramaticai castellana, con cuyos des-
pojos hubo siempre^bastante para enriquecer a extranas gentes. No
vale la pena de renir por tan poco. De todas suertes, la Castro
es espanola, y no es cuestion de vida o muerte el que fuese un ga-
llego o portugues su primitivo autor.2l°
Esto es, sin duda, de lo mas mediocre, como actitud crTtica y has-
216 Antonio Ferreira, Poemas Lusitanos, (Lisboa: Sa da Costa,
1940), II, pp. 43-48.
^ Idem, p. 44.
218 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 485._______________ ______________
224
ta estetica, que Don Marcelino jamas escribio. Ni la actitud de dis-
plicente superioridad, ni el nivel domestico de la argumentacion, ni
la absoluta falta de un criterio objetivo, ni incluso el prosaTsmo de
ciertos giros, hacen honores a su capacidad analTtica. T&mbien bajo un
punto de vista logico la apreciacion es deficientTsima: si los portu-
gueses son "extranas gentes" ( y ique obvia contradiction con lo que en
otros lugares afirma.1) no se entiende con claridad como 1 a Castro pueda
ser, en cualquier caso, una bbra espanola.
Lo curioso es que en otros lugares encontramos una postura distin-
; ta de la anterior. En los OrTgenes de la novel a se afirma que la Nise
219
ies una traduccion libre de la Castro y en los Estudios que "no es
_ _ ppn
mas que una imitacion bien hecha." En otro punto de estos mismos
Estudios se observa que la opinion de Don Marcelino ha vuelto a cam-
biar: " . . . l a tragedia Castro de Ferreira, muy linda y muy clasica,
771
pero no representable y de originalidad dudosa...''^**'
Identica actitud se puede encontrar en la BibliografTa, cuando en
otro lugar se vuelve a hablar de Ferreira:
j '
En la primera ipoca de nuestra escena, en la de los orTgenes, donde
no faltaron tentativas de todo color y toda laya, dio una muestra
de tragedia clasica el portugues Antonio Ferreira en su Castro, si
es que esta obra es original y no traduccion de la Nise lastimosa
de Fr. Jeronimo Bermudez. Quienquiera que fuera su autor primero,
acerto con rasgos pateticos dignos de EurTpides, aunque suele afear-
219 ON, pp. c i t . , IV, p. 186.
220 EDCHL, op. c i t . , I, p. 260.
221 Idem, V, p. 260.
225
los con otros declamatorios de la escuela de Seneca, de quien tomo
asimismo la mania de moralizar, y los dialogos rapidos y contras-
tados. 222
Como se puede constatar, Menendez Pelayo se inclina sucesivamente
hacia todas las hipotesis posibles sobre el problema del autor. En
cuanto a su apreciacion estetica, es curioso seiialar la relativa reser-
va que expresa. En este aspecto ya encontramos de nuevo a Menendez Pe
layo en un nivel crTtico mas aceptable.
En la Bibliograffa hispano-latina clasica Menendez Pelayo tambien
estudia a Camoens bajo la perspectiva del horacianismo. Prefiere no
hablar ahT de Os LUsiadas, "incomparable monumento de nuestra poesTa
- 223 -r -
epica," sino de su lTrica y mas bien dentro de ella de las odas
horacianas. Considera a Camoens imitador de Garcilaso, como constante-
mente se nota en las eglogas. Tomo por modelo, por ejemplo, La flor
de Gnido y en una de sus odas opto por la misma materia tematica: ven
eer la esquivez de una dama.
En realidad la Cancion V de G a rc ila s o ^ y la Oda IV de Camoens2^
tienen tan poco en comiin que no se acaba de entender como Menendez Pe
layo pueda decir que el poeta espanol sirvio de modelo al portugues.
El motivo de la esquivez femenina era tan comun en la epoca y tenia
222 BH-LC, op. c i t . , X, p. 222.
223 Idem, VI, p. 488.
224 Garcilaso de la Vega, PoesTa, 3a e d ., (Zaragoza: Editorial
Ebro, s . f . ) , pp. 88-92.
223 Luis de Camoes, Obras Completas, (Lisboa: Sa da Costa, 1946).,
II, pp. 131-134.
! 226
ademas una tan larga tradicion que una comparacion basada en esta coin-
cidencia tematica asume un caracter de extrema fragilidad. Por lo de-
mas son notori as, entre las dos composiciones, las diferencias de for
ma, de estructura, de tono, de imaginerfa y de mensaje. Otra vez se re
vela aqui" como Menendez Pelayo lleva demasiado lejos su afan de buscar
la identidad entre las dos literaturas.
Apunta ademas el hecho de que la mas bella de las odas de Camoens
es una imitacion del Diffugere nives y el del Solvitur acris y alaba
la lozanfa con que el poeta portugues reproduce la idea de Horacio.
226
La oda en cuestion es por supuesto la IX. Su desarrollo conceptual
es de hecho paralelo al de las dos odas de Horacio anteriormente men-
cionadas: el ciclo de las estaciones sugiere al poeta consideraciones
sobre la brevedad de la vida, que no permite largas esperanzas, y la
irremediabilidad de la muerte. Tambien en las alusiones mitologicas
se puede encontrar gran identidad.
Menendez Pelayo admite que ciertas consideraciones morales hayan
i si do traducidas en parte de Horacio pero nota que es original el pen-
i
; samiento contenido en la estrofa:
i
0_bem que aqui se alcanga
nao dura por possante, nem por forte;
que_a bem-aventuranga
duravel de outra sorte
se ha-de alcangar na vida para a morte. '
Desde luego el ultimo comentario es algo superfluo y hasta discu-
226 Idem, pp. 147-150.
227 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 490. _____ __________________
Ill
itib le . Es mas que obvio que una estrofa que refleja la honda identifi-
i
: cacion de Camoens con las constantes doctrinales del catolicismo no po-
!drTa haber sido inspirada por Horacio. En cuanto a la originalidad del
pensamiento, es tambien algo relativa, por lo menos en su aspecto con-
iCeptual, si no en el formal.
Sigue Menendez Pelayo tejiendo comentarios (no siempre perfecta-
imente articulados) sobre varios aspectos de las odas de Camoens. Su
! analisis es aquT algo generico y superficial. (Vease como ejemplo la
; ' i
I — - I
frase "Sucedense imagenes vivas y risuenas, en precision y pureza sin ;
iguales."228)
Tampoco parece muy apropiada la analogTa que establece entre un
i
pasaje de Camoens y otro de Gongora. El primero es esteT
: I
As gotas que das alvas pedras sal tarn |
0 prado como perolas esmaltam. .. .
E sobre o— seu cabelo ondado e louro
Deixe cair o bosque o seu tesouro,229
i
i —
Y la de Gongora:
l Ondeaba el viento que corn a
El oro fino con error galano,
I Cual verde hoja de alamo lozano
Se mueve al rojo despertar del dTa. 30
i
; Las coincidencias son tan tenues y accidentales que apenas ju stifica-
I ' *
| 228 Ibid.
I ■
229 Ibid. En realidad los versos de Camoens no forman una uni dad.
Los dos primeresrematan la segunda estrofa de la Oda XII y los dos ul-
timos la tercera. (LuTs de Camoes, Obras Comp!etas, op. c i t . , p. 159.)
230 ibid.
rfan un paralelo. Ademas no se entiende perfectamente que conclusion
util se podrTa deducir de tal paralelo. No lo es, por cierto, la ob-
i servacion de Menendez Pelayo de que Gongora es "uno de los poetas mas
semejantes a Camoens en gallardTa y riqueza de e stilo , cuando no de-
' l i r a . ”231
La observacion sigue saltando de aspecto a aspecto, despues de to-
car fugazmente cada uno. Como ejemplo, la corta iTnea en que Menendez
Pelayo laconicamente senala que la oda A la luna rebosa de espTritu pa-
gano. Esta insistencia en una faceta especial de la produccion ITrica
: de Camoens deja al lector desapercibido una impresion deturpada del va
lor del poeta. Sin menospreciar en este estudio la huella horaciana—
su principal objeto—Menendez Pelayo podrTa haber mencionado en dos o
tres lfneas que este aspecto es relativamente secundario en la ITrica
I de Camoens, y que la verdadera dimension del poeta se puede mejor apre-
j ciar en sus sonetos y canciones.
i
' Todo el estudio deja ademas la impresion de un conocimiento mucho
i
!
| mas en extension que en profundidad de la obra camoneana. Aun conside-
!
| rando el caracter mas bibliografico que crTtico que la BibliografTa en
| total presupone, no se puede ni menos dejar de notar la exagerada ver-
i satilidad del enfoque. La perspectiva crTtica de Meneridez Pelayo mari-
; posea de un aspecto a otro, considerando desde luego en la mayorTa de
los casos facetas que no se destacan por su transcendencia.
En las Ideas esteticas se refiere tambien al poeta, bajo otro en-
229
: foque:
...lo s poetas eroticos, tales como Camoens, Herrera y Cervantes,
los cuaies, como que no procedTan discursiva sino intuitivamente,
y no aspiraban al lauro de ninguna escuela metafTsica, ni cifraban'
su gloria en la contemplacion especulatjva, sino que tomaban sus
ideas del medio intelectual en que se dducaban y vivian, nos dan
mucho mejor que los filosofos de profesion, ya escolasticos, ya
misticos, ya independientes, el niVel de la cultura estetica de su
edad, mostrandonos practicamente y con el ejemplo, como depuraban
y transfonriaban estas ideas la manifestacion poitica del amor pro-
fano, y como al pasar este por la red de oro de la forma poetica,
perdTa cada vez mas de su esericia terrena, y llegaba a confundirse
en la expresion con el amor mTstico, como si el calor y la intensi-
dad del_afecto depurase y engrandeciera hasta el objeto mismo de
I la p a s i o n . 2 3 2
Pese a uno u otro truTsmo contenido en este pasaje, Menendez Pelayo
tiene aquT, sin embargo, el acierto de explicar bien el concepto neo-
platonico del amor. Por otro lado, la aproximacion de este tipo de
amor con el amor mTstico ya no nos parece de todo en todo valida. N o
hay que olvidar el caracter extremadamente sensual que la expresion
del amor mTstico tantas veces revela.
Luego sigue Don Marcelino apuntando versos aislados que va citan-
i do y en que se expresan alganos de los conceptos de Camoens en rela-
cion al amor. La crTtica de Menindez Pelayo a esta faceta es extrema-
| damente episodica. En realidad, poco mas hace que citar unos cuantos
; fragmentos y dejar que el lector saque sus propias conclusiones.
En el resto de su obra no vuelve Menendez Pelayo a ocuparse de
la lTrica de Camoens, a menos que sea en alguna rapida alusion. No hay
; por consecuencia ningun estudio sistematico de la parte mas honda y
232 HIEE, op. c i t . , II, p. 65.
230
mas significativa de esta ITrica y el lector no puede encontrar, fuera
de breves enfoques segmentales, un verdadero analisis de las constantes
poeticas de Camoens. Una vez mas, el criterio selectivo de Menendez
Pelayo se revela considerablemente limitado.
Don Marcelino se ocupa tambien de la faceta epica de Camoens. Ya
en sus cartas sobre literatura portuguesa escribTa que sobre todos los
poetas peninsulares del siglo X V I se levanto Camoens, quien, usando
formas italianizantes y reminiscencias clasicas,
...amalgamo un tan sublime amor de patria, una penetracion tan hon-
da del espTritu nacional, una triste z a elegTaca tan inmensa y con-
movedora, y supo describir por tan alta y desusada manera los
triunfos, grandezas y reveses de su pueblo, que con ser Os LusTadas
pOema erudito y artTstico, ha podido decirse de el con fundamento
que es Ta poesTa mas nacional de la t ie r r a . 233
Son notables en este pasaje las dos alusiones al caracter nacional
del poema. AquT parece haberse dado cuenta Menendez Pelayo que su apre
ciacion lo llevarTa a terrenos peligrosos y se da prisa en anadir:
Pero e.l espTritu de ese poema no es solo portugues, es eminente-
mente espanol, porque tendencia y ley general de la raza iberica
fue en los Ciltimos anos del siglo X V el extenderse por mares antes
nunca navegados [sic ], llevando la fe y la civilizacion a los ex-
tremos del orbe. Camoens, como gran poeta espanol, comprendio a
maravilla aqiiel movimiento, y como gran poeta portugues acerto sin-
tetizandole en los companeros de Vasco de Gama, y agrupando en tor-
no de la prodigiosa empresa toda la historia real y Tegendaria de
la monarquTa de Alfonso HenrTquez.
Con la actitud crTtica tan caracterTstica de sus polemicos anos
juveniles, Menendez Pelayo trata aquT de escamotear parte de los he-
^ EDCHL, op. c i t . , V, p. 259.
234 Ibid.
231
chos con el objetivo de consolidar su postura hispanista. Que el es-
pTritu de expansion fue un fenomeno peninsular, nadie se atreverTa a
negar. En eso concedamos, por lo tanto, que Camoens sea un poeta "es
panol." Hay, sin embargo, en el poema mucho mas de portugues que la
materia historica. El sentimiento nacional—llevado incluso a casi
inconcebibles extremos—esta presente a lo largo de toda la obra como
ya anteriormente se habTa mencionado.
A despecho de esto, continua, Camoens ni fundo una literatura ni
produjo una desmembracion en el sentido estetico y el mismo escribio
parte de su ITrica en castellano y fue imitador de Garcilaso. Natural-
mente Menendez Pelayo mezcla aquT el nivel ITrico con el epico. Li m i -
tandonos al segundo, habrTa que decir que de alguna manera Camoens fun
do una tradicion epica, aunque el calibre de dicha tradicion fuese con-
side rablemente bajo. BastarTa decir que son mas de treinta las imita-
ciones de Os LusTadas, incluyendo el famoso Oriente de Jose Agostinho
de Macedo.*^ Por otro lado es dTficil comprender como Menendez Pela
yo pueda haber dicho que Camoens no causo una desmembracion en el sen
tido estetico: Os LusTadas introducen en la Peninsula—e incluso en
el mundo—el concepto de la epopeya n a c i o n a l .^
^ Por otro lado, durante el perTodo en que Portugal estuvo uni-
do a Espana fueron publicadas 36 ediclones del poema, de las cuales so
lo tres en traduccion castellana.
236 ai comentar las Trescientas, Menendez Pelayo formula algunas
comparaciones con los LusTadas: irTlas dos obras se agriipan las partes
mas significativas de la historia patria alrededor de una accion capi
ta l, fabulosa en un caso, historica en el otro. (APLC, op. c i t . , II,
pp. 177-178.) ________
232
Fuera de esto, poco mas atencion dedica Menendez Pelayo al poema
; que es tradicionalmente considerado como la obra capital de la lite ra -
tura portuguesa. En los Heterodoxos alude a la siguiente observacion
de Luzan: "En Camoens me parece algo reparable la introduccion de Ju
p iter, Venus, Baco, e tc ., en un poema de tal asunto y escrito para leer-
I se entre cristiano s."237 Aclara Don Marcelino que lo que Luzan conde-
na como absurdo e inverosTmil es la presencia de deidades gentrlicas
en un poema moderno. No es eso lo que las palabras de Luzan parecen
indicar. Menendez Pelayo, habiendo ya categorizado a Camoens como poe
ta "espanol," no podrTa sin embargo echar sobre el cualquier sospecha
: de heterodoxia.
En otro lugar escribe: "Portugal no alcanzo la epopeya hasta el
■ siglo XVI, y esto de maravillosa manera, coincidiendo el genio de un
gran poeta con el punto de mayor apogeo en la historia de su pueblo. 1,238
Tampoco esto es rigurosamente cierto. El punto de mayor apogeo fueron
!los anos en que se verificaron los hechos centrales de Os LusTadas.
\
I ^
iCuando el poema fue escrito, casi un siglo despuis, ya el proceso de
decadencia se habTa iniciado.
No existe, por lo tanto, un estudio de conjunto, o por lo menos de
alguna profundidad, sobre Os LusTadas. Esto parece confirmar la hipo-
j
tesis anteriormente formulada: en lo que concierne a los aspectos que
!individualizan la literatu ra portuguesa en relacion a la espanola, Me-
i
237 Citado en HHE, op. c i t . , I l l , p. 225.
238 APLC, op. c i t . , I l l , p . .300._____________________________ ______
233
nendez Pelayo se mantiene con frecuencia—y quiza inconscientemente--
mas reservado. D e otra manera s e n a difTcil entender por que no pro-
fundiza el estudio de una figura que por su polifacetismo, por su ca-
racter innovador y por su enorme dimension filosofica y afectiva llena
todo el Renacimiento portugues.
TodavTa en el campo de la epica, y a proposito de la Perdida del
Rey D. Sebastian, de Lope, alude a algunas obras portuguesas sobre el
mi sino tema. Se ref i ere por ejemplo a
i
Luis Pereira Brandao, uno de los ingenios que D. Sebastian llevo
a Africa para^que cantasen sus proezas, y que en el duro cautiveric
de^Fez comerizo su insoportable ElegTada, poema epico o mas bien
cronica rimada en 18 cantos, tan prosaicos como la prosa mas des-
mayada, sin numero, armonia ni cadencia. 239
Menciona igualmente otras dos epopeyas sobre D. SebastTan, las de
i Esteban Rodriguez de Castro y de Jeronimo Corte-Real, y anade que "si
no eran mejores que esta, no hay que lamentar mucho su perdida. 1,240
241 - ^
En otro paso, al considerar la production poetica alrededor de
I la figura de D . Juan de Austria, menciona la Felicisima victoria, obra
! castellana de Jeronimo Corte-Real. De paso refiere tambien que Corte-
| Real "quiso, aunque infelizmente, rivalizar con Camoens en la epope-
| y a " ^ con sus Segundo Cerco de Diu y el Naufragio de Sepulveda, ade-
i mas de la obra ya mencionada. Senala puntos de contacto con la Italia
i
239 ESTLV, op. c i t . , VI, p. 171.
! 240 M d ,
241 Idem, pp. 120-121.
242 Ibid.
Liberata, de Trissino y escribe a continuacion:
Ni el modelo italiano ni las imitaciones portuguesas tienen hoy
lectores, aunque del Naufraaio de Sepulveda, que es la menos infe-
liz , se recuerdan todavTa algunas descripciones y el trozo pateti-
co de la muerte de dona Leonor de Sousa, el cual pierde enorme-^
mente si se coteja con las adnrirabies octavas de CamOens, qiie ra-
pidamente condensan la misma catastrofe . 243
Atribuye a la noble personalidad de Corte-Real y a su mecenismo
en relacibn a muchos ingenios de su epoca, la popularidad que entonces
alcanzaron estos poemas, "que hoy nos parecen tan languidos y f a s ti-
diosos. 1,244 Alaba los multiples talentos de Corte-Real en otros cam-
pos, aunque en cuanto al lirico no se entusiasme mucho: "Pero hombre
de escasa imaginacion, si alguna vez abandona la pauta de las cronicas
rimadas, es para caer en las mas insulsas alegorTas mitologicas." 245
Aparte estos "vulgarisimos recursos, 1,246 sigue con fidelidad sus fuen-
tes, en especial al cronista Hernando de Herrera, cuya prosa transfie-
re fielmente al endecasilabo. Apunta tambien sus "versos sueltos, ge-
neralmente m alos,...sin variedad en las cesuras, sin arte en la con^
struccion de los periodos, sin cuidado alguno de evitar las asonan-
cias."24^
Fue deliberadamente que nos explayamos en las anteriores conside-
242 Ib id ., p^ 121. Otra narracion del hecho esta, como se sabe,
en la Histbria Tragico-Maritima.
| 235
raciones sobre tan insulsos poetas epicos. La intend on de ello fue
dar enfasis a la desproporcion del enfoque que Menendez Pelayo les de-
dica. Habiendo casi pasado pomo sobre ascuas por los LusTadas no se
acaba de entender por que dedica tanta atencion a obras hoy dTa com-
pletamente olvidadas y a las cuales el mismo reconoce absoluta medio-
cridad. AquT hay, sin duda, una actitud de superacion de la crTtica
estetica por la historica y, otra vez mas, una valorizacion de lo se-
cundario en detrimento de lo verdaderamente esencial. Si el empeno
de Menindez Pelayo en desenterrar trivialidades del olvido historico
es, en este caso, una tendencia general spya o el deseo inconsciente de
valorizar los aspectos mas medianos de la literatu ra portuguesa, difT-
; cil serTa de determinarlo aquT.
Volviendo a la ITrica, Menendez Pelayo considera a Andre Falcao
de Resende tambien bajo la perspectiva de traductor de Horacio. Alude
al hecho de que el poema de Resende MiCrocosmografia e Descricao do
iMundo Pegueno, que e o Hom em haya sido frecuentemente atribuTdo a Ca-
OAQ
moens, y critica esta composicion por su "sequedad y prosaTsmo."
jAnade sin embargo que Andre Falcao participa de las condiciones genera
tes de gusto y pureza de lengua que marcan los quinhentistas. Apunta
i —
;a continuacion algunos casos concretos de traducciones incorrectas o
! i . ,
deficientes. Termina con la conclusion de que, atendiendo a sus fre-
Icuentes aciertos, es de sentir que AndrS Falcao no hubiera elaborado
una traduccion completa de Horacio.
248 BH-LCj op. c i t . , VI, p. 196. _______ _ __________________
236
i
J
La crTtica de Menendez Pelayo a este poeta inspira uno de los ra-
i ros artTculos que se han escrito alrededor de la perspectiva del polT-
: grafo sobre literatura portuguesa. Se tra ta de un estudio de Costa
Ramalho^ en qU e se empieza por notar que ni siquiera los dos capTtu-
los que Menendez Pelayo dedica en la BibliografTa a la huella de Hora
cio en Portugal han logrado llenar la laguna que es el estudio del ho-
racianismo en la literatura portuguesa.
Costa Ramalho critic a el criterio empleado por Menendez Pelayo al
seleccionar un ejemplo de la poesTa de Resende y anade que "o lei to r
nao pode deixar de sentir-se um pouco perplexo ante o caracter vago, j
i
impreciso, contraditorio mesmo, das apreciagoes do mestre madrileno."250
Se apuntan a continuacion algunos de los deslices y contradicciones de
Don Marcelino y se da enfasis al caracter que Resende dio a sus traduc-j
ciones con la substitucion de elementos paganos por cristianos.
TodavTa en el capTtulo de la BibliografTa sobre horacianismo se
; considera tambien a Pero de Andrade Caminha, "uno de esos ingenios ado-
: cenados, a quienes solo da importancia la ipoca en que n a c ie ro n ." ^
j Menendez Pelayo considera los versos de Andrade Caminha insTpidos, in-
coloros y sin levantarse ni un punto de la medianTa. Solo en la elegTc
; a la muerte de la esposa de Antonio Ferreira, prosigue, hay alguna al-
^ Americo da Costa Ramalho, "Menendez Pelayo e Andre Falcao de
I Resende," dp. c i t . •
250 Idem, pp. 2-3.
251 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 486.
237
tura ITrica. En las odas horacianas no llego a penetrar el espTritu
de la poesTa antigua. Aunque el estilo sea limpio y correcto, el pen-
samiento es prosaico.
Diego Bernardes, "uno de los mas lucidos y geniales sectarios del
guinhentismo"252 es otro de los poetas estudiados en el capTtulo sobre
| horacianismo. La crTtica que le dedica Menendez Pelayo es extremada-
i
I mente vaga e generalizante. Lo acusa de pi agio y, ademas de referen-
; cias a la "suavidad de la frase y la delicadeza del sentimiento"2^3 o
a la "dulzura de versificacion ," 2^4 poco dice sobre el.
Tampoco en Fr. Agostinho da Cruz se detiene mucho Don Marcelino.
I Despues de notar que no siguio las huellas de Horacio (lo que no jus-
tificarTa su inclusion en este capTtulo de la BibliografTa) escribe:
; "Pasa generalmente por poeta mTstico, pero es mas bien ascetico. Sus
eglogas espirituales son muy bellas. En lo demas, le falta arranque
iTrico."2^^
Tiene justificada razon Don Marcelino en no detenerse demasiada-
mente en estos tres poetas. Todos son correctos, artTsticos, pero a
! ninguno le sobra la inspiracion o la emotividad. PodrTa Menendez Pe-
| layo, sin embargo, haber apuntado su importancia historica como pre-
! nunciadores de la poesTa barroca, ya entrevista en su artificiosismo
| ^ Idem, p. 487.
j 2 ” ibid,.
I 254 Ibid.
238
tecnico (como ademas tambien en Camoens) pero la conocida aversion del
erudito a esa escuela seguramente lo hizo pasar por alto este aspecto.
Es absolutamente desconcertante que Menendez Pelayo no se ocupe
en absoluto de la historiografia y literatura de viajes de todo este
perTodo. Aunque en otros campos trate a fondo de figuras relativamen-
te obscuras, como se ha $puntado, no deja un solo comentario critico
sobre autores de la magnitud de Diogo do Couto, Joao de Barros o Fer-
riao Mendes Pinto. Tampoco ese magnifico documento de humanidad que es
la Histori a Tragico-MarTtima le merece siquiera tres o cuatro iTneas.
A lo mas existe alguna fugacTsima alusion a uno u otro de estos auto
res, pero el tema de la expansion marTtima esta notoriamente fuera de
los intereses de Don Marcelino. El estudio de la literatura de la e-
poca queda en extremo mutilado si no se considera el genero. La expan
sion ultramarina fue para los portugueses la gran vivencia de toda su
historia. Fue por medio de ell a que verdaderamente se encontraron:
el contraste con los nuevos mundos que casi subitamente se les presen-j
taron dio la medida para el analisis introspectivo. Ademas, la accion
los peligros, las crisis permitieron una perspectiva mas realista de
sus virtudes y vicios. Todo esto se encuentra en la lite ra tu ra de ex
pansion, desde el compbrtamiento mas abnegado hasta el mas v il. iSe-
rTa esta realidad expuesta de un modo tan crudo lo que instintivamente
hizo retraerse a un hombre que siempre mostro apreciar la serenidad y
el equilibrio? iO serTa mas bien la intuicion de que esta literatu ra
individualizaba hasta cierto punto la literatura portuguesa, en rela-
239
cion a la espanola, lo que provoco su desinteres?
U n solo historiador de la epoca merece a Menendez Pelayo un estu-
I
dio de alguna profundi dad y hasta ese no bajo su condicion de histo
riador, sino bajo la de posible heterodoxo. Nos referimos a Damiao
de Gois, una figura que parece haber impresionado intensamente al eru-
dito. Durante sus pesquisas en las bibliotecas lisbonenses fue en
realidad este topico uno de los que mas le atrajo y a que mas tiempo
: dedico. La segunda y tercera secciones del capTtulo sobre el erasmis-
; m o en Portugal, en los Heterodoxos, estan Tntegramente consagradas a
la figura de este humanista e historiador . 256 Menendez Pelayo ju sti-
fica tal atencion explicando que fue el proceso inquisitorial contra
Damiao de Gois la unica prueba de que las ideas de la Reforma penetra-
!
ron en Portugal.
Esta es, sin duda, una afirmacion hecha muy a la ligera. Como el
; mismo Menendez Pelayo lo reconocera mas adelante, el proceso no probo
absolutamente nada que se pudiese atribuir a influencia reformista.
A lo mas quedo establecida cierta indiferencia de Damiao de Gois hacia
i
| la asistencia a los servicios divinos.
I Se da una extensa noticia biografica del historiador, pero lamen-
! tablemente nada sobre su obra. El unico enfoque crTtico es en realidac
j
: el del posible desvTo en materia de fe. La opinion de Menendez Pelayo
sobre el asunto se revel a cuando ahora una y otra vez insiste en negar-
le cualquier connotacion reformista y en afirmar su adhesion a la orto-
j_ 256 HHE, op. c i t . , Ill, pp. 172-186._______________________________
doxia catolica, que presenta como caracterTstica de los portugueses de
esa epoca. A lo mas parece considerar a Damiao de Gois como un espTri-
tu puro pero que se dejaba influenciar por doctrinas condenables. No
puede ser otra la interpretacion de la frase, desde luego no muy cohe-
rente, en que define la imprudencia y falta de recato en materia re li-
giosa, asT como su desatencion a los actos del culto, como "la mala le-
; che que en Flandes y Alemania habTa bebido."257
La tercera seccion del capTtulo esta dedicada a trazar la trayec-
ito ria del proceso inquisitorial. AquT Don Marcelino subraya el hecho
; de que las declaraciones hechas en el proceso muy poco contenTan que
pudiese permitir dudas sobre la ortodoxia de Damiao de Gois. Relata
entonces como, a pesar de la fragilidad de los cargos y de la humildad
con que Gois reconocio algunos pequehos deslices del pasado en materia
de creencia, de los cuales se habTa arrepentido y corregido, se le de-
clara "hereje, luterano y apartado de la fe" y se le condena a carcel
perpetua.
No hay una sola palabra de Menendez Pelayo en contra de la obvia
injusticia y dureza de la sentencia. Al contrario, procura minimizar
su importancia: "No hay que tomar al pie de la letra estas carceles
perpetuas: que no era tanto el rigor de la Inquisicion como se supo-
ne." 258
U n aspecto que escapo a este analisis fue la dimension humana de
Gois. Menendez Pelayo lo trata mas como un ejemplo abstracto, ilustra-
241
tivo de un determinado fenomeno historico, que como hombre susceptible
' de sen tir y su frir. La tremenda intensidad de los memoriales que Da-
' miao de Gois escribio desde la carcel a los inquisidores pasa desaper-
cibida a Menendez Pelayo. Elios revelan sin embargo la honda angustia
de un hombre de mas de 70 anos, debil, enfermo, rogando que le den un
libro en latTn porque estaba "pudriindose de ociosidad," preso hacTa
mas de nueve meses, que reconoce sus pequenos errores de juventud y
que siente amargamente la injusticia de un encarcelami ento basado en
fragilTsimas acusaciones. La frustracion que resulta de tener que de-
fenderse de acusaciones repetidamente formuladas a base de sofismas se
nota en sus pedidos de una sentencia rapida o incluso su propuesta de
que "esta pouca de vida que m e resta acabe em servigo de Deus, em ha-
bito eclesiastico ." 2^9 Gois sale por consecuencia disminuTdo y trun-
; cado de este analisis: la preocupacion de hacerlo caber en la orto-
j doxia (como pasa tambien con Gil Vicente) domina en absoluto el estu
dio y ofusca las verdaderas dimensiones del retratado . 260
I Otra ilustracion de la falta de proporcion en la crTtica de Menen-
i
j
| 2® 9 Estos memoriales vienen transcritos en Aubrey Bell, U rn Huma-
! nista Portugues, Damiao de Gois, (Lisboa: Editorial Imperio, 1942).
I Esta frase se encuentra en las paginas 102-103.
i
|
260 ESt 0 se aplica no solo al nivel emotivo como al intelectual:
; "0 severo autor da Historia de los heterodoxos espanoles, Marcelino M e-
I nendez Pelayo, porem, que dedica urn capTtulo da sua obra a Gois, ape-
| nas sabe considerar as suas relagoes intelectuais com 6s estrangeiros
sob a aspecto da mala leche que en Flandes y Alemania habTa bebido."
I Albin Eduardo Beau, As RelagSes Germanicas do Humanismo de Damiao~de
I Gois, (Coimbra: Tesis Presentada en ta Universldad de Coimbra, iy4l),
pTT.
dez Pelayo sobre literatu ra portuguesa es el extenso estudio que dedi-
; ca a la relativamente poco importante figura de Jorge Ferreira de Vas-
| concelos. En OrTgenes de la novela escribe que mientras varias imita-
: ciones de la Celestina se publicaban en Castilla "un ingenio portugues
digno de mayor nombradTa que la que logra en su patria y fuera de e-
261
11a," compone tres comedias en su lengua natal, tomando por modelo
la obra de Rojas. La imitacion es mas obvia en la Eufrosina que en
UlTssipo o Aulegrafia, pero no tan servil como en las continuaciones
espanolas de la Celestina. Estas tres comedias de Ferreira de Vascon-
celos "atestiguan, a la vez que el talento original de su autor, la in-
| fluencia profunda que ejercio en Portugal la tragicomedia castellana
; desde el momento de su a p a r ic io n ." ^
Por supuesto, Menendez Pelayo no deja de dar enfasis, como en tan-
tos otros lugares, al hispanismo del autor portugues:
No puede negarse que Jorge Ferreira, sijri dejar de ser un ingenio
genuinamente portugues, y el que despues de Gil Vicente nos ha de-
jado mas fieles pinturas de la sociedad de su tiempo, tenTa pues-
tos los ojos en nuestra literatura del siglo anterior, y especial-
mente en la obra insigne que glorifico las postrimerTas de aquella
centuria . 263
!
Sigue notando que la huella de la Celestina no puede confundirse
: con la de las comedias de Sa de Miranda o Antonio Ferreira, de imita-
! cion latin o -italica y representables. En cuanto al ultimo aspecto cree
243
Menendez Pelayo que la Eufrosina, tal como la obra de Rojas, se desti-
naba a recitacion o lectura publica.
Observaciones como estas postulan justificablemente la cuestion
de que si se habrTa Menendez Pelayo interesado tanto por este autor si
no viera en el una correlacion directa con la literatura espanola.
Creemos que no. La integracion del estudio en las paginas que dedica
a la huella de la Celestina refuerza nuestra opinion.
Despues de aportar varios datos sobre la historia de la composi-
I
cion y divulgacion de la Eufrosina, valoriza la obra bajo el punto de
vista paremiologico y afirma que en este aspecto fue el modelo indirec-
to de varias obras escritas en Castilla. Reconoce sin embargo que el
principal valor de la obra es el argumento, "aunque importen mucho los
proverbios y sentencias de que el dialogo esta materialmente tejido,
con menoscabo de la naturalidad, primera condicion de toda obra que
afecta formas dramaticas."26^- Refuerza este ultimo comentario serial an-
do la artificiosidad del habla de todos los interlocutores, de tono
pedante y amanerado, "cultos y conceptistas en profecTa,"26^ hasta
j cuando intentan imitar las formas populares. "Hay una continuaafec-
j tacion en el e stilo , afectacion que no siempre desagrada, porque se ve
; que es trasunto del buen tono de una epoca gloriosa y de una sociedad
elegante, como lo fue la portuguesa de los reinados de don Manuel y
2^4 Idem, p. 120.
265 ibid.
244
OCC
don Juan III." Y anade, con una perspectiva crTtica que parece ser
completamente valida;
Pero tanta metafora rebuscada, tanta alusion frTa e impertinente,
tanta mitologTa p ueril, tantas reminiscencias de losjDoetas cla-
sicos, espectalmente de Ovidio, tanto doctrinaje insTpido, vicios
que mas o nienos afean todas estas comedias y tragieomedias, no van
compensados aquT como en otros casos hemos visto, con la verdad
plastica del detalle, con la representacion franca y energica,
aunque a veces brutal, de la realidad. Todo es palido y atenuado
en la Eufrosina: los tipos tienen algo de abstract#, v la obra
entera se resiente de cierta frialdad seudoclasica.26'
AquT podrTa uno sin embargo preguntarse, como hizo Valera en rela-
cion a los casos tratados en los Heterodoxos: si la obra es tan de-
ficiente, ipor que entonces ocuparse de el la con tanto detalle? La
posicion de Menendez Pelayo en cuanto a los meritos de la obra es a
! pesar de todo equilibrada, si no benevolente incluso. AsT a continua
cion anade:
Pero en esto mismo consiste su relativa originalidad. U n vago sen-
timentalismo, que no hemos visto hasta ahora, penetra calladamente
en algunas escenas y modifica el concepto del amor, llevandole por
rumbos idealistas y en cierto modo platonicos. La psicologTa del
autor no es profunda, genial y avasalladora como la de Fernando
de Rojas: no llega a producir criaturas inmortales, Pero es^in-
geniosa, deli cada y de suaves matices, como ciiadra a una accion
familiar y honesta, en que no hay grandes conflictos de pasion y
llegan todas las cossrs a un terminO sereno y apacible. El seso
y la gravedad campean en esta pfoduceion juvenil, con cierto ele-
vado y noble sentido de la vida, que hace simpatico al hombre y
al moralista . 268
Es curioso constatar como es el aspecto clasico de la Eufrosina
266 Idem, pp. 120-121.
2^ Idem, p. 121.
268 Ibid.
245
I
lo que mas parece fascinar a Don Marcelino. En efecto su valorizacion
de lo equilibrado, sereno y apacible apoya esta opinion.
Lamenta que los portugueses no hayan puesto mayor atencion a la
UlTssipo y a la Aulegrafia, valiosas como pinturas de costumbres penin-
sulares. Anade que Ids: dos comedias "tienen con la Celestina una re-
lacion no directa y especTfica, sino generica."26^ No hay dudas, sin
embargo, de que la EUfrOsina sigue de cerca los pasos de la obra de
; Rojas. El crTtico holandes Oostendorp la considera "una clara y ro-
I ‘ ‘ '
; tunda imitacion de la Celestina." 270 Lo mismo afirma Eugenio Asencio
i en su prologo a una edicion espahola de la comedia.27^ Tambien U1la
{
] M . Trullemans apunta la semejanza de forma y tema y el hecho de que
272 -
ambas obras sean teatro para lectura. Nota tambien que Cariofilo,
: al principio, recuerda uno de los criados de la Celestina.
Eugenio Asencio nota asimismo el acierto de Menendez Pelayo en
! haber visto prenuncios del culteranismo y conceptismo en los persona-
: jes de Ferreira de Vasconcelos. Apunta despues elementos que apoyan
la postura del polTgrafo, como la estructura simetrica de los perTodos,
i
| los juegos de contrastes, la tension estilT stica, la busqueda de la
i
: agudeza y el gusto por el enigma.
j 269 Idem, p. 127.
i 27fl
| H. Th. Oostendorp, El conflicto entre el honor y el amor en la
literatu ra espahola hasta el siqlo M il, (La Haya: Van Goor Zonen,
1 9 6 2 )7 p . m : — ----------------------------------
271
I Jorqe Ferreira de Vasconcelos, Comedia Eufrosina, (Madrid:
j Aguilar, 1951).
246
Por su valor informativo sobre las fuentes que Menendez Pelayo u-
tiliz o en este'estudio ofrece alguna curiosidad una carta que le d iri-
! ge Carolina Michael i s , donde dice:
Excelente ideia a de reproduzir_a Eufrosina Castelhana! Nunca a
vi. De antemao calculo que sera muitd curiosa, e indispensavel
para quern (como eu) pensa em reeditar as obras de Jorge Ferreira
de Vasconcelos^
Com relagao a e l a s e a vida do autor quase tudo esta por fa-
zer. Com uma so excepgao, os melhores exploradores dos Arquivos
i portugueses nao encontraram ate hoje documentos que The digam res-
peito. E como muito modesto e retraTdo, sem gosto pelo elogio mu-
tuo, tivesse a imprudencia de nao declarar o seu nome no frontis-
j pTcio nem nos Prologos dos escritos que chegou a pub!icar, os co-
legas nao Ihe dedicaram versos, nem aludiram aos sucessos da sua
vida.
As notas que remeto, relativas a V i da e a Eufrosina, nao tim
; grande valor, infeTizmente. Queira dizer, com frariqueza, se dese-
; ja tgrnbem informagoes sobre a UlTssipo, a Aulegrafia e o Sagra-
mor.273
M uy interesante es tambien la opinion expresada en otra carta su-
|ya, del ano siguienter
As paginas relativas a Jorge Ferreira de Vasconcelos, sao, sem
contestagao, e serao por muito tempo as melhores que possuimos a
respeito dele. Desde giie vivo em Portugal reConheci a^necessidade
de publicar edigoes criticas e comentadas das tres Comedias e da
I Novela do benemerito e modesto fidalgo e demofilo mas as indispen-
i saveis impressoes quinhentistas sao a tal ponto raras que nao me
foi dado ate hoje realizar essa empresa,
Por isso mesmO e difTcil apreciar devidamente a versao castel
hana da Eufrosina. Pelo confronto que fiz da longa Cena I, julgo
que V.E. acertou perfeitamente no juizo geral que enunciou. M as
certas modificagoes que ora sao emendas (nb. do texto expurgado da
ed. de 1486, que tenho ao meu dispor), ora deturpagoes—mas na
! maioria dos casos mera abreviagoes—exigem que a comparagao se faga
! 2^3 Carta de Carolina Michaelis de Vasconcelos, escrita^en Oporto
i el 6-XII-09 y reproducida en el BoletTn de la Biblioteca Menendez Pe-
I layo, Santander, XXXI, 1-2, enero-junio 1955, pp. 151-152.
247
j
i
274
com os impressos antigos. ^
Una breve nota final sobre el tenia de la Eufrosina: preocupado
; como siempre en dar enfasis a la identificacion emocional y cultural
entre los dos pueblos de la Peninsula, Menendez Pelayo prudentemente
; omite cualquier alusion a la actitud de Cariofilo cuando da gracias a
! Dios por haberlo hecho portugues y no caste!lano "nem algum dessoutros
c a b r o e s ." ^
Com o ejemplo de la preocupacion de Don Marcelino por algunos de
! los aspectos mas obscuros de la literatura portuguesa son las conside-
i raciones que hace sobre los cuentos, inspirados tanto en la tradicion
| popular como en la ita li ana, que escribio Gongalo Fernandes Trancoso.
27fi
i El estudio que hace sobre ellos es sorprendente por su minuciosidad.
De ninguna manera quisieramos c ritic a r el afan de explorar estas zonas
mas olvidadas y de menor interes de la literatura portuguesa. Es ab-
| solutamente digno de elogio que Menendez Pelayo lo haga. Lo que no
I parece tan j u s t i f i a b l e es que para eso desvTe su a tend on de las fa-
I
| cetas mas significativas de dicha literatura.
i
| En las cartas publicadas en La Tertulia Menendez Pelayo echa una
j
! ojeada general sobre este perTodo y los contiguos y trata de enfatizar
s
I ?74
De una carta manuscrita de Carolina Michael is de Vasconcelos
I a Menendez Pelayo, escrita en Oporto a 27-VII-10, existente en la Bi-
: blioteca Menendez Pelayo, de Santander.
275
i Jorge Ferreira de Vasconcelos, Comedia Eufrosina, op. c i t . ,
I, p. 13.
276 QP. c i t . , I l l , pp. 135-.
en ell a, con la intensidad polemica que lo caracteriza por estos anos,
el grado de"hispanizacion" de la cultura de la epoca. M as por su va
lor como ilustracion de esta actitud, que por su calidad critica tran-
scribimos las siguientes palabras:
La mania de considerar a sus letras como cosa aparte, hace que los
portugueses se devaneri el seso en la investigacionjie las caasas
de la null dad de su teatro. N o hay teatro portugues, ni castella-
no, ni Catalan, hay un teatro espanol, cifra y compendio de las
ideas y sentimientos de toda la raza, como lo es Camoens en la tyio-
peya erudita o de segundajnano, La gloria de haber dado vida a es-
te teatro pertenece geograficamente a la Espana central. D e ella
salierori cinCo de los maestros, pero entre los discTpulos mas aven-
tajadosjfiguraron de igual suerte los valencianos Aguilar, Tarrega
y Guillen tie Castro, que los portugueses HenrTquez Gomez, Matos
Fragoso y Melo^ Aquel teatro fue comun, porque respondTa a lo que
pensaban y creTan todos.277
M as rigurosamente en relacion al Renacimiento enumera varios casos
de interaccion lite ra ria o cultural y remata con las palabras:
Estos hechos y cien mas de todas las clases que pudiera c ita r, bas-
tan para hacer evidente la comuni dad cientTfica y lite ra ria de por
tugueses y castellanos en aquella^edad dorada. Que elTos no se es-
timaban como pueblo distinto convencese pOr la lectura de sus cla-
sicos. El mismo Camoens en los momentos de mayor orgullo provin
cial, dice oue Espana es la cabeza de Europa y Portugal la cima de
la cabeza.
Notese de paso la pequeha pull a que contiene la expresion "orgullo
provincial." El aspecto mas importante es, sin embargo, otro. Cita-
mos a continuacion a un ilu stre hispanista portugues, cuya postura con-
trasta curiosamente con la de Don Marcelino:
Primamos nesse genero [el de la Pi ana], acorde com o nosso tempera-
277 EDCHL, op. c i t . , V, p. 260.
278 T^m n O K I
249
mento nacional, de passionalidade subject!va, de vaguidade e s te ti-
ca, de erotismo platonico, simples mas conventional, idealizado^e
estilizado, a descair na pieguiee e na lamuria a r tif ic ia l, preludic
dos estros afectivos do romantismo; mas nao soubemos afrontar a
via reaTista, esplendidamente auspiciada e trilhada pelo engenho
caste!hano—a pintura observacional da gente, dos caracteres e da
vida comum, de que s'aem quadros impressivos e fortes—Celestina,
Lazarillo de Tormes, Guzman de Alfarache, Marcos de Obregon, £ran
Tacafto, biablo cojuelo—o genero humoral apeI idado picaresco. 279
Aunque comprensibles si nos damos cuenta de la fase en que fueron
formuladas, las apreciaciones de Menendez Pelayo sobre el Renacimiento
(y su prolongacion hacia el barroco) se revelan algo desproporcionadas,
La presencia de Espana en la lite ra tu ra portuguesa, no solo del siglo
X V como tambien del XVI y del XVII, es innegable. No obstante, la in-
si stenci a en los aspectos en que el la se revela con mas intensidad y
la desatencion a fenomenos tan individualizantes como la epica, la his-
toriografia y la literatu ra de viajes dan una vision imperfecta y trun-
cada del conjunto de la actividad lite ra ria portuguesa en este perTodo,
En relation a Rodrigues Lobo, poeta en realidad ya de transition
para el barroco, no tiene mucho que decir Menendez Pelayo. Alude a
sus pastorales, a que tacha de monotonas y cansadas por el asunto,
pero reconoce que "en las formas nacionales y en los metros cortos
t 280 -
tiene especial hechizo la poesTa de Rodrigues Lobo." En lo ultimo
tiene Menendez Pelayo una observation acertada, aunque generica y sub-
jetiva. Es en realidad con Rodrigues Lobo que se mantiene la auten-
^ Ricardo Jorge, A Intercultura de Portugal e Espanha no Passa-
do e no FuturO, op. c i t . , p. 7.
280 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 493.
250
■ tic a tradicion lTrica que viene de la poesTa galaico-portuguesa pasan-
281
■ do por Gil Vicente y Camoens.
i
i
| En lo que concierne al perfodo barroco, Menendez Pelayo se muestrc
: igualmente intolerante con sus manifestaciones en Portugal. (Ya antes
se habTa hecho mencion del reducidTsimo interes que habTa siempre re-
velado por el barroco espanol.) En cuanto a la faceta mas importante
i del barroco portugues, la poesTa, Don Marcelino tambien se limita a
| caracterizarla en pocas palabras:
! Escribieronse infinitos volumenes de versos lTricos y muchos poemas
con pretensiones epicas. Algunos son depositos de las mayores ex-
travagancias. M uy pocos merecen llegar a la posteridad. El pro-
totipo de aquella poesTa in feliz esta en el PostillSn de Apolo y
en La Fenix Renascida, vastos almacenes de malos v erso s.282
En otro punto, en relacion a la lucha de Verney contra el barro-
: quismo, la caracteriza como "la reaccion del sentido comun, algo pro-
! saica y muy vulgar, pero reaccion de todo punto indispensable, si ha-
I bTan de acabar algun dTa las monstruosidades del Postilion de Apolo, de
| la Fenix Renascida y de los Cristales del alma." 283
i
^ En los OrTgenes de la novel a tambien se hace referencia al
I "ingenioso portugiiSs kodrTguez Lobo" y se menciona la defensa de las
| historias fabulosas, que sostiene uno de los personajes de Corte na
| Aldeia.
| ^82 EDCHL, op. c i t . , V, p. 261.
I 288 HIEE, op. c i t . , III, p. 488. D e los poetas que figuran^en es-
j ta coleccibn solo hace una ligera referencia a Sor Violante de Ceu, de
I quien^dice, al compararla con Sor Juana Ines de la Cruz, "que en^talen-
j to poetico la iguala y quiza la aventaja." (Historia de la poesTa hisi
| panoamericana, I, PC, op. c i t . , XXVII, p. 71.
L ..
251
Menendez Pelayo resulta defender una postura valida si se consi-
dera tan solo el caracter ludico de mucho de lo que se escribio en es-
tas epocas. Hay sin embargo, por debajo de la superficie, algo de que
Don Marcelino parece no haberse apercibido: que el barroco peninsular
representa esencialmente la consecuencia de un perTodo en que se in-
tento mantener con toda firmeza la ortodoxia polTtica y religiosa.
Despues de el no sorprende que haya surgido una epoca de ensimrisma-
miento, en que la esencialidad se oculta bajo la apariencia de super-
ficialidad. Esto serTa, sin duda, un punto comun entre las dos litera-
turas, pero por supuesto, Don Marcelino tendrTa objeciones obvias a
postular el problema en estos terminos. N o deja, con todo, de aludir
al hecho, aunque calle su explicacion:
Del breve perTodo de nuestra domination en Lusitania, solo dire
que en el si siguio ciega y exelusivamente por,Tos portugueses
nuestro ejemplo, y que se escribio mas y mejor en castellano que
en portugues hasta por los enemigos de la casa de Austria, como
Faria y Sousa y Don Francisco Manuel de Melo, a quien debe nuestra
historia clasica su mas preciado monumento.284
Algun comentario serTa necesario hacer aquT. Sin pretender disminuir
de ninguna manera la influencia espanola en estos anos—absolutamente
explicable desde luego por la dislocacion del fulcro politico y corte-
sano de Lisboa hacia Madrid—habrTa que aclarar que la influencia cas-
tellana no fue aceptada ciega y exelusivamente. Por cierto una de las
caracterTsticas de este perTodo es la extrema importancia de la huella
de Camoens, tanto en la lTrica como en la epica.
284 EDCHL, op. c i t . , V, p. 261.
252
El bilingUismo fue incontestabtem’ ente un fenomeno predominante.^85
Sin embargo, como apenas insinua Don Marcelino, el castellano, por ra-
zones de su mayor accesibilidad, sirvio muchas veces para afirmar la
individualidad portuguesa, como paso por ejemplo con la poesTa epica.
Esto esta patente en los siguientes versos de Bernarda Ferreira de La
ce rda:
Y tu, mi patrio Reino Lusitano,
Que de muchos de Europa eres corona,
Si por escribir esto en castellano
He dejado tu lengua, me perdona;
Que es el origen de la historia hispano,
Y quiero que; mi Musa, pues la entona,
Tambien a lo espanol vaya vestida
Para ser mas vulgar y c o n o c i d a . 2 8 6
Aunque aluda a las trovas de Bandarra en relacion con el sebas-
tianismo, Don Marcelino no aclara tampoco que su resurrecion en esta
epoca representa otra faceta de la literatura popular de protesta, que
durante la dominacion espanola se manifiesta tambien en un vasto ma-
nantial de sa tiras, coplas, romances, cartas, dialogos y entremeses
anti-caste!lanistas. Tampoco en lo que concierne al perTodo de la Res-
tauracion, se muestra mas benevolente Menendez Pelayo:
Con el advenimiento de la dinastTa de Braganza nada ganaron en in-
dependencia las letras portuguesas. La influencia espanola, re-
”88 Una reaccion a ello se nota en el gran numero de defensas del
idioma nacional que por esta epoca siguen apareciendo, algunas por
cierto tan disparatadas como aquella donde se declaraba que era tan
honesta la lengua portuguesa que nunca consentina que en ell a se es-
cribiese una obra como la Celestina.
286 citado en^Hernani Cidade, A Literatura Autonomista sob os Fi-
lip e s, (Lisboa: Sa da Costa, s . f . ) , p. 69.
f
253
|
presentada entonces por la escuela culterana en su perTodo de ma
yor delirio, fue universal y prepotente.287
Ni una sola apreciacion crTtica, aquT o en otro lugar, al Padre
Antonio Vieira, la figura que llena en absoluto esta epoca y para la
cual serTa difTcil encontrar un paralelo en las letras castellanas.
Ya a D. Francisco Manuel de Melo lo salva en cambio de un olvido
to ta l: al Hospital das Letras lo considera, por ejemplo, "un curiosT-
simo y entretenido vejamen de toda la literatu ra de su tiempo y de la
anterior centuria ." 288
Es muy significativo de las actitudes basicas de Menendez Pelayo,
| en relacion a los diferentes perTodos lite ra rio s, su uso de la pala-
: bra pero en un perTodo que dedica a D . Francisco Manuel: "La crTtica
! de D. Francisco Manuel, hombre de inmenso talento y saber, pero fer-
viente conceptista y culterano, tiene mucho de apasionada y caprichosa
en tratandose de autores del siglo XVI." 289 En Melo destaca tambien
su bilingUismo ("gloria a la vez de las letras castellanas y portugue-
| sas " )290 y su imitacion de Quevedo y otros autores espanoles. M as a-
i
i delante nota que escribio la mayor parte de sus poesTas en castellano.
I ^
J Lo ultimo es absolutamente cierto. De las tres partes de su Obras
287 EDCHL, op. c i t . , V, p. 261.
288 APLC, op. c i t . , X, p. 253. En otro lugar lo considera "la
! mas copiosa revista bibliografica que de aquella epoca conocemos."
I (ON, op. c i t . , III, p. 407.)
289 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 494.
290 HIEE, op. c i t . , II, p. 273.
j Metricas, de 1665, solo la segunda esta en portugues. Es este un caso
! en que Menendez Pelayo tiene plena justificacion para acentuar la in-
terrelacion de las dos literatu ras. Sin embargo, el teatro de D. Fran-
j cisco Manuel parece no impresionar a Menendez Pelayo, Bajo estas cir-
| cunstancias es significativa la apreciacion que Antonio Jose Saraiva
hace del Auto do Fidalgo Aprendiz:
i 0 Fidalgo Aprendiz, acabado de escrever em 1646, numa altura em
que o autor, ja preso, procurava testeiriunhar perante o rei a sua
lealdade a Restauragao., obedece claramente ao intuito de remar
| contra a^corrente teatral castelhana, pois, embora del a agroveite
a experiencia formal „ . . procura articular com essa experiencia
certos tipos e anibientes de farsa vicentina . 2^1
I
| El escritor de este penodo que incomparablemente mas preocupa a
| Menendez Pelayo es el obscuro e inconstante crTtico Manuel de Faria e
' Sousa. Lo curioso es que Don Marcelino se da en absoluto cuenta de lo
| descabellado de algunas de las conclusiones de Faria e Sousa. Sigue,
| sin embargo, citandolo con toda frecuencia y en casi todos los casos
; acompana la referencia con algun epTteto mas o menos irom'co: "el
J irrestanable polTgrafo,"^^^ "indigesto y creduio compilador de todo
genero de rumores y patranas," 5 "docto y estrafalario." En cuan-
to al e stilo de Faria e Sousa, tampoco es Menendez Pelayo muy benevo-
2Q 1 - - -
Antonio Jose Saraiva y Oscar Lopes, Histori a da Literatura
Portuguesa, (Oporto: Porto Editora, Ltda., 71966), p. 481. : “
292 ESTLV, op. c i t . , If;Ip. 140.
293 APLC, op. c i t . , I l l , p. 393.
294 ON, op. c i t . , II, p. 165.
255
j
lo: "la desaforada hiperbole de Faria y Sousa, 1,295 o su "crespa y en-
maranada prosa"295 son otras dos expresiones de Don Marcelino que ilus-
I tran su habitual actitud hacia el crTtico portugues.
De una manera mas global tampoco es indulgente su apreciacion:
"...aunque nimiamente credulo, rara vez fue primer autor, sino mas
:bien colector curioso y amplificador extravagante de las mil tradicio-
nes y patranas con que embroilo la histori a civil y lite ra ria de Por
t u g a l ." 297
Aunque por lo general Faria e Sousa saiga bastante maltrecho de
las manos de Don Marcelino, no deja este de apoyarse en las opiniones
del crTtico portugues, tanto sobre literatu ra espanola como portugue
sa. Lo hace por ejemplo, cuando estudia a Lope de Vega y ju stific a
su actitud en los siguientes terminos:
. Aunque Manuel de Faria es un mero compilador que goza de poco cre-
dito, se le debe citar en estos casos, porque, dada su intimidad
con Lope, es verosTmil que a el debiese nuestro goeta la principal
noticia que tuvo de las historias portuguesas. 298
Tambien en relacion a algunos aspectos de la literatu ra portugue-
I sa toma postura no totalmente desemejante: "...Manuel de Faria y Sou-
I sa, que en el farrago indigesto de sus disquisiciones sobre Camoens no
29^ Idem, II, p. 180.
296 Ibid.
297 APLC, op. c i t . , VI, p. 385.
298 ON, op. c i t . , II, p. 238.
256
deja de tener muchas cosas uti 1 es . 1,299
Menendez Pelayo decide apoyarse en "el indigesto Manuel de Faria
y Sousa"309 para discutir el problema de la introduccion del soneto
en la PenTnsula. Aunque discordando de la tecnica expositiva de Faria
e Sousa, el cual, "con su nativo don de e rro r,"30^ no sabe aprovechar
sus hallazgos, nota que su opinion—que el soneto fue introducido por
Boscan y no por Garcilaso—es digna de ser considerada. Reconociendo
aun la propension del crTtico portugues para mezclar cosas probadas
con quimeras, fabulas y leyendas apocrifas elogia el hecho de haber
este notado que D. Dinis uso el endecasTlabo antes que el Dante. Alu-
de despues a la credulidad de Faria e Sousa, que "acepta todo genero
de patranas y falsificaci ones, 1,302 como los sonetos del infante D. Pe
dro y de Vasco de Lobeira, realmente escritos en broma por Antonio Fe
rreira, las trovas inventadas por "el gran fabulador fray Bernardo de
Brito ," 303 y otros "delirios."
Pese a la impiedad habitual de sus referencias, en las Ideas este-
ticas Don Marcelino dedica un extenso estudio a Faria e Sousa. Su o-
pinion de el esta bien concentrada en el siguiente pasaje:
299 ESTLV, op. c i t . , V, pp. 155-156.
300 APLC, op. c i t . , X, p. 52.
301 Idem, p. 151.
302 Ibid.
303 Idem, p. 152.
257
| VivTa por estos tiempos, y era grande amigo de Lope, un extrava-
I gantTsimo portugues, aspero y maldiciente muy predado de fidalgo,
como quien hacTa remontar su alcurnia hasta el Farah del libro de
| los Reyes, lo cuaT.se le conocTa harto poco en su derrotada per
sona y extrema pobreza; autor incansable de libros eri prosa y ver-
| so, que pasaron de sesenta, ya de historias europeas, asiaticas y
africanas, ya de genealogTas, ya de amena literatu ra, que son los
peores: inventor de las eglogas m ilitares, nauticas, crTticas,
monasticas, eremTticas, justificativas y genealogicas, gran culti-
vador de los ecos, de los aerosticos, de los esdrujulos, de los
centdnes, de los sonetos que son dos, y tres y cuatro; muy portu
gues y muy separatista, aunque escribTa siempre en Castellano;
algo a rb itris ta , y muy preciado de politico, manTa que le desca-
| minaba hasta creerse perseguido por ocultos punales y venenos, ar-
mados por la venganza castellana; hombre, en fin, de enorme lec-
tura, de agudo ingenio, de inmensa memoria y de riingun juicio,
cuyos escritos parecen una torre de BabiIonia o un laberinto cre-
tense.304
i Luego sigue Menendez Pelayo, en la misma vena ironica, hablando de la
!
! obra de Faria e Sousa: sus comentarios sobre Camoens son una serie de
volumenes, "de los cuales la sola presencia espanta: monstrum horren-
j dum, informe, ingens, en que el autor cifro la substancia de toda su
biblioteca, excediendo en lo prolijo y en lo alegorico a todos los co-
i mentadores conocidos.
Afirma Menendez Pelayo que Faria e Sousa defendTa sobre la poesTa
! 3D fi - —
"las ideas mas extranas y desvariadas," considerandola tan solo una
obra cientTfica, en que el e s t ilo tenTa poquTsima importancia y c a li-
| ficando a los poetas por su conocimiento de ciencias naturales e his-
i
toricas y por la alegorTa de sus obras. Para Faria e Sousa los LusTa-
304 HIEE, op. c i t . , II, pp. 347-348.
305 Idem, p. 348.
306 Ibid.
258
!
Idas eran una alegorTa sutilTsima, en que Venus, Baco y las ninfas son
j personificaciones de virtudes y vicios, Adamastor de M ahoma y Marte de
j San Pedro. Don Marcelino estima que el comentario de Faria e Sousa a
! _ o ryj
Camoens es "barbaro e indigesto," y comenta asT la verborrea crTtica
del portugues: "No es hiperbole decir que cada palabra de Camoens ha
i dado ocasion a Manuel de Faria para escribir dos o tres paginas de co-
jmentario. iVale la pena de ser un gran poeta para tropezar con tan
j impertinentes comentadores!1,308
i Como, segun Don Marcelino, no es facil encontrar alegorTas en Gon-
| gora, "donde no suele haber ni siquiera asunto,1,309 le declaro guerra
| Faria e Sousa, diciendo entre otras cosas que compararlo con Camoens
| era como comparar una mosca con un agui1 a.
: Otra vez nos extendimos aquT mas de lo que la importancia del a-
sunto merecTa para subrayar la falta de proporcion de la vision crTti-
I ca de Menendez Pelayo. Que Faria e Sousa era un crTtico de secundarT-
31 o
I si m o valor no hace falta discutir. El mismo Don Marcelino lo admite
|
| en varios lugares. La unica explicacion aceptable para la atencion
1
! que le presta, parece ser por lo tanto el hecho de que Faria e Sousa
j se hubiese integrado, mucho mas que otros contemporaneos, en la cultu-
j
| 307 Idem, p. 349.
308 Ibid.
! 309 Ibid.
i -------------
3^° Saraiva y Lopes, en su Historia da Literatura Portuguesa, op.
i c i t . , tan solo lo citan accidentalmente unas cuantas veces, siempre
en pocas palabras. |
259
ra espanola.
El caso de Faria e Sousa es caracterTstico de la perspectiva
con que Menendez Pelayo encara los siglos X VI y XVII en Portugal. Co
m o tuvimos anteriormente oportunidades de subrayar, son por lo general
los aspectos mas incaracterTstidos (tanto desde un punto de vista na
cional como sencillamente estetico) los que Hainan mas su atencion.
El resultado es una vision falseada (aunque dirTamos que no delibera-
damente) del verdadero caracter de la literatura portuguesa de la epo
ca.
j E. Los Siglos XVIII y XIX
En su enfoque general sobre el siglo XVIII, contenido en sus car
tas sobre literatu ra portuguesa, ve tambien Menendez Pelayo estrechas
semejanzas en el desarrollo intelectual de los dos paTses peninsulares
; A Luzan y Montiano hace corresponder el Conde de Ericeira. Tanto en
!
i Espana como en Portugal se fundan academias. Despues de la primera
; generacion de preceptistas y filologos llego otra de poetas y c rfti-
cos: a MoratTn el padre, Cadalso, Iriarte y Fray Diego Gonzalez co-
| rrespondieron en Portugal Correia Gargao, Cruz e Silva y Reis Quita.
Sin pretender de ninguna manera negar la coincidencia general de
I orientaciones lite ra rias en este perTodo, habrTa que sehalar que el
entusiasmo hispanista de Menendez Pelayo y, tal vez mas que eso, la
i falta de madurez crTtica de la fase en que escribe esto lo llevan a es
tablecer paralelos algo forzados. Como presenta cuatro autores del
lado espanol y tan solo tres del lusitano, no quedan perfectamente a-
claradas las iTneas de comparacion. No obstante, resalta a primera
| vista que a Cadalso se le deberTa mas logicamente oponer Bocage y no
| los tres otros poetas mencionados. Aunque en Bocage (e incluso en to-
i do el XVIII portugues) este ausente el tipo de ironizacion de las Car-
| tas Marruecas, en lo que tanto el como Cadalso tienen de precursores
j del romanticismo, la semejanza es evidente. Tambien en la medida en
: que son ambos valerosos paladines de la tradicion popular frente a los
! avasalladores moldes franceses, se podrTan comparar Ramon de la Cruz y
261
j
! Antonio Jose da Silva.
I
En la Biblioteca, al iniciar el estudio del horacianismo en Por-
l tugal, Menendez Pelayo tiene una frase que expresivamente ilustra su
j vision valorativa de los perTodos barroco y neoclasico. Al referirse
al siglo XVIII escribe: "Amanecieron al cabo mejores dTas, que para
Portugal habTan de serlo de todo punto, pues nada tenia que perder en
i la mudanza.1,311
M as o menos en la misma linea de pensamiento, al estudiar la pre-
ceptiva lite ra ria en Portugal durante el siglo XVIII,312 empieza por
’ atribu ir a la debilidad del teatro la falta de resistencia a los in-
flujos neoclasicos. En lo que respecta al teatro, senala que la tra -
i dicion popular se habTa disuelto y que los excesos del culteranismo y
: conceptismo exigTan una reaccion, fuera cual fuera. Ya en el siglo
XVIII, prosigue, el Conde de Ericeira habTa traducido la Poetica de
; Boileau y escrito "el frigidTsimo poema de la Enriquei da, 1,313 pero es-
: tos esfuerzos no fueron suficientes para cambiar el curso de la corrien
; te lite ra ria barroca. Tampoco las academias, o el teatro, lo logra-
| ron.
! 311 BH-LC, op. C it., VI, p. 495.
| 312 HIEE, op. c i t . , I l l , p. 478.
313
| Ib id ., p. 482. Aun sobre este autor escribe en otro paso:
| "La fastidiosa Henriqueida del Conde da Ericeira (1741),jmas precep-
■ tis ta que poeta, hdmbre erudito, pero de flaca imaginacion y exiguo
numen, esta completamente olvidada, y si algo de e lla se puede leer,
: es la introduccion teorica o Advertencias preliminares, como muestra
curiosa de la crTtica de ague! tiempo.1 1 (ESTLV, op. c i t , , IV, p. 78.)
262
|
j No se explica por que Menendez Pelayo atribuye a la debilidad del
j teatro portugues la facil irrupcion del neoclasicismo, el cual se esta-
I blecio de identica manera en Portugal que en Espana, a pesar de la in-
tensa vitalidad del drama espanol. De la calidad de este teatro por-
j tugues escribe:
. . . l a escena nacional yacia entregada a la Tnfima farsa, de la
j. cual alguna vez se levantaban voces energicas y carcajadas francas
| y sonoras, como las del infeliz judaizante Antonio Jose da Silva.
Aun en las obras de estos autores comicos, que tienen algun sello
! popular, o, digamoslo mejor, plebeyo, se empieza a notar la In
i ' fluencfa de las diversiones cortesanas.314
I Nota que las obras de este autor son realmente zarzuelas, aunque
; se les llame comunmente operas: algunas son imitaciones francesas,
otras de la comedia castellana de capa y espada. Es sorprendente que
i ‘
Menendez Pelayo, siempre tan atento a datos que refuercen su concepto
| hispanizante de la literatu ra portuguesa, no haga mas hincapie en la
huella que el teatro espanol dejo en Antonio Jose. No queremos de
ninguia manera negar lo que el comediografo tiene de continuador de la
j tradicion dramatica vicentina, sobre todo en sus recursos humoristi-
i
cos. Su deuda al teatro del Siglo de Oro, en especial en cuanto a as-
O l C ^
pectos estructurales, es sin embargo considerable. Tiene razon Don
I
I Marcelino al mencionar las semejanzas con las comedias de capa y es-
!
I
f
314 HIEE, op. c i t . , p. 483.
j 3^3 Una nota curiosa es que eerca de la casa de Antonio Jose,
! en Lisboa, estaba ubicado el Patio das Comedias donde frecuentemente
| representaban companTas espanolas^
263
j
pada. Pero habrTa que anadir a esto la huella del Quijote3^6 en el
teatro de 0 Judeu. Su primera obra es exactamente la Vida do Grande D.
Quixote de la Mancha e do Gordo Sancho Panga (1733), aunque parte de
■ la inspiration parezca haber venido a traves del Entremes de Don Qui-
jo te , de Nuno Suti1.317
Otro posible entronque de este autor con la literatu ra del pais
I *
I vecino es el Diabinho da M ao Furada, caso sea la obra realmente de An-
! tonio Jose. Refiriendose primero a su modelo, la novel a pi caresca,
1 escribe Fidelino de Figueiredo: "E tTpicamente una novela de influen-
: cia castelhana....A obra, sendo uma tentativa de aclimatagao de urn gi-
I
! nero tTpicamente espanhol, nao deixa de acusar modificagoes portugue-
sas na sua estrutura.
La llave de la desatencion de Menendez Pelayo hacia el teatro de
; Antonio Jose da Silva puede estar en la palabra plebeyo con que lo ca-
lific a en el pasaje anteriormente citado. Si conocio el D. Quixote
I
de Antonio Jose no podrTa haber dejado de condenar sus plebeTsmos lin-
i ■
I gllTsticos, de los cuales uno de los mas inocentes es la deliberada ca-
i
i
o i c
| Se sabe que la lectura del Don Quijote era bastante popular
entre los estudiantes de Coimbra en los tiempos en que por esa ciudad
anduvolAntonio Jose da Silva.
; Vease Antonio Coimbra Martins, "Antonio Jose da Silva," Di-
| cionario das Literaturas Portuguesa, Galega e B rasileira, (Oportol Li-
; vraria Figueirinhas, i960), p. 764, ! ”
Fidelino de Figueiredo, Historia Literaria de Portugal (Se-
: culos XII-XX), (Coimbra: Nobel, 71944)^ p. 236. Figueiredo cree no
! obstante que el Piabinho es una obra anonima.
264
cofonTa existente en la frase ca canela. 319 Otros hay por cierto mas
explTcitos, como en la escena en que Merlin dispone que Sancho tiene
que su frir trescientos azotes y el ultimo pregunta: "Diga-me, Senhor
Merlim, que tern que ver o meu [aquT Antonio Jose usa una palabra corta
pero expresiva] com o desencanto de Senhora Dulcineia?"320 Estas l i -
bertades, aunque por cierto no muy lejanas de otras del Quijote mismo,
dan a la comedia de Antonio Jose un caracter callejero que no podrTa
de ninguna manera merecer la aprobacion del severTsimo Don Marcelino.
Com o hizo con Gil Vicente y Damiao de Gois, Menendez Pelayo estu-
dia a Antonio Jose tambien desde el prisma de la heterodoxia. Es en
este contexto que en la Ci er. cl 5 espanol a se le ref i ere, despues de una
larga apologTa de la moderation de los metodos in quisito riales.32^
En el la intenta probar que ni una sola figura de relieve fue quemada
por la Inquisicion peninsular, haciendo incluso observaciones seudo-
humoristas sobre el valor de los ajusticiados.
En este aspecto es sorprendente la actitud deshumanizadora de
Don Marcelino. Lo que en resumidas cuentas dice es que estas muertes
322
no importan mucho ya que eon ell as la cultura perdio muy poco.
3^9 Antonio Jose da Silva (0 Judeu), Vida do Grande D . Quixote e
do Gordo Sancho Panca, Obras COitipletas, (Lisboa: Sa da Costa, 1957),
Y, p. 4o.
329 Idem, p. 86.
321 Marcelino Menendez Pelayo, La ciencia espahola, I, Obras com-
p letas, Op. c i t . , LVIII, pp. 367-384.
322
Notense lasconnotaciones del subrayado en la frase siguiente:
"La Inquisicion de Portugal [esta refutandq la afirmacion de Perojo de
' 265
Se refiere igualmente a la censura del Santo Oficio, que consi-
; dera laxa, y anade que se obro perfectamente en prohibir los libros
! protestantes y de nigromancia o hechicerTa. Por supuesto, es algo
parcial la actitud de Menendez Pelayo al menospreciar el impacto de la
Inquisicion sobre el pensamiento peninsular. Cuanto mas no lo fuera,
no hace referencia a la accion inhibidora del Santo Oficio: En otras
palabras, habla tan solo de lo que se escribio y no de lo que se pudo
haber escrito y no se escribio.
En cuanto al Judeu escribe mas adelante: "A Antonio Jose le ha
dado alguna fama su tragico fin; pero sin la circunstancia de haber
trabajado para un teatro tan pobre como el de Portugal, maldito si re-
presentarTa nada en la historia de las letras."323
La actitud que Don Marcelino toma en esta obra en relacion a An
tonio Josi no es por supuesto un ejemplo de crTtica a alto nivel. Con-
siderese, sin embargo, la fase en que dicha crTtica fue escrita antes
de formar un juicio demasiado impiedoso.
i i
Aun en el mismo campo se refiere a otro "heterodoxo" portugues
i
| del siglo XVIII:
La Inquisicion proceso a Carranza, porque Carranza habTa ensenado
proposiciones de sabor luterano. La Inquisicion proceso a Damian
j que el "martirologio espanol" esta lleno de hombresquemados por la In-
; quisicion] quemo a principios de este siglo (cuando en el resto de la
Peninsula apenas se quemaba a nadie) a otro judTo dramaturgo, Antonio
: Jose da Silva." (Idem, p. 379.)
323 Idem, p. 380.
| de Goes, porque era protestante o poco menos. Pero no proceso al
primero por teolocjo, hi al segundo por humanista; como eri el siglo
pasado no proceso a Anastasio de Cunha; por matematico, sino por
volteriano.324
I Tampoco aquT la logica es la cualidad mas brill ante de Don Marce-
: lino. Desde luego, en la misma trayectoria de razonamiento que antes
; habTa seguido, podrTa haber ahadido que la pena impuesta por la Inqui
sicion.a Jose Anastacio de Cunha fue bastante benevola, si consideramos
las audacias teologicas del poeta.
Otro heterodoxo de esta epoca tratado por Menendez Pelayo es el
caballero de Oliveira. Despues de una reseha biografica en que debi-
damente se apunta su publica abjuracion del catolicismo y su ejecucion
en estatua, nota que aunque los crTticos portugueses le alaban las
cualidades estilT sticas, le falta interes teologico, Poco dice Don
Marcelino de la obra de este autor, ademas de esto: "Viajes, memorias
y cartas salieron en gran numero de su discreta pluma, habi1 en trazar
ensayos y caracteres y pinturas de costumbres a la manera inglesa, es-
pecialmente de Addison, cuyo Spectator i m i t a . " ^
Se comprende que la elegante frivolidad de un escritor que podTa
tener frases como esa de ”0 certo e que para amar tres ou quatro formo-
sas ao mesmo tempo, ninguem o faz mais fielmente que eu no mere-
qp/i ^
Idem., p. 381. Notese el contraste de los juicios que, sobre
Gois, Don Marcelino formula aquT y en los Heterodoxos.
325 HHE, op. c i t . , VI, p. 120.
32® Cavaleiro de Oliveira, Cartas Familiares, (Lisboa: Sa da Cos
ta, 1960), p. 104.
I 267
i
ciera mucho la atencion de Menendez Pelayo. El Caballero de Oliveira
es, con todo, una figura curiosTsima como representante de las contra-
rias actitudes de su siglo. En esto, y^en lo picaresco y andariego
de su vida, algun parecido se le podria hallar con Torres Villarroel.
Es esta faceta la que parece escaparse al analisis de Don Marcelino.
"Foi futil como os mais futeis, e borboleteou por todos os assuntos de
: historia, de moral e de filosofia com o afa e entusiasmo de urn enciclo-
pedista,"32^ dice de el Aquilino Ribeiro. Su futilidad tiene despues
de todo un sello personalisimo, que lo redime de muchos de sus defec-
tos.
Sobre el Verdadeiro Metodo de Estudar, de Verney, dice Menendez
Pelayo que una de las razones de su popularidad fue el ataque a los me-
todos pedagogicos de los jesuitas, "contra los cuales comenzaba a for-
marse la nube que estallo poco despues; pero, aparte de esta polemica,
el libro es estimable, y en algunas cosas muy adelantado para su tiem-
po."328
Debido tal vez al hecho de que Verney se integraba en la filosofia
! polTtica de Pombal, estadista a quien Menendez Pelayo ataca violenta-
| mente, el Verdadeiro Mltodo es tratado con palabras mas parcas que las
que merece. Don Marcelino, con su natural acuidad de observacion, no-
to inmediatamente una de las caracterTsticas mas impresionantes de la
32^ Aquilino Ribeiro, 0 Cavaleiro de Oliveira, (Oporto: Lello &
Irmao, s . f . ), p. 94.
328 HIEE, op. c i t . , I l l , p. 485.
268
i
i ^ ^
jobra: el adelanto en relacion a su epoca. Ojala hubiese desarrollado
'mejor este punto, ya que el es uno de los que mas convincentemente dan
I la dimension historica del autor. Sin pretender defender la originali-
dad de las ideas pedagogicas de Verney, habrTa que acentuar que lo que
el propuso en este campo no fue completamente aceptado sino hasta me-
diados del siglo X X . Nos referimos en especial a su defensa de la
priori dad debida a la ensenanza de los idiomas modernos sobre el latTn,
de la naturalidad de e s tilo , de las ventajas de la paciencia sobre los
castigos fTsicos y de la simplificacion ortografica. Su argumentacion
;en defensa de estas teorTas no deja tampoco de ser elocuente, a des-
Ipechode su sencillez estilT stica:
! E nao acha V.P. que e uma crueldade castigar rigorosamente urn ra-
paz, porque nao entende logo a lingua latina, que de si mesmo e
dificultosa e ainda o parece mais na confusao com que lha explicam?
Isto e o mesmo que meter urn homem em uma casa sem luz, e dar-lhe
pancadas, porque nao acerta com a porta.329
No es, por consecuencia, absolutamente justo que Don Marcelino se
refiera a Verney con el grado de negativismo contenido en las palabras
isiguientes: "Verney no era profundo en nada; sus libros, asT los peda
gogicos como los de filosofTa, adolecen de superficialidad y de afan
| indiscreto de novedades, pero era buen humanista y hombre de varia y
: curiosa l e c t u r a . "330
Menendez Pelayo reprocha a Verney su desprecio por las cosas por-
329 Ly^ Antonio Verney, Verdadeiro Metodo de Estudar, (Lisboa:
Sa da Costa, 1949), I, p. 170,
: 330 hiee, op. c i t . , I l l , p. 485.
: 269
tuguesas, causado, segun.il, por la larga residencia en el extranjero,
lo que hace con que el Verdadeird Mitodo de Estudar pueda tomarse por
: "satira sangrienta y espantosa contra Portugal y los portugueses."33^
La exageracion en todo esto es patente. N o podrTa decirse, sobre
todo, que la obra sea esencialmente una satira. Lo que predomina en
:absoluto en la obra es el aspecto didactico, constructive y no el sen-
i .
icillamente negativo de la satira. Por otro lado, lo que Verney con fre-
cuencia ataca son actitudes generales, aun en este su tiempo bien a-
rraigadas en toda Europa, y no tanto vicios especTficamente portugueses.
Alude entonces Menendez Pelayo a Ta preceptiVa poetica de Verney,
|que tacha de inconsecuente. Los reparos contra Camoens, "formulados
icon el pedantismo retorico mas intolerable, como de domine que amonesta
y castiga a rapaz mal ensenado,1,332 parecen perturbar especialmente a
Don Marcelino puesto que en ello ve un sTntoma de la perdida de "todo
sentimiento de nacionalidad y de raza"333 por parte de Verney. La di-
cotomTa.que aparentemente se establece aquT entre nacionalidad y raza
!(i.nacionalidad portuguesa? iraza espanola ?) es desconcertante. Si
I
jinterpretamos correctamente el pensamiento del polTgrafo en esta frase,
:otra vez tenemos una obvia discrepancia entre su teorizacion y su prac-
j . . .
tica.
j
Aunque en todo esto sea lTcito conceder razon a Menendez Pelayo,
^ 3 3 1 T J
Idem, p. 486.
332 Idem, p. 487.
333 Ibid.
270
I
i
no es totalmente justificable su indignacion contra Verney. Al fin de
cuentas, Verney estaba haciendo, en el XVIII, lo mismo que Menendez
I Pelayo en el XIX, es decir aplicando ciertas constantes esteticas (se-
an ell as predominantemente generacionales o personales) a materia l i
teraria del pasado y juzgandola valorativamente bajo ese criterio .
Esa coincidencia de actitudes esta por cierto implTfcita en la si-
; guiente frase: "a pesar de los infinitos errores y rasgos de pedan-
tismo que oscurecen la obra de Verney, no puede negarsele cierto meri-
to relativo en su lucha contra el barroquismo lite ra rio del siglo an
te rio r." 3^
No deberTa Don Marcelino estar tan ansioso por echar la primera
; piedra. Tambien e l, hombre de impulsos como Verney, modela forzada-
mente su crTtica segun conceptos preconcebidos y llega a presentar con-
; clusiones francamente anquilosadas para defenderlos.
; En los Heterodoxos Menendez Pelayo presenta a Verney como el f i 16-
sofo de Pombal. Sobre el Verdadeiro Metodo dice que "en tan ardua em-
presa procedio con harto apresuramiento, escasa cautela y desmedida
! satisfaccion propia, junta con indiscreto afan de novedades, conforme
| qqc
| al gusto del tiempo," y que aunque senalase los defectos, no sugi-
i —
rio remedios. Lo ultimo, como anteriormente se noto, no es exacto.
| Tiene razon sin embargo en c alificar de extravagancia la idea de Verney
| 334 Idem, p. 488.
335 H H E, op. c i t . , V, p. 274.
271
de castigar con pena de muerte a los estudiantes que hiciesen burl as
pesadas a los novatos. Se deja, sin embargo, arrastrar por los per-
juicios tradicionales cuando comenta que eso "solo entre portugueses,
y en tiempos de Pombal...se concibe como verosTmil.1,337 Verney le a-
grada, sin embargo, a Don Marcelino por haber criticado los pesimos
metodos de la ensenanza del latTn y los vicios de la oratoria sagrada.
En cambio, le censura la intolerancia y el "absoluto menosprecio de la
filosofia y teologTa escolasticas.1,338
De nuevo resalta que el criterio valorativo con que Menendez Pe
layo considera a este autor es aqui, mas claramente que en muchos o-
tros lugares, condicionado en demasia por su propio formulismo mental.
A cada paso, siempre que elabora un juicio de valor sobre algun aspec-
to de la obra, Menendez Pelayo deja descubrir sus predilecciones y a-
versiones de una manera en extremo obvia.
En relacion a Francisco Jose Freire, conocido como Candido Lusi-
tano, apunta Menendez Pelayo lo endeble de sus traduccidnes de Horacio,
EurTpides, Seneca y Racine. "Candido Lusitano tenia una de las ima-
ginaciones mas heladas y antipoeticas que se han escrito jamas en re-
O O g
Aunque esas burlas podTan ser muy crueles. Los excesos come-
tidos por las rondas de estudiantes, sobre todo el Rancho da Carqueja,
eran de tal callbreque D. Juan V ordeno que algunos de ellos fuesen
deportados para la India. M as adelantado el siglo las burlas se mode-
rarort bastante y casi lo peor que le podrTa pasar a un novato era que
Te echasen una albarda encima y lo llevasen a beber a un abrevadero.
337 Idem, p. 274.
338 Idem, p. 275.
! 272
|torico alguno....No he encontrado en sus numerosos trabajos crTticos
j
;idea alguna original ni digna de particular memoria,1,339 anade Menendez
iPelayo y mas adelante lo considera tan incompetente para juzgar obras
de arte y lite ra tu ra como Verney. Lo mismo se podrTa decir, segun e l,
de otros crTticos como Soares Barbosa, Pedro Jose da Fonseca, Costa e
Sa o el Padre Tomas de Aquino.
Otra vez tropieza uno aquT con la tremenda disparidad de criterios
de Don Marcelino y justificadamente se interroga uno sobre la utilidad
de la apreciacion de polvorientas obras de tercer orden, mientras las
verdaderamente significativas son tantas veces consideradas tan solo a
jmedias u olvidadas en absoluto.
La pobreza de ideas de la crTtica la hace Menendez Pelayo extensi
ble a la poesTa. Ni siquiera exceptua en esto a Correia Gargao, "uno
de los poetas peninsulares que mejor han penetrado el misterio de las
purTsimas formas a n t i g u a s ." ^ Su fascinacion con los modelos clasicosi
• ' - i
impidio, quiza, a Don Marcelino de senalar dos aspectos relativamente
importantes de Correia Gargao: su realismo y su tendencia hacia la tra-
Idicion autoctona. (La resistencia de los hombres del XVIII a las doc-
j
Itrinas impuestas del exterior no ha sido todavTa bien estudiada en re-
laci on a la literatu ra portuguesa.)
Com o crTtico parece censurarlo por sus estrechas perspectivas en re
339 HIEE, op. c i t . , I l l , p. 489.
340 Idem, p. 490.
lacion al drama: no presentar escenas sangrientas, no usar otros mo
del os que los griegos y latinos y no mezclar los generos. Reconoce en
e l, sin embargo, cierta nobleza de aspiraciones: Gargao sonaba con im
teatro portugues que continuase la obra de Ferreira, Sa de Miranda y
Gil Vicente pero no concebTa sin embargo otras fuentes de inspiracion
que los antiguos, lo que Menendez Pelayo interpreta como incapacidad
de comprender la espontaneidad del genio nacional. Le concede un l i -
gero elogio al admitir que para Gargao la imitacion clasica no tenTa
necesariamente de incluir el estilo . Que Correia Gargao tuviese estas
inclinaciones no puede sorprender a nadie: mas que incapacidad de re-
conocer la espontaniedad del genio nacional serTa, con toda probabili-
dad, mas bien falta de deseo de hacerlo. No se podrTa esperar de un
hombre integrado en las corrientes esteticas de su tiempo que desecha-
se todas las tendencias disciplinadoras, racionalizantes y uniformiza-
doras que entonces imperaban para ponerse a defender espontaniedades
de cualquier genero.
Elogia de paso la poesTa de la Arcadia ("era poesTa a rtific ia l y
sobradamente alinada, pero de la mejor, dentro de su genero academi-
co")341 y anade qUe en ninguna parte, excepto Ita lia , fueron supera-
das las odas horacianas de Gargao, las pindaricas, "tan ingeniosamente
falsificad as,1,342 de Antonio Dinis da Cruz e Silva ni la poesTa e ro ti
ca, "tan rica de sentimiento y de gracia"343 de Tomas Antonio Gonzaga.
En una poesTa tan deshumanizada como la arcadica, el enfoque de Menen
dez Pelayo, dirigiendose sobre todo a aspectos perifericos, no deja
de justificarse.
Pasa rapidamente por el problema del teatro del XVII, caracteri-
zando en pocas palabras cada uno de sus principales cultivadores. Las
satiras dialogadas de Correia Gargao son "de mucho nervio,"'*44 las tra-
ducciones de Candido Lusitano de "prosaTsmo creciente,1,345 en la Ines
de Castro de Reis Quita hay "cierto instinto poetico,"34® Manuel de Fi-
gueiredo tiene excelentes argumentos "a los cuales solo dana lo insTpi-
do de la ejecucion."34'7 La atencion que Menendez Pelayo dedica al ul
timo, a pesar de su oscuridad como autor dramatico, quiza se deba al
hecho de que este habTa vivido siete anos en Madrid y compuesto alguna
comedia en caste!lano. Parece haber algo de compuncion en el tono de
Don Marcelino cuando nota que el autor portugues prefiere una rTgida
imitacion clasica a la del genuino y antiguo teatro espanol. Alude
tambien a las comedias de Frei Manuel do Cenaculo, valorizandolo de a l
guna manera por los rasgos de costumbres nacionales que se encuentran
! 275
En dos palabras: el afan de exaltar lo "espanol" lleva a Don Mar-
celino a aberraciones como la de calibrar el valor de algunos autores
segun el grado de divergenda que revelan hacia las actitudes generales
j
de su siglo.
En una ojeada global a 1 a Arcadia U1i ssiponense, Menendez Pelayo
:le reconoce el merito de haber terminado con los artificiosos excesos
graficos y estilTsticos del seiscentismo y de substituirlos por "una
escuela regular y correcta, aunque no falta de verdadera poesTa en dos
o tres ingenios superiores,"3^-3 pese al mal gusto academico y bucolico,
principalmente importado de Ita lia . Como se puede ver, los p&trones de
apreciacion de Don Marcelino oscilan de manera considerable, ya que la
adhesion a las normas neoclasicas es sucesivamente alabada y criticada.
D e Cruz e Silva vuelve a ocuparse en los Estudios, pero tan solo
con estas palabras: "...Antonio Diniz, ITrico de alto vuelo, extravia-
: do tal vez por el anhelo pindarieo y mas feliz aun en la poesTa festiva
que enriquecio con su donoso Hisopo."3^9
No sorprende que 0 HiSSope no haya interesado mucho a Don Marce-
j
| lino. En el.se contienen varias tendencias que le resultarTan antipa-
jticas: la crTtica social, incluyendo la ironizacion del clero, la ve
il ada apologTa del autoritarismo pombalino y la audacia iluminista. Pe-
348 Idem, p. 495.
I 349 EDCHL, Op. c i t . , V, p. 261. En los Heterodoxos (VI, p. 353)
: lo considera agraCiadtSimo y nota la intrusion del esptritu voiteriano,
sobre todo en la "picaresca descripcion de los exorcismos." ( Ib id .)
276
ro volviendo al estudio del preceptismo diechiochesco, contenido en las
ildeas e ste tic a s: de 0 Feliz Independente, del’ Padre Teodoro de Almeida,
350
dice que "leerla seguida es obra de todo punto imposible." M as a-
delante la c a lific a de "obra tan soporTfera como bien intencionada, pe
ro muy curiosa como documento del gusto de una epoca.1,351
Tiene indudablemente razon.Don Marcelino. La acogida que merecio
la obra en su tiempo es de todo en todo extraordinaria. Por medio de
su traduccion en castellano el impacto de la novela llego incluso hasta
Hispanoamerica.
En los Heterodoxos se menciona tambien al P. Teodoro de Almeida,
jen primer lugar a proposito de uno de esos libros "que podemos llamar
!
'de vulgarization amena, y que hoy mismo rara vez faltan en ninguna casa
cristiana del antiguo regimen,"35^ la ArmonTa de la razon y de la reli-
- 353 -
gion. Al P. Almeida, prosigue, "sin hiperbole, han llamado el Fei-
joo portuguis. . .,"354 ya qUe sus Recreaciones filosoficas han contri-
buTdo "a difundir entre los jovenes y las mujeres y el vulgo no erudito
i
ide la PenTnsula una n oticia mas o menos su p erficia l, mas o menos razona-
Ida, de los fenomenos naturales y de los adelantos de la fTsica experi-
| 350 HIEE, op. c i t . , I l l , p. 496.
| 351 Ibid.
35^ HHE, op. c i t . , VI, p. 406.
353 Obra publicada en Madrid, 1798.
35^ HHE, op. c i t . , VI, p. 406.
Ill
mental."355 Este "hombre candido, modesto y virtuosfsimo"33® gano
tambien extraordinaria fama con su especie de novela, 0 H O riiem Feliz
Independente do Mundo e da Natureza, la cual, dice Don Marcelino, tuvo
mas lectores de los que tenTa Cervantes, aunque:
...e s obra tan somnoliente, languida y sin gracia, que solo aten-
dida la penuria de novelas espanolas en el siglo XVIII y primera
mitad del XIX llega uno a comprender como pudieron hincarle el
diente ni las mismas contemporaneas de Richardson, habitiiadas a
los innumerables volumenes de la Clarisa HarTowe y de la Pamela?57
Remata Don Marcelino este breve estudio notando que el P. Teodoro
de Almeida hasta cierto punto hereda el impulso de FeijSo y que "sigue
a Descartes hasta en lo de negar el alma de los b m to s."* ^
La figura del P. Teodoro de Almeida no merece mas que dos breves
comentarios: uno, reitera r la desproporcion del enfoque de Menendez
Pelayo al detenerse de tal manera en menudencias de caracter esencial-
mente historico; el otro, apuntar que a Don Marcelino no se le olvido
senalar un entronque espanol para el P. Almeida, aunque las actitudes
de este fuesen en realidad inspiradas por las corrientes generales eu-
ropeas del siglo XVIII.
Destaca a Filinto Elisio como poeta independiente de las dos Ar-
cadias y apunta en el "la mas .singular contradiccion entre el espTri'tu
355 Ibid.
356 Ibid.
357 Idem, p. 407.
358 Ibid.
revolucionario de sus ideas y el amor fanatico que siempre tuvo a la
359
tradicion lite ra ria y a la pureza de la lengua." Este ultimo as-
pecto lo presenta como una verdadera obsesion de Filinto, que se tra
duce principalmente en su lucha contra el galicismo. A este proposito
notando la insensatez del poeta en querer escribir como los portugue-
ses del siglo X V I mientras pensaba como los franceses del XVIII, Menen
dez Pelayo no deja de formular una mas de sus opiniones negativas (pe
ro en este caso particular justificada) sobre la falta de autonomia
espiritual de los portugueses: "Las palabras no son mas que cifras
y notacion de ideas, y es sonar de todo punto pretender que una nacion
que carece de pensamiento propio, pueda ser independiente tan solo en
el mundo de las p a la b r a s ." ^
Es muy exacto el enfoque de Menendez Pelayo sobre el poeta. En
esta contradiccion interna, como en otros aspectos, Filinto parecTa
prenunciar a los primeros romanticos peninsulares. Com o ell os, no a-
cababa por inclinarse definitivamente hacia su formacion tradicional
o hacia el espTri'tu nuevo.
Nota que Filinto siguio las ideas lite ra ria s del grupo de Gargao
y Antonio Dinis pero se distingue de ellos por las rarezas de la len
gua, aunque tenga "en su mismo abandono mas cantidad de poesTa pro-
361
pia." De las traducciones de Filinto escribe: "Todo lo ponTa en
279
!
aquel portugues suyo, algo raro y exotico, pero lleno de verdaderas
preciosidades de construed on, derramadas en versos sueltos, de aspera
i
I y difTcil estructura, unas veces hermosas y otras detestables.1,362
Es algo paradojico que al considerar a Filinto y a sus contempo-
raneos, Don Marcelino se dedique a examinar tan de cerca aspectos lin-
gt/Tsticos. En el fondo son el los los que, bajo las circunstancias del
; tiempo, permitirTan la mayor individualidad nacional, un hecho que el
; polTgrafo tantas veces se empena en negar. Por otro lado, es extrano
que no mencione que la reaccion a las doctrinas del siglo, concretada
en el casticismo popular, sea mucho mas endeble en Portugal que en
Espana.
Una nota curiosa es que en la Bibliografia Menendez Pelayo censu-
: ra a Almeida Garrett los exagerados encomios que formula sobre Filinto
Elisio y comenta: "Exageraciones por ese tenor han dado mala fama a
ogo
: los portu^ueses." Son evidentes aquT las huellas de esos mutuos
cliches con que se consideran espanoles y portugueses, y a los cuales
i
| ya hizo referencia en el CapTtulo II de este trabajo.364 Lo sorpren-
dente es que Don Marcelino se deje ocasionalmente influenciar por ellos
I '
| Habiendo entrado en el campo de confrontaciones nacionales, al re-
| ferirse a las odas de Filinto A Afonso de Albuquerque y Neptuno aos
363 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 504.
36^ En las paginas 19 a 22.
280
iPortugueses, Menendez Pelayo sigue atacando a Garrett por haber dicho
de la ultima oda que ell a sola bastarTa para r e s titu ir el patriotismo
!
a los portugueses si alguna vez llegase a faltarles. Es por consecuen-
j
cia casi justificable la indignacion de Don Marcelino ante ello:
Triste patriotismo^si habTa de-fundirse en invectivas contra Casti
lla , semejantes a ista :
"As garras dos leoes auri-sedentos
As quinas submetidas
0 perenal oprobio trespassavam."
iPerenal oprobio el de las armas castellanasi iCuando hemos dicho
nosotros otro tanto de los portugueses? Pero dejemos estas renci-
11 as provinciales.365 Desde el triunfo sacroSanto de Pinto Ribei-
ro (asT le llama un escritor democrata y enemigo de la casa de Bra-
ganza), estamos condenados a o ir deelamaciones de ese jaez. No fal
ta historiador que atribuya a Felipe II el asesinato de mas de dos
mil sabios portugueses. Sin duda que los sabios abundaban entonces
como los hongos. Lo que hicieron muchos sabios portugueses, fue
recibir mercedes del usurpador y celebran su tiranTa en verso y
prosa.366
Lo curioso no es por supuesto el simple desahogo de mal humor de
i Don Marcelino, sino que una vez mas lo accesorio le preocupe al punto
I de, en este caso, hacerle casi perder su verticalidad de crTtico. La
| recobra, sin embargo, a continuacion y, en relacion a una oda patrio ti-
| ca, escribe: "AquT Filinto es verdadero poeta, y agrada encontrar es-
tos acentos de patria y este eco de las antiguas tradiciones, en la a-
manerada y a rtificio sa literatu ra del siglo XVIII."367 Aunque el elo-
!
365 Recuerdese que Menendez Pelayo ya habTa usado la expresion
j renci 11 a provincial en relacion a la controversia sobre la Nise la s ti-
! mosa.
1 _
j 366 BH-LC, op. c i t . , VI, pp. 505-506.
L 367 Idem, p. 506._________________________________________________
281
gio parezca dirigirse mas al tradicionalismo que al patriotismo del
poeta, no deja de todas maneras de ser digno de nota que Menendez Pe
layo aluda al ultimo aspecto.
Las constantes basicas del pensamiento de Don Marcelino salen sin
embargo a flote cuando menciona las odas comprometidas de Filinto:
Son insoportables las infinitas odas en que Francisco Manuel habla
de su destierro, execra a sus opresores, maldice a los sacerdotes
y a los consejeros de los reyes,j> esparce maximas revolucionarias
o volterianas, Todo el calor poitico le abandona entonces.368
La misma motivacion preside a lo que Menendez Pelayo dice en los
Heterodoxos del mensaje ideologico de Filinto. Despues de referirse
a su accion en pro de la diseminacion de "cierto liberalismo de taber-
na y de cuartel, delicias de la burguesTa y de los zapateros ilustra-
doss"369 anade:
Toda la filosofTa de FranciscoManuel se reduce a haber descubier-
to que Cristo murio hace mil anos, pero que todavTa no cesan de
pedir por el 16s franciscanos; que Tos frailes comen, beben y huel-
gan y nos llevan dinero por todo: que lais devociones y los rezos,
penitencias y rosarios son ritos risTveis y obra de frailes, y f i-
nalmente, que Tos clerigos son unos ruines abejarucos o zanganos
que se comen la miel de la social coTmena, y que suelen apunalar
a los ?§Xes o mandarlos al otro mundo con veneno s u til, traidora-
merite. 37^
Aunque refleje un vago fondo de verdad, esta crTtica revela una
faceta de Don Marcelino que no le hace enteramente ju sticia. N o es es
ta la unica vez que temas que tocan de cerca sus creencias mas esencia-
368 Idem, p. 507.
369 HHE, op. c i t . , VI, p. 359.
3^8 Idem, p. 360.
282
les lo llevan a perder el equilibrio crTtico. No es por cierto este
tipo de simplification exagerada y burlesca que reforzara la argumen-
i tacion de Menendez Pelayo.
En relacion a Nicolau Tolentino de Almeida realza la distancia
entre la fama que obtuvo y su merito real. La actitud de Menendez Pe-
! layo cuando analiza las satiras de Tolentino no resulta por cierto muy
lucida. Despues de predecir el desengano del lector, escribe:
Y no es que sean malas, ni mucho menos, antes pueden pasar por fa-
ciles y donosas; pero es Tolentino uno de esos satTricos de carac-
te r tan local y restricto, de observacion tan limitada a las ma-
nTas y usos de su tiempo, y de tan escasa profundi dad y arranque...
que debe parecer forzosamente a lectores modernos un escritor muy
de segundo orden.371
Y despues agrega: "Su merito esta en los primores y gracias del
: lenguaje, en el color nacional que da a buena parte de sus poesTas el
■ uso de las q u in tilla s, habilmente trabajadas."37^ Otra vez vemosaquT
a Menendez Pelayo dando relieve a aspectos como caracter local y color
I nacional sin que explique como los integra en el "espanolismo" de la
; literatura portuguesa.
I
j Despues de acusar a Tolentino de una superficialidad placentera,
: escribe: "£Que son las satiras de Tolentino al lado de las de Jove-
!
| llanos, Parini y Gilbert? Estos sT que supieron herir en el corazon
j . . . . .
i
| a la sociedad del siglo XVIII. Gracia no le falta a Tolentino; pero
i 371 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 501.
! 2 8 3
|
j
I alcance no tiene n i n g u n o . " ^ 3 Desde luego, nacionalismos aparte, la
crTtica es justa. La tematica de Tolentino es de una intranscendencia
i
absoluta.
Al referirse a Ta Marquesa de Alorna es tambiin significativo el
prisma desde el cual la considera:
Sus versos originales, desalinados en la ejecucion, y no raras ve-
ces prosaicos y debiles, agradan casi siempre por la ternura y no-
bleza del sentimiento. No era ingenio de alto vuelo, eT de Alcipe,
ni habTa la mayor seguridad en su gusto....El estilo de la marque-
' sa de Alorna, como el de casi todas las poetisas, adolece de vague-
dad, desleimiento ^ falta de nervio. Su excelente educacion cla-
sica no la preservo de esas faltas. Aun asT, sus mejores poesTas
son las de caracter personal e Tntimo, las no dictadas por model os
extranos, v .g r ., las qile compuso en su juventud en el convento de
CheTas. Hay en el estro lTrico de la mujer algo que no se aviene
con la poesTa academica y de e s c u e l a . ^ 7 4
Menendez Pelayo parece dividirse aquT entre su antigua leal tad a
las formas clasicas y una impresion puramente estetica, y es curioso
;que al final acabe por valorizar la espontaniedad. AquT, como en rela-
cion a los otros poetas del XVIII, su actitud es algo contradictoria:
tan pronto espera de ellos que se mantengan fieles a los dictamenes de
la estetica neo-clasica como que los rompan.
j ■ *
| M as adelante escribe:
| La marquesa de Alorna es una de las tres o cuatro escritoras, re-
lativamente de primera orden,_que, en lo que va de^siglo, ha dado
| la Peninsula Iberica. N o esta a la altura de Fernan Caballero ni
de la Avellaneda, pero vence a todas las restantes. Contribiiyeron
a realzar la hermosa figura de Alci pe su adhesion constante a las
antiguas tradiclones, y aquella serie de infortunios sobrellevadas
373 Ibid.
374 BH-LC, op. c i t . , VI, pp. 510-511.
284
]
i
con heroica firmeza y endulzados con los solaces de las le tr a s .375
La comparacion de la Marquesa de Alorna con escritores como Fer-
|nan Caballero o Gertrudis Gomez de Avellaneda, dadas la obvias diferen-
i
cias que entre ellas existen, no podrTa servir otro proposito que con-
trasta r valores espanoles37® y portugueses. En cuanto a lo que a con-
jtinuacion escribe Don Marcelino, notase de nuevo el subjetivismo de anar
l is is , concretado en la alusion a las persecuciones que contra la fami-
1ia de la Marquesa movio Pombal.
En su primera carta a Pereda,377 Menendez Pelayo coloca a Bocage
en primer lugar entre los arcades y en segundo en el marco general de
•r 378
la poesia portuguesa, despues de Camoens. A pesar de su habilidatd
de improvisador, sigue, produjo "fragmentos admirables y dignos de la
jposteridad, cuando trabajo con algun cuidado y respeto al a rte ." 379
;Entre sus obras destaca el id ilio de Triton, las cantatas de Inis de
I Castro, Medea y Hero y Leandro .y algunos retazos de la traduccion de
Ovidio. "Como versificador, Bocage no tiene rival entre sus paisanos
I
| 375 Idem, pp. 511-512.
j 376
Como anteriormente se explico, no sera viclentar demasiado las
jrealidades nacionales si consideramos a la Avellaneda como^una escrito-
,ra espanola. Por razones d istintas, casi lo mismo se podrTa decir de
jFernan Caballero.
| 377 EDCHL, op. c i t . , V, pp. 255-264.
378 —
| Recuerdese que en otro lugar habTa considerado a Gil Vicente
como el segundo poeta portugues. (Vease la pagina T84 de este trabajo.)
| 379 Idem, p. 262.
285
: manejo el a rtificio rTtmico como nadie, y sus sonetos son modelos por
I OQQ
| la forma que no por la sentencia."
La ipoca en que esto se escribio, ya se ha dicho antes, era la de
los entusiasmos apasionados de los veinte an os y algo de eso trasluce
i
entre los elogios a Bocage. Es curioso que Menendez Pelayo se preocu-
pe aquT esencialmente con los aspectos formales. Sin negar a Bocage su
| magnTfico dominio de la forma, habrTa sin embargo que realzar eso de
i "cuando trabajo con algun cuidado y respeto al arte." D e el existen
! en efecto sonetos en que, como Don Marcelino por cierto noto, hay quie-
; bras rTtmicas que desentonan violentamente de lo que el lector se acos-
! tumbra a esperar de Bocage.
Acierta el crTtico al notar que el poeta malgasto un poco s'u inge-
: nio en contiendas esteriles con sus eompaheros de la Arcadia y en poe-
sTas de circunstancia o licenciosas. Termina con una referenda a su
"ostentoso alarde de descreimiento y de c in ism o ,"^ como en "Pavorosa
I ilusao da eternidade," que le atrajo disgustos y persecuciones.
I La irreverencia de Bocage era tanto un fenomeno de su siglo como
j : ■ '
I la de Gil Vicente. iPor que entonces ju s tific a r una y sorprenderse con
' — — « r
| la otra? La explicacion solo podria basarse en obscuras predisposie.io-
; nes mentales para aceptar o rechazar determinadas corrientes o figuras
j JO] — ^
Ibid. A proposito de esta composicion Don^Marcelino usa en
I Heterodoxos (VI, p. 355) expresiones como "no solo brutalmente im-
I pTa y voTteriana,^sino contraria a toda ley moral, decord y honestidad"
i o "escandalosa epistola, digna de la execracion de toda alma honrada."
286
segun las asociaciones que evocan. Gil Vicente se entronca claramente
con la epoca aurea del teatro espanol; Bocage tiene resabios de im-
piedad extranjerizante.
En las Ideas estiticas Don Marcelino llama a Bocage "el mas grande
de los improVisadores de todo paTs y tiempo, el unico imprOVisador que
se ha levantado hasta el genio."382 Nota despues.la contradiccion de
Bocage entre el impulso natural, desordenado e intemperante, y la doc-
trina recibida. La suya era
una organizacion poetica realmente poderosa, pero que, disipada
unas veces en la orgTa, y atrofiada otrais por la dieta de las Ar-
cadias, solo nos dejo comprender por chispazos y relampagos lo
que hubiera podido ser en otra atmosfera mas libre y sana.383
Algunos de sus versos dejan ademas "traslu cir vagos presentimientos de
la poesTa moderna, en lo que tiene de mas Tntimo y melancolico."38^
Esta idea la va a expresar Don Marcelino con mucho mas precision en la
frase que inmediatamente sigue la citada en ultimo lugar: "Nunca supo
que hubiese romanticos, pero el hasta los asuntos de la antigiledad
(verbigracia Medea, Hero y Leandra, Triton), los trata romanticamente,
es decir, con pasion tumultuosa y ajena de la serenidad del arte anti-
guo."385
Una vez mas se nota aquT la espantosa intuicion que puede llegar
382 HIEE, op. c i t . , I l l , p. 505.
3 8 3 T U ’ J
Ibid.
384 T t. . .
Ibid.
385 Idem, pp. 505-506,
287
a tener Don Marcelino para i r derecho al punto mas significativo de la
materia que estudia. iQue derroche de talento es, por consecuencia,
que tantas veces deje de hacerlo para enfocar aspectos de importancia
!
; puramente circunstancial! 0, lo que es aun peor, que deforme su estu-
dio con conclusiones formuladas algo a priori para que se armonicen
con los dogmas literario s en que se apoya.
En su AntdlogTa de poetas lTricos Castellanos Don Marcelino llama
• a Bocage "el poeta de mas condiciones nativas que ha producido Portu-
— O Q C
: gal despues de Camoens." Si por nativas se entiende, como serTa
iTcito presuponer, portuguesas, Menendez Pelayo esta, malgre l u i , admi-
tiendo implTcitamente un hecho que contradice sus opiniones sobre la
| identidad y sincronismo de las literaturas espaiiola y portuguesa. En
efecto no hay por esta qpoca en Espana ningun poeta que alcance la al-
: tura Tirica de Bocage. Cadalso, 24 anos mayor que el poeta portugues,
; es quiza el que mas se le acerca en su impulsividad, habilidad de con-
c ilia r lo satTrico con lo emotivo, y en su vision prerromantica de la
i
! realidad.
i •
|
! Aunque resintiendose de las severas constantes de pensamiento de
I
J _
Menendez Pelayo, es extraordinariamente aguda la sTntesis crTtica que
sobre Bocage se puede encontrar en los Heterodoxos. En ell a senala la
i
| indisciplina mental del poeta, su atraccion hacia los ambientes mas de-
! pravados ("consumir su existencia en brutales excesos baquicos o en a-
| 386 APLC, op. c i t . , X, p. 331.
288
: monos de casa publica mas brutales aun"387), su desatencion por los
niveles mas altos del arte y su tendencia hacia "el esteril ejercicio
— QflQ
de la improvisacion." Sin embargo apunta tambien su alma natural-
; mente cristiana y el caracter pi.edoso y edificante de la ultima parte
de su vida. 389
Una figura que sorprendentemente llama la atencion de Menendez Pe-
; layo es la de dose Agostinho de Macedo:
El unico que podTa disputarle [a Bocage] el aura vulgar,3® preci-
samente porque el era vulgo en lo mas profundo de su alma, era el
ex fraile Jose AgustTn de Macedo, controversista cTnico, y desgre-
nado, plebeyo en la injuria, brutal en el chiste, farragoso en la
erudicion, mediano poeta, gran periodista y gran difamador. Este
hombre, a quien podra negarse toda cualidad menos la fuerza, que
suple por otras muchas, no fue un crTtico innovador. sino un crT-
tico paradojico; cosa que suelen confundir muchos.39'
i
De nuevo tenemos a Menendez Pelayo dedicando pagina tras pagina a
: una figura que de antemano caracteriza negativamente. Los dislates de
Jose Agostinho, en especial sobre el valor y la originalidad de Camoens,
387 HHE, op. c i t . , VI, p. 353.
388 Ibid.
| 389 Pese a sus ocasionales invectivas contra ellos, Menendez Pela-
| yo parece entusiasmarse con los prerromanticos portugueses al punto de
I traducir algunas de sus composiciones. D e Bocage traduce un soneto y
j una oda, de la Marquesa de Alorna^un soneto y de Filinto ElTsio dos o-
jdas. Todas se encuentran en PoesTas, I y II, Obras Completas, op. cit.I
! LXI y LXII.
390
| Al referirse a Bocage, Menendez Pelayo apenas menciona su poe-
I sTa licenciosa.
391 HIEE, op. c i t . , I l l , p. 506.
289
f
merecen una larga apreciacion crTtica a Don Marcelino. La actitud de
j
este es perfectamente justificada, como se puede juzgar por el siguien-
| te enfoque de Jose Agostinho a Os LusTadas:
...nao^so a totalidade da fabrica e estranha e servilmente imitada*
| mas ate os mais particulares acidentes sao alheios; de maneira que
! nao ha uma so descrigao, e o gue e mais ainda, uma so comparagao
entre tantas que seja sua e nao tomada de poetas latinos e ita lia -
! nos que o precederam.392
La virulencia y la inmodestia de Jose Agostinho de Macedo hacen de
: i
| el una figura muy poco atractiva. Era un hombre capaz de dedicar una
| de sus obras, Os Burros, al general de los padres bernardos en los si-
| guientes terminos: "V. ReverendTssima nao so S urn pedago de asno, mas
' uma conhecida besta, urn acabadTssimo burro e perfeitTssimo jumento, de
quern se confessa seusincero tangedor J.A.M."J:,J Por otro lado dice !
i
i de su insufrible poema 0 Oriente, entre identicas vanaglorias: "Em
i quanto a mim, parece-me que e esta epopeia a menos defeituosa possT-
vei . -394
Todo esto serTa sufieiiente para hacer sa lta r de indignacion a Don
i
i
| Marcelino. iPor que se muestra entonces relativamente tan comedido en
relacion a este autor? iSera porque los ataques de Macedo se dirigen
sobre todo hacia puntos con los cuales Menendez Pelayo se identificaba
| j 0Sg Agostinho de Macedo, "Discurso Preliminar," 0 Oriente,
| 2 vols., (Lisboa: Impressao Regia, 1814), I, p. 57.
j
| 393 cii;ac|0 en Joaquim Ferreira, Historia da Literatura Portuguesa,
3a. ed., (Oporto: Editorial Domingos Barredra, 1964), p. 662.
394 j 0Sg Agostinho de Macedo, "Discurso Preliminar," op. c i t .,
p. 99.
290
afectivamente?
Lo cierto es que lo trata con dureza pero por lo general sin emo-
| c i o n a r s e ^ e incluso reconociendole vigor en sus riiismos defectos:
Apasionado, iracundo, vindicativo ,y grosero, derramo contra sus
enemigos literario s y polTticos mas hi el que tin ta , en la Besta
Esfolada y en otros mil folletos de gladiador, que viven y merecen
ser lefdos todos, porque este era el genero propio y el elemento
nativo del autor, no ciertamente consumado en la ironTa atica, pero
sf abundante y OriginalTsimo en el uso del vocabulario callejero
y de la hampa de Lisboa. Fuera de gue la pasion enciende y da va
lor a todas las paginas que toca.396
Si desde el punto de vista del hispanismo la crTtica de Menendez
Pelayo gana algo en equilibrio al tra ta r del siglo XVIII, el hecho se
debe con toda probabilidad a las caracterTsticas mismas de la epoca.
En efecto, mas que en Espaha, donde la vena castiza mantiene una rela-
tiva vitalidad, en Portugal los valores autoctonos se destinen consi-
derablemente ante la ola uniformizadora llegada del exterior. No exis
ten, por lo tanto, manifestaciones de base nacional ni oportunidades
39^ Una posible excepcion, aunque no muy evidente, se encuentra
en l a f r a s e : "Una de las obras mas celebradas del ex fra ile , el Motim
L iterario, es un insolentTsimo plagio de la Republica lite ra ria de
Saavedra Fajardo y de otras obras corrientes y comunes.ff (BH-L(T, op.
c i t . , VI, p. 513.)
396 HHE, op. c i t . , VII, p. -171. En esto coincide con Don Marce
lino el crfEico portugues Caste!o Branco Chaves: "As obras de polemi-
ca de Jose Agostinho de Macedo sao as mais sinceras e espontaneas ma-
nifestagoes do seu temperamento lite ra rio que ate ao fim se manteve
vigoroso, intransigente, pugnacTssimo...." (Castelo Branco Chaves,
"Jose Agostinho de Macedo," Estudos CrTticos, Coimbra, 1932, p. 24.)
De las obras de Jose Agostinho dice Don Marcelino en una carta a Gar
cia Peres que son a su entender "de lo mas original y curioso que pro-
dujo la literatura portuguesa del primer tercio de nuestro siglo."
(Fidelino de Figueiredo, "Cartas de Menendez y Pelayo a Garcia Peres,"
op. c i t . , p. 1217.) M as adelante escribe: "el P. Macedo, que cada
dia me gusta mas." (Idem, p. 1227.) ______ _______
291
para intentar probar que la inspiracion portuguesa sea con toda fre-
cuencia de origen espanol.
Pasando al analisis de las actitudes de Menendez Pelayo sobre el
siglo XIX en Portugal, hay que destacar sus posturas ante la primera
figura del romanticismo portugues, Almeida Garrett, que Don Marcelino
compara, muy justamente, al Duque de Rivas. 397
Hay, en efecto, muchas semejanzas entre los dos. Ninguno de ell os
acepto el concepto romantico en toda su plenitud, quiza debido a la
solida formacion clasicista de ambos y al hecho de que sus primeros
contactos con la nueva estetica se verificaron cuando ya habTanoastable-
cido hasta cierto punto una manera lite ra ria basada en el neoclasicis-
mo. Ambos se interesan por el romancero. Ambos escriben dramas que
son la primera manifestacion significativa del teatro romantico en sus
respectivos paTses y que ademas tienen claras semejanzas de estructura,
tono, tecnica y e stilo . Hasta en su trayectoria biografica hay muchos
puntos de contacto. Por todo esto es extrano que Menendez Pelayo no
haya desarrollado mas esta similitud.
Al considerar el fin del teatro neoclasico, ya en la epoca de sus
coloraciones revolucionarias, Don Marcelino alude al Catao, que c a lifi-
ca de
obra que ponemos como piedra miliaria en nuestro camino, no solo
por ser la unica tragedia polTtica portuguesa que tiene alguna vi-
da, sino por haber sido la mejor de las primicias juveniles de a-
quel ingenio, nacido para restaurar en sentido popular y romantico
397 EDCHL, op. c i t . , V, p. 263.
292
i
I
!
la escena portuguesa. 398
El interes de Menendez Pelayo por esta obra se debe probablemente,
; ademas de su fondo clasico, a paralelismos que puede ofrecer en la
; literatu ra espanola. En los Estudios traza una comparacion entre el
tratamiento de la figura de Caton por Trueba y CosTo y Garrett. Acusa
a los dos—y de paso a Al f i e r i —de confundir la libertad romana con la
I moderna, lo que esta en la raTz de "la pesadez inherente a la repeti-
cion de declamaciones patrioticas continuadas durante cinco actos e-
ternos. " 399 Comenta que estas declamaciones son semejantes a las que
I se oTan en la Fontana de Pro o en los clubs patrioticos de Oporto.y
1 con una de sus no muy frecuentes observaciones ironicas alude a los dos
; autores peninsulares como el ciudadano Trueba y el ciudadano Almeida.
Las connotaciones polTticas de las dos obras no podrTan de ningu-
i na manera merecer la aprobacion de Don Marcelino. Sin embargo, ambas
i estaban, por su tematica basica, en la continuacion de una ITnea tea-
tral que siempre le intereso. Es esto lo que puede explicar la dico-
I tomTa de actitudes que Menendez Pelayo revela en cuanto a este topico.
j Apunta despues la conformidad casi absoluta del argumento de las tra-
i
j 2 9 8
HIEE, op. c i t . , I l l , p. 508. Es curiosa la opinion que sobre
' la tragedia "expresa otro critico espanol: "Una serie de escenas sin
| trabazon, ni interes, muy buenas para exaltar a los patriotas en epo-
| cas como la en que se produjo, pero desprovistas de las mas elementa-
i les condiciones de toda obra dramatica." (G4 Calvo Asencio, El teatro
! hispano-lusitano en el siglo XIX—Apuntes crTticos, op. c i t . , pp. 232-
| Z 3 3 7 ) :
399 ED CH L, op. c i t . , VI, p. 104.
293
| gedias de Trueba y Garrett pero se da prisa a aclarar que
es casi seguro que el uno no tuvo conocimiento de la obra del otro:
las dos se escribieron^al mismo tiempo, las dos bajo la influencia
de la misma gasion politica y obedeciendo al mismo sistema drama-
tico; de aquT su semejanza. Las bellezas y los defectos son casi
los mismos en la una y en la o tra . 400
Menendez Pelayo estudia tambien U rn Auto de Gil Vicente,4^ a raTz
: de la leyenda de los amores de Bernardim Rfbeiro por la Infanta Dona
Beatriz. Considera este drama de Garrett "el mejor de los suyos si no
! existiera el incomparable Fr. Luis de Sousa." 402 Indica no obstante
algunas de sus limitaciones: lo enganoso del tTtulo—Gi1 Vicente es
i en la obra tan solo el introductor de la trama403—y la manera defi-
I ciente como son tratadas escenas como aquella en que Bernardim se lan-
za al mar. Y a continuacion comenta:
Hay algo de a rtific ia l y rebuscado en estas situaciones: la
ingenuidad pintoresca de la primitiva leyenda satisface mucho mas;
la historia, como en casi todos los dramas de este genero acontece,
esta respetada en lo accesorio y falseada en lo fundamental; los
afectos que expresa Bernardim no son los del ultimo heredero de los
trovadores provenzales, los de un Macias rezagado, si no los de un
poeta romantico que ha leTdo a Chateaubriand y a Lamartine,
! Garrett abusa de la nota sentimental y del aparato escenico,
emplea la saudade como una receta infalible, pero todo se le per-
| dona por su viva intuicion poetica (que solo en Fr. Luis de Sousa
| 400 Idem, p. 105.
!
| 401 ON, op. c i t . , II, pp. 240-241.
I 402 Ib id ., p. 240.
j — — —
| 4^3 El mismo Garrett explica este hecho: "Os caracteres de Gil
| Vicente e da infanta estao apenas delineados; nao podia ser mais: tive
I medo do^desempenho." (En la "Introdugao" a la obra: Almeida Garrett,
I Frei LuTs de Sousa—U rn Auto de Gil Vicente, Oporto: Lello & IrmSo, s.
TTTpTlBT)-----------------------------------------------
I 294
i
i
i
llega a ser profunda y serena) y por el singular encanto de su es-
tilo , que es una maravilla en el genero dificilTsimo de la prosa
dramStica.404
| Las acusaciones de artificialism o, de falseamiento del personaje
central en su aspecto afectivo, y de sentimentalismo exagerado son per-
fectamente razonables. Para ilu strarlo bastan unas lineas de la escena
a que alude Don Marcelino:
BERNARDIM , caindo em si e com tranquilidade:
Nao tenhais receio. Estou perfeitamente em meus^sentidos. -
Beatriz, urn derradeiro adeus -- urn adeus ate ao ciui - A.rola
que perdeu o companheiro, deixa-se morrer de mTngua^sobre o ra-
m o lascado da arvore em que Iho mataram... - Estas aguas, em que
ja baloiga o navio em que te levam - Beatriz! (Ajoelha e esconde
o rosto entre as maos da infante! estas aguas que me roubam
tudo... (Ouve-se grande ai'arido.)
PA U LA
El-rei que e n tra...
BERN A RD IM
Que tomem tambem a minha vida. (Arremessa-se pel a varanda do
galeao, ao mar. )
!
! D O N A BEATRIZ
! Ai! (Cai sem sentidos. )^05
Es curioso que a Frei LuTs de Sousa, obra capital de la produccion
dramatica de Garrett, Menendez Pelayo apenas se le refiera, en alusio-
i nes tan breves como las que anteriormente se mencionaron. Catao no es,
! evidentemente, una obra muy representativa en el teatro de la epoca.
! . . .
i
I 404 ON, op. c i t . , II, pp. 240-241.
4^ Almeida Garrett, U rn Auto de Gil Vicente, op. c i t . , pp. 276-
. 277.____________________ _______________________
295
!
; Saraiva y Oscar Lopes solo le dedican unas escasas cuatro iTneas en
; su his tori a de la lite ra tu ra portuguesa.^06 Fidelino de Figueiredo,
! por cierto un critico siempre atento a paralelismos literarios con Es-
paha, ni siquiera lo menciona en su Historia lit e r a r i a .407 U m Auto
de Gil Vicente ya ilu stra con mas fuerza de conviccion la actitud ro-
‘ mantica en varias de sus facetas. Pero es sin duda en Frei LuTs de
; Sousa que el arte de Garrett—como Don Marcelino de paso senala—alcan-
: za su mayor altura. Pese a sus excesos de sentimiento, a lo a rtific ia l
de algunos aspectos de la trama y al abuso de la coincidencia, la obra
tiene obvias virtudes: la reconstitucion historica, el ambiente de
! misterio que habilmente logra crear y, mas que todo, la perfecta gra-
daci5n de intensidad emotiva hasta la explosion de pasiones que es el
| desenlace de la tragedia.
iPor qui le da entonces Menendez Pelayo una importancia minima en
| relacion a las otras dos? Primordialmente porque no estaba interesado
en estudiar el romanticismo per se . Las otras dos obras tenTan entron-
i
| ques con aspectos que emocionalmente le decTan algo y es en esencia
| desde ese prisma que las considera. Es cierto que Frei LuTs de Sousa
jtiene tambien una correlacion estrecha con el pasado, pero las actitu-
; des historicas que evoca—la resistencia portuguesa a la absorcion es-
j ^°6 Antonio Jose Saraiva y Oscar Lopes, HistSria da Literatura
jPortuguesa, op. c i t . , p. 690.
|
407 Fidelino de Figueiredo, Historia lite ra ria de Portugal (Era
1 romantica—1825 - Actualidad), 2a. e d ., (Buenos Aires: Espasa-CalpO
! Argentina, S.A., 1949).
295
i
| panola—debTan de resultar particularmente antipaticas a Don Marcelino.
En la AntologTa se senala un hecho importante en la panoramica
I dramatica portuguesa, consistente en la desvinculacion de sus dos mo-
mentos de mayor altura:
El movimiento romantico produjo una creacion a rtific ia l aunque de
gran precio: el breve, pero exquisito, teatro de Almeida Garrett.
U n drama tan vecino a la perfeccion como Fr. Luis de Sousa basta
para honrar a un poeta y a una literatu ra; pero tales prodigios
no se repiten cuando falta la indispensable cdlaboracion del pub-
blico en la obra del a rtista dramatico. Fr. Luis de Sousa quedo
tan solitario como la Castro. Garrett murio sin posteridad lite -
raria, como Gil Vicentel To que vino despues de aquel apenas me-
rece citarse: es de ayer, y ya esta mas olvidado que las farsas
del siglo XVI. 408
Es extremadamente curioso que Garrett mismo haya dado identica
I explicacion para la quiebra de secuencia de la trayectona dramatica
! portuguesa. Es probable que Menendez Pelayo se hubiese inspirado en
!
el para mencionar la falta de colaboracion del publico. En ese caso
; omitio—muy explicablemente--las razones que para ello da Garrett:
Depoisjie criado o gosto publico, o gosto publico sustenta o tea
tro: e o qUe sucedeu em Franga e em Espanha; e o que teria suce-
dido em Portugal se_o misticismo belicoso de el-rei D. Sebastiao,
que nao tratava senao de brigar e rezar,--e logo a dcWinigibestran-
| geira que nos absorveuf-^nad tivesse cortado a nascenga a planta
! que ainda precisava muito abrigo e muito amparo.409
i
; Por otro lado Don Marcelino es tambien muy parco en la apreciacion
j .
j de la iTrica garrettiana. En la BibliografTa hay una rapidisima ojea-
I da sobre la evolucion poetica de este-autor . ^ 0 Se alude a su i ni ci al
I
|
I 408 APLC, op. c i t . , I l l , p. 390.
i — — i—
flflQ
| Almeida Garrett, "Introdugaq," op. c i t . , p. 158.
j 410 BH-LC, op. c i t . , VI, p. 514.___________________________________
297
\
filintism o, que de alguna manera representa una traba que a sT mismo
se impone. De la produccion posterior dice Menindez Pelayo: "Su ver-
dadero lirismo esta en Folhas CaTdas, versos de caracter indiscretamen-
i i
te autobiografi co, segun es publica voz y fama."4^ En los Heterodoxos
se refiere al Retrato de Venu$, que tacha de "poema licencioso.. .que
fue prohibido en una pastoral por el Patriarca de Lisboa."4^ a -|a
41 q
Adosinda la considera "obrilla curiosa" por haber iniciado el roman-
ticismo en la poesTa portuguesa. En cuanto a la restante poesTa de
iGarrett resume brevemente sus impresiones en una frase: "Su poema
Camoens, tal cual trozo iTrico y algunas imitaciones de romances como
; 1 a Adosinda y el Bernal Frances, son sin duda lo mejor de la poesTa lu-
Ssitana m oderna."^
i
Y es todo. La situacion aquT, evidentemente, sstparalela a la del
teatro. La poesTa romantica, a despecho de lo que tenTa de innovador
y de caracterTstico de la nueva mentalidad del siglo, ofrecTa a Menen-
dez Pelayo un mensaje emocional muy limitado. D e ahT el desden.
Si Garrett no le llega a interesar por su valor iTrico intrTnseco*
significa mucho para el como continuador de tendencias anteriores. (0-
i .
i 4 1 o
| 1 HHE, op. c i t . » VI, p. 168. PodrTa Don Marcelino haber anadido
jque Jose H^igostinho de Macedo la^denuncio a la justicia por impTa y es-
jcandalosa, pero que Garrett logro defender su inocencia en el tribunal.
413 APLC, op. c i t . , VII, p. 397.
I 414 ED CH L, op. C it., V, p. 263.
298
tra vez nos deparamos con Don Marcelino mirando al presente—o casi —
por el prisma del pasado.) Nos referimos, por supuesto, al papel de
Garrett como restaurador del romance popular. Menendez Pelayo nota que
fueron Mila y Fontanals y Garrett los primeros que en la Peninsula pui?-
bliicaron colecciones de romances directamente recogidos de la tradicion
oral, "abriendo nuevo y profundo surco en el estudio del alma colecti-
va de nuestra raza. " ^ 5
Considera, sin embargo, el Romancero Catalan superior al portu-
gues, entre otras razones "por la fideli dad e stric ta con que reproduce
los cantos populares, que Garrett casi siempre alteraba o refundTa con
forme a su gusto romantico. " ^ 6
En otros lugares de su obra son frecuentes los reparos que hace
Don Marcelino a la falta de rigor cientTfico de Almeida Garrett: "edi-
tores de mas ingenio que consciencia, como Almeida G arrett,"417 "la
dl R
fe de Garrett, que en este caso no merece mucha, "Almeida Garrett,
cuyos textos son siempre sospechosos de amano lite ra rio " ^ 9 y otros.
Todo esto es rigurosamente correcto. La ausencia de sentido cien
tTfico en el poeta portugues se ilustra con su misma observacion de
415
Idem, p. 139.
416 Ti • j
Ibid.
417
APLC, op. c i t . , VII, p. 418.
Idem, p. 269.
299
j
I que en muchos de los romances que coligio habTa "textos ja viciados
da ignorancia do vulgo, " ^ 0 que el corrigio y completo.
i ' ,
Del Romanceiro dice Menendez Pelayo lo siguiente:
Esta coleccion, formada por un delicioso poeta, que era al mismo
tiempo hombre de giisto firiTsimo, no fue hecha para los eruditos,
sino para 1 as gentes de mundo, y tuvo el merito de despertar el
gusto pOr la poesTa popular, completamente dlvidada o desdenada
en Portugal. El Romanceiro de Garrett es libro estetico y no
cientTfico: la mayor parte de los textos estan restaurados liberri-
mamente, no solo escogiendo lo mejor de las varias lecciones (como
hacTa.Duran) sino intercalando versos y aun episodios de propia
cosecha. 4^1
Anade que Garrett se sirvio de los romances Castellanos para lle -
nar huecos en las versiones fragmentarias que encontro y que no fue
|grande su diligencia como colector, ya que sus aficiones artTsticas no
lo pennitTan: "Las advertencias y notas que anadio son de dilettante;
pero aunque no ensenen mucho, recrean sobremanera, y demuestran a veces
iuna intuicion muy delicada del alma poetica del pueblo."^ 22
Una vez mas nos tropezamos con el hecho de que son los aspectos
i
iperifericos los que con tanta frecuencia despiertan el inteees de Don
IMarcelino. Su enfoque principal se dirige mas en este caso hacia lo
i
;hist6rico que lo lite ra rio , amen de concentrarse en zonas de interaccicii
Ihispanica.
!
I Si Menendez Pelayo no estudia a fondo la obra de Garrett, aun peor
420
I _ Almeida Garrett, "Na Segunda Edigao," Romanceiro, (Lisboa:
iFundagao Nacional para a Alegria no Trabalho^ 1963), pp. 33-34.
! 421
| APLC, op. c i t . , IX, p. 161.
: suerte merece la de Alexandre Herculano. De la poesTa de este, todo
| lo que tiene que decir es lo siguiente:
Alteza de pensamiento y robustez de versificacion caracterizan a
Herculano en A harpa do crente: dureza, monotonia, escasai varie-
dad de recursos arttsticos son sus defectos, asT en prosa como en
verso. Pero,eii A Arrabida, Deus, A cruz muti 1 ada, sube la inspi-
racion religiosa muy alto y se sostierie sin decaecimientos: es
Herculano de los pocos iTricos modernos que puede oponer Portugal
a Tos de otros p aises.423" 5
Hay que reconocer que, en toda su concision, esta crTtica toca
I los puntos esenciales. Ademas, la poesTa de Herculano, producto tan
solo de los anos de la juventud, no es la faceta mas representativa de
; su obra. Ya en la novela y narrativa corta, el caso es diferente. No
obstante, aquT tambien la crTtica de Don Marcelino es sumamente esca-
sa. Dice que la novela historica prospero mucho mas en Portugal que
en Espana, "por el acaso de haberse juntado condiciones de novelista
y de grande historiador en una misma persona." 424 Al Monge de Cister
I lo considera un "cuadro animado y brillante de la sociedad portuguesa
! en tiempos de Don Juan i."425 pe Eurico o PresbTtero nota que es una
! especie de poema en prosa, lleno de raptos iTricos y de efusiones sen-
| timentales contra el celibato eclesiastico; pero que, prescindiendo de
esta parte de retorica romantica ya trasnochada, contiene altTsimas
bellezas epicas. 426 Senala despues el empeno de mantener en la obra
I
423 EDCHL, op. c i t . , V, p. 268.
| 424 Idem, p. 87.
I
| 425 Idem, pp. 265-266.
| 426 ESTLV, op. c i t . , I l l , pp. 81-82._______________________________
301
|
! palabras visigoticas y arabes, lo que le da un "caracter exotico y pe-
407 ^
■ dantesco." Ademas de esto, hay solamente alguna otra esporadica
i
alusion, ademas de una breve referenda a las narraciones cortas.
Se podrTan mendonar tres razones para el desinteres de Menindez
400
| Pelayo por la novela de Herculano. ° En primer lugar, existe su rela-
tiva indiferencia por la produccion ficcional de las epocas modernas.
(Ni siquiera el fondo historico de la novela de Herculano logra veneer
I su aversion.) Despues habTa que considerar la fuerte coloracion anti-
! clerical de el Monge y Eurico. Y finalmente, puesto que siempre tra ta
Ide entretejer la literatu ra portuguesa con la castellana, el atipismo
Ide estas novelas en el panorama peninsular.
Ya como historiador podrTa haberlo impresi’ onado considerablemente
Herculano. Sin embargo, tampoco es este el caso, en parte tal vez por
ilas mismas razones. Despues de sehalar a Herculano como creador de la
! hi s tori a portuguesa, anade: "Y no es que yo le admire incondicional-
mente como algunos, ni este conforme con muchas de sus ideas y aprecia-
429
| clones, que me parecen de todo punto falsas o extremadas. 1 1
: De la obra de Herculano sobre la Inquisicion dice que es "un fo-
!
jlleto revolucionario, lleno de declamaciones, escrito con la mayor des-
jtemplanza, sin penetracion bastante del espTritu de los tiempos y ende-
^27 idem, p. 82.
| A las novelas de Garrett ni siquiera hace referenda.
EDCHL, op. c i t . , V, 271. Sin embargo en otro lugar habla
de la "penetrante intuicion crTtica de Alejandro Herculano." (Idem,
III, p. 8 9 . ) _________________L _____________________ :_____
302
i
I
rezado a un fin claramente politico, que por cierto el autor no se to-
I ' ’
I ma el trabajo de oculitar."43^ Aunque valorice la solidez del conteni-
i
do de la obra, lamenta su extremado panfletarismo. Elogia sin embargo
i
la Hi s tori a de Portuga1, haciendo reservaciones sobre la mala voluntad
; de Herculano contra la Iglesia,.muy especialmente en el caso de la po-
! lemica sobre el milagro de Ourique, en la cual Herculano "se mostro tan
; intolerante y virulento como sus mas descomedidos adversarios."43^
Menendez Pelayo, "catolico a machamartillo," exagera un poco el anti-
< ; i
I clericalismo de Herculano. De todos modos, se comprende que Don Mar-
celino, en una posfcion ideologica antipodicamente opuesta (por lo menos
i en este aspecto), no conceda a Herculano la atencion crTtica que de
I
otra manera merecerTa, especialmente si consideramos la impresion que
este dejo en Espana.
Tampoeo las promociones poeticas romanticas que siguen a Garrett
V
y Herculano entusiasman a Don Marcelino. Se da cuenta, sin embargo,
I de su existencia y llega a caracterizar los poetas mas destacados con
;alguna fugaz apreciacion. A Castilho lo considera "en algunas cosas
! revolucionario aunque anti-romantico y adorador de la antigQedad."^2
430 Idem, pp. 271-272.
j 431
] Idem., p. 272. Sobre este punto escribe en una carta: "A m i
ientender, A. Herculano tenTa razon en el fondo, pero lo ech3 a perder
Ipor exceso de soberbia, provocando a sus adversaries en el folleto
jEu e o Clero." (Fidelino de Figueiredo, "Cartas de Menendez Pelayo a
jGarcia Peres," op. c i t . , p. 1227.)
j 432 BH-LC, op. c i t . , VI, pp. 514-515.
303
Desde luego parece apreciarlo mas como traductor de poetas latinos.
Soares de Passos era "una de las mas floridas y malogradas esperanzas
del Parnaso lusitano ,"^ 33 Augusto Lima, "poeta tierno y quejumbroso,"^
Joao de Lemos, "entusiasta y simpatico cantor de la religion y de la
p a tria ." ^ ^ Alude tambien a Silva Braga, Serpa Pimentel, Luis Palmei-
rim y Gomes de Amorim pero ninguno de estos tiene, en su opinion, po-
sibilidades de obtener fama internacional. Entre los poetas de esta
epoca el mas popular es Tomas Ribeiro, "agradable, variado y ameno,
aunque incorrecto y desigual en la forma."436 De entre su obra desta-
ca el poema D. Jaime, "descon cert ado en el plan y en la estructura,"437
a cuyas invectivas contra Castilla atribuye Menendez Pelayo gran parte
de su exito. Elogia tambien rapidamente a Bulhao Pato, "poeta esponta-
neo y rico, versificador excelente." Com o es evidente, casi toda
esta crTtica es puramente superficial y hecha a base de una terminolo-
gTa incolora y generalizante. Sin duda, refleja el desinteres de Me-
433
EDCHL, op. c i t . , V, p. 268. Al referirse al poema de Alberto
Lista A Dios, dice que en el "a mi entender, se inspire el malogrado
ITrico portugues Soares de Passos para su oda Al firmamento." (Biblio-
teca de tradUctores espanoles, II, en Obras completes, op. c i t . , LV,
p. 341.) !
^ EDCHL, op. c i t . , V, p. 268.
4 3 5 T L J J
304
nendez Pelayo por la escuela. Tal desinteres se confirma con el hecho
de que en las Ideas esteticas tenTa planeado dos capTtulos sobre l i t e
ratura romantica (y algo de la re a lis ta ), que nunca 11 ego a escribir.
Muchas de las observaciones anteriormente citadas estan contenidas
en la segunda de las cartas^9 que Menendez Pelayo escribe para La Ter-
t u lia , y que tratan de la literatura contemporanea portuguesa. Es este
iel estudio—si asT le podemos llamar—mas extenso que dedica a este
perTodo.^® La impresion general que forma de la epoca la da sucinta-
mente en las primeras palabras de la carta: "No es muy halagueho cier-
tamente el estado actual de la literatu ra portuguesa. Los mismos hijos
del paTs lo reconocen, y el hecho salta a la vista de cualquiera que
haya saludado la historia intelectual de esta parte de la peninsula es-
Ipanola."4^ Garrett no dejo discTpulos, continua, y el teatro se a li-
jmenta de traducciones y pi agios:
Con haber decaTdo tanto el teatro castellano, no ha llegado a esta
infecundidad: suele fa lta r estudio de caracteres, de costumbres,
de pasiones, esmero y consciencia artTsticos, sentido moral, cuanto
439 Idem, pp. 264-274.
| _ De las dos cartas dice Fidel ino de Figueiredo que eran "uma
especie de revista muito ligeira do conspecto da literatura portuguesa,
icom a qual^certamente acabava de fam iliarizar-se." (FideTino.de Figuei1
Iredo, "Menindez Pelayo e os Estudos PortUgueses," op. c i t . , p. 245.)
|El mismo Menendez Pelayo reconoce la fragilidad del anaiisis contemdo
Ien las cartas, o por lo menos en la primera: "Y lo peor fuera que pa-
ireciese a usted y a los lectores de La Tertulia un conjunto de especies
jinconexas y mal hiladas, impertinentes a I gunas y de poco agradable lec-
Itura. Razon tendrTan ustedes en formar este juicio; pero icomp ha de
|ser? no me decido a romper lo escrito y hacerlo de nuevo. Conozco que
|ha salido disertacion pedantesca To que debio ser amena epTstola."
I(EDCHL, Op. c i t . , pp. 263-264.)
305
i se quiera, mas nunca faltan ingenio, lozanTa, originalidad y gene-
rosa abUndancia. Pero en la mayona de los modernos dramas portu-
gueses fa lta todo esto, faltan hasta el arte del dialogo y el pri-
mor de la forma, llegando a tal punto el desconocimiento u olvido
de las conditiones esteticas, que todas las piezas, absolutamente
todas, se escriben en prosa, y se de buena tin ta que es extrano
y aun desagradable para este publico el empleo de la metrificacion
en el drama. Sin ser yo de los que la consideran esencial ni mucho
menos, tengo por clarTsima senal de decadencia lite ra ria esta ab-
soluta proscription de ia forma mas bell a del lenguaje, en un pue
blo meridional, rico siempre de poesTa y de poetas, y dueno de
uno de los mas hermosos idiomas del tronco neo-latino.442
; Aunque no se le pueda negar razon en cuanto al nivel de la produc-
! cion dramatica, la curiosa asociacion entre el verso y la calidad del
; teatro es absolutamente representativa de la desactualizacion estetica
; de Don Marcelino y de su consecuente desden por muchas de las formas
; contemporaneas.
No deja sin embargo de ser justo cuando sigue comentando la medio-
cridad del teatro nacional:
El teatro frances, y a veces el nuestro son las minas mas explota-
das por los dramaturgos lisbonenses. Con frecuencia traduten, o-
tras veces haten de dos piezas una, y en no raras ocasiones forman
| una taracea de escenas sueltas formadas de diversos originales.
I Aunque el lugar de la eseena sea Lisboa, Oporto o Cintra, las cos
tumbres suelen tener de todo menos dejpdrtygasds, y aun hay muchos
dramas historicos de asunto nacional que solo tienen de tales el
| nombr|^siendo asT la trama como los accidentes de fabrica extran-
i jera.
iAlude tambien a la novela de costumbres,
j
I representada casi exclusivamente por Castello-Brancor habil narrador
I dialoguista fa c il, ingenio agudo, donoso y fecundo, pero que nd es
306
ni con mucho el primer novelista contemporaneode la penfnsula ibe-
rica, como asevera undiligente escritor, quizS el primero que en-
tre nosotros ha dado a conocer la literatura portuguesa.*^
Considera que Camilo Castelo Branco, "con todas sus innegables do
te s " ^ 5 es inferior a Fernan Caballero, Alarcon, Valera y al mismo Pe-
;reda. Esta sarta de lugares comunes es todo lo que Menendez Pelayo
dice de la novela posterior al romanticismo. Es cierto que la carta
:fue escrita en 1876, aho que se publica en forma de libro ^ 6 0 Crime
i • •
ido Padre Amaro, la primera novela portuguesa francamente realista. Ju-
!1io Dinis habTa sin embargo muerto ya cuatro anos atras. El Amor de
■ Perdigao, a que Menendez Pelayo no alude, se publico en 1862. Ademas,
en toda su vida Menendez Pelayo no menciona una sola vez en sus escri-
tos el nombre de Ega de Queiros, sin duda la figura mas significativa
del siglo XIX portugues. Menendez Pelayo le sobrevivio, con todo, doce
ahos y tuvo inevitablemente que presenciar el exito que ya entonces Ega
habTa conseguido en Espaha.
Las noticias o crTticas en el campo de la poesTa rea lista son de
|igual modo escasTsimas en la obra de Menendez Pelayo. D e Antero de
[Quental (este con excelentes condiciones para llamar la atencion de
I Don Marcelino), Cesario Verde, Gomes Leal y tantos otros poetas de la
jepoca no se ocupa en absoluto.
| 444
i Idem., p. 266. No esta claro si se refiere a Romero Ortiz o
I a D, Juan Valera.
Ega la habTa publicado el aho anterior, en su primera version,
j en la Revista Ocidental, de Lisboa.
307
A Guerra Junqueiro dedica nueve o diez lTneas, en relacion a su
i
Morte de D. Joao. Considera sus fines laudables pero los medios no muy
joportunos. Ni otra cosa se podrTa esperar de Don Marcelino en relacion
a un poeta como Guerra Junqueiro.
De la poesTa de Teofilo Braga tampoco parece tener una impresion
muy halagadora. En primer lugar seguramente le disgustarTa la orienta-
icion social y humanitaria que senala en la obra poetica de Braga. Lo
iacusa despues de escribir poemas "vagos, aereos, nebulosos, llenos de
i _
remini seencias extranas, y tan poco unos y consecuentes en el plan,
que en ocasiones parece que ni el autor mismo sabe por donde camina."44?
Alude despues de paso a la "Questao Coimbra,"'bn que Teofilo y sus
amigos mostraronse violentos hasta el extremo, faltando quiza a las con-
diciones debidas al venerable anciano y eminente poeta. 1,448 Anade que
el resentimiento de Braga contra Castilho se puede notar aun en su His-
; tori a de 1 a 1i teratu ra.
Y no va mas alia que esto su interes por la novela y poesTa de es-
; ta epoca. 449 El desden de Menendez Pelayo por el realismo parece lle-
j
jvarle hasta el punto de evitar mencionarlo por su nombre:
' Dar carta de ciudadanTa a todo linaje de palabras desdenadas por el
! claisicismo academico, fue uno de los principios que escribieron en
|
447 EDCHL, op. c i t . , V, p. 269.
| 448 Ibid.
|
! 449 De las manifestaciones poeticas finiseculares tampoco ha^ una
| palabra, pese a la importancia de poetas como Antonio Nobre o Eugenio
1 de Castro.
308
su bandera los primitives romanticos. Otra escuela mas reciente
[el subrayado es nuestro], que hace gala de despreciar a los ro-
manticos, Jleva hasta la exageracion y hasta la nausea este mismo
principio . 450
A proposito de lo que en estas cartas escribio Menendez Pelayo,
a raTz de su primera visita a Portugal, comenta Fidelino de Figueiredo:
Descrevendo as suas impressoes, o escritor notou o atraso da cul-
tura portuguesa e mostrou^com o seu depoimento que do intenso movi-
merito li terario operado ja entao pal a chamada Geragao de Coimbra
so conheceu os trabalhos do Sr. T. Braga.451
En efecto, se refiere con frecuencia a la obra crvtica de Braga.
D e su Hi Stori a da Li teratUra Portuguesa tiene la siguiente apreciacion:
El cumulo de datos es grande, las apreciaciones de conjunto saga-
ces con frecuencia, el metodo no muy claro ni consecuente, la ten-
dencia a generalizar excesiva, las cuestiones extranas al objeto
de la obra bastantes, las repeticiones demasiadas, el sentido (co
m o dicen los krausistas) estrecho, la apreciacion estetica poster-
gada a la historica, el talerito del autor clarTsimo, sus preocupa-
ciones y errores muy graves, y es con todo su libro unade las
fuentes mas cdpiosas para la historia lite ra ria de Espana que ha
enriquecido con olvidadas noticias e inducciones muchas veces fe-
lices.^52
A lo largo de la obra de Don Marcelino son relativamente frecuen-
tes las ocasiones en que menciona a Teofilo Braga, para apoyar o con-
tradecir las opiniones del critico portugues sobre varios aspectos l i -
terarios. Elogia sinceramente los tres romanceros recogidos por Bra-
450 HIEE, op. c i t . , I l l , p. 493.
4^ Fidelino de Figueiredo, "Menendez Pelayo e os Estudos Portu
gueses," op. c i t . , p. 242.
452 EDCHL, op. c i t . , V, p. 273.
309
I ga, 433 pe r o en otros puntos vacila entre el elogio de la erudiciSn y
! tecnica de pesquisa de Braga y la crTtica a su desorden de exposicion
I y a sus hipotesis temerarias. En una carta a Valera, escrita desde
| Santander en 1881, Menendez Pelayo manifiesta, como en sus escritos
I publicos, esta misma actitud algo indecisa sobre el valor del crTtico:
|
' Tambien oigo hablar mucho de Teofilo Braga, a quien no conocT per-
! sonalmente porque no estaba en Lisboa cuando yo anduve por alia.
Tengo aquT, y he leTdo hasta catorce o quince tomos suyos de His-
toria de la Literatura Portuguesa. La erudicion es copiosa, aun
que indigesta, tumultuaria y con grandes lagunas. Los juicios me
j parecen de un delirante frenitico, sin gusto ni entendimiento de
la hermosura lite ra ria . Sabe algo de literaturas comparadas, pero
todo J o trabuca y de todo hace un miscUglid abominable. Listed lo
habra leTdo sin duda y a usted le parecerS de el lo que a mT.
iQue especie de hombre es? iTiene credito ahT? M e parece un eri^
: fant terrible del positivismo y de la demagogia, y es Tastima,
porque debe ser extraordinariamente laborioso y sus colecciones
de poesTa popular son buenas.^5^
En cambio, aun en el campo de la crTtica, son infalibles los en-
comios, siempre que se refiere a D. Carolina Michadlis de Vasconce-
I los. Por la correspondencia existente en la Biblioteca Menendez
Pelayo, en Santander, parte de ella todavTa no publicada, se puede ver
| como fueron intensas las relaciones lite ra ria s entre los dos, aunque
I tardTamente empezadas. ^ 6 Los dos cambian libros y datos y se entre-
! 453 APLC, op. c i t . , IX, p. 162.
s
4^4 Miguel Artigas Ferrando y Pedro Sainz y Rodriguez (s e l.), E-
| p isto la rio d e Valera y Menendez Pelayo, (Madrid: 1930), p. 95.
455 PermTtasenos considerarla dentro del marco de las letras por-
jtuguesas, a pesar de su origen germanico.
4® ® Una carta de 1889 parece ser la primera que Dona Carolina le
escribe. Estas relaciones duraron hasta el and de la muerte de Don
Marcelino.
310
ayudan constantemente tanto sobre puntos de literatura portuguesa como
|espanola.
| Menendez Pelayo se apoya frecuentemente en las opiniones de Dona
j
Carolina y casi de cada vez que a el la se refiere tiene el cuidado de
anadir algunas palabras elogiosas. Por lo general hay casi siempre
algun adjetivo como admirable, profunda, penetrante, docta o insigne.
Al hablar de la necesidad de una verdadera edicion crTtica de las
jobras de Gil Vicente exclama: "iOjala que esa edicion nos la de pronto
Iquien puede y debe hacerla; quiero decir, el hada benefica que Alema-
;nia envio a Oporto para ilu stra r gloriosamente las letras peninsula-
! re s !1,457
Tanto la ambivalencia en relacion a Teofilo como la franca admira-i
i
cion en relacion a Dona Carolina se justifican en absoluto. Lo curioso
es, sin embargo, que la mayor atencion que Don Marcelino dedica a sus
|contemporaneos incida primordialmente sobre dos crTticos. Aun en este
campo se ocupa considerablemente de Latino Coelho, Aunque defendiese
una postura ideologica que no podrTa resultar simpatica a Don Marceli-
i
;no, Latino Coelho era iberista en polTtica e hispanista en sus aficio-
i
Ines culturales. Quiza estos hechos--mas el ultimo que el primero, por
jsupuesto—predispusiesen al entonces joven Menendez Pelayo a exclamar:
"iQue ingenio tan vario, flexible, rico y verdaderamente espanol es el
I de Latino Coelho. 1 iQue claridad de entendimiento y que viveza de fan-
|
| 457 APLC, op. c i t . , I l l , p. 395.
I 458 ED CH L, op. c i t . , V, pp. 272-273.
31 ;1
Ya mas tarde modera en algo su entusiasmo. En una carta que envfa
j ' a Valera en 1883, Menendez Pelayo escribe:
j
Acabo de leer el libro de nuestro Latino sobre Camoens, y—aca para
| entre nosotros— -dire a usted que no me satisface ni trae, a mi en-
tender, novedad alguna en datos ni en juieios, reduciendose solo
a una repeticion elegante y agradable de lugares comunes, patrio-
ticos y literarios. Nuestro amigo es un gran retorico y en estas
amplificaciones y exornaeiones triunfa. Lo que Tlevo leTdo del
libro de Vasco da Gama y sus precursores me contenta mas, quiza
porque me coge mas de nuevas el asunto. 459
i
Latino Coelho era en efecto un talento relativamente secundario
;en la crTtica, incluso en la incipiente crTtica lite ra ria portuguesa
;de la segunda mitad del XIX, AquT tambien la postura de Menendez Pela
yo (disculpando sus juveniles arrobos) parece bastante justa y equi1i -
brada.
En el campo de la historiografTa elogia tambien a otro hispanista,
Oliveira Martins, con un poco mas de calor de lo ;que la solidez cienti-
! ca de iste merecTa, 4® 9 aunque reconozca lo quimerico de su restauracion
i ’ ' . . .
!historica en Os Filhos de D. Joao I .
Se observa por lo tanto que el interes de Don Marcelino por estas
jcuatro figuras, Teofilo Braga, Carolina M i chafe!is, Latino Coelho y 01i -
! 458 EDCHL, op. c i t . , V, pp. 272-273.
| --------------------------------
459 - -r
Miguel Artigas^Ferrando y Pedro Sainz y Rodriguez (s e l.), Epis-
tolario de Valera y Menendez Pelayo, Op. c i t . , p. 150.
460 En este caso podrTan considerarse tambien razones afectivas.
A Oliveira Martins le llama alguna vez "mi inolvidable amigo." (ON,
op. c i t . , II, p. 180.)
312
!
i
I
jveira Martins, es, por asT decirlo, de segunda mano. Es significativo
j
|que sean estos, entre todos los literatos de la segunda mitad del XIX,
j
|casi losunicos que haya estudiado: su interes, para Don Marcelino,
;resultaba del hecho que todos eran un vehTculo de conocimiento sobre
epocas pasadas. Sobre los otros, los que eran verdaderamente creadores
;en el sentido lite ra rio , el silencio de Menendez Pelayo fue—permTtase-
nos la paradoja—elocuente.
| Esta desatencion no se puede sin embargo atribuir a desconocimien-
ito. El numero de obras portuguesas del siglo XIX en la Biblioteca M e-
j A C 1 „
[nendez Pelayo permite medir la dimension del conocimiento que tenTa
i ■
iel polTgrafo en e ste campo. (lestimonios contemporaneos nos dan la ga-
rantTa de que Menendez Pelayo habTa realmente leTdo con atencion todos
ilos libros existentes en su bib lioteca. No obstante, es curioso notar
!que en los modernos apenas se pueden ver acotaciones del maestro, al
i
jcontrario de lo que pasa con muchos de los antiguos.)
Daremos enseguida una lis ta del numero de obras de los escritores
j
iportugueses contemporaneos de mayor relieve que Menendez Pelayo poseTa
en dicha biblioteca:
A U TO R N U M E R O D E O B R A S
Teofilo Braga 22
Camilo Castelo Branco 5
Antonio Feliciano de Castilho 4
Eugenio de Castro 2
Las sucesivas direceiones de la Biblioteca han preservado es-
|crupulosamente el volumen de las obras tal como se encontrabari por oca-
sion.de la muerte del erudito, sin permitir mas que la adquisiciori de
un reducido nGmero de obras bibliograficas sobre e l, que se guardan en
una seccion separada.
313
Joao de Deus 5
Gomes de Amorim 1
Guerra Junqueiro 2
Lopes de Mendonga 1
Oliveira Martins Aao 16
Carolina Michael is 15
JoSo Penha 1
Antero de Quental 4
Tomas Ribeiro 4
Serpa Pimentel 1
Silva Gaio 1
Soares de Passos 1
Como se puede observar, la mayor concentracion es de poetas y cri-
ticos. Sin embargo entre los primeros estan ausentes figuras de la im-
'portancia de Gomes Leal, Gongalves Crespo, Antonio Feijo, Cesario Ver
de, Antonio Nobre, Camilo Pessanha o inclusive, entre las promociones
;mas modernas, Teixeira de Pascoais. Entre los crTticos falta Moniz Ba
rreto, el mas lucido de todos los del novecientos, aunque la brevedad
de su vida no haya permitido una obra mas representative de sus cuali-
dades. Pero es especialmente entre los prosistas que mas.se nota la
j
ausencia de obras significativas. Ega de Queiros, en realidad el unico
lautor portugues del XIX con verdadera proyeccion internacional, falta
en absoluto. Tampoco estan representados Ramalho Ortigao, Fialho de
iAlmeida, Trindade Coelho o Abel Botelho, para tan solo mencionar a al-
i '
Igunos de mayor altura.
]
; Casi serfa superfluo notar.que la existencia de estas lagunas no
implica necesariamente que Menendez Pelayo desconociese los autores en
cuestion. Sera muy posible admitir que los haya leTdo, quiza en sus
I ^ Otra vez tomamos la libertad de incluir a Dona Carolina entre
I los escritores p o r t u g u e s e s . _______________________; ____________
314
I
anos de director de la Biblioteca Nacional. No reside aquf, sin embar
g o , el aspecto de mayor significado del problema. Lo importante es que,
|conocieralas bien o no, Menendez Pelayo vuelve deliberadamente la es-
palda a casi todas las manifestaclones de la literatura realista en
|Portugal.
Es interesante observar como Don Marcelino desecho casi sistemati-
camente las sugerencias de su amigo Valera para que escribiese sobre
|literatura portuguesa contemporanea. Hay, por cierto, que considerar
!
que Don Juan no se mostraba muy optimista sobre la calidad de la cul-
itura lusitana de su tiempo. Formaba incluso de ella una opinion a ve
ces intensamente negativa, que con toda probabilidad transmitio a Menen
dez Pelayo. "Todo es medianejo, o menos que medianejo, salvo Latino,"4^
le escribTa Valera en el tiempo en que era ministro de Espana en Lisboa
La medianTa parece achacarla al afan autonomista de los portugueses,
Iuna postura en que por cierto coincidTan el "liberal" Don Juan y el
iarchiconsdrvador Don Marcelino:
Esto es bello como paTs, y delicioso como clima; pero, ique gente,
Dios mTo, que gente. 1 El mejor de los portugueses es una caricatura
de un espanol de ig u a lc la se , con algo de odioso ademas, porque hay
en su amor a su autonomTa nacional algo que hace el efecto de infi-
j deli dad a la casta, que es peor que infidelidad a la p a tria . 4b4
Menendez Pelayo, aunque con mas moderacion, parecTa coincidir con
la apreciacion de su amigo:
^ Miguel Artigas^Ferrando y Pedro Sainz y Rodriguez (s e l.), Epis-
jtolario de Valera y Menendez Pelayo, op. c i t . , p. 85,
464 Idem, p. 92.
315
|
| Veo lo que me dice usted del lamentable estado de toda cultura en
! esas tierras. Mucho peor es que el nuestro, aunque no tardentos en
llegar alia si Dios no lo remedia, porque Portugal, sin quererlo
I y aun contra su voluntad, es en todas las cosas anticipada carica-
tura nuestra.4bb
I Es bien posible, por lo tanto, que Valera con sus comentarios so-
| bre la actualidad portuguesa, consolidase, en relacion a este pais,
I la general indiferencia de Menendez Pelayo hacia las formas literarias
I mas recientes. "Los poetas, que hay muchos, todos son victorhuguetes
jentecos. Las frases, la versificacion, todo lo imitan, no solo los
| pensamientos, "4^8 se lee en una carta de 1881. Claro que la v o latili-
; dad de Valera no le permitTa mantener una postura crTtica consisten
c e . 467 A Guerra Junqueiro, por ejemplo, lo elogia y ataca en la misma
frase, escrita a proposito de A Morte de D. Joao; "No se puede imagi-
jnar nada mas sin pies ni cabeza, y, sin embargo, ique facilidad, que
facultades de poeta y que varia, aunque vaga y mal digerida lectu-
| r gi«468 Esta ambivalencia se nota tambien significativamente en lo
i '
i
ique escribe a Menendez Pelayo sobre Gongalves Crespo:
Ha muerto el poeta Gonsalves Crespo,_ Usted tiene sus Nocturnos
y sus Miniaturas. Escriba ahofa algun artTculo crTtico sobre Si. 9
I
i
| Idem, p. 95,
! 466 Idem, p. 92.
j - - - - - - - - -
467 Quiza esto lo explique su frase: ]|En mi afecto a los portu
gueses hay altas y bajas, y las bajas son mas frecuentes que las altas."
(Idem, p. 60.)
468 Idem, p. 131.
469 Una sugerencia que Menendez Pelayo nunca aprovebho.
316
| Era elegante en la forma, eonciso, brioso, sentido casi siempre.
Su defecto capital, muy comun a los demas poetas portugueses del
dfa, era la imitacion servil de los franceses, su falta de ideal
y su carencia de ser propio de la nacion y de la casta . 470
Esto esta en una carta de 1863. Dos dfas mas tarde insiste en
i
:otra para que Menendez Pelayo escriba el artfculo porque "a los espano-
471
les nos conviene hacernos cargo de lo que por aquf pasa" y no por
;los meritos que encuentra en Gon?alves Crespo. Y anade, por cierto en
un tono que hace poco honor a sus metodos crfticos: "Gonsalves Crespo
!es un mulato, medio indio o medio mono, que remeda con cierta habilidad
47?
y primor a Musset y a Heine." /c
A pesar de todo Valera incita constantemente a Menendez Pelayo,
jdurante el tiempo en que vive en Lisboa, a que trabaje sobre literatura
portuguesa. Para familiarizarlo con ell a le sugiere obras y autores e
incluso le envfa libros. Le anima, por ejemplo, a que escriba sobre
el Romanceiro da IIha da Madeira y sobre Oliveira Martins, Pinheiro
Chagas y Latino Coelho. Le recomienda tambien la lectura de los "novT-
jsimos": Gongalves Crespo, Guerra Junqueiro, Serpa Pimentel y Tomas
jRibeiro. 473
|-
470 Idem, p. 167.
47^ Idem, p. 168.
472 Ibid.
I 473
I El deseo de que Menendez Pelayo se ocupara de los dos ultimos
|no era totalmente desinteresado por la parte de Valera. Serpa Pimentel
lera en ese tiempo ministro de relaciones exteriores y Tomas Ribeiro mi-
|nistro del reino, o sea del interior. Como representante de Espafja, a
jValera le convenTa estar en las buenas gracias de los dos. En relacion
jal ultimo pide inclusive a Menendez Pelayo que lo juzque con indulgeneia
En una de las cartas de Valera se incluye una lis ta de obras que
habTa enviado de Lisboa a Menendez Pelayo. Entre los libros modernos
estan los de Gomes Leal, Gonsalves Crespo, Guerra Junqueiro, Camilo
Castelo Branco (aunque los libros enviados, Eusebio Macario, A Brasi-
leira de Prazins y A Corja solo representen la faceta violentamente
rea lista —aun considerarido sus iniciales propositos satTricos—de la
obra camiliana) y Julio Dinis (Os Fidalgos da Casa Mourisca y U m a FamT-
474
lia Inglesa).
Por otro lado, en los archivos de la Biblioteca Menendez Pelayo
475
existe abundante correspondencia de estudiosos portugueses. Entre
la escrita por personajes de cierta repercusion en las letras portu-
guesas hay algunas que permiten sacar conclusiones muy interesantes so
bre el tipo de relaciones que Menendez Pelayo tuvo con ellos.
Casal Ribeiro le escribe en frances, en papel con monograma bajo
una corona—la carta esta solamente fechada "sabado, 3?—y To invita a
escuchar musica en su casa. En otra, en papel membretado de la Lega
tion de Portugal, sin fecha, lo convida a cenar. Aun en otra, en pa
pel i den tico, fechada "lunes, 17 abril," escrita en castellano, aparen-
temente por un secretario, lo invita a una cena para que pueda presen-
tarle a Oliveira Martins.
474 Idem, p. 163.
^ Muchas de estas cartas son de figuras algo obscuras, que se
dirigen a Don Marcelino pidiendole toda suerte de favores.
! 318
j
j
| Teofilo Braga le envTa una tarjeta de v isita , sin fecha, en la
! cual se dirige a Don Marcelino como "bom amigo" y en la cual al pare-
cer le da las gracias por la propuesta de algunos literatos espanoles
de admitirlo a e l, Braga, en la Academia.
Gomes de Amorim mantiene correspondencia con Menendez Pelayo, por
lo menos de 1885 a 1890. En sus cartas hace'comentarios sobre la obra
' de Menendez Pelayo, anunciale la oferta de su Garrett y de una edicion
|de los LusTadas, promete ejemplares de otras obras suyas y tiene unas
|lTneas curiosas para la determinacion de las relaciones personales en
tre el erudito espanol y Latino Coelho: "0 meu velho amigo Latino Co
elho, que V. Exa. conhece muito bem, e que aqui era Sintra passa o verao
tambem, ihe manda mil sa u d a d e s."^
De Julio de Castilho existen cuatro cartas. En la primera, de di-
iciembre de 1876, el hi jo de Antonio Feliciano se refiere a la reciente
Ivisita de Menendez Pelayo a la capital portuguesa:
Fazendo as honras da nossa belissima Lisboa a urn estrangeiro tao
I distinto, nao fiz mais que o meu estrito dever; so me pesa te r
conhecido V.S. tao poucos dias antes da sua partida, o que nos im-
| pediu de convivermos tao frequentemente como eu desejaria, e m e__
impossibilitou de mostrar-The algumas das curiosidades mais nota-
i veis da nossa capital.477
En otra, de 1888, escribe: "...pode crer que me lembro sempre
Carta inedita, existente en la Biblioteca Menendez Pelayo, de
|Santander.
477 ibid.
319
|
! com saudade do tempo em que convivemos em Lisboa e recordo com muito
| prazer a sua amavel companhia, as nossas pequenas te r tu lia s , o nosso
I passeio a Sintra, e a sua conversagao, sempre instrutiva ."^ 78 Promete
j tambien enviarle, caso Menendez Pelayo no las tenga, las MemSrias de
: Castilho, donde vera como su padre "foi horaciano nos seus primeiros
479
: tentames poeticos." El Vizconde de Castilho recuerda la conviven-
cia con Menendez Pelayo aun por largos anos. En cartas de 1905 y 1909
ihay todavTa referencias a la visita a Lisboa en 1876.
En una carta de 26 de abril, sin mencion de ano,.Oliveira Martins
|le presenta a Bernardino Machado, que va a Espana estudiar la organiza
tion uni vers ita ri a. En otra le presenta el escritor ingles Sir Donald
Mackenzie Wallace, y en una tercera, que.parece ser de 1890, alude al- |
: envTo de los Sonetos de Antero de Quental como prueba de agradecimiento
;por la hospitalidad de Don Marcelino.
Otra de las cartas es del dramaturgo Mendes Leal, en ese tiempo en
imision diplomatiea en Madrid. Se trata sencillamente de una invitacion
i ■
para una cena lite ra ria .
!
i
De Joaquim Leite de Vasconcelos existen dos cartas y una tarjeta ,
I todas escritas en 1908, de las que se deduce que Menendez Pelayo le en-
jvio varias informaciones. La correspondencia con mas interes lite ra rio
ies, sin embargo, la que Don Marcelino mantiene con la esposa de Leite
| 478 Ibid.
478 Ibid.
320
|
j
!de Vasconcelos, Carolina Michafe'lis de Vasconcelos. A e lla se aludio
I
i con anterioridad.
i
I ^
De todo esto resulta que Menendez Pelayo tuvo amplias oportunida-
des para informarse del movimiento literario portugues.de la segunda
Imitad del siglo. Si sobre i l —o sobre el romanticismo—fue tan limita-
jdo en su crTtica, la explication esta esencialmente en su relativa hos-
i
jtilidad hacia lo moderno. Es cierto que escribio varios ensayos sobre
jliter&tura espanola contemporanea. Lo hizo sin embargo, como atras se
!
iapunto, en una base afectiva, concentrandose en los escritores con quie
;nes mantenTa relaciones y con los que escribieron sobre la region mon-
i
jtanesa. Como se puede constatar por la anterior correspondencia, su
'trato con los portugueses nunca paso los lTmites de una ceremoniosa
afabilidad. No existTa, por lo tanto, la misma motivacion para que se
dedicara a la obra de ell os. De todas maneras es un hecho de importan-
:cia el de que, incluso dentro de esta relativa frialdad, Menendez Pela
yo se haya ocupado mas en especial de autores interesados en asuntos
j
espanoles, como Latino Coelho, Teofilo Braga y Oliveira Martins.
V
CONCLUSION
321
322
I
!
De To que se senalo en los capTtulos anteriores la primera y mas
obvia conclusion que se puede sacar es la de la magnitud y solidez de
la investigacion de Menendez Pelayo sobre literatu ra portuguesa. -Impre-
siona especialmente constatar como explora zonas hasta entonces verda-
deramente obscuras y como dedica todos sus esfuerzos a coordenar y ar
ticu lar datos. En el trabajo de reconstruccion hay tambien que subra-
yar su extrema seriedad de procesos, manifestada en especial en la im-
parcialidad con que presenta las varias facetas de los casos literarios
mas susceptivies de controversia.
En este campo Menendez Pelayo fue muchas veces un innovador, ante-
cediendo considerablemente la crTtica 1 usitana en el estudio de varias
zonas de su literatu ra. El ejemplo mas significativo es el de la poe-
;sia medieval, un aspecto en que los primeros estudios portugueses de
jmportancia solo se realizaron despues de la muerte del polTgrafo. Esto
1o apunta Jose Maria Viqueira cuando menciona que fue Menendez Pelayo
"uno de los primeros que inicio el estudio de los cancioneros galaico-
portugueses, llamando la atencion de los investigadores lusos hacia la
i
fimportancia de. aquellas colecciones liric a s, y estimulando con su ejem
plo la dedicacion a unos estudios casi ineditos en su tiempo." 1 Ademas,
pn algunos puntos, la profundidad de los estudios de Don Marcelino no
fue, hasta ahora, transcendida.
Otra consideracion que hay que tener presente es que Menendez Pela-
| ^ Jose Maria Viqueira, "Proyeccion de Menendez Pelayo en Portugal,"
bp. c i t . , pp. 526-527.
323
i
| yo no pretendio jamas estudiar la literatura portuguesa en su to ta li-
dad ni siquiera independientemente de la espanola.^ El hecho implica,
por consecuencia, una seleccion de asuntos y una gradacion segun su
! importancia relativa. El analisis de su criterio selectivo, como an-
i teriormente se pudo observar, fornece tjortaciones muy curiosas para
: la apreciacion de las constantes lite ra ria s de Don Marcelino.
|
En la literatura medieval se preocupa con los nobiliarios, el pro-
| blema de la existencia de una epica en el Noroeste y, sobre todo, con
| la poesTa de los cancioneros. Hay que notar que todos estos aspectos
! tienen hondas correlaciones de fondo o forma con la materia espanola.
| De la figura de mayor relieve de todo el Medievo portugues, Fernao
Lopes, no tiene practicamente nada que decir. Aunque en varios pasajes
el cronista se revele Tntimamente ligado a la obra historica del Can-
c ille r Ayala, lo que serTa con toda probabilidad un motivo digno de
llamar la atencion de Don Marcelino, este, sin embargo, no lo estudia,
dejando asT una notable laguna en su vision crftica de este perTddo.
En el prerrenacimiento destaca los aspectos del Cancioneiro Gera!
I en que se nota la huella espanola y casi pasa por alto los otros. A
j
| Gil Vicente dedica un estudio bastante completo, lo mismo que a la poe-
i sTa y a la novela de Bernardim Ribeiro. Estos dos autores estan, por j
i ^ Aunque en la practica los resultados no siempre correspondieron
| a sus propositos. Pese a sus tendencias aglutinativas, son varios los
! casos en que enfoca separadamente un aspecto de la literatura portugue-
i sa, sin otro criteriojJiferenciativo que no sea el nacional, en una
! flagrante contradiccion con sus mismos principios.
324
supuesto, vinculados a otras figuras lite ra rias del lado espanol. Ha-
; bra que anadir que una de las razones que motivaron el estudio de Gil
; Vicente fue su posible heterodoxia--el tema que entonces preocupaba a
Don Marcelino.
En el Renacimiento estudia con minucia el Romancero y la novela
de caballerTa, dos temas de obvios entronques hispanicos. En la ITrica
de esta epoca se preocupa esencialmente con la observancia de model os
; latinos. La atencion que presta a Camoens, tanto en la ITrica como en
; la epica, es relativamente reducida, a pesar de ser el la figura de mas
! envergadura de la literatu ra portuguesa y una de las que mejor la carac-
terizan. La preocupacion con un autor de limitada importancia, como
lo es Jorge Ferreira de Vasconcelos, tiene, como es evidente, su raTz
Ien el estudio del impacto de la CeleStina. U n casi absoluto silencio
:reina sobre la lite ra tu ra de la expansion: cronicas y relatos de via-
!jes. Esta literatura es, no obstante, una de las facetas mas represen
tatives de la epoca en que Portugal revelo su mayor individualidad.
En el perTodo barroco olvida la poesTa, que tanto comparte con su
|
|congenere espanola. (De la incomprension de Menendez Pelayo hacia esta
t
|poesTa ya se hablo anteriormente.) Se ocupa de Francisco Manuel de Me-
|lo, que tambien escribio poesTa y prosa en castellano y, casi sorpren-
i
identemente, se refiere a menudo al mediocre Faria e Sousa. Este, pese
a su anti-espanolismo politico, trato por supuesto de tematica caste-
llana. Sobre la obra del Padre Antonio Vieira no escribe una sola IT-
i .
Inea. ,
325
i
En el siglo XVIII hay un anali'sis bastante completo de su panora-
| ma literario . No subraya el lado castizo del teatro de Antonio Jose
: da Silva, no da la verdadera dimension de Verney y revela una inexpli
cable admiracion por Jose Agostinho de Macedo.
Los romanticos solo parecen interesarle en una medida muy corta.
A Garrett lo considera casi solo como coleccionador de romances o como
:autor del olvidado Catao. A la obra mas caracterTstica del romanticis-
imo portugues, el Frei LuTs de Sousa, solo alude de paso. La novela de
I Garrett no le interesa en absoluto y la de Herculano poco mas, aunque
el relativo desarrollo de la novelTstica romantica en Portugal ofrezca
un marcado contraste con su ausencia en Espana.
Del realismo practicamente no dice una palabra, si exceptuamos las
frecuentes referencias a la crTtica de Teofilo Braga. Sobre la figura
maxima del XIX portugues, Ega de Queiros, deja caer un silencio absolu
to.
Los criterios de valorizacion que se deducen de estos estudios son
!
obviamente imperfectos. Aunque se admitiera que algunos autores o ge-
Ineros no fueron tratados por falta de tiempo o oportunidad (repetimos
I que Menendez Pelayo nunca se propuso hacer un anali'sis exhaustivo de
i i
la literatura portuguesa) o por cualquier otro motivo de orden practi-
ico, queda sin embargo un hecho significativo: en los autores que si
estudio, el sistema de prioridades, tanto en relacion al valor relativo
de los autores mismos como al de los diferentes aspectos de la obra de
jcada uno de ellos, refleja mucho mas consideraciones externas que una
326
apreciacion verdaderamente lite ra ria . Estas consideraciones son, en
la mayorTa de los casos, el hispanismo del autor, las simpatTas o anti-
patTas lite ra ria s de Don Marcelino y las preocupaciones que de momento
lo avasallaban. De las ultimas, las mas intensas fueron la heterodoxia
y el horacianismo.
La literatura portuguesa queda por consecuencia truncada o despro-
porcionada en la obra de Menendez Pelayo. Al omitir a los autores o las
manifestaciones literarias que mas expresan la individualidad portugue
sa y al realzar los aspectos de interdependencia3 con la literatura
castellana la impresion general que causa no puede dejar de ser falsa.
Cuando falamos de que cada pobo ten a sua filosofTa xenuina^entin-
dese que ista filosofTa non se pode reducir a un sistema sinon gue
mais ben consiste n-unha peculiar atitude mental o interpretacion
dos problemas filosoficos, ou mi 11 or, n-unha peculiar vivencia i-
espresion d-ises problemas,^
escribe Ramon Pineiro. Es exactamente esa vivencia o expresion portu
guesa que Menendez Pelayo se abstiene de dar en su crTtica, dejando por
lo tanto de senalar las’ diferencias en el sentir de la realidad que exis-
ten en la literatura espanola y en la portuguesa.
El eminente discTpulo que Menendez Pelayo dejo en Portugal, Fide-
Menendez Pelayo menciona con mas frecuencia los casos de influen-
cia espanola en Portugal. Como estos son en realidad mas numerosos que
! los opuestos, no podnamos acusarlo de partidarismo en este aspecto.
4 Ramon Pineiro, Sinificado metafTsico da saudadeJNotas pra unha
I fi 1 osofTa galaico-portuguesaT7W rgo, L l^ l J)» p. 7. A este traibajo
|fue anadido otro y los dos constituyen la obra Dos ensayos sobre la sau-
|dade, Buenos Aires, 196L En el primer trabajo el autor considera que
|"Castilla representa o polo metafTsico da vivencia mTstica; o mundo ga-
j 1aico portugues representa o da Saudade," (p. 20).
327
lino de Figueiredo, aunque teoricamente coincida con el maestro en su
concepto de la uni dad cultural peninsular, en terminos practicos esta-
blece las diferencias esenciales entre las literaturas espanola y por
tuguesa. En cuanto a la primera, destaca en su obra Pyrene, los puntos
que la individualizan:
1. La constante preferencia por las formas metricas artificiosas.
2. El popularismo, concretado en el anonimato o dudosa autorTa de
de algunas de sus obras mas representativas.
3. La persistencia de temas poeticos a lo largo de los siglos.
4. La austeridad moral y el sentimiento de dignidad humana.
5. La austeridad estetica, representada por el horror a lo mara-
villoso y por un realismo que converge con el popularismo.
En cambio, en "Menendez Pelayo e os Estudos Portugueses," trabajo an-
teriormente citado, nota la individualidad de la literatura portuguesa
en los siguientes aspectos:
1. La tematica de los descubrimientos marTtntmos.
2. El predominio del lirismo.
3. La frecuencia del gusto epico.
i 4. La escasez del teatro.
!
5. La carencia de espTritu crTtico y filosofico.
; 6. La separacion del publico.
j
I 7. Cierto misticismo de pensamiento y sentimiento.
i
; Aunque los prismas por los cuales mira las dos literaturas sean
| algo distintos, las deducciones son obvias. El mismo Figueiredo consi-
328
| dera en Pyrene que "A minha forma actual seria: literatura e a expres-
| sao artTstica dum espTrito nacional numa lTngua n a c i o n a l , anadiendo
I
! que cuando el espTritu nacional se expresa en otra lengua tenemos una
i literatu ra mangUee como forma de expresion y comunicacion. Para Menen-
1 dez Pelayo, como se vio, no importa la lengua en que se expresa el sen-
i t i r nacional.
! La cuestion que en este punto se tiene que postuTar es la inten-
! cionalidad de Menendez Pelayo. En otras palabras, ise habra dado cuen-
ta del caracter diferenciativo que en varias epocas y generos puede
presentar la literatu ra portuguesa y lo habra, a proposito, ocultado?
i
: 0 por lo contrario, en su empeno de integrar esa literatu ra en la "es-
i panola," ise habra inconscientemente dejado arrastrar hacia la s’zonas
de mayor confluencia, en detrimento de las otras?
La segunda hipotesis parece mucho mas creTble. El proceso crTti-
j co que Menendez Pelayo aplica a la literatu ra portuguesa—como a las
| otras que estudia—no puede de ja r duda alguna sobre su absoluta hones-
I tidad intelectual. Puede haber sido un hombre de perjuicios (iquien
| podra decir que no los tiene?), a quien los instintos polemicos hayan
I ofuscado y cuyas inclinaciones personales hayan empujado hacia el en-
| fasis en ciertas formas y perTodos.& Todo eso queda, sin embargo, muy
I distante de la posible conclusion de un deliberado falseamiento por
I
! 5 Fidelino de Figueiredo, Pyrene, (Lisboa, 1935), p. 17.
6 Mucho de lo^que Menendez Pelayo escribio sobre Portugal perte-
nece a su primera epoca, la mas polemica.
| 329
' parte de Don Marcelino.
Que se tra ta realmente de pecado por omision, lo ilustra la misma
tecnica de Menendez Pelayo. Si en el hubieee, en efecto, la intention
; de esconder parte de la realidad para probar su te s is , seguramente no
tendrTa la ingenuidad de presentar datos individualizantes de la l i t e r a
tura portuguesa y considerarlos como tTpicos del genio "espanol." El
caso es que varias veces lo hace, sin darse cuenta de la contradiction
que su razonamiento e incluso su terminologfa implican. (En cuanto a
la ultima recuerdese su uso de terminos como nacional.)
Todo el problema arranca de su deficiente postulacion in ic ia l.
: Menendez Pelayo nunca definio de modo convincente los lTmites de lo
"espanol" y de lo "parcelario." Al decir que las manifestaciones par- j
celarias complementan el fenomeno to ta l, les esta, en realidad, conce-
; diendo un grado de autonomia. Si por consecuencia estas manifestacio-
ines representan un sentir (o una vivencia, para usar el lenguaje de
i Ramon Pineiro) diferente, ien que consiste el genio "espanol"? La mul-
I ‘
tiplicidad de actitudes no podra sino dar a ese concepto un caracter
extremadamente fragil y a rtific ia l.
Se podrTa decir que el "espanolismo" de Menendez Pelayo es en el
| fondo un castellanismo inconsciente. Al enfocar la literatura portu-
| guesa y la castellana da, por lo comun, una medida justa de su impor-
tancia relativa en las varias fases que estudia. No obstante, eso no
impide que no pierda una sola oportunidad de subrayar la supremacist de
la castellana, cuando el la existe, En cambio son varias las ocasiones
330
en que omite en absoluto los aspectos en que la literatura portuguesa
supera en algo a la Castellana. En un nivel mas general, su afan de
unificar espi ritualmente las literaturas hispanicas, no deja tampoco
de ser una glorification de la castellana, la cual, como elemento cen
tral del hispanismo, queda engrandecida y mejorada.
iHasta que punto sera, por lo tanto, valida la postura de c r iti-
cos como Jose MarTa Viqueira y Fidelino de Figueiredo, cuando elogian
el interis y carino de Menendez Pelayo por Portugal? No hay duda de
que dicho carino e interes existen (aunque de manera algo fragmenta-
ria) pero todo parece indicar que se orienta mas bien a un fin ulterior
Llegamos, en consecuencia, al momento de dar la respuesta a la
cuestion expresada al principio de esta disertacion: ies coherente el
proceso analTtico de Menendez Pelayo al estudiar la literatu ra portu
guesa? El analisis de las diferentes actitudes del polTgrafo, senala-
das a lo largo de los capTtulos anteriores, solo puede llevar a la con-
firmacion de la hipotesis in ic ia l. En efecto, dicho analisis hace re-
saltar la contradiction basica de Menendez Pelayo al negar en princi
pio la existencia de un genio portugues y terminar por probarlo taci-
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Dias, Eduardo Alberto Mayone
(author)
Core Title
Menendez Pelayo Y La Literatura Portuguesa. (Spanish Text)
Degree
Doctor of Philosophy
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Spanish
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University of Southern California
(original),
University of Southern California. Libraries
(digital)
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Literature, Modern,OAI-PMH Harvest
Language
English
Contributor
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(provenance)
Advisor
Curtis, Robert E. (
committee chair
), Kaplan, Robert B. (
committee member
), McMahon, Dorothy Elizabeth (
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UC11363294
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Dissertation
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Dias, Eduardo Alberto Mayone
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University of Southern California
(contributing entity),
University of Southern California Dissertations and Theses
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